Virgilio (Eugenio de Ochoa)/Las geórgicas
Son éstas, á no dudarlo, la más bella y acabada obra de Virgilio, y acaso de toda la antigüedad pagana. Escritas cuando el ingenio, el saber y el juicio del autor habian llegado á cabal madurez, todo en ellas presenta, hasta donde cabe en lo humano, el sello de la perfeccion. Treinta y cuatro años tenía Virgilio cuando empezó á escribirlas, si no por expresa órden de Mecénas, como generalmente se cree (sobre lo cual ya dije en la Vida del autor, lo que se me alcanza), á lo ménos por inspiracion suya, segun claramente se desprende de aquel pasaje del lib. III (versos 40 y siguientes), que ha dado pié á la anterior suposicion. Siete años invirtió en componerlas, y á lo que podria deducirse de los cuatro últimos versos, dado que fuesen suyos, punto dudoso, debió componerlas en Nápoles.
Su modelo en el nuevo género que emprendia después de las Églogas fué Hesiodo, el anciano de Ascra, á lo que él mismo declara en el verso 176 del lib. II.
No ménos que á Teócrito sobrepujó Virgilio á Hesiodo, cuyo poema de Las Labores y los Dias, que al parecer le sirvió de modelo, dividido en su discurso por meses, á modo de calendario, es de una insoportable monotonía. Hesiodo es más agricultor que poeta; Virgilio por el contrario.
Divide éste su poema en cuatro libros, que tratan: el primero, de las cualidades y labranza de las tierras; el segundo, del arbolado, y particularmente del olivo y de la vid; el tercero, de los ganados, y el cuarto, de las abejas.
Todos convienen en que las Geórgicas son un admirable trozo de poesía, pero hay quien le niega la verdad en los preceptos y el mérito de la utilidad: en suma, se las acusa de ser un mal tratado de agricultura. Sin echármela de competente, desde luego me atrevo á declarar infundada la acusacion, y una de las razones que tengo para ello es ver citado á Virgilio como autoridad por las primeras autoridades en la materia; entre ellas Plinio el naturalista, nuestro español Columela, y áun el mismo Herrera, á pesar de los muchos siglos trascurridos y de la consiguiente gran diferencia en ideas y costumbres. Como si escociese á los críticos declarar sin restriccion el mérito de una obra, no parece sino que por fuerza han de sostener que flaquean por algun lado las que por todos los demás se ven en la dura necesidad de proclamar excelentes.
Las Geórgicas (Geórgicos dice Jovellanos, acaso porque subentiende el sustantivo libros, en sus Apuntamientos sobre el dialecto de Astúrias, obras completas, tomo I, pág. 345) han tenido los mismos ilustradores é intérpretes que las Églogas y la Eneida; pero creo que todavía pusieron en ellas mayor diligencia que en estas últimas, por razon sin duda de sus mayores utilidad y perfeccion.
Los más notables traductores españoles de las Geórgicas son, creo yo, Fr. Luis de Leon, Juan de Guzman y Cristóbal de Mesa. El primero hizo de ellas tres traducciones, una en prosa y dos en verso; de los libros III y IV no hizo, ó á lo ménos no conozco, en verso más que una. De estas traducciones poéticas dobles, una está en octavas, otra en estrofas de seis versos, á que era Fr. Luis tan aficionado. Siento decirlo: ni unas ni otras, y ménos aún la traduccion en prosa, me parecen dignas de aquel clarísimo ingenio. No le estaria bien ponerles defectos á quien seguramente tiene muchos más que hacerse perdonar; pero créame el benévolo lector: para que yo me decida á menospreciar unos escritos de todo un Fr. Luis de Leon, preciso es que esté muy convencido de que valen poco, y que para formar esta conviccion haya allegado muchos y muy patentes desaciertos de aquel gran maestro, que (ya lo dije al hablar de las Églogas) los cometió sin duda en su primera juventud, y los compensa á veces, como no podia ménos de suceder, con bellezas de primer órden.
Don Gregorio Mayans, en la coleccion de las obras y traducciones de Virgilio, que publicó en cinco tomos (Valencia, 1795, oficina de los hermanos Orga), da preferencia á la traduccion poética de Guzman sobre la de Cristóbal de Mesa, á quien moteja de hacer grande abuso de la sinalefa; pero con igual razon pudo acusar á Guzman de ménos que mediano poeta y pesadísimo comentador, por más que fuese discípulo del Brócense y que Lope, en su Laurel de Apolo, silva 2.ª, le llame Virgilio castellano. Todo bien considerado, prefiero á Cristóbal de Mesa. Del maestro Diego Lopez, que tambien puso en prosa castellana las Geórgicas, tomando mucho de Fr. Luis de Leon, sólo hay que decir que no vale más esta parte de su trabajo que las otras.
Alcanzan gran celebridad en Europa la traduccion francesa de este poema por Delille, y las inglesas de Warton y Dryden.