Bostezo de luz
Cien fugas de agua viva rezan a la discreta ventura de los campos sin lábaro y sin tronos. El incienso sulfúrico que arde por los abonos, se hermana a los salobres yodos de la caleta... Con sus densos perfiles y sus abruptos conos, a lo lejos, la abstracta serranía concreta una como dormida tormenta violeta que el crepúsculo prisma de enigmáticos tonos. Silencio. Un gran silencio que anestesia y que embruja, y una supersticiosa soledad de Cartuja. Ripian en la plazuela, sobre el único banco, el señor del Castillo con su galgo y su rifle... Y allá en la carretera, que abre un bostezo blanco, se duerme la tartana lerda del mercachifle.