Voces chilenas de los reinos animal y vegetal/C

B
Voces chilenas de los reinos animal y vegetal
que pudieran incluirse en el Diccionario de la lengua castellana y propone para su examen a la Academia chilena (1917) de José Toribio Medina
C
Ch
C

Caballo del Diablo, m. (Bacunculus phyllopus.)

Ortóptero, de que hay varias especies en Chile; tiene la cabeza pequeña y oblonga, con ojos fascetados y salientes, el cuerpo alargado, cilíndrico, sin alas ni elitros; antenas largas, filiformes y patas bastante largas y sencillas. Vive en los arboles y al andar parece un palito que se mueve.

«El vulgo, siguiendo la antigua y errónea opinión de atribuir al espíritu maligno todas las cosas que parecen mal hechas llama caballo del diablo a esta especie....» Molina.

«Nuestros rústicos, que probablemente han bautizado el Bacteria con el pomposo nombre de caballo del diablo, por su figura extraña y deforme, tienen respecto a él creencias las mas absurdas.» Medina. Los insectos enemigos, etc, lug. citado.

Oviedo lo llamó cervatica, que el léxico define langostón.


Cabello de ángel, m. (Cuscuta speciosa.)

Bajo tal designación trae el Diccionario el dulce de almíbar que se hace con la cidra cayote», pero falta el nombre de esta convolvulácea, parásita, que trepa sobre los árboles y cubre sus copas con sus ramas y flores. Todas las especies tienen tallos rojizos o amarillentos, desprovistos de hojas verdes, que por medio de raíces adventicias (chupadores) explotan al patrón. Reiche.


Cabinza. f. (Mendosoma coerulescens y Fernandeziana.)

Es pequeño, apenas de unas cinco pulgadas de largo, con toda la parte superior del cuerpo pardusca y la inferior plateada, con seis o siete líneas longitudinales obscuras a lo largo de los flancos; de forma oval, boca medianamente hendida, con quijadas iguales en largo; el ojo es mediano y se halla a casi igual distancia entre la punta del hocico y el opérculo.

«Cabinza, que es el nombre vulgar, debe figurar en el Diccionario.» Román.

Lenz, n. 166, que escribe cavinsa y apunta otras variantes, pero no la que damos, que es la más ajustada a su pronunciación.


Cachampa. f. (Mugil cephalus.)

«Pez parecido a la liza, que se cria en la desembocadura de algunos de los ríos de Chile.» Román. Según Delfín, tal nombre se daría al pez cuando no alcanza aún su entero desarrollo.

Lenz, n. 76, escribe cachamba, cuya etimología cree con razón que será probablemente quichua; al menos el segundo componente champa, tal como lo entendemos,—y en esto seguimos a Román,—«el césped con tierra;» y el segundo sería, quizás, la partícula araucana cad, muy, mucho; resultando así, «muy abundante en las champas.»

Cachanlagua. f. (Erythraea chilensis).

Rosales escribe cachalagua; Molina y Córdoba y Figueroa, cachanlaguén; Olivares, canchalagua.

Amunátegui, Al través del Dicc.

Hay que corregir cachanlagua, que es la forma corriente y la que mas se ajusta a su etimología araucana: «cachán, dolor de costado; cachanlahuén, la centaurea, hierba conocida, amarga y fresca.» Así Febrés, y así también Lenz y Román.


Cachudito. m. (Culicivora parvulus).

Llamado también torito por las dos plumas sobresalientes que adornan su cabeza a manera de pequeños cuernos. Abunda en Chile y se le halla asimismo en Patagonia.

Pertenece este pajarillo a la familia de los tiránidos; sobre la cabeza tiene largas plumas negras y manchadas de blanco en el medio, que se elevan en forma de cresta o cuernos,—cachos, que se dice en América,—de donde su nombre; tiene de 11 a 12 centímetros de largo, su plumaje es pardo oliváceo por encima y blanco inferiormente, hasta dar en amarillento hacia la cola.


Cague, m. (Anser antarcticus).

En araucano, del cual procede esta voz, se escribe caghe, según Febrés, que Molina convirtió en cage y otros también malamente en cagüe.

«El cague es una especie de oca que habita los mares de Chiloé, y cuya particularidad consiste en la absoluta diferencia de color que se nota entre el macho y la hembra, porque aquél está vestido de blanquísimas plumas, y tiene pico y pies amarillos, y ésta es totalmente negra, y sus pies y pico son pardos.» Molina.

Lenz, n. 87; Román, I, 512.

Tanto el cague, como el piuquén, el canquén y el gansillo de que hemos de hablar, pertenecen al género bernicla de los palmípedos. El Diccionario incluyó en la penúltima edición la voz barnacla, sacada, evidentemente, de ese género y aplicada a un «pato marino de Hibernia.»

Véase piuquén.

Cáhuil, m. (Larus dominicanus).

«Las gaviotas en Chile se llaman algunas veces cáhuil y chille.» Philippi.

El doctor Lenz escribe cagüil, pero advierte que «no está seguro si no es más bien cáhuil.» Tal es, en efecto, la forma verdadera, y con ella registra Asta-Buruaga en su Diccionario la aldea y laguna así llamadas.

Es voz indígena onomatopéyica.

Román, I, 512.


Cala. f. (Cala aethiopica).

La flor de la cala, muy conocida en Chile, aunque no es indígena del país. El Diccionario, observa Román, ha admitido el nombre de la planta, pero se ha olvidado de consignar el de su flor, que así se llama. Seguramente de la forma que reviste el pistilo de esta flor, procede la cala de la medicina casera.


Calabazo, m.

Llámase así el tiesto que se forma de la calabaza una vez madura y despojada de sus semillas, y con tal nombre era conocido en Chile por lo menos desde mediados del siglo XVII. Núñez de Pineda escribe (Cautiverio feliz, p. 140.) «...y nos brindamos con algunos licores que las mujeres habían traído en sus calabazos...»

Véase zapallo.


Callampa, f.

El hongo comestible que en España llaman setas. La que es venenosa (?) se denomina en Chile callampa del diablo: en España, cagarria y crespillar. Rodríguez, y Zerolo, advierte Lenz, escriben malamente cayampa. Es voz de procedencia quichua.

No creemos, como Román, que tal chilenismo no merezca mención en el Diccionario.


Caminante, m. (Certhilauda cunicularia).

Pajarillo dendrocoláptido, de unos 15 centímetros de largo, de cuerpo esbelto, con el pico tan largo como la cabeza y ligeramente encorvado; el plumaje de un color gris rojizo, que se armoniza perfectamente con el del suelo, las alas medianas, la cola curta y los tarsos largos.

«...en Chile no hay ninguna de las alondras propiamente tales; los caminantes se aproximan, sin embargo, mucho a ellas.» Philippi. «Encuéntrase comunmente esta ave en medio de los caminos buscando coleópteros, de que se alimenta. Sumamente familiar, se le ve marchar adelante de las personas y caballos, y sólo cuando se está a muy pequeña distancia, se decide a tomar el vuelo.» Gay. Esto explica, observa Lenz, el nombre castellano caminante.

Lenz, n. 1505, da la forma caminanche, como vocablo castellano en boca de indios.

Román, I, pp. 244 y 514.


Canastero, m. (Sinallaxis sordida).

Avecilla así llamada por la habilidad con que fabrica su nido colgado de los arbustos en forma de un alargado canasto. Otras especies de este mismo género reciben en Chile los nomines de comecebo, trabajador y bullicioso. «De un bruno ceniciento por cima, y por bajo de un ceniciento obscuro; los carrillos y la garganta amarillentos; la barba es blanquizca; una leve ceja amarillenta se extiende desde los respiraderos nasales hasta la nuca; pico y pies de un bruno obscuro. Longitud total: 8 pulgadas.» Gay.

Román, 1, p. 518. para canastero.


Canelo, m. (Drymis chilensis).

«Hay un árbol célebre de los indios en este reino, que ellos le llaman en su lengua boyque (léase voyghe, forma araucana) y los españoles canelo, porque se parece al canelo que hay en Zumaco, de las provincias de Quito, como lo notó Francisco de Gómara en la Historia general de las Indias. Esta muy autorizado de los naturales, así porque sirve de salvoconducto de unas provincias a otras, como de estandarte en las confederaciones de paz... Y demás de servir a estos indios de lo que a los romanos la oliva, es singularmente dedicado al demonio, el altar de sus sacrificios y el trono de sus oráculos y respuestas.» Rosales. «...que salían al camino a recebirlos con canelos, que son insignias de paz...» Núñez de Pineda, p. 336. «Los chilenos llaman boighe y los españoles canelo. Su tronco tendrá cincuenta pies de alto y echa las ramas contrapuestas de cuatro en cuatro en forma de cruz; sus hojas son grandes, alternantes y parecidas a las del laurel real; las flores blancas, cuadripétalas y olorosas, y las bayas ovales y de un color negro azulado...» Molina. «El canelo ha sido así llamado por los españoles, porque se asemeja en todo al árbol de que se saca la canela oriental. Los indios lo llaman boighe.» Gómez de Vidaurre. Hoy sólo se conoce con el nombre de canelo.

Lenz, n. 1458. Román: «El canelo chileno pertenece a la familia de las magnoliáceas y no debe confundirse con el de Ceilán, perteneciente a las lauríneas y único que figura en el Diccionario.»


Capi, m.

Se dice especialmente de la vaina tierna de las leguminosas, como porotos, arvejas, etc.

Su etimología es araucana. Febrés: «capi, vainitas tiernas o porotos nuevos con vainas.»

Lenz, n. 135. Román, I, 258.


Cardón, m. Cardonal, m.

Cardón, planta. Cardonal, sitio poblado de cardones. Estos vocablos deben admitirse, opina Román.

Advertiré que Oviedo (I, 312), llamó cardones a nuestros quiscos.

Véase chagüal.


Canquén, m. (Anser poliocephalus).

Es el mas hermoso de los gansos silvestres de Chile. El macho tiene la cabeza y la parte superior del cuello de color ceniciento; la región inferior del pescuezo, el pecho y las plumas de la cola, bermejas; las patas negras y anaranjadas. La hembra, que es un poco más pequeña que el macho, tiene fajas negras en el pecho, en el dorso, las espaldas y la parte inferior del cuello.

Abunda mucho en Chiloé, donde con frecuencia se le ve domesticado en los corrales.

Viene del araucano canqueñ, que registra Febrés.

Lenz, número 132, con citas de Gay, Maldonado y Fonck.

Véase piuquén.


Carpinterito. m. (Picus melanocephalus).

«...los pájaros carpinteros... unos son negros con abultado copete en la cabeza y del tamaño de una codorniz...» Molina. Voz que trae el Diccionario, pero no el diminutivo carpinterito, que se aplica al Picus melanocephalus.

«.. y los demás van también, como el carpinterito, que pica en los arboles para extraer de su seno carcomido el propio sustento, a dar guerra, en unión con sus aliados los syrfus, a los inagotables pulgones.» Medina, ubi supra.


Cata, f (Psittacus erytrifrons).

«La catita de Chile, que se extiende hasta Magallanes...» Phillippi. Es una especie de papagayo pequeño.

Tenemos por probable que su etimología venga de catálinica o catalnica, como solía llamarse antaño en España a las cotorras. Así lo cree también Román. Asimismo se le conoce con el nombre de yahuilma.


Catanga, f. (Megathopa villosa).

Una especie de pololo (véase esta voz) de color verde.

Lenz, n. 152, opina que su etimología puede ser araucana, del verbo catan, agujerear, porque efectivamente este coleóptero vive durante el estado de larva en agujeros que horada en los troncos carcomidos de los árboles; pero no es así, pues el Inca Garcilaso nos enseña que acatanca quiere decir escarabajo, «nombre con mucha propriedad compuesto deste nombre aca, que es estiércol, y deste verbo tanca (pronunciada la última sílaba en lo interior de la garganta) que es empujar: acatanca quiere decir el que empuxa el estiércol.» Lib. II, cap. V.

Caucha, f. (Eringium rostratum).

Esta planta es de la familia de las umbelíferas, con hojas rígidas, casi todas radicales, angostadas en la hadas, de hasta veinte centímetros de largo. Considérase como antídoto, aunque al parecer sin fundamento, contra la picadura de la araña venenosa de Chile.

Lenz, n. 158. que cree, con razón, que la etimología de esta voz debe ser araucana.


Cauchau, m.

«El cauchau es fruta de la luma (véase esta voz), semejante en la figura y gusto a la murtilla, con la diferencia de ser negra; hacen de ella los indios bebida que luego embriaga... Olivares.»

El doctor Lenz adopta la forma cauchahue.

Preferimos atenernos a la de Olivares, a quien corresponde la prioridad al escribirla.


Cauque, m. (Cyprinus caucus).

«Es muy regalado de pescado, principalmente de robalos, cauques, truchas, lenguados y pejerreyes.» Rosales «De peces menores o conocidos en otros mares o propios de este, son varias las especies, como de... cauques...» Olivares.

Lenz. n. 172, que cita también los testimonios de Córdoba y Figueroa, Molina y Carvallo.

La etimología de esta voz es, indudablemente, araucana: kauke.

Rosales, como se ve, distingue entre el cauque y el pejerrey; según Román (I, p. 522) aquel nombre se da en muchas partes de Chile y se aplica al pejerrey grande, de lomo plateado, «aunque algunos naturalistas pretenden que es otro pez parecido a éste.»


Cedrón, m. (Lippia citriodora).

«Planta de la familia de las verbenáceas, olorosa y medicinal. Aunque originaria del Perú, se produce abundantemente en Chile. Debe figurar en el Diccionario.» Román.

Cebolleta. f. (Ornitogalum aequipetalum).

Habla de ella y la describe Bertero en sus Plantae rariores, publicadas por A. Colla.


Centella, f. (Ranunculus muricatus).

«Planta perenne, ranunculácea, pelada, con los tallos cortos, derechos o tendidos. Hojas radicales, casi orbiculares, trilobuladas, acorazonadas... Flores solitarias, aparentemente opuestas a las hojas, actinomorfas. Las flores con cinco pétalos, de un amarillo pálido.» Reiche. Planta del sur de Europa, que se ha convertido en maleza en los sitios húmedos de Chile.


Cineraria, f.

«Planta de jardín y de la cual hay en Chile muchas varieriedades; flor de esta planta Es la misma que describe el Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano; pero que todavía no ha sido admitida en el de la Academia.» Román.


Ciruelillo. m.

«Árbol con flores de color de escarlata muy hermosas.» «Merece admitirse.» Román. Véase notru.


Clarín, m.

«Las conocidas planta y flor de nuestros jardines designadas con este nombre se llaman en castellano guisante de olor.» Román. Convendría admitir tal voz como chilenismo.

Clonqui. m. (Xanfhium spinosum).

La fruta o semilla de esta planta y de otras sus congéneres, que es enteramente análoga, aunque muchísimo más pequeña que la que da la cardencha (en Chile simplemente carda), que Febrés, traduciendo su nombre araucano concùll, llamaba cepacaballo, y que en España, según Román, se dice arzolla; pero nos parece que se acerca mas al cadillo. En todo caso, no se habla de que así se llame al fruto, o sea, nuestro clonqui.

Lenz, n. 173.

Cochayuyo. m. (Durvillea utilssima).

«De estos troncos nacen unas vainas muy largas, de más de tres y cuatro varas, y algunas anchas de cuatro, seis y ocho dedos: éstas llaman cochayuyo, y son de dos suertes y especies...» Ovalle. «...éstos andaban vestidos de unas mantas largas, con los cabellos largos, y los que no los tenian, los traían postizos de cochayuyo...» Pineda y Bascuñan. p. 361.

Lenz, n. 182, que cita otros comprobantes de Molina, Córdoba y Figueroa, Gómez de Vidaurre (que escribe cochayuyu), Arona, Palma y Rodríguez.

Viene del quichua, en sus dos componentes: kocha, laguna; y yuyu, el nabo, en general, hortaliza.

Observa Román: «No basta el nombre genérico de alga a ova que nos dan todos los Diccionarios fiara designar nuestro cochayuyo, que es planta marina especial y comestible... Como el nombre se usa en todo Chile y otras partes y no tiene equivalente en castellano, creemos que debe admitirse en el Diccionario tal como lo trasmitieron los aborígenes chilenos».


Cóguil. m. (Lardizabala biternata).

Es el fruto de la coguilera o boqui (escrito también voqui), enredadera voluble de hojas biternadas glabras, enteras o festonadas o trilobuladas. Flores masculinas en racimos, las femeninas solitarias. Fruto: baya amarilla cilíndrica, comestible. Familia de las Lardizabaláceas.

De origen araucano, en cuya lengua se escribe cohgùll, según Febrés. Entre la gente del pueblo se pronuncia malamente colle; en Molina y Gómez de Vidaurre, de quienes la tomo Zerolo, cogul, todo a consecuencia de no observar el valor de la ù araucana, que se aproxima al de la u francesa.

«La más útil de todas estas especies es el cogul... Luego que llega a la copa, se pasa al árbol más inmediato, o baja perpendicularmente, volviendo a subir y a bajar tantas veces, enredándose consigo mismo y con los demás voquis, que forma una especie de confusión de cuerdas pendientes muy parecidas a los aparejos de un bajel... Su fruto es una baya de una pulgada de grueso y de seis o siete dedos de largo, dentro de la cual se contiene una pulpa blanquecina, mantecosa y de sabor agradable.» Molina.

Celebrado en poesía (Vial Solar, El caballero de la gloria, Santiago de Chile, 1916, 8.°, p. 53):

el grano de oro del maizal florido,
del cóguil dulce el fruto suspendido...

Lenz, n. 186. Román dice: «Encargúense los naturalistas de describirlo con todos sus pormenores; nosotros sólo pediremos que su nombre sea incluído en el Diccionario.»

Véase boqui.


Coicoy, m. (Cystignathus Bibronii).

Cierta especie de sapo muy pequeño y saltador.

Lenz, n. 188, que considera tal voz de origen araucano. En araucano: koiwilla, cierto sapo.

«Sin duda por el grito o canto que le es propio y que parece repetir la voz coy, se llama así en Chile un sapo pequeño que tiene en la espalda unas cuatro protuberancias que parecen otros tantos ojos, por lo cual lo llaman también sapo de cuatro ojos.» Román.


Coihue. m. (Fagus Dombeyi).

Árbol de la familia de las Fagáceas, de hojas aovado-lanceoladas, romboidales, coriáceas, glabras, ligeramente pecioladas, doblemente aserradas; flores de a tres en un pedúnculo.

«...el coihue crece desde Chillán para el sur, y aun en la isla de Chiloé, árbol inmenso, cuya madera es apenas inferior a la del roble pellín.» Philippi.

De origen araucano, voz registrada por Febrés, y mal escrita por varios autores, entre otros, por Pérez Rosales: «...debió su salvación al asilo que encontró en un carcomido coigüe...»; si bien más adelante está correctamente: «pasé en el rústico aposento que me proporcionó el hueco tronco de un gigantesco coihue...»

También le recuerda Vial Solar, obra citada, p. 148:

El majestuoso coihue se estremece
a los golpes de hachas y de espadas,
y no se abate...

Lenz, n. 190. «Su nombre, araucano en su origen, observa Román, debe figurar en el Diccionario.»


Coipo. m. (Myopotamus coipu).

«Los coipus se parecen mucho al castor y salen aún menos del agua, pero tienen la cola larga, casi cilíndrica.» Philippi.

«El coipú es un topo o rata acuática del tamaño de la nutria, a la cual se parece mucho en la construcción de su cuerpo y en el color de su pelo; tiene las orejas redondas; el hocico largo y cubierto de mostachos; las patas cortas y la cola gruesa, mediana y peluda.» Molina. «Otro animalejo hay llamado coipú, que en el pelo y obras se parece a la nutria; en la hechura, a la raposa terrestre.» Rosales.

Por asimilación de vocales, hoy se dice siempre coipo, tal como escribía esta voz Olivares: el coipo y el guillín son animales anfibios.» Zerolo, siguiendo casi seguramente a Molina, escribe erradamente acentuada esta voz. Su etimología es araucana: «coypu, animal de río como gato.» Febrés.

Lenz, n. 193. «Su nombre debe tener cabida en el Diccionario.» Román.


Coirón, m. (Andropogon argenteus).

«El coirón es muy conocido por ser tan semejante al esparto.» Rosales. Y su conocimiento data entre nosotros de tan antiguo, que Cortés Ojea menciona esta gramínea en la Relación del viaje que hizo al Estrecho de Magallanes en 1557. Hállase en Zerolo.

Lenz, n. 194. Román dice: «Gramínea muy abundante en Chile, de hojas duras y punzantes, y usada para techo de casas en los campos. Su nombre debe tener cabida en el Diccionario.»


Colegial, m. (Lichenops perspicillatus).

Vive esta avecita en todo Chile a orillas de los ríos y lagunas de agua dulce. Se le suele designar también con el nombre de runrún; el que se le da generalmente procede, según es de creer, del color de su plumaje, por cuanto en él imita el traje que antiguamente usaban ciertos colegiales en Chile, con la beca roja.

Pertenece a la familia de los tiránidos y es ave dimórfica, pues el macho, de plumaje negro en gran parte, es de color rojo acanelado por encima, y la hembra, un poco menor que el macho, toda ella es cenicienta. Tiene de largo de 13 a 14 centímetros.


Coliguacho, m. (Tabanus o Pangonia depressus).

«Muy común en la provincia de Valdivia, en donde la llaman coliguacho, negro, con los bordes laterales del coselete y el extremo del abdomen cubierto de pelos anaranjados.» Philippi.

Febrés, seguido por Gay, escriben colliguacho. El doctor Lenz cree que «tal vez los dos elementos del nombre y quizás el compuesto mismo, vienen del quechua: colicoli y huacho.» En mi concepto, tal nombre vendría de colù, rojo, y huacho, voz esta última que implica la idea de solo, y que se habría aplicado al insecto de que se trata por tener una franja única amarilla en el extremo del abdomen, todo de color negro. Posiblemente sería designado así por las tropas peruanas que llegaron a poblar a Valdivia a mediados del siglo XVII.

«Es digno de figurar en el Diccionario.» Román.


Colihue. m. (Chusquea).

La forma primitiva fué coleo; así González de Nájera escribía: «Llaman los indios a estas cañas, coleos, y los nuestros cañas bravas,» y así también Rosales: «y los indios de guerra, aunque haya mucha nieve, pasan poniéndose unos zapatos que hacen de coleos...» Molina la convirtió en coliu: «La caña más digna de observación entre cuantas merecen con propiedad este nombre, es la sólida chilena, de la cual se encuentran varias especies... comprendidas todas ellas bajo el nombre general de coliu.» Los indígenas decían culiu, según lo establecen los padres Valdivia y Febrés, si bien este último advierte que «las llamadas colehues tienen otro nombre en araucano.» Olivares dijo colihues, que es el término usado hoy: «...se ponen de una a otra margen, distante uno de otro pocas varas, y armados con unas cañas sólidas aguzadas, que en su idioma llaman coligües...»

De tal forma proceden los derivados coligual, encoliguado y encoliguar.

Lenz, n. 199. «Debe admitirse en el Diccionario.» Román.


Colilarga, f. (Synallaxis aegythaloides).

«Dase este nombre en las provincias centrales de Chile, a varias especies de pajarillos insectívoros pertenecientes al género Synallaxis de los ornitólogos. En la provincia de Chiloé se designa con este mismo nombre otra especie originaria de sola aquella región, que lleva en Ornitología el nombre de sylviothorynchus Desmurii. Es un pajarillo elegante, cuya cola lleva dos plumas dos veces más largas que todo el cuerpo. En el Diccionario aparecen el rabilargo y el rabo de junco, pájaros muy parecidos o iguales al nuestro. Decídanlo los especialistas.» Román.

Por mi parte, añadiré que entra dentro del género que en España llaman paro, a que pertenecen los que allí se designan con los nombres de alionín, herrerillo y pájaro moscón; pero el nuestro es diverso de todos ellos: «de color gris bermejo por cima, su capucha bermeja, estriada de negro, con una especie de collar de estrías detrás de la nuca; alas de un bruno obscuro; cola negra, muy recortada; la garganta blanca; los carrillos y los costados del cuello, variados de manchas blancas y brunas; el pecho y su medio de color gris; los pies negros. Longitud total, 8 pulgadas.» Gay.


Colliguay. m. (Coliguaya odorífera).

Arbusto de la familia de las Euforbiáceas, aromático, de hojas alternas, elíptico-lanceoladas, obtusas mucronuladas, aserradas, glandulosas en los dientes, coriáceas, pecioladas; cápsula triédrica.

«El colliguay, arbusto común en nuestras provincias centrales, cuya leña da un olor agradable al quemarse.» Philippi. «El coliguay es una mata de una vara de alto y su raíz, partida, echa una leche tan venenosa, que los indios de esta tierra enherbolan con ella sus flechas.» Rosales. «Y el tronco del colliguay echado en el fuego, exhala un olor agradable a rosa, que no lastima la cabeza.» Molina. «Lo mimo hace la madera del colliguay, pero su fragancia luego se disipa.» Olivares.

Zerolo registra la forma coliguayo; Lenz quiere que se diga colihuai, porque tal es, según dice, la pronunciación que ha oído entre el pueblo. Preferimos atenernos a los testimonios de los autores que escriben colliguay.

Voz de procedencia araucana, aunque no registrada en los diccionarios de esa lengua.

«Puede admitirse en el Diccionario.» Román.


Congona, f. (Seperomia inaequalifolia).

Hierba glabra, ascendente, de la familia de las Piperáceas y originaria del Perú; con hojas verticuladas, pecioladas, enteras, algo pestañosas en la punta; las inferiores obovadas y las superiores espatuladas o líneo-espatuladas; flores en espigas terminales.

«La congona, que es una yerba que mascada huele mucho y se parece a la verdolaga.» Rosales.

Planta de origen peruano, de muy frecuente cultivo en Chile, sobre todo entre la gente del pueblo.

Lenz, n. 225.


Copihue. m. (Lapageria rosea).

La flor verdaderamente nacional de Chile y que al declararse tal, según de ello se trata al presente, bien pudiera llevar al pie la siguiente inscripción latina de Ruiz y Pavón: «Planta ad hortorum ornamentum insigni pulchritudine sua comendatur,» y que en idioma araucano se llama copiu, como aparece en los diccionarios de esa lengua, aunque no aplicada a la flor propiamente tal. Así escribía todavía Molina, acentuando el vocablo: «De esta clase [arbustos sarmentosos] es el copiú, el cual lleva una flor de tres pulgadas de largo, compuesta de seis pétalos, y cuyo color es un bellísimo carmesí manchado interiormente de blanco.» «La forma copihue, observa Lenz, (n. 232) es el singular analógico sacado de copihues, que es el plural normal de copiu...»

«La voz copihue debe, pues, ingresar en el Diccionario oficial.» Román.


Coquito, m.

El fruto de la palmera chilena, de que hablaba ya el P. Acosta: «Estos cocos que digo serán del tamaño de un meloncete pequeño; otros hay que llaman coquillos y es mejor fruta y la hay en Chile; son algo menores que nueces, pero más redondos.» Tomo I, p. 250, ed. de Madrid, 1790, 8.°

De ellos hace también mención el cronista Antonio de Herrera y el P. Ovalle los describe así: "... la mesma naturaleza parece que da a antender su preciosidad en la variedad de cubiertas con que los envolvió, porque, lo primero, rodeó la carne de dentro con un hueso más duro que el de la almendra y la nuez; luego le puso una gruesa tela o capa tejida como de estambre, de color verde y amarillo, y tan fuerte, que aun cuando está fresca, se rompe difícilmente, y el coco que no le despidió a su tiempo, es mas fácil quebrarle que desnudarle de ella. Críanse pegados a un racimo, que tendrá más de mil, y éste se engendra dentro de una como concha cerrada, que va creciendo juntamente con el racimo, hasta que llegando ya éste a sazón, engruesa de manera, que no cabiendo dentro de su claustro, la hace reventar y rompe en dos partes, que quedan como dos barcos, cada uno de más de una vara de largo y dos palmos de diámetro por lo más ancho, y el racimo todo amarillo, que es muy de ver, queda colgando hasta que, sazonándose la fruta, se viene al suelo...»

El Diccionario trae esta voz coquito como sinónima de cuculí, pero haría bien, me parece, en consultar también la acepción que le corresponde en Chile.


Corecore. m. (Geranium rotundifolium).

Planta citada ya por Marino de Lobera con sólo el nombre de cori, y a la que probablemente aludía Rosales al decir que las raíces de coro eran excelente remedio para el pasmo, y así, con alteraciones más o ménos variadas, aparece en otros escritores. Es hierba usada en la medicina casera y muy abundante en todo Chile, con flores pedunculadas dos a dos, muy pequeñas, que se acercan al color de rosa; cáliz velludo, con sépalos terminales espinudos; pétalos enteros, obtusos; carpelos peludos, y con hojas radicales redondeadas, divididas en siete lóbulos. Florece durante gran parte del verano.

Lenz opina que su etimología debe ser araucana.


Coronta, f.

Corazón de la mazorca del maíz ya desgranado. Voz usada también en el Perú (Arona y Palma), de donde procede: en quichua k'oronta. Así se llamaba en Chile por lo menos desde mediados del siglo XVIII. en cuya forma la trae Febrés al traducir el equivalente castellano maslo, anticuado hoy, según el léxico.

Observa Román la confusión que en éste se nota respecto de las definiciones de los provincialismos españoles carozo, garojo y tusa, que responden a la forma castellana zuro, y continúa así: «Comparando el número de personas que usan cada una de estas voces con el de los que usan a coronta, que son varias repúblicas de Sud-América, y considerando que esta voz es mucho mas antigua, comoquiera que de América pasó el maíz a Europa, creemos que la Academia no debe ya vacilar un momento sino apresurarse a recogerla para la próxima edición del Diccionario.»


Corontillo. m. (Escallonia illinita).

«Planta del género de las saxifragáceas, del género escallonia. Se llama illinita, por la resina de que aparece como untada.. El nombre de corontillo es porque su flor, en forma cilíndrica y áspera, semeja una coronta. Es planta medicinal para enfermedades del hígado y su nombre debe figurar en el Diccionario.» Román, I. p. 531.

Arbusto de uno a dos metros de altura, de la familia de las Saxifragáceas, pelado, resinoso, muy oloroso; hojas rígidas, barnizadas en la cara superior o en ambas, glanduloso punteadas por debajo, oblongas, trasaovado oblongas o trasaovado-lanceoladas, almenado-dentadas, de 3 a 5 centímetros de largo; capsula lampiña, trasovoide-turbinado.


Cortadora, f.

Yerba que se cría en lugares húmedos, con hojas largas y angostas, de bordes ásperos y cortantes. Las hay de vanas especies en Chile, pero la más frecuente es la que nuestro pueblo llama cortadera y cuyos tallos, desmenuzados en tiras angostas, aprovecha para torcer y fabricar cuerdas y sombreros. Román la ha consignado bajo el nombre vulgar, si bien correctamente escrito debe ser cortadora, en cuya forma la empleó Pedro de Oña en su Arauco domado (canto IV) en un pasaje doblemente curioso porque habla de las demás hierbas similares que los españoles encontraron al desembarcar en la isla de Quiriquina:

Quién el desierto albergue trastornando
En término más breve que de un hora
Cargado vuelve y crespo de totora
Do están las camaradas aguardando;
Quién con la verde juncia minorando;
Quién con la paja seca cortadora;
Quién por allá cubierto de carrizo.
Más erizado asoma que un erizo.

Y en nota puesta a esa voz cortadora, agrega: «Especie de paja como cuchillos.»

Enredadera voluble, de la familia de las Liliáceas, con hojas alternas aovadas, acuminadas, coriáceas, cortamente pecioladas; flores rosadas o rojas, acampanadas; fruto, baya amarillo.

«Parece, añade Román, que no hay en castellano otras voces propias (citando la juncia y la chufa y el papiro) para denominar estas especies chilenas...: en vista de esto, debe admitirse en el Diccionario nuestra cortadera», o cortadora, digo yo.


Coscoroba, f. (Cygnus coscoroba).

Especie de cisne así llamado, que se distingue del que habita en las provincias centrales de Chile en que tiene el cuello más corto y todo blanco: es también más pequeño. Vive en las regiones del sur y abunda en esa misma latitud de la Argentina. «El nombre vulgar con el cual debe entrar en el Diccionario» es onomatopéyico. Román, I, p. 533


Corvinilla. f. (Corvina trispinosa).

Dase el nombre de corvinilla en Chile, ya al pez indicado con aquella designación científica, ya a otras dos especies del género Umbrina. Con el más generalmente conocido, se representa un pez de unas quince pulgadas de longitud, de un verde blanquizco por cima y plateado por bajo, que, como su nombre lo indica, tiene alguna semejanza con la corvina.


Cuca. f. (Ardea cocoi).

«Tenemos varias especies de garzas en Chile: la cuca... La ave que en Europa se llama garza se parece muchísimo a la cuca, pero es más chica.» Philippi.

La cuca es ave zancuda, de la familia de los ardeidos, con ojos rodeados de una piel calva, de tal modo que parecen que están situados en el pico mismo, dándole así un aspecto muy estúpido. Es más grande que la garza europea, y ceniciento azulada como ésta, con las plumas grandes de las alas negras, y en la cabeza con un penacho del mismo color, el cual es más largo en el macho.

Ave que debe su nombre, probablemente, a su graznido. Regístrala Román.


Cuchareta, f. (Platalea ajaja).

Se da este nombre a un ave zancuda, de pico largo, recto, muy aplanado horizontalmente y ensanchado en forma de cuchara en el extremo. Pertenece a la familia de los plataleidos, y es de color generalmente rosado, con la cabeza, el cuello y el pecho blancos. Aunque se halla esparcida por las dos Américas, sólo de cuando en cuando suele encontrarse algún ejemplar en Chile.

«Hay en América y también en Chile, una especie de espátula de color de rosa o rojo muy subido, llamada planeta en el país.» Philippi. Es la misma conocida con el nombre más general de cuchareta, traducción que el pueblo ha hecho en esa forma por serle mucho menos conocida la espátula, a la cual se parece bastante el pico de esa ave.

Planeta procedería de la pequeña plana que usan los albañiles, a la cual se asemeja también el pico de la cuchareta. Román, I, p. 534.


Cuculí, m.

«Los peruanos y el Diccionario de Zerolo hacen femenino este nombre; nosotros lo hacemos masculino.» «Es paloma silvestre del tamaño de la doméstica, aunque más esbelta y aristocrática en su corte. Es de color cenizo y alrededor del ojo lleva una bellísima órbita azul subido. Como todos los nombres onomatopéyicos, en la primera etapa de su formación, cuculí imita directamente el canto del ave, sin sílaba de más o de menos, de esas que la eufonía o la analogía gramatical van añadiendo o cercenando a las palabras de este origen, a medida que se labran con el trascurso del tiempo. El canto de esta paloma es tan bello y tan rotundo, los golpes de su pecho tan acompasados, que es muy solicitada para la jaula, donde se cría perfectamente, no obstante lo arisco y soberbio de su carácter.» Arona. «Y en esta cita, concluye Román, tiene la Academia los datos suficientes para la aceptación de este vocablo.»


Culén, m. (Psoralea glandulosa).

Arbusto de la familia de las Leguminosas, oloroso, las hojas y los cálices glandulosos; hojas casi de un decímetro de largo, con tres hojuelas lanceoladas, u oval lanceoladas, acuminadas, tiernas y de un verde claro; flores en racimos axilares; corola blanco-azulada o purpurina. Medicinal.

«El culén es un arbusto indígena apreciado como remedio casero.» Philippi. «La segunda yerba sea la que llamamos albahaquilla y los indios culén.» Ovalle. <El culñen es provechosísimo para muchos remedios; llaman a esta mata los españoles albahaquilla, por la semejanza que tiene a la albahaca de Europa en lo que toca a la forma y a la figura de las hojas, si bien muy contraria en el olor y en el sabor y diferente en las virtudes.» Rosales, «...porque estaba [el valle] sembrado de espesos arbolitos de culenes, que nosotros llamamos albahaquillas del campo.» Núñez He Pineda, p. 77. «El culén es árbol pequeño, sus hojas semejantes a la albahaca.» Olivares.

Adviértase que nadie en Chile la conoce hoy por el nombre de albahaca o albahaquilla, a que aluden aquellos autores.

Voz de origen araucano, de la cual ha salido el colectivo culenar.

Lenz, n. 263, que cita también, entre los modernos, a Vicuña Mackenna, a Barros Arana, a Bello, que usó de esa voz en verso, y a Amunátegui. Al través del Diccionario, pp. 235 y siguientes. Concluye Román: «No hay más remedio que incluir en el Diccionario su verdadero nombre araucano (culén), que es el que le damos en Chile...» Y otro tanto opina respecto a culenar.


Culpeu, m. (Canis culpeu).

Culpeu, «raposa grande», nos dice Febrés; de donde su origen netamente araucano. «Hay muchas y diferentes raposas, con diversos nombres; a las muy grandes llaman culpeu.» Rosales. «El culpeu es una zorra grande, que sólo se distingue de la común en la magnitud, en el color, que es más fusco, y en la cola, que es larga, derecha y poblada de pelos cortos hasta su extremidad, como la del perro común.» Molina.

Lenz, n. 266; Román escribe culpeo, y dice respecto de esta voz que «debe pasar al Diccionario.»


Cuncuna. «Sus larvas [de las mariposas] llamadas orugas y en Chile cuncuna. Philippi. Es voz netamente araucana. Febrés: cuncuna, un gusano del todo parecido a los de seda, menos en el color y en morder.» Se usa también en la República Argentina. En Chile se aplica especialmente a la larva de la mariposa que se cría en los álamos.

Lenz, n. 277. Hallase en Salva, que define esta voz: «Gusano de Chile, parecido a los de seda.»

Román cree que corresponde en todo a la oruga castellana, si bien agrega que «será difícil desterrar de Chile el popular nombre de cuncuna, que es usado por toda clase de personas, mientras que el de oruga solo es conocido de las personas muy instruídas.» Pero añadiremos más: la oruga es cualquiera larva en forma de gusano, al paso que la cuncuna es la que esta cubierta de pelos, a modo de ortigas, como ya lo advirtió Febrés. Es, por tanto, una clase especial, aquella que hace daño al tocarla.


Curagua, f.

Bien que para esta operación [de tostar el maíz] prefieren otra especie que llaman curagua, que aunque mucho menor en todas sus partes, se hincha de tal modo en el baño de arena, que adquiere un volumen mucho mayor que los otros, y da una harina mas ligera y mas blanca...» Molina.

«A este fin [de hacer harina] destinan la especie de maíz que llaman curagua, la cual aunque en todas sus partes sea más pequeña, con el reventar que hace con el calor de la arena, adquiere un volumen dos veces mas grande que el otro, y rinde una harina mas blanca y mas ligera y muy de gusto de las personas del mas delicado paladar...» Gómez de Vidaurre.

Zerolo aplica esta voz a cierta «especie de maíz del Brasil.»

Llámase en Chile curagüilla al sorgo, de cuyas panículas se hacen generalmente las escobas.

Según Lenz, n. 285, la etimología araucana de curagua (que escribe curahua) vendría de cura, piedra, y de hua, maíz, es decir, maíz (duro como) piedra.»

«Curagua debe admitirse, observa Román, ya que designa una cosa que no tiene otro nombre en castellano.»


Cururo. m. (Poephagomys ater).

Ratón del campo, de un color negro uniforme y brillante, que vive en cuevas que fabrica en los cerros con muchas ramificaciones, haciendo en ocasiones el trafico peligroso para las caballerías.

Lenz, (n. 295) cree que la voz procede del araucano y que será onomatopéyica.


Cuy. m. (Cavia Cobaya).

«Otro género hay de conejitos..., pero son domésticos y se llaman cuyes, que son también muy regalados y de mejor vista, porque son de varios colores y manchas...» Ovalle. «Discurren por el campo ciertos conejitos llamados cuyes, blancos y pardos y otros negros y blancos...» Rosales. Molina, que describe a este roedor con el nombre de lepus minimus, advertía que en su tiempo se aplicaba en América el nombre de cuy a varias especies de animales pequeños, «semejantes a los conejos, que son, por lo general, del género de la cavia». Consignan esta voz Alcedo los lexicógrafos peruanos y Lafone en la Argentina. Tráela también Zerolo. En Chile, Carvallo, Rodríguez, Gay, Philippi, Lenz y Román, de quien son las palabras que siguen: «En toda la América del Sur es conocido con el nombre quichua cui, que ya debe escribirse a la castellana, cuy, e incluirse en el Diccionario, porque no es propio que en España sigan diciendo, como en tiempo de la conquista, conejillo (o cochinillo de Indias...). El plural castellano, como se ve, no puede ser otro que cuyes; el femenino, que entre la gente educada es invariable, porque el nombre es epiceno, tiende entre el pueblo a la forma cuya...»