Voces chilenas de los reinos animal y vegetal/P

O
Voces chilenas de los reinos animal y vegetal: que pudieran incluirse en el Diccionario de la lengua castellana y propone para su examen a la Academia chilena (1917)
de José Toribio Medina
P
Q
P


Paguacha, f.

Nombre que se da a cierta especie de melón invernizo, de color verde y carne amarillosa, de tamaño mediano y achatado; y se aplica también a una de calabazas de forma parecida.

Viene del araucano pahua, que se dice de la hernia. Traenla Lenz, (n. 989, cuarta acepción) y Román; pero este último autor no la considera que merezca ser aceptada en el Diccionario, y la escribe con g.


Paico. m.

Está en el Diccionario como chilenismo, sinónimo de pazote, «voz americana». Adviértase que es quichua.

Del paico se extrae la paicolina, voz que «merece ser admitida en el Diccionario.» Román.


Palhuén. m. (Adesmia arborea).

Arbusto de la familia de las Papilioneáceas, tribu de las hedisáreas, «muy espinudo, de seis a ocho pies de alto, común en las provincias centrales» (Philippi), al que se da también el nombre de espinillo. Otros escriben palhuel, pero debe preferirse como más general la que termina en n, por ser también mas próxima a su derivación araucana, que es netamente tal, aunque no se halla en los vocabularios indígenas.

Traen esta voz Lenz y Román.


Palometa, f. (Caranx georgianus).

Pez comestible de las islas de Juan Fernández, parecido al jurel.

Palpallén, m. (Senecio denticulatus).

Arbusto de la familia de las Sinantéreas, suborden de las tubilifloras, «que puede alcanzara dos metros y más de altura, con hojas aovadas, dentadas, más o menos cubiertas de un vello blanquecino, y corimbos multifloros de cabezuelas radiadas, amarillas Se cría desde Rancagua hasta Río Bueno.» Philippi.

Es araucana la etimología de esta voz, (palpalén) aunque no se registra en los diccionarios.


Palpi. m. (Calceolaria thyrsiflora).

Arbusto de la familia de las Escrofularíneas, «de unos treinta centímetros de alto, con hojas angostas, casi lineares, aserradas y flores amarillas, dispuestas en un tirso alargado. Se halla en las provincias de Coquimbo, Santiago y otras.» Philippi. Sus hojas son muy dulces.

Su etimología, advierte Román, «puede ser el araucano pal, palo mediano, y pùd, cosa espesa y también desparramada.»


Palqui. m.

Aunque admitido en el Diccionario, falta darle su etimología, que es araucana, y añadir a la virtud que se le señala, que sus raspaduras se emplean como sudorífico y la planta para hacer jabón.

Debería incluirse también, como lo indica Román, su derivado palquial, m., sitio poblado o abundante de palquis.


Pallar, adj. y ú. m. en pl. pallares. (Phaseolus pallar).

Cierta clase de fréjoles conocida con este nombre en Chile y la Argentina (Catamarca) y procedente, según se dice, del Perú, en cuya lengua quichua así se llama en efecto. Con el mismo nombre le cita también Molina, que le señala como muy notable por el tamaño de sus granos, que son de cerca de una pulgada.

Lenz, n. 1004, y Román, que trae el siguiente pasaje del Inca Garcilaso, citando al P. Acosta: «Yo no he hallado que los indios tuviesen huertos diversos en hortaliza, sino que cultivan la tierra a pedazos para legumbres que ellos usan, como las que llaman frisoles y pallares, que les sirven como acá garbanzos y habas y lentejas.» La voz ha entrado en la última edición del léxico oficial y sólo resta advertir que se usa más en plural y que su etimología es quichua.

Pangue, m. (Gunnera chilensis).

«... planta sin tallo, pero cuyas hojas alcanzan a veces a un tamaño extraordinario; los pecíolos se comen bajo el nombre de nalca, y la raíz muy gruesa, que contienen mucho tanino, se usa para varios objetos.» Philippi. «Planta grande, sin tallo, muy áspera; las hojas largamente pecioladas, a veces enormes, de uno y medio metro de diámetro, orbiculares, lobuladas; de su centro nace un bohordo cilíndrico, que lleva muchas espigas de flores; el fruto parece una pequeña drupa, porque el cáliz se vuelve carnoso, el pangue es muy común en los lugares pantanosos, a lo largo de los arroyos, etc.»

«Salía yo cada día en un barquillo que allí tenía, y iba el río arriba, de cuyas riberas traía cantidad de pencas de áspera comida, de unas grandes hojas mayores que adarga de una yerba llamada pangue, cuyas raíces sirven allá a los nuestros de zumaque, para curtir los cueros.» González de Nájera. «El pangue, bien conocido por sus hojas, que son tan grandes, que pueden servir de quitasol, se da en los cenagales como unas cepas gruesas.» Rosales. «La raíz de aquella planta vivaz, que los indios llaman el panke..., da un color negro bellísimo.» Molina. Forma que se cambió por la que tiene actualmente, según lo notó ya Carvallo: «en lengua del país, corrompido panque, que debía ser panqué.» Pangui escribió Péres Rosales: «La hoja de nalca o pangui, como la llaman en el norte, excede en tamaño los límites de la ponderación en Llanquihue...: una de las hojas midió tres varas y cerca de cuarta de diámetro...»

Celebrada también en su Purén Indómito por Alvarez de Toledo, canto XIX:

    Allí se vió después desamarrado
Y a una india taparle el cuerpo todo
Con las hojas del pangue, de manera
Que nadie no le vió desde acá fuera.
    Mas él bien vido a todos claramente
Desde el pantano adonde oculto estaba
Y cómo por el rastro aquella gente
Entre los mismo pangues le buscaba.

De pangue se ha formado pangal: sitio donde viven agrupadas muchas de esas plantas.

Abundantísimas noticias de ella ha dado Vidal Gormaz en los Anales de la Universidad de Chile, t. XLV, p. 594. Sostiene con razón que el nombre único que hoy le corresponde es pangue. Lenz, n. 1009, y Román han invocado también la autoridad del poeta chileno recordado.


Panul, m. (Ligusticum panul).

Nombre indígena de una umbelífera herbácea de la cual se conocen por lo menos dos especies en Chile. Hierba lampiña, con tallo ramoso, surcado y trifurcado y con umbelas terminales; hojas pinatisectas con segmentos multífidos, lóbulos líneales-agudos; pétalos blancos; fruto ovalado, con dos estilos reflejos. Febrés traduce esta voz araucana por apio.

Lenz, n. 1011, y Román, «nombre que debe ya entrar en el Diccionario, es araucano...»


Pañil, m. (Buddeleya globosa).

«Arbolito de unos tres metros de alto, con hojas grandes, oblongas lanceoladas, acuminadas, almenadas, arrugadas, cubierto de un bello amarillento afelpado en la cara inferior; flores anaranjadas, dispuestas en cabezuelas globosas, compactas. Sus hojas son muy vulnerarias, se usan en polvo o decocción para las úlceras, etc.» Philippi.

Viene del araucano pagil, «mata medicinal, buena para curar hinchazones, desconcertaduras, etc.»

Lenz, n. 1014, y Román.


Papa. f.

Doma, derivado del araucano domo, mujer, o aplicado en sentido figurado a la madera que no tiene nudos. Una de las muchísimas especies y de las más conocidas y mejores, para no citar otras, que se cultivan en Chile.

Observa Román: «La etimología de papa, no es el latín papa, comida, como dice el Diccionario, sino el quichua papa, raíz de comer conocida. (Torres Rubio). El Inca Garcilaso dice «que entrellas [las legumbres que fructificaban debajo de tierra] hay una que llaman papa: es redonda y muy húmida, y, por su mucha humidad, dispuesta a corromperse presto.» (Comentarios Reales, parte I, lib. V. cap. V). Como la planta es americana y consta que en quichua se llamaba y se llama papa, no hay para que buscar su nombre en el latín.»

Al testimonio de Garcilaso podrían agregarse algunos mas sacados de los antiguos cronistas.

De papa viene su derivado papal, m.. terreno sembrado de papas.» Hace falta, continúa Román, esta voz en el Diccionario, pues no se puede exigir a los americanos, que la usan casi uniformemente, el que la sustituyan con patatal o patatar, únicas que él registra.»


Papilla, f. (Valeriana papilla).

Como su nombre lo indica, pertenece a la familia de las Valerianáceas; y el fuerte olor que despide su raíz, al acido valeriánico, así la permite clasificar desde el primer momento; su raíz es gruesa, carnosa, perpendicular, trasversalmente arrugada. Crece la papilla (diminutivo de papa) en las provincias centrales de Chile.


Pato correntero, m. (Merganetta armata).

Pato silvestre de Chile, que habita las aguas torrentosas de la alta cordillera de las provincias centrales y que remonta con maravillosa facilidad, de donde le ha provenido su nombre. Es notable también por el espolón robusto y agudo que tiene en las alas, lo que le ha valido el calificativo de armatus. El plumaje del macho está matizado con tres listas negras en la cabeza. La hembra tiene toda la cima de ésta y la mitad anterior de las alas de un gris ligeramente apizarrado.

Jergón grande (Dafila spinicauda), contrapuesto a jergón chico, que también se nombra en Chile. Aquél forma la especie más común de las salvajes que habitan el territorio de Chile, y su área de extensión comprende asimismo al Perú y al Brasil. Pertenece a la categoría de los patos de «cola de flecha», por lo puntiaguda que es, con dos rectrices del centro filiformes y prolongadas como lanzas, sobresaliendo mucho de las demás, por lo que ha recibido el nombre específico de spinicauda. Tiene cerca de 50 centímetros de longitud total, y su plumaje es de un moreno bermejo, salpicado de manchas negras en el dorso, algo mas claro en la parte inferior del cuerpo.

Juarjual (Anas cristata).

Pato silvestre de Chile, de mayor tamaño que el jergón grande, del que se distingue especialmente por la cresta que forman las plamas sobre la nuca. Su cabeza y pescuezo son de un flavo finamente salpicado de negro; el pecho y vientre de un flavo bermejo, la cola morena, y el pico y los tarsos negros. Habita las provincias centrales de Chile.

Tripoca (Erismatura ferruginea).

«Pato tripoca, común en las lagunas de las provincias centrales. Su plumaje es muy diverso según la edad y la estación. Se conoce también del Perú.» Philippi. Descrito por Gay, Zoología, VIII, p. 458.

Lenz, n. 1388, quien se manifiesta dudoso, aunque sin razón, de que exista la forma tripoca, y añade respecto de la etimología de esta voz: «Si tripoco es la primitiva, se podría analizar según Febrés: thùpun, pegar, aporrear, azotar, + co, agua; sería «pato azota-agua.»

Debo advertir que, sin estas especies, se conocen también en Chile otras silvestres de anteojillo, capuchino, cuchara, gargantilla y real.


Pejegallo. m. (Callorrhyncus antarcticus).

«El pejegallo tiene cerca de tres pies de largo; su cuerpo es redondo y mas grueso por el medio que por los extremos, cubriéndole enteramente un pellejo azulado y desnudo de escama. Una cresta cartilaginosa, que, adornándole la cabeza, se prolonga cinco o seis líneas más allá del labio superior, le ha merecido el nombre de pejegallo...» Molina.

Por su parte, dice Philippi: «cuerpo cónico, alargado, desnudo; cabeza gruesa, voluminosa, en declive, con los ojos a los lados; el hocico con un apéndice o girón carnoso; la primera aleta dorsal con el primer radio duro, la cola prolongada en un largo filamento.» Román hace notar que «es pez distinto de los que el Diccionario llama gallo y papagayo

En este orden se distinguen también en Chile, el Pejeluna, va. (Mola mola); el Pejeperro, el Pejesol, el Pejesapo y el Pejezorra.


Pejezorra. m. (Carcharias vulpes).

Advierte Gay que el pejezorra es bastante común en Europa y que con este nombre se le conoce también allí; pero el hecho es que no lo registra el Diccionario.

Pertenece a la familia de los Selacienoides, alcanza a una longitud de ocho a diez pies, es de color verde aplomado, a no ser por debajo, donde tiene alguna mezcla de blanquizco; las aletas son un poco más obscuras; el cuerpo es fusiforme y prolongado, la cabeza pequeña y redondeada, y la abertura de la boca se halla debajo del hocico, que es corto y obtuso; en las quijadas tiene dos hileras de dientes triangulares; ojos circulares y grandes con relación a la cabeza; la cola esta dividida en dos lóbulos, el superior, muy largo y en forma de hoz, y el inferior corto, por extremo.


Pelú. m. (Sophora tetraptera).

Árbol o arbusto de la familia de las Leguminosas, con las ramas nuevas con tomento rojizo; hojas con diez a veinte pares de pinas trasaovado-orbiculares; flores en racimos; corola amarilla; legumbre con cuatro alas longitudinales denticuladas.

«De las provincias del Sur, merece un lugar en los jardines por sus hermosas flores doradas, y que tiene madera dura y preciosa.» Philippi.

Lenz, n. 1032, y Román, que cree que su etimología araucana es posible que sea la misma de pilo. Los indígenas dicen pelupelu.

«El pilo es una planta leguminosa, de que hay dos especies, que viven a orillas de las aguas, de hojas menudas y ramas muy flexibles, con flores amarillas; y el de las lomas, de pequeño tallo y sin uso.» Rossel, Guía de Concepción.

El nombre araucano es pùlù, que en la segunda edición del Vocabulario de Febrés aparece con la indicación de «arbusto con flor amarilla; su cascara es vomitio eficaz, arranca apostemas del pecho y costillas.»

Román observa que ninguno de nuestros naturalistas habla de este arbusto,» debió decir, con ese nombre, pues el que le corresponde de verdad es el de pelú.


Pellín, m. (Fagus oblicua).

«El roble... y su corazón pellín... es casi el único árbol que bota sus hojas, de excelente madera para construcciones.» Philippi. «Es mucha la diversidad que hay de robles y muchos los que de ellos se aprovechan para los edificios, por ser tan fuertes, y principalmente el que llaman pillin, que es colorado y se inmortaliza enterrado y dentro del agua, y en la humedad refina su nativo carmesí.» Rosales. Forma que se deslizó tal vez por yerro de impresión, pues en otro lugar de su obra, el jesuíta madrileño escribe en la única conocida hoy: pellín. «Su nombre propio índico, advierte Gómez de Vidaurre es pellín, como también lo suelen llamar algunos.»

Del nombre y cualidades de esta clase de roble procede el chilenismo apellinarse: endurecerse, dicho también metafóricamente.

Lenz, n. 1034, y Román.


Pequén, m. (Noctua cunicularia).

«...el pequén, poco nocturno, que vive en cuevas de la tierra...» Philippi. «El pequén es un pájaro del género de las lechuzas, su estatura como la de un palomo; acostumbra abrir grandes agujeros en los campos rasos, donde hace su habitación...; su graznido, que es lúgubre e interrumpido, parece que profiere las sílabas de su nombre.» Molina.

En araucano se llama pequeñ, según Febrés.

Lenz, n. 1039, y Román.


Perdiz cordillerana, m.

Apenas necesito decir que nuestra perdiz es muy diversa de la europea, y mas aún la cordillerana, que pertenece al genero Attagis. Esta no sirve para comer, es mucho más pequeña que la ordinaria, y, como observa Philippi, tiene las alas puntiagudas y los tarsos robustos y reticulados por delante.» Su área de habitación esta en lo alto de la cordillera de los Andes, y de ahí su nombre.


Pericote, m.

«Rata grande. Asi lo definió Marty Caballero como americanismo, y así se usa por lo menos en Chile, en la Argentina y en el Perú. Convendría, pues, incluirlo en el Diccionario. Román.

Gay opinaba que esta voz pericote es netamente indígena, y cita varios pasajes de un manuscrito de fines del siglo XVIII en que aparece empleada y que sería ocioso reproducir aquí.


Péril, m. (Tessaria absinthioides).

«La chilca, el péril y alguna que otra mancha de chépica y esparto brotan con mucha dificultad por entre aquel terreno suelto y cargado de costras salinas.» Pérez Rosales. «De la cual se sacaba en el tiempo del coloniaje en las provincias del norte una resina que se usaba en lugar de la brea europea, el género senecio, del cual hay unas 150 especies en Chile.» Philippi. Cita la planta con el nombre de brea. Es una de las malezas mas perjudiciales, por la casi imposibilidad que hay para arrancarla de raíz; suele alcanzar hasta un metro de altura; sus hojas son alternas, con dientes en los bordes; las flores, de un color rojo pálido.

En cuanto a su etimología, Román cree que pueda venir del inglés peril; acaso, del araucano penulu, marchitarse, porque, en efecto, esa yerba se marchita apenas arrancada.


Petaquito. m. (Tinochorus Orbignyanus).

Una especie de las llamadas perdicitas en Chile, que habita las partes altas de la Cordillera de los Andes. El género a que pertenece se caracteriza por tener «las alas puntiagudas, los tarsos bastante delgados, y escutelados, es decir, que la membrana que lo cubre por delante parece formar escudo en su parte delantera,» y representa en Chile a las codornices de Europa. Philippi.

Lenz, n. 1047; y Román.

Peuco. m. (Buteo unicinctus).

Del araucano peucu, ave de rapiña, parecida al gavilán. «Muy semejantes a estos pájaros son otros que llaman peucus.» Ovalle. «Hay otras aves rapaces y carniceros, singulares de esta tierra, como el peucu...» Rosales.

Esa voz, castellanizada hoy, se dice peuco.

El diminutivo peuquito corresponde a la especie llamada accipiter chilensis, peculiar de este país, que convendría no olvidar.

Lenz, n. 1052, y Román.


Peumo, m. (Cryptocaria peumus).

«Otros árboles hay también frutíferos de los silvestres, y se llaman peugu; tienen la fruta colorada, un poquito más larguita y ovada que la avellana, la cual comen los indios cocida con otros ingredientes.» Ovalle. Y así en esta forma peugu por regla general en los primeros cronistas, que tomaron la voz del araucano pegu, convertida hoy invariablemente en peumo, desde Molina acá: «el peumo comprende cuatro especies distintas.» Advertiré, con todo, que en Núñez de Pineda, quizás por mala lectura del manuscrito, salió con la variante pengu, que tengo por yerro de la imprenta. Vale la pena de leer el párrafo que dedica a este árbol: «Desmontamos de los rocines y a unos árboles vistosos los atamos, que cerca de la puerta hermoseaban el sitio y su contorno, por ser de calidad que todo el año conservan verde y vistosísima la hoja, demás de ser crecidos y copados; y cuando están con su fruta colorada, es a la vista apacible y deleitable; a éstos llaman pengus, que su sombra también es copiosísima y saludable de verano, y las hojas, batidas y oprimidas, despiden de sí un fragante olor y muy suave, y puestas en la cabeza, mitigan el dolor de ella causado del calor y de la fuerza que el sol tiene de verano. Y la corteza y fruta son medicinales para achaques del vientre y del estómago.» Pág. 85.

«Es árbol bastante grande, de hojas aovadas, finamente reticuladas, que se cría en las provincias centrales de Chile...» Su cascara sirve para curtir. El fruto, que cuando maduro es encarnado, tiene la forma de una aceituna, aunque un poco menor; se come después de una ligera cocción (que de ordinario se hace en la boca misma) y tiene un olor característico peculiar también a la madera y a sus hojas cuando ligeramente refregadas.

«No cocer peumo en la boca», frase figurada, que se aplica a las personas que no saben callar a tiempo.

Lenz y Román.


Pico. m. (Balanus psittacus).

Molusco llamado antiguamente pico de papagayo y hoy simplemente pico. «Pero el marisco de mayor estima, que entiendo no se halla en nuestros mares, es uno a que llaman allá pico de papagayo, porque descubre por un agujero de la concha do está encerrado, un cierto pico». Nájera. «Los picos de papagayos son otro género de marisco muy regalado...» Ovalle. «Hay otras no menos sabrosas, que llaman pico de papagayo, y aseméjase este marisco en la cobertura a un pedazo de peña acanalada. Dentro está la carne blanca como una leche y ceñida de una costra en forma de pico de papagayo, por lo cual le pusieron este nombre.» Rosales. La verdad es que son las mandíbulas del molusco las que revisten esa forma.

«Es más común decir pico solamente, y así debe entrar esta voz en el Diccionario.» Román.


Pichi. m. (Fabiana imbricata).

«Arbusto chileno de la familia de las Solanáceas, con flores bonitas, blancas, solitarias, muy numerosas en el extremo de los ramos tiernos; es muy común al pie de la cordillera.» Se le atribuyen cualidades anti-hepáticas y diuréticas.

Viene de la misma voz araucana pichi, pequeño, poca cosa.

Román, quien advierte que en la nueva edición de la Historia del Paraguay, de Charlevoix, se llama a este arbusto «yerba de orina o meona.»

De esta voz ha provenido su derivado pichinal, sitio poblado de pichis, que Pérez Rosales escribió pichingal. «Puede admitirse como chilenismo,» advierte también Román.

Pichihuén, m. (Umbrina ophicephala).ç

«El pichihuén es uno de los peces más apreciados en Chile; se halla en la bahía de Coquimbo.» Philippi. Cítanlo también Gay y Reed, que escriben malamente pichiguén. Pertenecen los acantopterigios, orden de los torácicos. Alcanza a unas 16 pulgadas de largo. Su etimología es indudablemente araucana, tal vez de pichi, pequeño, y huenu, arriba.

Lenz, n. 1065, y Román.


Pichoa. f. (Euphorbia chilensis).

«La pichoa, purgante que se debe usar con precaución.» Philippi. «La pichoa es una yerba eficacísima para purgas... Su copa sigue al sol como la maravilla.» Rosales. Mariño de Lobera, primer autor en que aparece citada la planta, la llama lepichoa; pero hoy sólo se conoce bajo aquel nombre.

«Púrganse con la raíz de la yerba lechetrezna, a que llaman pichoa...» González de Nájera.

Pertenece a la familia de las Euforbiáceas; «la raíz es perenne, gruesa y echa muchos tallos, largos, de cinco o seis pulgadas, poblados de hojas alternas, sésiles, ovaladas oblongas y acuñadas; se terminan en umbelas trífidas, con radios dicótomos; las cápsulas son lisas; hay una variedad lampiña y otra vellosa. La pichoa se cría casi en todo Chile, y desde el mar a la cordillera.» Philippi.

Lenz, n. 1068, y Román creen que tal voz es araucana. Los indígenas la conocen hoy con el nombre de lafqueri-lawen.


Pidén, m. (Rallus bicolor).

«Por cima del cuerpo, desde el occipucio hasta el crupión, de color oliváceo, mezclado de bruno sobre las grandes cubiertas alares; remigias y rectrices morenas; por bajo, de un ceniciento uniforme gris ferrugíneo; pico rojo sanguíneo en la base, azulado desde este punto hasta la primera mitad de su longitud, y verdoso en la última mitad hasta la punta; ojos de un rojo purpúreo; tarsos y pies rojos... Frecuenta las riberas y los sitios húmedos y se alimenta de gusanos o vegetales; su marcha es ágil y corre con velocidad; es sumamente tímido, y al menor ruido va a ocultarse entre la hierba...» Gay.

«El pidén y el zorzal cantan al ponerse el sol, porque no falte música a su ocaso.» Córdoba y Figueroa. «El pidén, pajaro de color pardo.» Olivares. Advierte Carvallo y Goyeneche que tal voz es indígena (pideñ, según Febrés) y que algunos españoles suelen llamarla gallinilla.

Lenz, n. 1073, y Román.


Pidulle. m. (Oxiurus vermicularis).

Llaman así en Chile a un pequeño gusano o verme, nematodo, que habita el intestino y produce prurito en el recto y anal, en los niños especialmente. La longitud del macho es de tres a cuatro milímetros, y la de la hembra de 9 a 12.

«Viene del araucano dulluy, lombriz, precedido de pu, signo de pluralidad, y convertido en pi, quizás por contaminación con pirhuín, del araucano pidhuiñ.» Román.


Pilapila. f. (Modiola caroliniana).

«Planta de la familia de las Malváceas, de tallo rastrero, a veces levantado, rollizo, algo surcado, ramoso, lampiño o un poco velloso, de dos o tres pies de largo y con nuevas raíces junto al pecíolo de cada hoja inferior.» Gay.

Se usa en medicina casera como refrescante de la sangre.

El nombre es araucano, aunque Febrés lo trae como de cierta especie de corvina pequeña.

Lenz, n. 1078, y Román.


Pilgao. m. (Amphidesma solida).

Molusco parecido a la taca, aunque de mayor tamaño, así llamado en Chiloé. «Esta especie, dice Gay, la más grande del género, es notable por su espesor, su forma orbicular, y, sobre todo, la coloración rosada de la charnela al interior. La concha es de un blanco amarillento.»

Traen esta voz Lenz, Cavada y Román. «El nombre tiene forma de araucano, observa este último, pero no aparece en los diccionarios.»

Pilme, m. (Cantharis femoralis).

«El pilme, negro, con los muslos rojos, causa a veces muchísimo daño en las huertas.» Philippi. «Se encuentra un escarabajo negro, de ocho líneas de largo, llamado pilmo, el cual arruina las plantas leguminosas.» Molina. Forma esta última del todo abandonada; en araucano es pùlmi.

Lenz, n. 1085, y Román.


Pilpil. m.

Llamado comunmente pilpilboqui, pertenece al género Boquila, de las Lardizabáleas, común en las provincias del Sur; «tiene hojas simplemente trifoliadas, flores blanquizcas y bayas blancas, globosas, del tamaño de una arveja.» Philippi. Ya queda dicho el significado de boqui, y de ahí que Febrés traduzca: pùlpùl, cierto boqui, como lo nota Román.


Pilpilén. m. (Haematopus palliatus).

Ave zancuda, de la familia de los Carádridos, con pies que sólo tienen tres dedos y carecen de pulgar. El plumaje, matizado de negro y blanco a grandes manchas, le da extraordinario parecido al ostrero de Europa. El pico, mas largo que la cabeza y comprimido lateralmente, es de color rojo de fuego, y sus tarsos, rojo claros.

«Los ostreros... se conocen tres especies en Chile, con los nombres de pilpilén, tiratira.» Philippi.

Es voz indígena, de etimología onomatopéyica, por el grito de estas aves.

Lenz, n. 1088.


Pilvén. m. (Trichomycterus).

Pez de agua dulce, muy parecido al bagre, aunque de tamaño mucho menor, pues no excede de unos diez centímetros.

Lenz y Román estiman con razón que el nombre es araucano, aunque difieren en la etimología que pueda corresponderle.

Pillo, m. (Ciconia maguaria).

Ave zancuda sumamente parecida a la grulla europea, pero que en Chile es muy escasa y vive en las regiones pantanosas mas apartadas, destinada prontamente a desaparecer quizás.

«Tenemos una especie en Chile muy parecida a la cigüeña blanca de Europa, que se conoce en el país con el nombre de pillo.» Philippi. «El pillu es una especie de ibis, de color blanco, variado de negro, que habita en los ríos y en las lagunas. Este pájaro es notable entre todos los acuáticos por la altura desproporcionada de sus patas, que tienen dos pies y ocho pulgadas de largo, comprendidos los muslos; y así dan los indios el sobrenombre de pillu a aquellas personas que tienen de un largo desproporcionado esta parte del cuerpo.» Molina.

Lenz, n. 1091, y Román.


Pillopillo. m. (Dafne pillopillo).

«Pequeño árbol de forma piramidal, de flores blanquecinas dioicas. Su cascara interior es muy vomitiva y purgante...» Philippi.

El nombre es araucano, si bien no se halla en los diccionarios: pillupillu, sobre cuyo significado recuérdese lo dicho en el artículo precedente.

Lenz, n. 1092, y Román.


Pingopingo. m. (Ephedra americana).

«El pingopingo, común en las provincias del norte y del centro. Pertenece a la familia de las Coníferas, con flores y frutos parecidos a los de las Taxíneas, pero las ramas articuladas, con hojas opuestas, a veces parecidas a escamas.»

En Rosales aparece la voz escrita con el cambio de g por c (que debe de haber sido la correcta, conforme a su etimología araucana probable). «El pinco-pinco, yerba de media vara de alto, que ni echa flor, ni hojas, ni semilla.»

Lenz. n. 1097.


Pintadilla. f. (Scyllium chilense).

Escualo chileno, parecido al que el Diccionario describe con el nombre de lija, y que debe su nombre a que tiene el cuerpo pintado de manchas redondas, de color obscuro; «tiene fístulas y alcanza apenas a dos metros,» observa Philippi.

Román, que advierte que el léxico, bajo el artículo lija, lo da como sinónimo de pintarroja.


Pinuca, f. (Pinuca edilis).

Holoturia que vive en Chiloé, de dos a tres pulgadas de largo y como de una de ancho, de cuerpo subcilíndrico, un tanto mas grueso hacia el medio y adelgazado hacia las extremidades; cuero grueso, coriáceo, boca pequeña, redonda y arrugada. Los habitantes de aquella isla lo comen después de asado en las brasas.

Su etimología, dice Román, puede ser el araucano pinu, pajitas pequeñas, y cùhuy, gusanito largo y delgado.


Piñón, m. (Araucaria imbricata).

Describe el Diccionario bajo este nombre un arbusto de la familia de las Euforbiáceas que crece en las regiones cálidas de América, y convendría añadir el árbol chileno del mismo nombre, que ha pasado a llamarse así por el fruto que da, los piñones, en araucano pehuen, de que tomaron su denominación los indios pehuenches, esto es, los que habitan del lado de las cordilleras, donde crece el árbol. «Es hermoso, densamente cubierto de hojas lanceoladas, con punta espinosa, aplicadas contra el tallo y las ramas.» Philippi.

Vial Solar, en su citado libro, trae el derivado piñonal (p. 136:)

los que se ocultan tras la obscura raya
del alto piñonal del Nahuelbuta...


Piquero, m. (Sula fusca).

«El llamado piquero en Chile habita en la costa de Chile, Perú, etc., y de él proviene en su mayor parte el guano de las islas de Chincha». Philippi.

Este palmípedo tiene el pico largo y puntiagudo (de donde procede su nombre), anda en grandes bandadas y habita las costas del Perú y Chile. «El nombre vulgar piquero, dice Román, debe entrar en el Diccionario.»

Pircún, m. (Anisomeria drastica).

Dice el P. Rosales: «Es muy usada para purgas la yerba llamada pincún laquén (por lahuén, hierba, en araucano). De todos conocida, por lo menos de nombre, en Chile. «Difieren las fitoláceas de las quenopodiáceas por tener cada flor varios pistilos, que pasan a ser frutitos carnosos. A esta familia pertenece nuestro pircún, purgante terrible.» Philippi.

«Pequeño sub-arbusto, cuya raíz, semejante a un nabo grueso, casi siembre dividida en su extremidad, posee la virtud emética y purgativa en el más alto grado.» Murillo, citando a Bertero.

Lenz, n. 1116, y Román, que propone otras etimologías, una de ellas «puede ser también el araucano vircún, cosa fría, por los efectos que produce su raíz como remedio.»


Pirhuín. m. (Hirudo).

«Se da este nombre a cierta especie de sanguijuelas que viven en los remansos de los ríos o en las aguas dulces estancadas, y también a la fasciola del hígado, llamada en Chile pirihuín o pidihuín.» Philippi. Ambas formas y aun no menos de dos más, suelen usarse: opto por la que pongo, que es la que siempre he oído; la segunda i, parece una simple afectación. De dicha voz pirhuín ha nacido en Chile el verbo apirhuinarse, que se dice del ganado afectado por este parásito.

Lenz, n. 1117, y Román.

Apenas se necesita advertir que la voz es netamente araucana.


Pitao. m. (Pitaria punctata).

Árbol chileno de la familia de las Zantoxíleas, «de cinco o siete metros de altura, siempre verde, con hojas sencillas oblongo-aovadas, muy lampiñas, ligeramente aserradas, bastante graudes, y con flores blancas, dioicas, paniculadas; el fruto compuesto de cuatro drupas monospermas... Las hojas son resolutivas y antihelmínticas. Otro nombre vulgar que tiene en Chile es canelillo.» Philippi.

«La etimología es el araucano pithau o pithao, callo, porque el fruto del árbol se parece a un callo». Román.

Pitihue, m. (Colaptes pitigus)

«El pitihue se halla también en las provincias centrales». Philippi. «Los picos son de cuatro especies... el pitíu es del tamaño de una paloma, y su color pardo, manchado de blanco. Este pájaro no anida como los demás picos en los huecos de los árboles, sino en las márgenes de los ríos.» Molina.

Su etimología, según lo advirtió Gay, proviene del grito o canto de este pájaro. «No está en los diccionarios indios, observa por su parte Lenz, pero es evidentemente mapuche: pitíu: de donde se deriva pitihue por el plural.» Los indígenas le llaman pechiu.

Adviértase, con todo, que el Diccionario trae la voz pitío «silbido del pito o de los pájaros».


Pitoitoy. m. (Totanus melanoleucus).

Hay dos especies en Chile de esta ave zancuda de las costas, cuya área se dilata por todas las de la América del Sur y del Norte: el pitoitoy grande y el chico, ambos de la familia de las zancudas y de formas esbeltas y graciosas. El plumaje, compacto y unido, es bruno por encima, y por debajo blanco, con manchas obscuras. Tiene el pico más corto y los tarsos más altos que el porotero, que luego mencionaré. Se halla siempre en las orillas de las aguas corrientes o estancadas, y al emprender el vuelo lanza el grito de que proviene su nombre.

Lenz, n. 1129.

«La etimología, observa Román, aunque parece araucana, no está clara.»


Pitra, f. (Myrcengenia pitra).

Que algunos escriben petra, apartándose de su etimología araucana pùtha, es una mirtácea chilena «de ocho a diez pies de alto, pubescente y con muchas ramas, casi siempre también pubescentes, y las más tiernas cubiertas de vello rojizo. Hojas anchas, elípticas muy variables... Flores blancas, dispuestas en una especie de panículo axilar a lo largo de las ramas.» Gay. «La baya, que se llama mitahue, es negra, semejante a la del arrayán, comestible y de un sabor agradable. Sus hojas y corteza son medicinales.» Román.

Los polvos de pitra son de muy frecuente uso en la agricultura como insecticidas y constituyen un ramo de comercio de alguna importancia. La pitra corresponde, en ese orden, al pelitre español.


Piune. m. (Lomatia ferruginea).

De la familia de las Proteáceas, «las más veces queda arbusto, algo desnudo, con hojas grandes, bipinatífidas, muy elegantes, cubiertas de vello color de orín por debajo, con racimos flojos de flores amarillas. Se cría en los montes un poco húmedos de Valdivia y Chiloé. Usan la decocción para lepidias (indigestiones).» Philippi. Se le dan también los nombres de huinque y romerillo, de acuerdo este último con su designación araucana: piúne, como lo advirtió Román.


Piuquén. m. (Anser melanopterus).

«En Chile hay cuatro especies silvestres [de gansos] de los cuales el canquén se ve con frecuencia en los corrales de Ancud; el gansillo es de las cordilleras, así como el piuquén y el cague de Chiloé y Magallanes.» Philippi. «El piuquén es una especie de abutarda mayor que la europea, de color blanco y cuya cabeza y cuchillos de las dos alas son cenicientas y negras las primeras guías; la cola es corta y poblada de 18 plumas blancas; el pico es proporcionado y semejante al de la abutarda; los pies, de cuatro dedos bien gruesos.» Molina. «El piuquén es ave grande como el pavo, su color blanquizco, su carne muy regalada...» Olivares. Hablan también de esta ave González de Nájera, Córdoba y Figueroa y Alcedo.

Su etimología es araucana; piùqueñ.

Lenz, n. 1140, y Román.


Piur. m. (Pyura Molinæ).

«Las ascidias propiamente tales son de bastante tamaño y viven aisladas o agrupadas casualmente; a éstas pertenecen los piures de Chile, que muchas personas comen como un alimento muy delicado.» Philippi. «Entre los moluscos son notables los piures, tanto por su figura, como por el modo con que alojan.» Molina. Varios otros autores hablan también de los piures, forma de plural que es la mas corriente.

Tal voz viene del araucano: piùr.

Lenz, n. 1141, y Román, que escribe piure, en singular.


Platero, m. (Chlorospiza alaudina).

No es raro en las provincias centrales de Chile y se le halla también en Bolivia. Es del tamaño de la diuca, y como ésta, pertenece a la numerosísima familia de los Fringílidos. Por encima, sobre un fondo pardusco obscuro, tiene manchas en forma de rayitas negruzcas; la garganta y el pecho, plomizos y el vientre y la parte interior de la cola, blancos. Abunda en los valles del interior de la Cordillera y anida en las ramas bajas de los arbustos pequeños. Su nombre le viene del color de su plumaje.


Pocha, f. (Percichthys melanops).

Llámase así una especie de trucha, de pequeño tamaño, muy espinuda, y por eso, aunque comestible, de poca estima. Es muy probable que tal nombre se le diera por su forma achatada, del adjetivo pocho, cha, que se aplica a cierta clase de aluvias en Álava, según lo recuerda Román.


Pololo, m. (Sulcipalpus elegans).

Se aplica especialmente a esta especie de fitófagos por ser la más abundante en la región central de Chile. «Los sanjuanitos o pololos de los chilenos pertenecen a esta sección.» Philippi.

Tiene la cabeza pequeña, el protórax con un surco longitudinal en el medio, y cubierto, como aquélla, de pequeñas verrugas; los élitros son de color verde y no cubren el extremo del abdomen, que es ceniciento; patas anteriores, rojizas; medianas y posteriores, verdes; longitud, 1.5 cms.

Viene del araucano, un tanto modificado. Véase Lenz, n. 1151. Este mismo autor cita el siguiente pasaje de un escritor chileno: «Comienzan a salir de entre las tejas los murciélagos y a revolotear los pololos en torno de los naranjos...» Rodríguez. La cueva del loro Eustaquio, p. 106. Ejemplo a que añadiremos el siguiente: «La araña, encerrarla en el sepulcro formado por los despojos de sus enemigos vencidos uno a uno, suspende su enrejado castillo entre las ramas de los árboles. Ahí, por un vuelo demasiado rápido, va a caer entre las redes un pololo...» Medina, opúsculo citado.

«En esta acepción debe admitirse nuestra voz pololo.» Román.


Pollolla. f. (Podiceps Rollandii).

Pertenece al mismo género de las hualas, aves acuáticas de que ya se trató, pero su color es diverso.

Escriben algunos, v.g. Rodríguez, polloyo.

Lenz, n. 1153, cree que la etimología de esta voz debe de ser araucana, si bien falta en los diccionarios; pero Román opina que está formada de polla.


Póquil. m. (Cephalophora glauca).

Pertenece esta hierba a la familia de las Sinantéreas, suborden de las tubilifloras, de un género particular a Chile, que comprende varias especies; «las de tallo por lo común sencillo, con hojas superiores angostas; sésiles, tienen indistinta mente el nombre de póquil.» Philippi.

«Póquil, que algunos llaman manzanilla cimarrona», dice Philippi. Feuillé con el nombre de poquill; poquell, Carvallo, y póquel, Zerolo. En araucano es pocull: una flor con que tiñen amarillo, expresa Febrés.

Lenz, n. 1156, y Román.


Poroto, m.

«Alubia americana», se limita a decir el Diccionario. Viene del quichua purutu. Se da ese nombre en Chile a la planta, al fruto, y al guiso que de él se hace. Los hay de muchas especies, pero las más conocidas son las que llaman bayos, burritos, caballeros, colorados, coscorrones, mantecosos, etc.; de los pallares ya se hizo mención. En tabla, los que no están todavía del todo granados, que suelen también designarse como verdes.

De esta voz procede su derivado porotal, terreno sembrado de porotos.

Véase para más detalles el libro de Román.

De paso advertiré que el nombre de burritos se dijo primeramente en Chile borriquitos; así lo afirma Gómez de Vidaurre:... «prefieren a todas las especies, las que han llamado los españoles borriquitos, por lo aceitosos que ellos son. Estos son esféricos, en la grandeza de su género medianos, mitad blancos, mitad de color de burro, lo que les hizo dar el sobredicho nombre.» I, p. 118.


Porotero. m. (Gallinago Paraguayae).

Ave zancuda, de la familia de los Escolopácidos, de formas delgadas y largas, con el pico fino, prolongado y algo redondeado en la extremidad. Por encima esta matizado de negro, leonado y bruno; en el pecho tiene manchas de este último color, y sobre la frente cuatro fajas longitudinales, también brunas. Del grito que da, ha procedido su nombre.

Abunda en todo Chile y en la Argentina.

Es voz onomatopéyica.


Poto. m.

Criadilla de mar definió el Diccionario en su penúltima edición, «pólipo de figura globosa, hueco y pegado por un solo punto a las rocas, de las que se desprende fácilmente,» y citando ta! definición dice Román: «Los naturalistas dirán si es el mismo pólipo que en Chile se llama poto


Pudú. m. (Cervus pudu).

«El pudú o venado de Chile, la especie más pequeña del genero Cervus, que es bastante abundante en las provincias del Sur; el macho tiene un pequeño cuerno derecho, no ramificado.» Philippi. «El pudú es una cabra montes del tamaño de un choto o cabrito de seis meses de edad, de color pardo, y armada de unos cuernos pequeños, de que carecen las hembras.» Molina. El nombre, indígena, era ya conocido en tiempo de Rosales, que dice: «Hay también corsos pequeños o venados, que los chilenos llaman pudú...»

Lenz, n. 1168.


Puma. m. (Felis concolor).

El león de los españoles, que los indios de Chile llaman pagi «y en el Perú es conocido con el de puma», advierte Molina, pero que corresponde en todo a la familia de los gatos. Véase la descripción de este carnicero en la obra de nuestro compatriota.

Lenz, n. 1178. y Román, que advierte que el Diccionario le da el género femenino, contra el uso general.


Puya, f.

Son varias las especies de esta planta de la familia de las Bromeliáceas, que se hallan en Chile. La puya coarctata, descubierta por Philippi, la describe así: «tallo de dos a tres metros, hojas tendidas o reflejas, blancas en la cara inferior, pétalos de un azul que tira al verde.»

Viene del araucano puùya, que Febrés traduce «cardones de que hacen boyas.»

Observa Román: «Las tres lenguas dominantes en Chile, la española, la araucana y la quichua, han dado nombre a esta planta, y hasta geográficamente se ve la influencia de ellas, porque el nombre chagual domina en las provincias de Aconcagua al Norte, cardón, en las del centro, y puya, en las del Sur.»


Puye. m. (Atherina speciosa).

Pez muy pequeño, que vive en la laguna de Villarrica: los indios los llaman puyes y los españoles cachuelos, dice Olivares. «En el río Toltén... se encuentra un pececillo nombrado puye.» Molina. Tal nombre, de origen araucano, es el único con que hoy se le conoce.

Lenz, n. 1170, que da el singular pui, que parece no convenirle.