Ya que nublosa sombra cubre, y frío
A Fernando Meléndez de Cangas
Ya que nublosa sombra cubre, y frío, la blanca frente de este monte alzado, y del grave Aquilón aliento helado retarda el lento curso al hondo río, siento de ingrata mano al pecho mío nieve arrojada, y siento desmayado mi fuego, y culpo mi deseo osado y de Amor el tirano señorío; que por un vano bien, que huye luego y me deja dolor eterno, pierdo de libertad amada la nobleza. Mas ¡oh que acierta mal quien nada ciego! y el que cuida, Fernando, ser más cuerdo, descubre en tal hazaña más flaqueza.