Viaje maravilloso del Señor Nic-Nac/XII

CAPÍTULO XII
la procesion

¿Qué punto blanco era aquel y cuál su fuerza atractiva sobre el alma del Doctor?

¿Estaba sujeto este tambien á algun espíritu-imájen, representado por aquel punto blanco que flotaba en las altas rejiones de la noche de Marte?

¿Debía comenzar inmediatamente la espiacion del Doctor, como se lo había pronosticado Seele, el génio de la montaña, el medium terrestre, el compañero del gato negro, el pérfido Seele?

No lo sabía nadie en aquel momento; pero el Doctor seguía contemplando la vision etérea, alma sin cuerpo que iluminaba las sombras con sus blancos destellos.

—"Doctor! Doctor! temo mucho que ese punto blanco sea una brújula mal imantada!"

—"Alma del alma que nadais en un cielo de ilusiones, venid á mi!" murmuró entre dientes. "Vosotros los que amais la miel porque la miel es dulce; vosotros los que adorais á Dios porque le temeis; vosotros los que no habeis arrancado el velo mortal de vuestra frente, callad! ¿no veis que no deben interrumpirse los espirales de las almas blancas?"continuó en extraño monólogo.

—"Es que vuestro cuello puede tomar la rigidez del mármol; no digo que no mireis al Zenit, pero recordad que es necesario conservar á la cabeza toda la soltura de sua movimientos."

—"Alma del alma... venid á mí!"

Y como si aquel llamado ejerciera un extraño poder sobre el lúmen etéreo, este concentró sus curvas y brilló con mayor fuerza de rayos.

—"Por favor, amigo mio! tomemos las cosas como se presentan, ¿no veis doctor que somos ya habitantes de Marte, y que debemos obedecer á nuetro destino, despues de estar sujetos, como estamos, á todas las peripecias de una nueva vida terrestre? ¿Creis acaso que vamos á remediar nuestras necsidades marciales contemplando espirítus-imájenes?"

"Miáu! Miáu!"

El Doctor volvió en sí;—el Doctor, para quien mis argumentos habian sido inútiles, no pudo resistir al llamado del gato, cuyo poder, desconocido para nosotros, debía ser mayor que el del punto blanco, vivo, suave y puro; y despues de arrancar un suspiro de lo mas hondo del alma, hizo trazar á su nariz un cuarto de círculo y miró á los procesionarios, quienes despues de haber hecho una parada habian emprendido nuevamente la marcha.

—"Venid! venid!" me dijo, "es necesario que formemos parte de esa procesion."

—¿Por qué?"

—"Por una razon muy sencilla. Lo que hemos visto, lo que hemos oido, basta para indicarnos que existe una gran relacion entre los habitantes de Marte y los habitantes de la Tierra ¿no ois? ¿no veis? Ya las campanas......"

—"Pero si nó son campanas..."

—"No importa; démosles ese nombre......ya las campanas lanzan al viento sus notas plañideras, y los habitantes de Theopolis, advertidos por este medio, abandonan su retiro y su silencio, para asistir á la ceremonia."

—"¿Á dónde vamos?" pregunté al procesionario con quien antes habíamos hablado.

—"Al templo de la regeneracion."

—"Se regeneran acaso los ancianos? ¿rejuvenecen por ventura y sienten palpitar en su corazon una nueva vida?"

—"Nó, pero transmigran."

—"¿Y á dónde van?"

—"A otro planeta."

—"De manera que cuando nosotros lleguemos á viejos y deseemos que se nos transporte á Theopolis, podremos ser regenerados?"

—"Sin duda alguna."

—"Y á qué planeta iremos á renacer?"

—"No sé."

¡Que desgracia! no sé...... hé aquí el gran oráculo de la humanidad! ¿qué es la vida? no sé; ¿qué es la muerte? no sé; ¿qué es el éter? ¿qué es la electricidad? no sé, no sé. Pero aunque ignoremos todo esto, deberíamos saber siquiera qué somos, de donde venimos y á donde vamos... pero nó, el no sé, cual un gigante siempre mas colosal, se levanta entre la humanidad y la verdad absoluta.

No importa... sigamos la procesion.

Los habitantes de Theopolis, en traje negro, talar, salian de sus moradas silenciosas, y reuniéndose al grupo de Sophopolitanos, engrosaban sus filas. Pero de sus lábios no brotaba una sola palabra de relacion entre hombre y hombre: sus lábios que habian palidecido sin modular mas voces que las de la oracion, se agitaban en aquel momento, como si un resorte siempre activo arrancara á pesar de ellos la palabra mística.

¡Pero qué tristeza! Las luces que rodeaban sus cuerpos eran luces mortuorias, y junto á los resplandores de las de los Sophopolitanos, parecían haber sido creadas por el génio de las tumbas, para iluminar la belleza y magnificencia de la creacion del génio de la vida.

Por una de aquellas evoluciones naturales en las grandes masas humanas en movimiento, cuando este no es determinado por una ley reguladora, nos hallamos envueltos en el mismo grupo en que iba el Voltaire Marcial. Nadie hablaba, á no ser para orar, exceptuando el anciano que de cuando en cuando decía:

—"Voy á morir, nó, voy á regenerarme; pero ¿no comprendeis que si me he de alejar para siempre de vosotros, esta regeneracion es una muerte, mas aún, es una separacion? Vuestra ceremonia es aterradora. Decís que me ayudais á bien morir; pero esto es horrible; yo he de morirme muy bien, perfectamente, os lo aseguro á fé de buen...."

"Venid en torno nuestro,
Venid sombras, venid,
Porque un Sophopolita
En gracia va á morir."

interrumpía el numeroso coro de Theopolitanos, lo que nos revelaba que estos señores no eran muy fuertes en materia de versos y de música, pero que tenian en cambio un gran caudal de necedad, encerrado en cada uno de sus elementos espirituales.

Y la procesion marchaba, unas veces en columna recta, otras en columna ondulante, á semejanza de una serpiente.

Y á cada paso, á cada ondulacion, las filas aumentaban con los Theopolitanos que se le reunían.

El Voltaire Marcial continuaba:

—"¿Qué es la vida? una combinacion pasajera entre un átomo del alma universal y un poco de materia. ¿No veis que esta combinacion se vá gastando por la accion destructora de los afectos y de los años? ¿no veis que llega un momento en que el espíritu está tan vinculado á la materia que su separacion es un dolor? ¿no comprendeis que cuanto mas viva sea la imájen de la muerte, mas apego se cobra á la vida? ¿qué importa que representeis la hora suprema de la regeneracion por una vírgen pálida que nos llama con su voz celestil?"

 —"Venid en torno nuestro,
    "Venid, sombras, venid..... "

repetía el coro, sin tomar en cuenta las lamentaciones del anciano.

La procesion se detuvo;—habia llegado al templo.