A Flora
II.
A Flora.
Tus ojos, bella Flora, soberanos,
Y la bruñida piala de lu cuello,
Y ese, envidia del oro, tu cabello,
Y el marfil torneado de tus manos,
No fueron, no, los que de tan ufanos
Cuanto unos pensamientos pueden sello,
Hicieron á los mios, sin querello,
Tan á su gusto victorioso llanos.
Tu alma fué la que venció la mía,
Que espirando con fuerza aventajada
Por ese corporal apto instrumenlo,
Se lanzó deniro en mí, donde no habia
Quien resistiese al vencedor la entrada,
Porque tuve por gloria el vencimiento.