Aires Poblanos
Yo no sé qué gracias sugestionadoras
tienen estos pueblos de casitas blancas,
llenos de arboledas, llenos de barrancas
y muchachas frescas y madrugadoras.
Quietos pueblecitos, donde la campana
de la vieja iglesia canta de alegría
cuando tras las cumbres de la serranía,
llena de rubores ríe la mañana...
Yo no sé qué gracias llenas de candores
tienen estos pueblos plácidos y quietos
donde las abuelas duermen a sus nietos
dentro las hamacas de los corredores...
Dulces pueblecitos donde las cigarras
cantan en los claros días abrileños,
mientras a la lumbre de amorosos leños,
ritman sus tonadas trémulas guitarras.
Plácidos rincones donde la existencia
corre mansamente, como un agua pura;
donde hasta los vientos, plenos de frescura,
llevan en sus alas notas de inocencia...
Yo no sé qué encantos sugestionadores
tienen estos pueblos, blandos como un nido
donde el dulce olvido, donde el dulce olvido,
pone un manto rosa sobre los dolores...