Zaratustra 5:De los despreciadores del cuerpo
A los que desprecian el cuerpo quiero decirles mi palabra. No deberían tratar de reeducarme y de reenseñarme, sino tan sólo despedirse de su propio cuerpo - y por tanto quedarse callados.
“Cuerpo soy, y alma” - así habla un niño. ¿Y por qué no deberíamos hablar como los niños?
Pero el iluminado, el sabio dice: soy cuerpo entero y verdadero, y nada más; y alma es sólo una palabra para algo que está en el cuerpo.
El cuerpo es una gran razón, una multiplicidad con Un sentido, una guerra y una paz, un rebaño y un pastor.
Una herramienta de tu cuerpo es también tu pequeña razón, hermano mío, a la que llamas “mente”, una pequeña herramienta y juguete de tu gran razón.
“Yo”, dices, y estás orgulloso de esta palabra. Pero lo más grande es aquello en lo que no quieres creer, - tu cuerpo y su gran razón: ésa no dice Yo, sino que hace Yo.
Lo que el sentido siente, lo que la mente reconoce, no tiene nunca como final ello mismo. Pero el sentido y la mente puede convencerte de que son el final de todas las cosas: así de vanidosos son.
Herramientas y juguetes son tanto el sentido como la mente: tras ellos se encuentra aún el ser. El ser busca también con el ojo del sentido, escucha también con los oídos de la mente.
Siempre está escuchando y buscando, el ser: compara, vence, conquista, destruye. Domina y es también el que domina al yo.
Tras tus pensamientos y sentimientos, hermano mío, hay un amo poderoso, un sabio desconocido - se llama ser. En tu cuerpo habita, tu cuerpo es él.
Hay más razón en tu cuerpo que en tu mejor ocurrencia. ¿Y quién sabe acaso, para qué tiene necesidad tu cuerpo de tu mejor ocurrencia?
Tu ser se ríe de tu yo y de sus saltos orgullosos. “¿Qué son para mí estos saltos y vuelos del pensamiento?”, se dice para sí. “Un rodeo para mis fines. Yo soy el taca-taca del yo y el insuflador de sus conceptos.”
El ser le dice al yo: “¡aquí siente dolor!” Y he ahí que padece y reflexiona, cómo puede dejar de padecer - y para ello precisamente debe pensar.
A los menospreciadores del cuerpo quiero decirles una palabra. Que menosprecien, eso es lo que funda su aprecio. ¿Qué es lo que creó aprecio y menosprecio, valor y voluntad?
El ser creador creó para sí el aprecio y el menosprecio, creó para sí el placer y el dolor. El cuerpo creador creó para sí la mente como una mano de su voluntad.
Incluso en vuestra necedad y desprecio, menospreciadores del cuerpo, servís a vuestro ser. Yo os digo: vuestro ser mismo quiere morir y le vuelve la espalda a la vida.
Ya no puede conseguir lo que más quiere: - crear algo por encima de sí mismo. Eso es lo que más quiere, ésa es su mayor ansia.
Pero ya le es demasiado tarde para eso: - así, vuestro ser quiere hundirse en el ocaso, menospreciadores del cuerpo.
Hundirse es lo que quiere vuestro ser, y por ello os convertísteis en menospreciadores del cuerpo: puesto que no conseguís crear por encima de vosotros mismos.
Y por ello fustigáis a la vida y a la Tierra. Una envidia inconsciente se encuentra en la mirada obscena de vuestro desprecio.
¡No voy por vuestro camino, menospreciadores del cuerpo! ¡No sois para mí puentes hacia el sobrehumano!
- Así habló Zaratustra.