Vivir loco y morir más/Acto I

​Vivir loco y morir más​ de José Zorrilla
Acto I
Acto II

Acto I

Vivir loco

y morir mas.

🙝🙟

Capricho dramático en dos actos

en verso.

🙝🙟
2 de Setiembre de 1837.

Acto I. El Ponche

20 de Enero de 1836

Personajes
Pablo Roman.
Alberto.
Julian.
Pereira, portugués
Ana.

}}

Escena I.

Habitacion de Pablo Roman, de aspecto casi miserable; una mesa, sillas, papeles, dibujos y en un caballete un retrato sin concluir. —Unos floretes colgados en la pared.

ALBERTO sentado y ROMAN en pie por la Escena.

ROMAN, señalando en la mesa una moneda de oro.

Es el último doblon.


ALBERTO. Suerte por cierto cruel.


ROMAN.

Brindemos juntos con él
A nuestra separacion.

Mañana, lo mismo que hoy,
Traerá sus horas el dia;
Nos queda nuestra alegría
En el alma, Alberto.

|}
ALBERTO. Estoy

De ello penado en extremo.
¿No hay mas remedio, Roman?

ROMAN.

Los dias vienen y van,
Y que no ha de llegar temo
El mío.

ALBERTO.

La suerte acaso
Te guarda mejor fortuna.

ROMAN.

Es tardía, es importuna,
Y en impaciencia me abraso.

¡Tantas horas de esperar,
Tantos dias de dolor,
Aguardando otro mejor
Que jamás ha de llegar!

¡Y soñando gloria y nombre
Sentado al dintel de un cielo,
Arrastrarse por el suelo
Bajo la planta del hombre!

No mas, Alberto, por Dios,
Hoy es nuestra despedida:
Tal vez otra en esta vida
Nos hallarémos los dos.

ALBERTO. Roman, ¿y así se abandona

Tanto afan, tanta esperanza?
¿Sin amargura se alcanza
Esa soñada corona?

Trabaja, sufre y espera,
Que en el sufrir y esperar
Está acaso el encontrar
Esa fama venidera.


ROMAN.

Decidido, Alberto, estoy;
De nosotros olvidados,
Ó famosos ó ignorados,
Bebamos alegres hoy.

Nuestro es el dia presente,
De los necios el mañana,
La vida es corta y liviana
Para todos igualmente.

Soñé desde que nací
Esos fantasmas de gloria,
Y hoy no encuentro en mi memoria
Un recuerdo para mí.

Todo en la tierra es vacío
La amargura y el placer,
Y mañana, y hoy, y ayer
Presa son del tiempo impío.

Riamos pues y cantemos
El alma de llanto agena,
Que tal vez la será en pena
El tiempo que no gocemos.

Un momento de pausa


Mira, mil veces pensé,
Que solo al cuerpo convida
Con ocio y placer la vida,
Pero al alma ¿para qué?

Este cuerpo es un encierro
Del otro mundo antesala,
Vida el cielo le señala,
Muere y acaba el destierro.

Si el cuerpo no ha de vivir,
Acertado á fé es dejar
Al ánima descansar,
Y al tiempo inútil morir.



ALBERTO.

¿Y tu entusiasmo Roman?
¿Tu ambicioso pensamiento?


ROMAN.

Borrándose con el viento,
Las cosas del mundo van.

Ambicion tuve de ser
Grande, y dejar en la historia
Famosa y alta memoria,
Pero esto, Alberto, era ayer.

Hoy hallé mi corazon,
Menos osado, mas frio.
Juzgué ese afan desvarío,
Y lugar dí á la razon.


ALBERTO.

Á tu razon extraviada,
Y á tu ambicion no cumplida.

ROMAN.

Y, francamente, esta vida
No creo merezca nada.

El mundo es jaula de locos,
Los mas locos gozan mas;
Mas son pocos.





ALBERTO.

Y ¿no harás
Por ser, Roman, de los pocos?

El mundo será ilusion,
Locura será cual dices,
Mas si hay tristes y hay felices,
Algunos mejores son.

Si el poder y la riqueza,
El orgullo y la hermosura
Son por cierto una locura,
En la locura hay grandeza.

Ese sublime entusiasmo
Que ayer existia en tí,
Hoy ¿no te merece, dí
Nada?

ROMAN.

A lo mas un sarcasmo.

Porque hoy veo mas que ayer,
Y esos fantasmas de oro,
Esos sueños que hoy adoro,
Mañana he de aborrecer.

En fin yo quiero reir,
Cantar, beber y esperar
El dia en que ha de acabar
Nuestra mision de sufrir.

Ese es mi último doblon,
Y hoy es nuestra despedida,
Si ha de ser en esta vida
De eterna separacion…

ALBERTO.

¡Ah! ¿Estas loco?

ROMAN.

Loco estoy.

ALBERTO.

¿Eterna ha de ser? ¿Por qué?

ROMAN.

No hablemos mas: no lo sé;
Pero un dia grande es hoy.

Sale por la puerta del fondo

|}

</poem>

Escena II

ALBERTO.

¡Maldita ambicion de ser
Mas de lo que puede un hombre!
¡Maldita ambicion de un nombre
con que no hemos de poder!

Sí, ¡maldita esa locura,
Bastarda pasion impura,
de querer ganar la altura
Sin pisar un escalon.

Apagóse su osadía,
Y hoy es un último dia…,
¡Ay! ¡Para volar tenia
Alas en el corazon!

Y por cierto, él es poeta,
Grande el alma como el mundo;
Mas por no ser el segundo
A la nada se sujeta.


Escena III

ALBERTO, ROMAN.


ROMAN.

Pues, señor, ponche tenemos.
Con él la memoria ahoguemos,
Cuando borrachos estemos
En nada hemos de pensar.
¿Á qué es ese abatimiento?
Yo quiero verte contento;
Si al fin, placer y tormento
Con el tiempo han de acabar.

Llaman á la puerta


¡Ola! ¡Otro interlocutor!
Sin duda ha errado el camino.

Á la puerta del vecino
Alto

Si sois un acrëedor.


JULIAN, Dentro

Abre, soy yo.

ROMAN, Abriendo

¡Tarambana,
Aguardarás á mañana!
Con esa voz de campana
¿Por qué no gritas, ¡abrid!?
Van á traer la ponchera.


JULIAN.

Mas á tiempo no viniera
Á descomunal quimera
Contra los moros del Cid.


Escena IV

ROMAN, ALBERTO, JULIAN.


JULIAN.

Y ¿á qué santo es la funcion?

ROMAN.

Á mi mudanza de vida.

JULIAN.

Con esa resolucion
La difunta inquisicion
Se diera por bien servida.

Una conversion tamaña
Eco hallará en toda España.

Riéndose

¡Pues debajo del sayal
No será mala cucaña
Este in folio de moral!

ROMAN.

Pero hombre ven, óyeme…

JULIAN.

¿Qué mas tienes que añadir?

ROMAN.

Mira, de hoy mas no seré…

JULIAN.

¿Pues no lo acabo de oir?
No digas mas ¿Para qué?



ROMAN.

¡Loco! Ya no hay poesía
Ni bellas artes en mí.

ALBERTO.

¡Locura es la tal porfía!

ROMAN.

Este es el último dia
Que estamos juntos así.

JULIAN.

¿Esa es pulla?

ROMAN.

No por cierto.

JULIAN.

¿Con qué me hablas en verdad?

ROMAN.

Sí.

JULIAN, Con énfasis

Ya, si la sociedad
Hoy ya no es mas que un desierto,
El mundo es la soledad.

¿Con que versos y pinceles
Y esperanzas ¡piff! volaron?

ROMAN.

Cabal.



JULIAN.

¡Ah! Son oropeles.
¡Sin renombre y sin laureles
Cuántos hombres se olvidaron!

Decir que lo pienses bien
Es inútil advertencia,
Tú lo quieres, tú lo ten.
¿Hay ponche? Pues en conciencia
No hay mas que decir amen.


ROMAN.

Pues al ponche. Ya está aquí—


Un mozo entra la ponchera.


JULIAN.

¡Ó que campo de batalla
Veo delante de mí!
El ponche es el cielo, si.
Vida en el ponche se halla.

Á esa transparente llama
Que por las orlas del vaso
Color y calor derrama,
¿Qué corazon no se inflama?
Yo en inspiracion me abraso.

Ese azul vago, flotante,
Remedo del firmamento,
hace que el poeta cante,
Hace atrevido al amante
Y ahoga el remordimiento.

Él hace del tiempo impío
Horas de calma y placer,
Al corazon presta brio,
Y va un hombre á un desafío
Bien seguro de volver.

¡Amigos! al agua penas,
Paraiso es la embriaguez;
Gocémos horas serenas,
Que éstas tenemos apenas
Por la postrimera vez.




ROMAN.

Inagotable, fecunda
Soltaste la taravilla:
¡Fraseologia tremebunda!

JULIAN.

Bebamos y ancha Castilla,
Que el universo se hunda

Un momento de pausa.


Aquí noto tu talento,
El mundo vas á dejar
Con nobleza y ardimiento.

ROMAN.

¿A qué tristeza mostrar
Cuando le dejo contento?

JULIAN.

¡Famoso! Es cosa hechicera
Dejar la literatura,
Las artes… Ser un cualquiera,
Y entrar en la vida oscura
Por puertas de borrachera

ROMAN.

Bebamos. Al ponche, Alberto,
No tengas duelo por mí.
Para todos está abierto
Ese porvenir incierto,
Que no vemos desde aquí.

Vendrá tardía ó temprana
Nuestra buena ó mala hora,
Y en esta vida liviana
Si feliz me encuentro ahora
¿Por qué pensar en mañana?




ALBERTO. Levantándose de repente, y disponiéndose á beber.

Tienes razon; tú lo quieres,
Y tú quién lo ha de arrostrar
Solamente, Roman, eres,
Y es inútil derramar
Lágrimas en tus placeres.
Bebamos.


ROMAN.

Hablaste al fin
como debe un literato.


JULIAN.

Hoy es nuestro San Martin.
No queda vaso ni plato
Útil en nuestro confin.

Se sientan, fuman y beben.


¿Con que desde hoy nueva vida?
¡Determincion extrema!
Cuanto mas desconocida
Mas la novedad convida.


ALBERTO.

Cada loco con su tema.



JULIAN.

Del disgusto y del placer
Gozamos si es repentino,
Mejor lo nuevo ha de ser;
Por eso si es del vecino
Me enamora la muger.

Pues, señor, yo te aconsejo
Que no te vuelvas atrás,
Siempre fastidia lo viejo.


ROMAN.

Te pagaré tu consejo
Dándote ponche demás.

Desde aqui debe conocerse el efecto de la embriaguez.—

Segun estás de callado

A Alberto

Te sientes, una de dos,
Ó enfermo ó enamorado.


JULIAN.

Ayer estuvo en el prado
Con su muger, vive Dios.

¡Que miserable es, Alberto,
El mundo que vemos!!


ROMAN.

¡Oh!
¿Con que lo hemos descubierto?


ALBERTO.

Que era una muger es cierto,
Pero muger mia, no.




JULIAN.

Nunca lo creyera en tí,
Tú no eres hoy el de ayer.

Mirándole á la cara



ALBERTO.

Pues te engañaste.


JULIAN.

Ó mentí.
Pero hoy como un manequí
Te trae cualquiera muger.


ROMAN, Levantándose con énfasis

¡Con que te vas á casar!
Tu vas á prevaricar.
Lo dije, tus disparates
Contigo vendrán á dar
En una casa de Orates.
¡Tú te casas!


ALBERTO.

Yo me caso.


ROMAN y JULIAN á carcajadas.

¡Se casa!


JULIAN, Con el vaso en la mano.

¡Salve, oh sesudo
Marido! Levanta el vaso,
Con un brindis nada escaso
Yo, marido te saludo.

¡Salud! Piadosos los cielos
Larga sucesion te dén:
Contínuas fiestas de zelos,
Matrimoniales consuelos
Que se asomen á tu sien.





ROMAN.

Y escribas matrimonial
Misantrópica y difusa
Sobre el amor conyugal
Una obra espiritual
Á los niños de la inclusa.

Alberto bebe sin interrupcion.



JULIAN.

Sí, lo mejor que has de hacer
Es emborracharte.


ROMAN.

¡Bravo!
¡Lo entiendes! Con no atender
Lo que quieras ha de ser.


JULIAN.

El estoicismo alabo.

Pero en conciencia, casarte
Es tremenda necedad.


ALBERTO.

¿Por qué?


JULIAN.

Tú has de enamorarte.


ALBERTO.

¿Y si lo estoy?




JULIAN.

Es verdad
Yo no voy á confesarte.


ROMAN.

¡Lo que es el mundo, Julian!
Es un abismo profundo.


JULIAN.

Hoy es gran dia, Roman,
Unos entran en el mundo
Y otros del mundo se van.


ALBERTO, Se levanta dando señales de embriaguez.

¡Fanáticos, el amor
No es el fantasma de un sueño,
Del viento azotada flor…

Risa general


ROMAN.

Poeta predicador,
¿Á dónde vas con tu empeño?


JULIAN.

Déjale siga el sermon:
Sigue, inspirado profeta,
Tu noble predicacion;
La fuente de inspiracion
Es el ponche del poeta.





ALBERTO.

Á vosotros prohibido
Ese sublime placer
Por el señor os ha sido,
Vosotros no habeis bebido
El amor de una muger.

En unos ojos de fuego,
En unos labios rosado,
Cuando os miran extasiados,
Cuando al amoroso ruego
Os besan avergonzados;

Vosotros, hombres de tierra,
Poetas sin corazon,
Cantais del amor la guerra,
Sin saber el bien que encierra
En su inquietud la pasion.


JULIAN.

¡Bravo! bien! mas no digera
Un sacerdote de amor;
Sublime es la borrachera.


ROMAN.

Otro ataque á la ponchera,
Amante predicador.


ALBERTO.

Yo quiero amando vivir
Esclavo en dos ojos bellos,
Sin leer mas porvenir,
Hasta que llegue el morir
Y espire de amor en ellos.


JULIAN, Con una estrepitosa carcajada

¡Borracho completamente!
Mas borracho que los dos.




ROMAN.

¡O ponche! tú solamente
Haces que un hombre se ostente,
Digno remedo ed un Dios.


JULIAN.

Yo la he visto, Alberto, es
Una niña angelical.
¡Oh! Cuando con ella estes,
Vístela blanco cendál
De la cabeza á los pies.


ALBERTO.

Si por cierto, y lo merece;
Es un ángel indeciso,
Que en la tierra de improviso
Por vez primera aparece,
Bajando del paraiso.
Delicada como aroma
De retoñado jardin,
Rosada aurora que asoma…


JULIAN.

Una hurí para Mahoma,
Para Cristo un querubin.


ALBERTO.

¡Silencio! no hay mas placer,
Mas realidad que el amor,
No hay en la tierra otro ser
Con el nombre de señor
Mas digno que la muger.




ROMAN.

Sí, una chicuela coqueta,
Insípida y elegante,
Á tal locura sujeta
Que la echará de poeta,
Y no habrá Dios que la aguante,

Ó una habladora sin tino
De paseos y de modas,
Que á la mitad del camino
Te mienta un amor divino,
Y te engañe como todas.


JULIAN.

¡Cuidado que le ha cogido
De medio á medio la mona.


ROMAN.

¡Y estaba tan comedido!

JULIAN.

La cabeza del marido
Pronostica su corona.

¡Ó siglo matrimonial,
Siglo de paz y de amores,
Centuria patriarcal,
En que los hombres mejores,
Lo suelen hacer mas mal!

Siglo que pasas cantando,
Cantas gimiendo y llorando,
Lloras haciend piruetas,
En tus horas arrastrando
Un enjambre de poetas:

Hoy se despide de tí
Con solemne borrachera,
Un poeta que te diera,
Mas versos, que gozo á mí
El alma de una ponchera,

Y no pienses que te deja
Para un hábito endosar,
Que es pereza que le aqueja,
Es porque quiere dejar
Morirse al alma de vieja.




ROMAN.

Por cierto todo es locura
En este mundo vacío,
Sin trabajo y sin ventura,
Pasaré una vida oscura…

Julian se ríe

¿Te ries? Pues yo me rio.

A Alberto.

Enamorado sublime
Tu te duermes; ¡vive Dios!


JULIAN.

Otra ponchera le anime


ROMAN.

¿No es cierto que tu estás, dime
Mas borracho que los dos?


JULIAN.

Los fantasmas en tu mente
Bullen de tus amorios,
Alza ¡oh poeta demente!
La matrimónica frente,
Pese á estos tiempos impíos.




ALBERTO.

Basta ya, no me aturdais;
Por mas que ambos me digais
Yo me he de casar al fin.


JULIAN.

¡Felices los que encontreis
Una muger serafin!


ROMAN.

Para mí todas iguales
Fuentes de placeres son,
Que nos prestan liberales
Un paraiso de males,
Y un infierno de pasion,

Que sea bonita ó fea,
Que sea noble ó villana,
Las amo de buena gana.
¿Qué importa lo que ella sea
Si la he de dejar mañana?


JULIAN.

Yo tengo por las mas bellas
Las de amores de querellas,
Atrevidas españoles…


ROMAN.

¿Cachetinas de manolas?
¡Pues si me alampo por ellas!

Volviéndose á Alberto que está pensativo.

No señor, no hay que dormir
Á pretexto del licor;
Al oido hemos de ir
Á predicarte el amor
Hasta que le hayas de oir.




ALBERTO.

¡Plugiera Dios que algun dia
Sintierais esa pasion
Con su insufrible agonía,
Bullendo en el alma impía,
Desgarrando el corazon!


JULIAN.

Lo que bulle, Alberto, en tí
Es el ponche.


ROMAN.

¡Vive Dios!
¡Amores!

Una ruidosa carcajada.


Entran en mí,
Por lo menos dos á dos,
Nunca en un amor creí.

Las bellas son inconstantes,
Ingratas y veleidosas,
Las sabidas y elegantes
Son vanas y estravagantes,
Y las feas envidiosas.

Cuando el ron brilla en los ojos
Y hace dos de una ponchera,
La mas fea es hechicera;
Ninguna nos causa enojos
Y es la pasion verdadera.

Bebamos pues, no hay amor.




JULIAN.

Es un fantasma soñado
Quimérico, engañador.


ROMAN.

La muger entre el vapor
Quiero del ponche abrasado.


JULIAN.

Bien dicho, no hay mas amores
Que el fuego de los licores,
Entusiasta visionario.
A ALBERTO.


ALBERTO. Vacilándole las rodillas dic con el mas marcado desprecio.

¡Nunca brotaron las flores
En asqueroso Calvario!


Se arroja sobre una silla completamene borracho. JULIAN y ROMAN rien á
carcajadas.


JULIAN.

¡Pesado el ponche le fué!
Borracho está por mi vida.


ROMAN.

Es que en la mente dormida,
La imágen de su querida
No le deja estar en pié.

Llaman misteriosamente á la puerta. ROMAN mira por la cerradura.

¡Chis! ¡Silencio! una muger—
Ocultaos, me interesa…
Una niña portuguesa
Á quien dejé antes de ayer.




JULIAN Y ALBERTO.

Ábrela.


ROMAN. Empujándolos

Ocúltaos.


JULIAN.

Pues;
Y contigo abandonada…


ROMAN.

No repliqueis: es casada,
Su marido es portugués.


Se ocultan en la alcoba de la derecha.


Escena V.

ANA, ROMAN.


ANA. Entrando.

Bien me hicistes aguardar.
¿Qué significa esta ausencia?
Faltóme ya la paciencia
Y al fin te vengo á buscar.

Una enfermedad creí
Que te agoviara, mas veo
Que lo pasas á deseo
Sin acordarte de mí.

Y ¿ese ponche?… ¿estaban pues
Otros amigos? Veamos…
Proseguid.




ROMAN.

No, lo dejamos
Para concluir despues.


ANA.

¿Cuando?


ROMAN.

Cuando vos salgais.


ANA.

Pues ¿tanto acaso os impido?


ROMAN.

Sí, porque yo me despido
Y mi marcha retardais.


ANA.

¿Te despides?


ROMAN.

Si por cierto.


ANA.

Y ¿á donde vás?


ROMAN.

No lo sé.


ANA.

Y ¿hasta ahora…


ROMAN.

¿Para qué?
Aun era mi viage incierto.

Yo no os lo pude advertir…
Ello es obra del destino.




ANA.

No te comprendo.


ROMAN.

¿Hablo en chino?
Mañana voy á partir.


ANA.

¿Pues cómo? ¿Donde? ¿Por qué?


ROMAN.

Porque me cansa Madrid;
Voy á Valencia del Cid,
Y el cómo, aun yo no lo sé.


ANA.

¡Ingrato! y con tanto amor…


ROMAN.

Nunca señora, os he amado.


ANA.

¡Infame! ¿no lo has jurado?


ROMAN.

Soy de oficio jurador.



ANA.

¡Ingrato! ¿Tanta pasion
No ha podido hacerte amar?
¿Ni un recuerdo ha de guardar
De mi amor tu corazon?

Yo te amé porque me amabas,
Me lo juraste y mentias,
Si entonces no me querias,
¿Por qué traidor me engañabas?

¿Tal juramento olvidaste
Para abandonarme así?
No, mi honra, no te dí,
Tú Roman me la quitaste.

Vuélvemela, que no es tuya,
Ó dame otra vez tu amor.


ROMAN.

Y ¿quedarémos mejor
Cada uno con la suya?


ANA. Con rabia.

Oye, un hombre que detesto,
Para casarme buscaron,
Á él á la fuerza me ataron,
Pero no bastón con esto.

Ya estaba casada yo,
Cuando en Córdoba te ví,
Todo lo dejé por tí,
Que por tu fortuna, nó.

Tu mentiste tu pasion,
Con palabras tan de fuego
Que en ellas se abrasó luego
El amante corazon.

Y cuando el perjuro
Me recordó mi marido,
Le dije, mio no ha sido
Que otros le dieron por mí.

Entonces era el amor
La pasion que me cegaba,
Pero ahora es…





ROMAN. Sonriendo.

Bien, acaba.


ANA.

La venganza de mi honor.

De aquí no me he de mover
Sin honor, ó sin venganza,
veremos á donde alcanza
La venganza en la muger.


ROMAN.

Y si débil tu virtud…


ANA.

Virtud no necesité…
Que á un hombre á quien nunca amé
Vendieron mi juventud.

¿No tenia yo derecho
Acaso á sentir jamás,
Lo que sienten los demas
Cuando brotó aquí en mi pecho?

Dios puso en el corazon,
De amor la violenta llama,
Díjole al crearle «ama»
Y encerró en él la pasion.
Yo nunca tuve mas de una
Y á tí te la dió mi estrella,
No quiero tener mas que ella,
Y despues d ella ninguna.

Y pues mia mi honra es
Consérvala por tu vida,
Porque tal vez te la pida
Con mas ventaja despues.




ROMAN.

Con harta paciencia oí
Tantos insultos, señora,
Y por mi vida que ahora,
No sé que quereis de mí.

Yo ya no soy el Roman
Que fuí, señora, hasta ayer,
Me canso de querer ser
Lo que otros por mí serán.

Que ó porque malo soy yo
Para el mundo, ó porque él
Sea conmigo cruel
No quiero mas mundo, no.

Hoy le dejo y con él todo,
Hasta que al fin carcomida
Caiga en su nada la vida…

Mostrando los vasos.

Y emprendo el viage beodo.

E fin, ya no soy poeta,
Ni músico, ni pintor,
Y por el mayor amor
No diera ya una pirueta.

Ni soy el mismo de ayer
Ni como ayer siento ya,
Con que vuelvo, claro está,
Al marido la muger.



ANA, Señalando á los vasos.

Si ese remedio sabias
Para apagar el amor,
¿Por qué en el alma el dolor
Tanto tiempo mantenias?

¡Imbécil! tu me jurabas
Que iba á matarte tu pena,
Y de la ficcion agena
Te creí porque llorabas.

Es una disculpa vana
Ahogar el amor; ¡quimera!
Y agotas una ponchera
Dejando el mundo mañana.

Loco, ¿esa es la suerte impía
Con que te agovia el destino?
¿Es ese el fuego divino
De la noble poesía?

¿Es esa, dí, la expresion
De tu mortal amargura,
De esa eterna desventura
Que roe tu corazon?

Y mientras lloraba yo
Tu estabas en una orgía!


ROMAN.

Del mundo salir debia.


ANA.

Y el mundo te rechazó.

Vosotros sois el veneno
De una vieja sociedad,
Parodias de adversidad,
Carcoma del bien ageno,

Cieno de una alma viciada,
Que vais mendigando un nombre
Con que á los ojos del hombre
Vestir de oro vuestra nada.





ROMAN.

¡Tremenda cosa es nacer
En un mundo indiferente
Que ha de tachar de demente
Lo que no ha de comprender!


ANA.

El mundo os comprende, sí,
Esa soñada amargura,
Y deja vuestra locura
Por haber tantas así.

Pero, Roman, yo deliro
¿Me escuchastes? ¡oh! perdon.

De rodillas

Tú estás en mi corazon,
Y en el aire que respiro.

Yo sin tí no he de vivir,
Á la ley he de apelar;
Porque las leyes amar
No pueden, no, prohibir.

Tú serás libre conmigo,
Y sino quieres mi amor
Déjame al menos mi honor
Que yo le tendré contigo.

¡Desdichada!


ROMAN.

¡Ambos á fé
Somos á cuál mas aqui!


Llaman á la puerta.


ANA.

Roman, Roman, héle ahí.
Por Dios vivo, ayúdame.


Llaman otra vez.




ROMAN.

A la otra puerta que es tarde.


PEREIRA, Dentro.

¡Abrid!


ROMAN.

Perdone por Dios,
Hermano.


PEREIRA.

¡Abrid!


ROMAN.

Y van dos.
Idos en paz, Dios os guarde.


ANA.

¡Mi marido! ¡oh, compasion!
Me mata de una estocada.


ROMAN la toma de la mano y la esconde en una alacena que habrá á la
izquierda.


ROMAN.

Aquí. Si es de alma porfiada
Bajará por el balcon!

La oculta.


Maldita sea mi estrella!
Hoy lo pierdo todo yo,
hoy tal vez porque me amó
Vida y honor pierde ella.

A ALBERTO y JULIAN
Salid, ya está el portugués
Á la puerta.



JULIAN.

¡Bravo apuro!
¿Está el pájaro seguro?


ROMAN.

Ya lo veremos despues.


Vuelven á sentarse y beben.


PEREIRA, Dando golpes á la puerta.

Abrid, ó por Dios bendito
Que voy á arrancar la puerta!


ROMAN descorre con mucho tiento el cerrojo


ROMAN.

¡Estúpido! Si está abierta
¿Por qué nos dais tanto grito?

Escena VI.

ANA oculta, ROMAN, JULIAN y ALBERTO sentados al velador, PEREIRA embozado.

PEREIRA.

¿Pareceles bien señores,
Hacer á un hombre aguardar
Del honor mio?

¿Ignorais que andan dolores
Que pudiera bien tomar
Con este frio?


ROMAN.

¡Delicado viene un hombre!
Podeis decir vuestro nombre,
Y si os place,
Os suplico que os senteis.


JULIAN.

Y que noticias nos deis
Del tiempo que hace.


PEREIRA.

¿Teneis en saberlo prisa?
Tal vez pese, ¡voto á Dios!
Mucho mi nombre.


ROMAN.

Casi el oiros da risa,
Por mucho que os pese á vos,
Pareceis hombre
Que arrastrarlo bien podeis.


PEREIRA.

Que lo arrastro ya lo veis.


JULIAN.

¡Viven los cielos!
Vos padeceis algun mal!


PEREIRA.

Cierto, y terrible y mortal.



ALBERTO.

Con estos yelos
No tiene nada de extraño.


JULIAN.

Pues en ese caso, amigo,
Cuidaos mucho.
Mirad que os puede hacer daño…


PEREIRA.

¿El tiempo que estais conmigo
Y el que os escucho?


JULIAN.

Sí por cierto, mas bebed.


PEREIRA.

Milgracias, no tengo sed,
Os lo agradezco.


ROMAN.

Decid al fin que quereis,
Si este favor que me hareis
De vos merezco.


PEREIRA. Acercándose á Roman.

Tengo zelos!

Risa general.


ROMAN.

Por mi vida
Que habeis errado la casa.


JULIAN.

El otro cuarto
Será el de vuestra querida.




PEREIRA.

Tengo la paciencia escasa.


JULIAN.

¡Me teneis harto!


ROMAN.

Parece su señoría
Natural de Andalucía,
En lo atrevido.


JULIAN.

Ó márchese en el momento,
Ó diga en este aposento
Que se ha perdido.


PEREIRA.

¿No lo habeis adivinado?
Una muger busco aquí
Que entró hace poco.


JULIAN, Riéndose.

Ya, desde que habeis llegado,
De veras me convencí
Que estabais loco.


PEREIRA, Con resolucion.

Aquí ha entrado una muger.


ROMAN, Con frialdad.

Todo el cuarto podeis ver.


JULIAN.

Vuelvo á decir
Que estais loco de remate.



ALBERTO.

Dejad ese disparate

Ya os podeis ir
Á la calle.


JULIAN.

¿Una querida
Venís á buscar aquí?

Chicos vamos,
Esto es ya cosa perdida.
El rostro en ponche por mí
Le bañamos.


ALBERTO.

Famosa idea por Dios!
Le sacamos entre dos
Muy formalmente,
Y le uramos su mal
Llevándole al hospital
Por demente.


ROMAN.

Ea ¡fuera!


JULIAN.

¡Majadero!
¿Venís entre literatos
á hacer papel!


ROMAN.

Idos de aquí, caballero.


JULIAN.

Á la cabeza los platos,
Fuera con él.




JULIAN hace ademan de tirar los platos, PEREIRA coge la mano de ROMAN y le aparta de los demas, diciéndole con rabia:


PEREIRA.

¿Conócesme?


ROMAN.

No por cierto.


PEREIRA.

Pues oye; si esa muger
Está aquí, y llego á saber
La verdad, date por muerto.


ROMAN, Levantándose.

Ya nos podemos batir,
Que aunque oculta la tuviera,
Solo cadáver saliera:
Sin ella á fé te has de ir.


PEREIRA.

¿Eres valiente?


ROMAN.

No sé.


PEREIRA.

¿Y te batieras conmigo?


ROMAN.

Nunca evito un enemigo.


PEREIRA.

¿Hubieras temor?



ROMAN.

¿De qué?


PEREIRA.

Eres niño.


ROMAN.

¡Vive Dios!
Que aquí mismo lo veamos.
¡Atrás!
Tomando los floretes.

PEREIRA.

Piénsalo.


ROMAN.

Riñamos;
Que muera uno de los dos.


Se ponen en guardia. ALBERTO se pone entre los dos. ANA quiere salir del escondite y JULIAN la detiene, apoyándose de espalda contra la alacena.


JULIAN.

Prudencia, señora.


ANA.

¡Cielo!


JULIAN.

Mirad, que es vuestro marido.


ALBERTO.

Caballeros, prohibido
Por las leyes está el duelo;
Batíos en campo raso.




ROMAN.

Aparta ó de una estocada…


ALBERTO.

¡Silencio!


PEREIRA, Tirando el florete.

No tiras nada.


ROMAN.

De aquí no has de dar un paso,
Sin que me mates ó mueras.


PEREIRA.

Tienes la sangre caliente,
Eres jóven y valiente,
Como sois los calaveras:

Me marcho y vuelvo á decir
Que si está aquí mi muger
Dios mismo no ha de valer
Para dejarte vivir.


JULIAN al tiempo de marcharse PEREIRA.


JULIAN.

Y si él solo, harto no es
Para tan bravo enemigo,
Nos batirémos contigo
Aunque muramos los tres.


Escena VII.

ROMAN, JULIAN, ALBERTO y ANA escondida.

JULIAN.

Humos traia.


ALBERTO.

Y los lleva.


JULIAN.

Con ese aire de maton,
Tiene, apuesto, un corazon
Tan blando como una breba.


ROMAN.

¡Famosa es mi despedida
De este mundo fatigoso,
Nunca me paeció hermoso
Sino al exponer la vida.

Bien, volveremos á ver
Ciertamente á ese maton,
¿Qué arriesgo yo en la funcion?
Nada tengo que perder.


JULIAN.

¿Otra vez te has de batir?


ROMAN.

Do quier que nos encontremos.


JULIAN.

Ambos por tí lidiaremos.




ALBERTO.

Y acabamos de sufrir.


ROMAN.

¡Silencio!

Abriendo la alacena donde está ANA.

Salid señora;
Vida y honra os defendí,
Y á lo mas, dentro de un hora,
Parto muy lejos de aquí.

Á veros no volveré,
Suplicoos pues, que digais
Donde ocultaros querais,
Que yo os acompañaré.


ANA. Llorando.

¡Ay de mí! Roman.


ROMAN.

Dejemos
Suspiros y llantos, Ana,
El sol que saldrá mañana,
Juntos los dos no veremos.

Esta casa abandono hoy,
Y el mundo dejo con ella,
Mi dichosa ó mala estrella
Indolente á esperar voy.

Sin amigos… sin amores,
Sin ningún vínculo aquí,
Habrán de pasar por mí
Horas acaso mejores.

Pausa de un momento.

¿Qué decís? ¿Puedo hacer mas?
El camino equivoqué,
Inútil me confesé,
Y humillado vuelvo atrás.




ALBERTO.

Roman ¿no hay remedio alguno?


ROMAN.

Ninguno encuentro.


ANA. De rodillas.

Ah! por Dios!


ROMAN.

Alzad, que me es importuno.


JULIAN.

Si ello, Roman, ha de ser
Y tan á pechos lo quieres,
Tu te sabrás lo que eres,
Y lo que puedes poder.


ROMAN.

Salgamos,


ANA.

¿Y mi marido?


ROMAN.

No temais entre los tres.


JULIAN.

Oscura la noche es
Y lluviosa…




ROMAN.

Se habrá ido.


ANA.

De aquí no salimos, no.


ROMAN.

Pues ved lo que habeis de hacer…


ANA.

Que no tengo aquí de ser,
La que pierda sola yo.


ROMAN.

Ana, si erre mi camino,
¿No es el dolor para mí
Que mi corazon creí
Lleno de un fuego divino?

Ni esperanza, ni fortuna
Quedó ya en el pensamiento.


ANA.

¡Ni el alma en el pecho siento!


ROMAN.

Vamos, ha dado la una.


Apaga las luces, y vánse todos, cerrando la puerta por fuera.