A Teresa (Zorrilla)
Hanme dicho que dices
que te holgarías
escuchando, Teresa,
canciones mías.
Si tal has dicho
¡bien hayan los antojos
de tal capricho!
Al desear mis versos
tal vez ignoras
que son rumor de brisas
murmuradoras:
pues hay quien prueba
que mis versos son ruido
que el aire lleva.
Mas si el eco te halaga
de mis canciones,
abre las celosías
de tus balcones;
abre, y el viento
llevará mis cantares
a tu aposento.
Sólo al aire mi canto
fiarse pued.
¡Quiera Dios que en aire
no se me quede,
y qu lo sones
de mi voz no se estrellen
en tus balcones!
Te le envío de noche,
porque en el sueño
te parezca mi canto
más halagüeño.
Su poesía
la noche misteriosa
dará a la mía.
Llegará a ti en la sombra
mi cantilena
al son de los gorjeos
de Filomena:
y mis primores
suplirán con sus trinos
los ruiseñores.
Porque arome las notas
del canto mío,
con el aura de mayo
te las envío:
y mensajera
será así de mis versos
la primavera.
Anhelara, Teresa,
mi ambición loca
que aplaudiera mis versos
tu dulce boca:
mas van perdidos,
y felices si llegan
a tus oídos.
De noche te los canto;
si dante enojos
no lo verán al menos
mis propios ojos:
y tu desaire
con mi cántico inútil
llevará el aire.
Al enviarte estas rimas
menesterosas
bien quisiera que fuesen
perlas o rosas,
aunque concibo
que en tu labio sean perlas
las que te escribo.
El aliento que exhala
tu linda boca,
trueca en flores la esencia
de cuanto toca:
por eso fío
en que se tornen flores
las que te envío.