Acertar errando: 28


Escena XV

editar

El MARQUÉS, DOÑA VENTURA, y después ZAMORA.


MARQUÉS DEL ROBLE. -Tenía yo que hablar a este don Cenón..., será otra vez. Vamos, Venturita, no se aflija usted.

D.ª VENTURA BAZÁN. -Después de este contratiempo fatal no me queda más recurso que volverme a Madrid en el momento, sola, a pie, pidiendo una limosna...

MARQUÉS DEL ROBLE. -Hija mía, no: ¡qué está usted diciendo!

ZAMORA. -Señor, cuando V. S. disponga...

MARQUÉS DEL ROBLE. -Aguarda. Vamos, enjúguese usted las lágrimas, y escuche. Usted vendrá conmigo a pasar el día en mi quinta... (DOÑA VENTURA hace un movimiento de extrañeza), con mi mujer y mi hija; y mañana irá usted en mi coche a Madrid, para que desde allí se dirija usted a Burgos.

D.ª VENTURA BAZÁN. -Pero señor...

MARQUÉS DEL ROBLE. -Negocio concluido. Vaya usted a buscar sus efectos, y marchemos.

D.ª VENTURA BAZÁN. -¡Ah! Señor..., ¡qué generosidad! ¡A no ser por usted!... ¡Ah! Nunca olvidaré...

MARQUÉS DEL ROBLE. -Vamos..., vaya usted por eso.

D.ª VENTURA BAZÁN. (Aparte al irse.) -Cuando me vea doña Inés. (Entra en la posada.)

MARQUÉS DEL ROBLE. -¡Amable joven!

ZAMORA. -Señor, ¿no ha reparado V. S. que esta señorita se da mucho aire a otra que conocimos, hace tiempo, de esta misma edad en Tuy?

MARQUÉS DEL ROBLE. -¿A quién?

ZAMORA. -¡Toma! A la señorita doña...

MARQUÉS DEL ROBLE. -¡A mi hermana Rosa!... (Con viveza.) ¡Tienes razón!... ¡Pobre Rosa!

ZAMORA. -¡Y mucho que se parece!

MARQUÉS DEL ROBLE. -Eso es sin duda lo que me ha hecho interesar tanto por ella, y yo no caía...