Este soneto prosigue el mismo concepto


 Del mal que le amenaza al venturoso    
 librarme quiero yo por desdichado,    
 porque no duele tanto examinado    
 como cuesta el temor de un mal dudoso.    
 

 Desde el dolor padece el no dichoso,  
 el feliz desde el miedo, y del cuidado;    
 su edad tiene un dolor, y en lo esperado    
 es hacer de más años lo penoso.    
 

 Jamás alguno poseyó la suerte;    
 nada se goza un bien con un recelo,   
 que del mal la sospecha es importuna;    
 

 y pues a un bien no hay mal que no despierte,    
 en mi desdicha tengo mi consuelo,    
 si victoria no soy de otra fortuna.