A fuerza de arrastrarse: 15
Escena VIII
editarJOSEFINA, PLÁCIDO y BLANCA.
BLANCA.-Josefina, ¿por qué lloras?
JOSEFINA.-Por nada.
BLANCA.-Plácido, ¿por qué has hecho..., por qué ha hecho usted llorar a Josefina?
JOSEFINA.-¿Y tú por qué vienes sin que nadie te llame? Plácido y yo teníamos que hablar en secreto.
BLANCA.-(A PLÁCIDO.) ¿Es verdad?
PLÁCIDO.-Es verdad.
JOSEFINA.-¿Eres tú mi madre, o mi hermana, o la novia de Plácido?
BLANCA.-(Con tristeza.) No lo soy.
JOSEFINA.- Entonces, déjanos en paz con tu vigilancia ridícula.
BLANCA.-Perdona, Josefina. Perdone usted, Plácido.
JOSEFINA.-¿Vas a llorar tú también?
BLANCA.-(Con energía orgullosa.) No; yo no lloro.
PLÁCIDO.-Ni habría motivo.
BLANCA.-Los dejo a ustedes.
PLÁCIDO.-No, Blanca, puede usted quedarse..., si Josefina lo permite.
JOSEFINA.-Lo que habíamos de hablar ya lo hemos hablado. Puedes quedarte. Es usted muy bueno y muy cariñoso. Este rasgo de usted no lo olvidaré nunca. (BLANCA vacila, se va, vuelve, quiere irse, quiere quedarse. Todo esto se encomienda al talento de la actriz.) Puedes quedarte. Lo que nos queda por decir puedes oírlo. Es usted (A PLÁCIDO.) una de las personas a quienes más quiero. Mi padre, Tomás y usted son mis predilectos. (BLANCA rompe a reír nerviosamente.)
BLANCA.-Puede usted estar orgulloso, Plácido. ¡Ja, ja, ja!
PLÁCIDO.-Lo estoy. ¡El afecto de Josefina no tiene precio para mí.
BLANCA.-(Pasa riendo delante de PLÁCIDO y le dice en voz baja.) ¡Sí tiene precio!