Viaje maravilloso del Señor Nic-Nac/XIV

CAPÍTULO XIV
El Templo

Inmenso.

Su forma es circular, y las tres naves en que está dividido, corresponden á tres triángulos, cuyo lado exterior es un arco, tercera parte del círculo, porque la gran cúpula central descansa en un techo horizontal, sostenido por tres hileras de columnas que se irradian desde el centro, en el cual se eleva un prisma triangular, cada una de cuyas caras laterales corresponde á cada una de las naves.

La procesion penetró en el templo.

Los Theopolitanos ocuparon una de las naves.

Los Sophopolitanos, despues de colocar al Voltaire Marcial en el prisma del centro, ocuparon la otra.

La tercera estaba reservada á los sacerdotes.

En el fondo de esta, sobre un altar lleno de figuritas de plata, se elevaba una estátua.

—"¿Qué representa?" pregunté al Doctor.

—"¡Cómo! ¿no sabeis lo que representa?"

—"Nó."

—"Es singular."

—"Opino, Doctor, que ni siquiera es plural."

—"¿No reconoceis á Jesu-Cristo?"

—"¡Jesu-Cristo!"

—"Sí; en Marte, lo mismo que en la Tierra, segun parece, lo llaman Nuestro Señor de la columna."

El doctor era hombre de verdad (preocupacion terrestre) y por lo tanto, debía creerle.

Pero ¿cómo reconocer aquella figura?

Una estátua de tamaño natural, representando un hombre vestido con robe-de-chambre de terciopelo lo mordoré (En Marte tambien se habla francés) bordado de oro, una cadena del mismo metal suspendida del rico cinturon-cuerda de seda, y un reloj de plata dorada, adornado con vidrios de colores con pretensiones de piedras finas; una abundante cabellera de rizos y un rico lente de cristal de roca, suspendido del cuello por un cordon de oro.[1]

—"Doctor! teneis que admitir que he tenido razones muy aceptables para no reconocer al Cristo."

—"Os engañais, señor Nic-Nac, debisteis reconocerlo."

Ignoro por qué, pero el Doctor así lo creía.

Ante aquel anacronismo, el pueblo ignorante sé podría maravillar, es decir, un habitante de Theopolis.... los que ocupaban la otra nave sonreian.

Comenzó la ceremonia, por un coro de Theopolitanos, única ocupacion en que se distinguen un poco, pero sus voces carecian de alma, lo que, segun parece, está en íntima armonía con ellos. Algunas voces eran buenas, en cuanto al sonido simple, pero el mismo recojimiento de los productores, las contienen en sus impulsos, muy problemáticos por otra parte.

Las luces que rodeaban todos los cuerpos brillaban con mayor intensidad, tristes, pálidas, sepulcrales, las de unos,—vivas, rosadas, intensas las de los otros;—pero sus resplandores se fundian de tal manera, las pálidas con las rosadas, que parecian amalgamarse en un solo destello, así como las tintas del crepúsculo son una fusion de las del dia y de la noche.

Cuanto mas examinaba aquel fenómeno, tanto mas extraño me parecía.

Acerquéme, acompañado del Doctor, al prisma sobre el cual estaba tendido el Voltaire Marcial, y observamos que habia disminuido de volúmen; su luz, antes rosada, había palidecido, participando de todos los caractéres de la aureola de los Theopolitanos.

La hora suprema llegaba.

El Gran sacerdote (como los de todas partes) se acercó tambien, y extendiendo la mano sobre la pálida momia, le preguntó:

—"¿Habeis amado á vuestro prójimo como á vos mismo?

—"Sí, he 'vivido siempre en Sophopolis."

Allá en el fondo del corazon de los Theopolis, esta contestacion se clavó como un dardo envenenado, y haciendoles refluir toda la sangre á la cara, se vió, que en lo mas profundo de su palidez, asomaba el mas pálido de los rubores.

—"¿Habeis sido hipócrita, falso, perjuro y traidor?" preguntó el sacerdote.

—"Nó, he vivido siempre en Sophopolis."

Y allá en el fondo del mas pálido de los rubores, se vió una nube negra, como si fuera la gangrena del alma.

—"Si ello es así," continuó el Gran Sacerdote, "podeis volatilizaros."

—"Vaya una manera original de señalar el término de la vida!"

—"Me acaban de decir que en esta ciudad no hay cementerio."

—"Y los cadáveres?"

—"Veremos lo que sucede con este."

¿Habeis visto lector una gota de agua caer sobre una plancha metálica candente, y despues de tomar la forma de una esfera, girar con rapidez, y perderse poco á poco?

El Voltaire Marcial comenzó á girar, su luz á disminuir lo mismo que su cuerpo.

Un momento despues, éste se había reducido mas de la mitad, porque parecía que la rotacion lo evaporaba. Todos los habitantes de Theosophopolis que habían asistido á la ceremonia empezaron á trazar sus órbitas rosadas ó pálidas al rededor del anciano, imájen fiel del torbellino etereo en el que el Voltaire Marcial iba á penetrar momentos despues.

La luz, el movimiento giratorio, el canto, lo. escena en fin, todo contribuia á acentuar mas el caracter de la ceremonia.

—"¡Doctor! Doctor! no puedo girar mas."

—"Nic-Nac! Níc-Nac! yo tampoco."

Pero en aquel momento los resplandores se debilitaron, y cesó la rotacion, y acercándonos al prisma, buscamos la forma del Voltaire.

Todo fué inútil:—se había evaporado; su cuerpo llenaba el templo en estado de gas y su espíritu flotaba ya en el éter, junto con los otros espíritus imájenes que lo pueblan.

  1. Lo que no os espantará, mortales de la Tiera, porque habeis visto mas de una vez un escarnio semejante.
    Nic-Nac.