Buen día
«Do re mi fa» de un piano de vidrio en el follaje... Regálase la brisa de un sacro olor a hinojos; y protegiendo el dulce descanso del villaje vela el paterno cielo con un billón de ojos... Lumbres en la montaña vuelcan sobre el paisaje claroscuros cromáticos y vagos infra-rojos; pulula en monosílabos crescendos un salvaje rumor de insectos; ladran perros en los rastrojos. De súbito, el sereno, en trasnochado canto, pregona: «¡Son las cinco!» Tal como por encanto, de gárrulas comadres y vírgenes curiosas reviven los umbrales; y noche todavía, cruzan de boca en boca los ingenuos «buen día» como hilos de alegre rocío entre las rosas.