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ACTO SEGUNDO
editarCalle Real de Ocaña. En el foro la posada donde paran las diligencias. Por las ventanas abiertas se ve el comedor y una mesa, donde se figura que han comido, que los criados están levantando. A un lado la puerta. Al otro un portón que da a un patio, y un banco de piedra a su lado.
Escena I
editarREBENQUE, CRIADOS, y después BRÍGIDA.
TÍO REBENQUE. (Mirando hacia un lado.) -Todavía no se la divisa, pero ya no debe tardar. (A los CRIADOS.) Vamos quitando pronto esa mesa, y volviéndola a poner para los que van a llegar. ¿Qué buscas tú aquí? (Oyéndose los chasquidos y el ruido de una diligencia que se va alejando.)
BRÍGIDA. -Por mirar la diligencia de Sevilla, que ha echado a andar.
TÍO REBENQUE. -La diligencia de Sevilla ya se ha ido, pero la de Valencia va a llegar, y la mesa, no va a estar puesta.
BRÍGIDA. -¿Pues no ve usted a Blasa y al Maricón que la están poniendo? Tanta prisa, y luego... ¡Ah! Diga usted, tío Rebenque, ¿en qué consiste que las diligencias llegan hoy más tarde que otros días?
TÍO REBENQUE. -¿Qué, no lo sabes? Con las avenidas del Tajo se ha estropeado el camino, y mientras lo componen no se puede pasar por él más que a pie o a caballo, y los coches tienen que tomar un rodeo de cerca de media hora.
BRÍGIDA. -Pues no sabía nada.
TÍO REBENQUE. -¿Pues has sabido tú algo alguna vez?
BRÍGIDA. -¡Vaya! ¡Mira el sabio!
TÍO REBENQUE. -Vamos ayudando a poner la mesa; ¡hola!
BRÍGIDA. -Ya van... ¡Mira el sabio! (Éntrase por la posada, y REBENQUE por el portón.)