Al señor doctor don Francisco Esteban de Ingunza

Al señor doctor don Francisco Esteban de Ingunza

de José Zorrilla
Apéndice a las poesías
AL SEÑOR DOCTOR
DON FRANCISCO ESTEBAN DE INGUNZA
El destino es invariable
'

Parte: yo no te doy la despedida.
La tierra es un inmenso laberinto
cuyo centro es la tumba; cada vida
por diferente senda su recinto
cruza, mas todas en la tumba acaban,
y en su lóbrego umbral depositamos
el fardo del dolor con que nos gravan
los designios de Dios, y descansamos.

No te aflijas, doctor; parte, y no llores
si al otro lado de la mar no encuentras
a tu buen padre ya; no llores si entras
en su hogar solitario, si las flores
del jardín que él cuidó marchitas hallas,
y desquiciada la mohosa puerta,
y ruinosos sus muros y sus vallas
y la patena cámar desierta.

Partió ante ti: la senda de la vida
recorrió hasta su fin, y entró su alma,
de esta cárcel de penas desprendida,
en las regiones de la eterna calma.
Tú, por la vida que te dio, quisiste
la flor de tus trabajos ofrecerle,
y la mitad del mundo recorriste,

pensando en tu vejez entretenerle
con el cuento gentil de lo que viste;
mas ¡oh inútil afán! Ya no has de verle
sobre la tierra más, y sus miradas
no podrán, recorriendo tus escritos,
el insomnio apreciar de tus veladas,
ni de tus aventuras ya pasadas
recompensar los riesgos inauditos.

Mas no te desesperes; no le llores;
en más feliz y luminosa esfera,
libre ya de amarguras nos espera,
y en los jardines del edén benditos
duerme en un fresco pabellón de flores.

Parte caro doctor: no me despido;
pronto, pájaro errante, alzando el vuelo,
dejando a Europa y el paterno nido,
me lanzaré en los aires, y en el suelo
de América posando, en tus hogares
ensayaré el poder de mis cantares.

Parte, doctor, y cumple tu destino:
fuerza es que llene cada cual el suyo;
si no nos lanza por igual camino,
llevas mi corazón; guárdame el tuyo.