Asclepigenia de Juan Valera
Escena III


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Dichos, MARINO.


MARINO.- Una dama que, si bien envuelta en velo argentino, deja traslucir que está dotada de majestuosa hermosura; una dama, cuyo traje de seda y cuyas joyas riquísimas manifiestan lo elevado de su clase, acaba de bajar de una silla de manos y se halla en la antesala aguardando que la recibas. Parece una diosa por el ritmo y la nobleza de su andar entonado y por el olor de ambrosía con que satura en torno el ambiente. ¿Le digo que aguarde?


EUMORFO.- ¡Venerando maestro! La galantería exige que recibas luego a esa dama. Yo aguardaré en otro cuarto.


PROCLO.- Bien está. (Señalando a EUMORFO la puerta de la izquierda.) Entra en aquél. (A MARINO.) Di a la dama que no se detenga.


(Vanse EUMORFO y MARINO.)