Voces
Cuando retornas, divina Primavera,
solloza el alma presa en su dolor cobarde...
Y una voz fresca y pura dice en mi oído: ¡Espera!
Y una voz melancólica grita en mi pecho: ¡Es tarde!...
En piélagos de duda boga mi pensamiento.
¿Y qué hallaré —suspira— tras la dura jornada?
De la voz fresca y pura no percibo el acento
y la voz melancólica grita en mi pecho: ¡Nada!