A don Carlos Calderón
A don Carlos Calderón
editarDesconocido señor
de esta montaña de flores
que por Carmen de los Mártires
los granadinos conocen:
yo sé que es mi obligación
agradecer tus favores
y el espléndido hospedaje
que me has dado en tus salones.
Sabes quién soy, y no es justo
que lo hecho en tu casa ignores
por mí: yo traje aquí el ruido
de las fiestas de mi corte;
porque yo he sido aquí rey
medio día y una noche:
y he traído la alegría,
la luz, la fe, los amores,
la poesía, el delirio
de mis leyendas, las voces
de mis gnomos de la Alhambra
y el turbión de mis visiones;
y aquí hemos hecho tal fiesta
y de placer tal derroche,
que otros tales en Granada
no recuerdan hembra ni hombre.
Mas soy yo un Rey sin vasallos,
sin guardias ni aduladores,
que a mi pueblo no doy leyes,
sino que él me las impone.
Le alegro y no le gobierno,
y en vez de contribuciones
le echo fiesta sobre fiesta
para que viva y que goce.
Yo me paso noche y día
asomado a los balcones
de cu carmen, contemplando
el círculo de horizonte
en que se encierra esta Vega
y esta ciudad, en que pone
los ojos Dios, cuando sale
del cielo a los miradores.
Y vine aquí tan absorto
en mis memorias de joven,
tan contento de admirar
de Granada los primores,
que no sé ni darme cuenta
de la obstrucción que me absorbe,
ni de mi conciencia muda,
ni del tiempo que urge y corre.
De mi paso por tu casa,
y por tu bizarro porte
conmigo, no puedo darte
pago ni gracias mejores
que estos versos descosidos,
desaliñados e informes,
que escribo a escape, y en medio
de la inquietud y el desorden.
Dueño y señor de este carmen,
si tú, que tal vez conoces
mi cara, por los retratos
que de ella por ahí se exponen,
me encuentras alguna vez
no importa cómo ni dónde,
haz conmigo lo que hacer
contigo me corresponde;
preséntate a mí; verás
que no soy ni Rey ni Roque,
sino un viejo agradecido
a quien honra quien le acoge.
Adiós, y hasta que Él nos junte:
y entretanto y hasta entonces,
ten por fijo y entendido
que si te caen y te cogen
de lleno y sobre tu alma
las gracias y bendiciones
que aquí te eché, vas a ser
el más feliz de los hombres.
Granada, 20 julio, 89.