BERTA, EL GRIEGO.


EL GRIEGO.- ¡Ilusión!, ¡debilidad!

BERTA.- ¿Me escuchabais, amigo mío?

EL GRIEGO.- Debilidad que yo me figuraba hubieseis ya desechado... ¿No os he proporcionado este medio de acallar vuestros vanos escrúpulos?... Desechadlos, Berta... Serenad vuestro corazón y vuestro semblante... ¡Estáis tan ajitada!... Alfredo va a llegar dentro de un momento... Preparaos a recibirle..., ¡que tornen las rosas a vuestras mejillas!. En cuanto a la atrevida que os ha insultado poco ha... que ha pretendido humillaros...

BERTA.- ¡Lo sabíais!... ¿Se ha jactado quizá de ello?

EL GRIEGO.- Descuidad en mí... No se lisonjeará de su triunfo...

BERTA.- Pero...

EL GRIEGO.- Alfredo viene..., os dejo bien acompañada... En eso consiste la felicidad..., creedme..., no hay nada de real y de positivo sino el placer... ¡Todo lo demás son quimeras y preocupaciones...!