Antonio Covarrubias y Leyva (Retrato)

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


D. ANTONIO COVARRUBIAS Y LEYVA.[1]

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No satisfecha aún la naturaleza ni la fortuna de haber elegido en la Imperial Toledo el nacimiento de D. Diego de Covarrubias y Leyva, aquel célebre Presidente de Castilla; quiso que fuese la misma Ciudad cuna de otro insigne hijo, D. Antonio de Covarrubias y Leyva, digno émulo de tan grande hermano en la sabiduría y en la fama como nacidos ambos para dar á su patria nuevo lustre, y á sus honrados padres envidiable gloria. Fuéron estos Alfonso, apellidado de Covarrubias del lugar de su nacimiento en Castilla la Vieja, Arquitecto mayor de la Santa Iglesia de Toledo; y María Gutiérrez Egas, natural de esta Ciudad.

La educación literaria de este segundo hijo llevó la misma senda y feliz curso de la del primero: y como destinados uno y otro para ornamento de las letras, no bastára que en la sangre fuesen hermanos, á no haberlo sido en la enseñanza, en los estudios, y mas que todo, en la ambición de saber, y en el aprovechamiento. Uno y otro tuviéron excelentes preceptores en las letras humanas, así latinas como griegas, entre los quales se cuentan Nicolao Clenardo, y Fernando Nuñez llamado el Pinciano. Adornado D. Antonio con lo mas selecto y ameno de las buenas letras de Athenas, á las que consagró con preferencia sus desvelos y afición; fue enviado á Salamanca en casa de un tío Racionero á la sazón en aquella Catedral, que le proporcionó el estudio de ambos derechos en su célebre Universidad baxo el magisterio de Martin de Azpilcueta, y Diego de Álava Esquivel, tan famosos entonces por la ciencia que habían acaudalado para sí, como por la que comunicaban á sus discípulos, criando insignes hombres para la nación.

El Rey D. Felipe II, que se preciaba de conocer los varones doctos de sus Reynos, y sabia servirse de sus luces para los mas graves y arduos negocios de su tiempo; nombró á D. Antonio Covarrubias para que, acompañando á su hermano D. Diego, pasase al Concilio General de Trento, en que asistió lo mas escogido de los sabios Españoles. Restituido á España, fue condecorado con el título y plaza de Ministro togado en el Consejo Real de Castilla, en cuyo supremo tribunal hizo brillar y admirar su peregrina memoria, su delicada erudición, y su sólida eloqüencia. Pero habiéndole acometido una enfermedad de sordera, que le inutilizó tan singulares dotes para el exacto desempeño de aquel destino; el mismo gran Rey, que no podia olvidar los servicios de tan benemérito literato, le confirió una Canongía, y la Maestrescolía de la Iglesia Primada de Toledo, en donde pasó el resto de sus dias incesantemente dedicado al estudio y cultivo de todo género de letras, hasta el instante último de su laboriosa vida, que feneció en 20 de diciembre de 1602 á los setenta y ocho años de edad, con general sentimiento de los hombres doctos, y principalmente de los que profesaban las letras humanas, que perdieron en él un oráculo vivo de las Musas griegas y latinas.

Como sobrevivió muchos años á su hermano el Presidente D. Diego, y era versadísimo en la lengua griega, en la moral filosofía, y en la política y legislación de la antigüedad, trabaxó varias obras, ya legales, ya filológicas, que obligaron á Andrés Escoto, que conocía todo el valor de los hombres de provecho de su tiempo, á llamarle varón eminente en fodo género de doctrina, y en la jurisprudencia; y Justo Lipsio, que tuvo con él gran correspondencia epistolar, le señala con el renombre de gran lumbrera de España. A la verdad siempre deberemos respetarle como uno de los mas doctos y eloquentes Españoles de su tiempo, que con D. Antonio Agustín, Pedro Chacón, y otros contribuyeron á levantar el crédito de la erudición nacional en el siglo décimo sexto dentro y fuera de estos Reynos. Consta que sirvió grandemente á Alvaro Gómez en la corrección de los Orígenes de S. Isidoro de Sevilla, que dió á luz Juan Grial : que compuso un tratado con el título de Derecho que el Señor D. Felipe Segundo tiene á la Corona de Portugal : que ayudó á su hermano D. Diego amenizando y enriqueciendo sus libros Variarum Resolutionum con excelentes observaciones y notas de humanidad : que había dado la última mano y lima, y preparado para la impresión, las Observaciones del Fuero Juzgo, que dexó su hermano imperfectas : que la muerte le arrebató la pluma de la mano quando trabaxaba un comentario á los Libros de Política de Aristóteles.

Todos estos trabaxos de su vasta y exquisita erudición, unos por inéditos, y otros por incompletos, no le han adquirido el lugar que correspondía á sus conocimientos en el catálogo de los Escritores de nuestra nación, para cuyo nombre mostró menos anhelo, aunque mas gusto y elegancia, é igual disposición, que su hermano.


Nota de WS

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  1. No se ofrece el retrato en el libro original.