Viaje en las regiones septentrionales de la Patagonia/Capítulo I

DIARIO.

PRIMERA PARTE.

CAPÍTULO I.


Salida de Puerto-Montt.—Preparativos.—Material de la espedicion.—Arrayan.—Alerzales.—Alojamiento.—Arboles de los bosques.—Se rompe el barómetro.—Lago de Llanquihue.—Viento contrario.—Embarque.—Navegacion.—Arribo al puerto del Volcan.—Volcan Osorno.—Primer viaje de la jente al camino del lago de Todos los Santos.—Torcasas.—Canto del Chucao.—Dia domingo.—Marcha.—Rio Petrohue.—Arribo al lago de Todos los Santos.—Dificultades a causa de las cargas.—Viaje del la jente al lado oriental del lago.—Navegacion.—Isla del Cabro.—La Picada.—El Puntiagudo.—El Bonechemo.—Arribo a la boca del Peulla.

Una vez llegado a Puerto-Montt, me ocupé en hacer los preparativos para el viaje, aunque a la verdad hubiese tiempo suficiente, porque estábamos en invierno i no se podia pensar en emprender la marcha ántes que principiase el verano. La falta mas notable en mi otra espedicion fué el no haber tenido un mayordomo, para manejar los peones. Yo tenia bastante que hacer al ocuparme de la parte científica, para tener tiempo que consagrar a la direccion de la jente: tenia que establecer los puntos de estaciones, designar tal o cual peon i la carga que debia llevar. Esto era demasiado para uno solo, i me escojí un mayordomo. Me hallaba indeciso si seguiria el mismo camino que en la espedicion precedente. Un aleman me habia propuesto conducirme en tres dias a Nahuel-huapi por la boca del Reloncaví; i para animarme a aceptar sus proposiciones, me aseguraba haber hecho ya este viaje en ese corto tiempo. Todo esto era mui dudoso, no obstante era bien tentador, por dos razones: primero, porque por ese lugar existia el camino antiguo de Bariloche que traficaban los misioneros españoles en otras épocas, i habria sido mui importante el descubrirlo; en segundo lugar, se podian ahorrar muchos víveres i tiempo con este corto trayecto, pero ¿i si fracasábamos en la tentativa? Esto me decidió a tomar el camino por los lagos de Llanquihue i Todos los Santos.

Vicente Gomez, de quien he hablado ántes, que habia ya atravesado el Boquete, i que de lo alto del cerro de la Esperanza habia divisado el lago de Nahuel-huapi, me propuso conducir hasta el dicho lago el material i todos los víveres necesarios para el camino, i construirme allí una embarcacion para navegar el rio Negro; acepté la proposicion, i no tuve motivo para arrepentirme como se verá en adelante.

El material de la espedicion se componia de seis botes de gutapercha con sus respectivas armazones, siete salva-vidas, una red para pescar, cuatro carabinas, una escopeta, un rifle, un revolver i las municiones necesarias, una carpa, una vela que debia servir para el bote que se iba a construir en Nahuel-huapi, dos aparejos guarnidos, cabos, clavos, hachas, machetes i las herramientas precisas.

Los víveres consistian en unos diez i seis quintales de harina tostada, charqui, harina cruda, sal, aji, tocino etc., diez i siete cabras i dos ovejas.

Respecto de instrumentos, llevaba varios termómetros, uno de máxima i mínima, un cronómetro, un instrumento para tomar alturas de sol, un barómetro de montaña, un teodolito, un nivel de aire, una plancheta i sus útiles, una brújula jeolójica, i varias otras, papel para plantas, martillos para hacer colecciones de rocas, etc. etc.

El 7 de diciembre todo estaba listo. Era un dia domingo; el tiempo bastante claro para un país lluvioso como es este: salí de Puerto-Montt a las cuatro de la tarde, acompañado de Lenglier i del mayordomo. Las cabalguras que llevábamos solo nos iban a servir hasta el lago de Llanquihue: de ahí para adelante la marcha iba a ser a pié. Vicente Gomez desde la víspera habia espedido todos los bagajes i los peones al lago, en donde debian esperarnos; los peones eran catorce, de los cuales nueve debian volver con Vicente Gomez, una vez construida la embarcacion en el lago de Nahuel-huapi, i los otros cinco me iban a acompañar hasta el fin de la espedicion.

El camino, apesar de estar en el gran valle central de la cordillera de la costa, i la principal que se compone de ondulaciones sucesivas, no es accidentado i sus declives son mui suaves: en otro tiempo era solo de troncos rasgados, colocados a lo largo unos tras otros, por los cuales era preciso andar con mucho cuidado para no caer en los pantanos. En el dia es en algunas partes construido de madera con tres postes lonjitudinales, con tablones trasversales afianzados con pernos de madera: en otras, es una calzada de cascajo i arena endurecida; su ancho jeneral es de cuatro varas; por consiguiente, las carretas que lo trafican son angostas i largas.

A paso corto llegamos en dos horas a la pequeña aldea del {guion|Arra-|Arrayan,}} habitada por los madereros que esplotan el alerce de este lugar. Allí se encuentra una máquina de aserrar a vapor, perteneciente a los señores Dartuell i compañia de Puerto-Montt. El alerce [1] es una madera de gran utilidad, por la facilidad con que se puede rasgar en tablas; casi todos los habitantes del Arrayan solo tienen esta ocupacion, i en los veranos, cuando la jente de Calbuco i de Chiloé viene a trabajar en el bosque, los comerciantes de Puerto-Montt instalan en este lugar pequeñas tiendas, para satisfacer las necesidades de los trabajadores. Nos alojamos en una especie de fonda alemana; a falta de carne, nos contentamos con unos huevos; pasamos una parte de la noche, haciendo música, porque traiamos una vihuela i un flageolet, instrumento campestre i modesto, que mas tarde, en la carpa, nos hizo pasar lijeras las largas horas de lluvia. Toda la aldea resonaba con harmonías; los tableros olvidaban, en las vueltas de la popular samacueca i al son de la vihuela, las fatigas de la semana que debian principiar en la mañana siguiente.

8 de diciembre— Partimos para el lago. El tiempo era magnífico; la parte del camino que nos quedaba, era la mas mala; apénas estaba trazado cuando nosotros pasamos; troncos de árboles impedian el pasaje a cada momento; pero todo lo olvidamos para no pensar mas que en la hermosura del tiempo. La naturaleza entera estaba de fiesta; dulces harmonías lanzadas al aire por preciosos pajarillos, músicos alados de colores variados, encantaban al pasajero, el aire estaba embalsamado con mil olores diversos: a un lado i otro del camino, veiamos verdes campos de centeno i de trigo, terrenos que el colono aleman disputa palmo a palmo i con el sudor de su frente a las invasiones de la vejetacion. Teníamos a la vista un espectáculo magnifico; como adorno de los campos cultivados, hermosos grupos de toda especie de árboles ostentaban sus pobladas ramas; el canelo [2], cuya corteza aromática, empleada en la medicina i la curtiembre, es inatacable por la humedad; el olmo [3] o muermo, dotado de una parte incorruptible que se llama pellin de muermo; el lingue [4], cuya corteza i madera tienen igual valor entre los curtidores i los ebanistas, es una madera mui durable, tiene la fibra del cedro i es susceptible de un bello pulido: segun los ensayos de los colonos alemanes de Puerto-Montt, puede rivalizar con la caoba, tanto por la belleza de sus fibras como por la transparencia que adquiere la corteza es una de las primeras por la eficacia de sus principios taniños: en Europa es un raquítico arbusto; en el sud de Chile alcanza a una altura colosal; en la forma de postes i de tablas, constituye un ramo importante de comercio: el coihue, [5] inferior en calidad al roble, es de su enorme tronco; simplemente ahuecado al fuego i con instrumentos mui imperfectos, los pobres se construyen de él sus canoas, de las cuales algunas pueden cargar pesos considerables: el mañiu [6], cuya madera reemplaza a la del pino americano, siendo mucho mas sólido: el arrayan [7], mui apropósito para hacer carbon: el ralral [8] el huahuan [9], útiles para construcciones: la luma [10], madera de fierro i elastica. No olvidemos el modesto avellano, [11] cuyo árbol está llamado a ser con el tiempo una fuente lucrativa de entrada para las provincias australes, en donde crece en cantidad prodijiosa: a la llegada de los colonos se principió a dar impulso a este ramo de economía agrícola; al derribar el bosque, han tenido los alemanes la buena idea de conservar los avellanos, i en las tierras vecinas del árbol, la produccion ha casi doblado. Todos estos árboles jigantescos estaban adornados de las flores colorodas del bóquil, [12] cuyas ramas sarmentosas enredan todo el largo del tronco. Al lad o crece el maqui [13], uno de los mejores vulnerarios que se conocen en Chile; su madera resuena transformada en instrumentos de música; su corteza sirve para confeccionar canastas i cuerdas mui fuertes; sus hojas poseen facultades depurativas i cicatrizantes en el mas alto grado: pueden reemplazar al tabaco; he visto en el viaje a Lenglier, que para economizar el suyo, lo mezclaba con estas hojas i las fumaba mui satisfecho; su fruto abundante, esprimido, da un licor fermentado, i seco se le puede guardar para el invierno. Los bosques de Llanquihue contienen todos esos árboles. Los colonos no tienen pues de que quejarse, porque poseen todas las materias primeras a la mano.

Sobre el fondo verde de los árboles, aparecia adelante de nosotros la sábana de agua azul del lago de Llanquihue, i encima, las cabezas emblanquecidas por la nieve del volcan de Osorno i del cerro Calbuco. Como a las dos de la tarde, llegamos a las orillas; la jente nos aguardaba en la casa del Estado, i la embarcacion que hace el servicio de los pasajeros, estaba anclada en la embocadura del Maullin.

Al sacar el barómetro para tomar la altura del lago, tuve el sentimiento de ver que el mercurio principiaba a salirse por el codo del sifon, permitiendo al mismo tiempo la introducion del aire, i de con siguiente inutilizándose; esta era una pérdida irreparable que me impedia verificar las alturas del camino que parte de ellas, habian sido tomadas solo por medio de la ebullicion del agua.

El Lago de Llanquihue, situado a 64 metros sobre el nivel del mar, es el primero al oeste de los lagos que se encuentran colocados por escalones en las falda de los Andes, en esta parte de la América: su mayor anchura es de unos cuarenta kilometros i unos treinta de largo; el punto de las orillas situado entre el volcan Osorno i el cerro Calbuco tiene su latitud i lonjitud determinadas por Muñoz Gamero (41° 12' sud i 72° 49' oeste de Greenwich) sus aguas son mui profundas, en 1859 eché doscientas brazas de cordel i no hallé fondo; el viento las ajita violentamente, i las hace subir mucho en la orilla opuesta. Todas las orillas pertenecen a los colonos, i están adornadas de hermosas chacras. Cuando llegamos, el viento era contrario, aun para la balandra, que tenia que venir de la embocadura del Maullin.

Al fin llegó como a las siete de la tarde i nos embarcamos con nuestras provisiones i las cabras: un colono Aleman, don Francisco Geisse, dueño de una chacra en el Maullin, i a quien encontré en ese momento, me regaló un ternero que tambien embarcamos. Pero el viento continuaba contrario i soplando con fuerza, nos vimos obligados a pasar la noche al ancla i violentamente sacudidos; el lago parecia empeñarse en imitar a la mar en sus furores; al dia siguiente se habian aquietado las aguas, pero continuando el viento i siéndonos siempre desfavorable, fuimos a echar el ancla al pié de la casa del injeniero de la Colonia, don Jose Decher, casa que de lejos se parece a un castillo fuerte, guarnecido de torreoncitos i de troneras: bajamos a tierra para pasar el tiempo i esperar el viento: recibimos una amable hospitalidad de esta familia. A las tres de la tarde, aunque el viento no fuese enteramente favorable, nos hicimos a la vela, navegamos toda la noche, i a la mañana siguiente solo estabamos a la entrada de la grande bahía, cuya punta es formada por la prolongacion de la base del Osorno.

10 de diciembre.—Por la mañana, nos vinos obligado a usar los remos para avanzar, i como no estabamos lejos de la costa sur, fuimos a tierra a cojer pangues: [14] el tallo es jugoso i refrescante, pero tiene e] inconveniente de destemplar los dientes: Sus hojas son inmensos parasoles, mui a propósito para librarse de los rayos del sol; una de ellas tenia ocho metros de circunferencia: cojimos tambien de las ramas de un coigüe, una especie de hongo de color amarillo, redondo como una manzana i de mui buen sabor; se llama yauyao [15]. Como entrábamos ya en los primeros ramales de cordillera, al pié del Calbuco, recojimos algunas muestras de rocas. Despues de esta pequeña excursion, volvimos a bordo. Podiamos admirar entónces toda la parte oeste del volcan: la nieve ocupa como la dos terceras partes de su altura; al pié hai algunos lugares enteramente desnudos de vejetacion; son los puntos por donde han pasado los torrentes de lava de las antiguas erupciones; pero del lado Este, casi todo está cubierto de bosques, lo que prueba que las corrientes no tomaban esta direccion.

El lago es limitado al Norte por los llanos contiguos a Osorno, al Este por el volcan Osorno i el cerro Calbuco, al Sur i al Oeste por colinas cubiertas de alerzales i espesos bosques. Entre el volcan Osorno i el cerro Calbuco se estiende un llano pantanoso, teniendo al norte un verdadero dique natural formado por el campo de lava del volcan. Al fin de este llano se encuentra la abertura que da entrada al lago de Todos los Santos. En la tarde desembarcamos, instalamos la carpa que traiamos i en la noche hubo una tempestad mui fuerte.

11 de diciembre.—Por la mañana, se despachó a los hombres para el camino del lago de Todos los Santos; debian llevar como a la mitad del trecho, entre los dos lagos, una parte de los bagajes i volver en seguida. El viento que era del Norte en la mañana, nos habia traido un poco de neblina, pero como a las diez, tornó al Sur i podiamos esperar sol i buen tiempo, pero ¡vana ilusion! El tiempo no cambió.

La bahía, en donde estábamos, era de forma circular: arco de círculo, cuya cuerda, pasando por el volcan i el cerro Calbuco, dejaba a la derecha un poco de agua del lago, lo que nos incomodó para medir trigonométricamente las alturas del Calbuco i del Osorno; desde Puerto-Montt habiamos medido la altura del Calbuco tomando el angulo zenital de su cima, i calculando la distancia entre estos puntos por medio de coordinadas geográficas; nos dió por resultado solo algunos metros de diferencia con la altura que Fitz-Roy asignó a este cerro; así es que conservamos la misma, que es de 2250 metros. Respecto del Osorno, habiamos medido una base; pero era demasiado pequeña relativamente a la altura del volcan para dar buenos resultados, i nos contentamos dándole la misma que Fitz-Roy le asignó, 2302 metros. La latitud i lonjitud del punto en donde estaba nuestra carpa, habian sido determinadas por Muñoz Gamero; el término medio de cuatro de nuestras observaciones nos dió 41°. 10'. Al Sur se halla el llano pantanoso, del cual he hablado mas arriba, que, del pié del volcan, se estiende hasta el Calbuco i el Rio Petrohue. Al norte se encuentra un llano estéril de un aspecto horrible que Döll llamó el paso de la Desolacion, porque toda la superficie está cubierta de escorias negras de un tinte siniestro. En la falda hai cinco cráteres de erupciones laterales: nosotros solo hemos visto el que está situado al Sud-Este; pero lo que podemos decir es que estos cráteres no alteran la regularidad de la forma jeneral del cono, como tampoco las numerosas quebradas que diverjen del centro a la circunferencia, i cuya anchura va tambien aumentando de arriba abajo, como lo diremos de dos o tres mui notables que vienen a concluir en el lago de Todos los Santos i que describeremos al tocar estos puntos. Todas estas quebradas son debidas a las aguas del invierno i a las producidas por el derretimiento de las nieves en el verano. El cráter del pico era pequeño cuando le visitó Döll, i en 1852 despedia una débil columna de humo.

En el lado meridional se notan dos corrientes de lava i dos bancos de escorias mui grandes: todas esas escorias tienen el mismo aspecto i parecen tener las misma composicion: consisten en una masa negra, un poco rojiza, en que se encuentran diseminados pequeños cristales de felds-pato. Las lavas tienen la misma composicion, pero se distinguen por un color gris mas o ménos oscuro, segun la proporcion de felds-pato que contienen. La última erupcion ha tenido lugar en 1836. Otros dicen que en 1837.

Lo que hai de notable, es que todos los árboles que separan la bahía del llano pantanoso, son nuevos. La existencia de esos pantanos, junto con, la formacion de la localidad i la edad poco avanzada de los árboles, nos conducen a creer, que el lago de Llanquihue comunicaba en otro tiempo con el lago de Todos los Santos, formando un solo cuerpo; comunicacion que fué violentamente interrumpida, o por un solo levantamiento del terreno durante una erupcion del volcan, o por la corriente de lava, que se estiende en el lado sur, de Oeste a Este, sobre un largo de mas de doce kilómetros i que vino a formar un dique, obligando al lago de Todos los Santos a contentarse solo con el rio Petrohue para vaciar sus aguas.

A las tres de tarde llegaron algunos de los hombres que se habian despachado en la mañana: no habian alcanzado al lago de Todos los Santos, i llegado solo a las orillas del Petrohue, en donde depositaron sus cargas: a las cinco llegaron los demas: el tiempo era bueno en la noche.

12 de diciembre.—Buen tiempo: por la mañana salieron los peones llevando víveres: nos hallabamos rodeados de bandadas de torcasas que nos proporcionaron una abundante caza. Se recojieron algunas plantas i musgos para el herbario, i en la tarde llegó la jente.

13 de diciembre.—Por la mañana el sol estába bastante débil, el cielo medio nublado, el Chucao nos aturdia con sus cantos; si se debe creer a los chilotes supersticiosos, era un mal presajio; los peones le tiraban piedras i acompañaban su huida con maldiciones. La jente debia volver al dia siguiente, temprano. Cinco torcasas, víctimas de nuestro plomo mortífero, variaron un poco nuestra comida. En la tarde, viento violento del Nor-Oeste i un poco de lluvia.

14 de diciembre.—Domingo por la mañana, el tiempo no se decidia, nos encontrabamos aislados de todos los otros bípedos de la familia humana: era el primer domingo en el desierto. Ibamos a conocer si es verdad lo que cuentan ciertos viajeros, que han atravesado inmensos desiertos. ¿En donde? La crónica se calla aquí. ¿Era en las ardientes arenas del Africa o en las heladas estepas de la Siberia? ¿Eran acaso hombres animados por el fuego sagrado de los viajes, yendo en busca de un Tombuctu cualquiera, u honrados comerciantes que iban caminando del norte al sur de la Rusia? La crónica es mas discreta todavia sobre este punto. Pero qué importa? Eso no nos impide referir la siguiente historia. Estos viajeros habian notado que durante sus largas peregrinaciones se aburrian periódicamente en ciertos dias i resolvieron apuntarlos; viajaban sin calendario como honrados viajeros o marinos, que teniendo que hacer una larga travesia, les importa poco diez o doce dias de mas o de ménos. Llegaron a un lugar en donde pudieron consultar el almanaque, i vieron con no poca sorpresa que todos los dias en que se habian aburrido eran precisamente domingos. La jente de ciudad ha hecho esta observacion desde mucho tiempo; pero en donde el hecho es mas digno de ser observado es en un desierto, i entiendo por desierto todo lugar en donde uno se encuentra privado de comunicacion con sus semejantes. Nosotros, en nuestra posicion, podiamos haberlo verificado, pero debo decirlo, corriendo el riesgo de desagradar a los viajeros citados, que, ni este domingo ni los siguientes nos aburrimos mas que los otros dias de la semana. Puede ser que haya sido porque teniamos una vihuela i un flageolet, i que nuestros colegas en peregrinaciones estaban privados de estos dos harmoniosos instrumentos.

A medio dia levantamos el campo Lenglier i yo llevábamos cada uno una mochila militar con unas veinte libras de peso, i unas diez libras mas entre instrumentos i armas; con esta carga emprendimos la marcha i entramos en el llano pantanoso ya citado. Figuraos un vasto anfiteatro, cuyos gradientes estuviesen formadas por las crestas de diversas alturas de montañas, teniendo una puerta sobre el lago de Llanquihue, puerta cuyos pilares monumentales serian el volcan Osorno i el cerro Calbuco, i otra puerta menor en el fondo, que es la abertura del lago de Todos los Santos, abertura por la cual pasa, el rio Petrohue que lleva las aguas del lago al seno de Reloncaví: sobre uno de los costados del anfiteatro, es decir, al pié del volcan de Osorno, se estiende el campo de lavas, verdadera mar de escorias, enteramente parecida a una barrera destinada a protejer a los espectadores contra los caprichos de las béstias feroces, si es que hubiesen béstias feroces para animar este círculo de nueva especie.

El suelo es una tierra esponjosa, mui húmeda, formada por la descomposicion de las lavas del volcan: atravesamos estos pantanos directamente de Oeste a Este; despues de cuatro quilómetros de marcha penosa, porque nos sumiamos en el fango hasta las rodillas i al retirar el pié se formaba un vacio como el que se hace con el émbolo de una bomba, entramos en un pequeño bosquecillo de avellanos i otros árboles enfermizos, sobre un terreno mas seco; atravesamos un quebrada profunda, en donde habia agua estancada; bordeamos el campo de lava, i al fin bajamos a la gran quebrada en donde el Petrohue ha abierto su lecho, i por el cual corren bramando sus aguas espumosas.

La playa del lugar en donde debíamos pasar la noche, está formada de una arena fina i negra, que parece provenir de la trituracion de las escorias. Un torrente que viene del Osorno hasta echarse en el rio, ha cavado violentamente su pasaje, cortando unas barrancas a pico; troncos de árboles jigantescos se encuentran desparramados en el lecho. En el punto en donde se junta al Petrohue, las aguas del torrente han desnudado rocas basálticas perpendiculares, i del otro lado del rio se levanta una cuchilla de 500 metros de elevacion, que, bordeando el torrente, sigue para el lago de Todos los Santos. En la tarde tuvimos lluvia.

15 de diciembre.—Lúnes por la mañana, levantamos el campamento, i nos encaminamos hácia el lago de Todos los Santos. El tiempo estaba nublado: andubimos primero como cinco quilómetros por una playa formada de esta arena fina, negra i compacta, despues otro tanto por sobre trozos de lava. El valle del Petrohue se va angostando mas i mas; se estrecha de tal manera que nos vimos obligados a tornar a la izquierda, por el lecho de otro torrente que baja del volcan; caminamos como un quilómetro i volvimos a tomar por un terreno árido la direccion del lago; bajando hácia el Sud-Este, despues de haber atravesado un bosquecillo, nos encontramos a dos o tres cientos metros mas arriba de la salida del Petrohue, en el lugar en donde, algunos años ántes, habia acampado el desgraciado Muñoz Gamero: allí encontramos su embarcacion, pero completamente dislocada; mandé cortar un pedazo, con la intencion de enviarlo a su madre; triste recuerdo, pero precioso para el corazon de una madre que fué privada de su hijo de una manera tan trájica. Hallé en buen estado el bote usado en mi espedicion anterior que habia dejado en la orilla.

En el momento de llegar caia la lluvia con fuerza; el lago estaba de un verde brillante i el poco viento que habia levantaba pequeños penachos blancos; se asemejaba a un manto de un bello color verde, sembrado de perlas arjentinas. El primero que llamó a este lago el de las Esmeraldas tuvo suerte en la eleccion del nombre. Su aspecto es bastante triste, quizás debe esta apariencia a las altas montañas de un verde sombrio que lo ciñen; al medio se ve una islita, tapizada de árboles, i detras de la isla, el camino que debia conducirnos a la cima de los Andes. Ya se oía el ruido del trueno, producido por la caida de los hielos del Tronador: despues, nada turba el silencio de estas soledades, sino el canto melancólico de los hualas de plumaje sombrio. Los pocos tiuques que se ven revoloteando en las orillas, han perdido ahí su carácter bullicioso i pendenciero que en otros lugares los hace tan insoportables. Si Chateaubriand hubiese conocido este lago, no dudo que le habria considerado como un cuadro mas digno para su melancólico René, que las comarcas de la América del Norte en donde hizo soñar a este jemelo de Werther.

A doscientos metros del campamento, vácia sus aguas el lago; en su boca tiene el Petrohue unos treinta metros de ancho; corre bastante despacio sobre una lonjitud de cien metros; despues como un discípulo que se ve fuera del alcance de su maestro o como un chiquillo lejos de las miradas de su madre, principia a hacer un grandísimo ruido, azota sus aguas contra las peñas que le impiden el paso, hace saltar la espuma, i se aleja con fuertes bramidos por el lecho de lava: el ruido i la espuma van creciendo al avanzarse hácia el sur. Cuando las aguas de los torrentes que bajan del Osorno aumentan su volúmen, debe presentar un espectáculo magnífico de devastacion; peñas i árboles jigantescos, arrastrados al medio de las espumosas olas por la violencia de la corriente. Entónces debe el cauce tomar una anchura mucho mayor; lo que nos lo hace creer, es que, en nuestro camino desde el último campamento hasta el lago de Todos los Santos, a unos ciento o doscientos metros del lecho actual del Petrohue, hemos visto el efecto evidente de la accion destructora de las aguas, en unas especies de arcos de piedra cavadas en la orilla, i en las raices desnudas de los árboles riberanos. En la salida, la orilla opuesta del Petrohue, está cortada a pico, pero en donde nos hallabamos hai una playa de arena poco inclinada, en la cual las creces del lago han dejado huellas de sus alturas sucesivas, dibujando con pedazos de leña, curvas horizontales perfectamente regulares. Nos atrasamos en nuestra marcha, por los hombres que llevaban las cargas, i se comprende la dificultad con que avanzabamos, porque llevabamos no solamente los víveres con que diariamente se alimentaba la jente en la marcha, sino tambien los que se iban a usar cuando hubiese dejado en Nahuel-huapi a los hombres que debian volver atras con Vicente Gomez, para aventurarme con mis seis compañeros en busca del desagüe, i alcanzar al Puerto del Cármen, bajando el rio Negro. Quieria tener al separarnos dos meses de víveres para siete personas. Las cargas de cada individuo eran pesadas, de allí resultaban los atrasos, pero eso no nos quitaba el ardor que en toda empresa asegura el buen éxito. Es increible como estos peones soportaban la fatigas; los turcos son hombres de una fuerza proverbial, pero creo que se confesarian vencidos en presencia de nuestros chilotes; tomaban estos por la mañana un puñado de harina tostada con agua, llevaban otro puñado para fortalecerse en el camino, calzaban su hojotas de cuero fresco i luego se ponia en marcha con el pié ájil, el corazon alegre i un peso de setenta i cinco libras en el hombro. Los que llevaba no eran indignos de su reputacion; por eso llegando a las orillas del lago, para recompensarles su buena voluntad i al mismo tiempo darles fuerzas nuevas con la carne fresca, hice matar el ternero que me habia regalado don Francisco Geisse. Las cabras se reservaban para mas tarde. A la noche cesó un poco la lluvia.

16 de diciembre.—Por la mañana llovió mucho. Las nubes que cubrian el lago, no permitían distinguir el mas pequeño pedazo del horizonte: habiamos dejado una porcion de carga en la mitad del camino desde el último campamento; fué preciso mandar a todos los hombres en busca de ella ántes de pasar mas adelante. Salieron a las cinco de la mañana. Este dia, nos vimos obligados a pasarlo en la inaccion; cuando digo inaccion, se debe entender respecto de caminar adelante, porque, aun cuando acampabamos, teniamos siempre algo que hacer, aquí mismo, sino hubiesemos tenido necesidad de mandar a la jente, siempre habria sido preciso esperar que los carpinteros construyesen los remos para los botes de guta-percha i para la embarcacion de mi última espedicion que hallamos en bastante buen estado, es verdad, pero privada de todos sus útiles. La escopeta tambien estaba mui sucia, la habia mandado limpiar al armero de la Colonia, ántes de mi salida, pero era tan húmedo el clima, que con esos ocho o diez dias de viaje i de mansion en unos focos tan grandes de humedad, se hallaba toda mohosa. Teníamos grande interes de conservarla en buen estado porque para el viaje que haciamos, los víveres que nos podian venir del cielo en forma de plumas o del suelo en forma de pelos, no eran despreciables. Cada vez estaba mas contento con la direccion del buen Vicente Gomez, solamente nos incomodaban mucho los gritos de cólera í el olor fétido del jefe de nuestro jénero cabrio, el cabro, que se irritaba al ver rechazadas sus solicitaciones amorosas por sus compañeras de cuernos largos.

A las once i media llegaron los peones; a medio dia, armé los botes de guta-percha; eran mui livianos i no obstante se comportaban bien en el agua: se componían de un sistema de curvas articuladas entre si, sobre una quilla de ocho pies de largo que, al plegarse, les permitía juntarse unas con otras, i ocupar un espacio mui reducido; el forro esterior de guta-percha, era la mitad de una elipsoide; se aplicaba al esqueleto, i se sujetaba por medio de cuerdas que pasaban por unos ojales i unos agujeros abiertos en la estremidad de las curvas. Hice amarrar juntos dos de estos botes; un bogador colocado en cada uno, manejaba un remo i hacia avanzar el sistema que era mui liviano i poco celoso a causa de los tubos de aire que tenian a los lados. El ensayo nos satisfizo, i esperábamos sacar un gran partido de estos botes para acelerar nuestro trasporte al otro lado del lago.

La lluvia continuaba, i sin ella i algunas ráfagas de vientos contrarios que se sucedian sin interrupcion, podriamos haber comenzado el embarque; la sola ventaja que traia esa lluvia, era que los mosquitos que habian principiado a incomodarnos en las orillas del lago de Llanquihue, i que aquí se habian hecho intolerables, cesaban de picar, i disminuia su número cuando la lluvia aumentaba. Procurabamos tener paciencia en la carpa, esperando el buen tiempo; era entónces cuando la guitarra nos prestaba grande utilidad; se habia quebrado, pero mediante algunas ojotas viejas de que hicimos cola, se pudo componer; yo tocaba al flageolet, Vicente Gomez me acompañaba con la guitarra i Lenglier unia su voz al sonido de los instrumentos: concierto era este que bien podria ofender los oids delicados de un dilettanti, pero para nosotros, ménos escrupulosos en la harmonía, tenia la ventaja de hacernos olvidar la lluvia i el mal tiempo.

Nuestro pasatiempo fué interrumpido por la fuga de las cabras que dispararon al monte. Mandé en su busca, temiendo que fuese a encontrarlas como en la Biblia, algun leon devorador. Los peones volvieron sin haberlas encontrado. Al fin nos acostamos, esperando hallarlas al dia siguiente.

En la noche, truenos i relámpagos.

17 de diciembre.—Miércoles por la, mañana lluvia i viento: un os se ocuparon en buscar las cabras, otros en hacer leña, porque era probable que pasasemos todavía el dia ahí. La temperatura bajó mucho en la noche, el nivel del lago subió como cinco centímetros; piedras descubiertas el dia ántes estaban ahora ocultas por el agua; con este hecho pude esplicarme la causa de la existencia de varios árboles muertos que sumidos en el agua de las orillas, se ven en varios puntos del lago, los que mantienen su posicion natural i parecen ha ber crecido en donde se hallan; ha habido pues grandes variaciones de nivel. La boca del Petrohue no es suficiente para dar salida a las aguas del invierno, i los grandes trozos derrumbados del volcan, estrechándolo mas, han orijinado estas variaciones. El viento arrastraba de tiempo en tiempo los nublados i a cada instante, como uno es llevado a creer lo que desea, esperábamos que el tiempo cambiase. Amedio dia, mejoró, i lo aprovechamos para estopar el bote; se recojió todo lo útil entre los restos del de Muñoz Gamero i se hicieron los remos necesarios.

Las cabras llegaron, faltaba solo una oveja; talvez el leon se la comió.

Los leones de estas tierras no son tan terribles como los de Africa, pero tienen el mismo gusto pronunciado por la carne de oveja, el puma (Felix Catusleo) se sube a los árboles como el gato doméstico, cosa que jamas ha hecho el Sultan de la montaña, como le llaman los árabes, tambien este es uno de los medios de tomarlo, se le persigue con perros, i una vez que se ha subido, se le echa el lazo.

Llovió toda la noche hasta el otro dia.

18 de diciembre.—Juéves por la mañana, disminuyendo los víveres a causa de nuestra prolongada permanencia en ese lugar, Vicente Gomez envió seis hombres en busca de provisiones, principalmente de papas que habia dejado para su vuelta enterradas en la orilla de Llanquihue; pensamos embarcarnos i dirijimos hácia la bahía en donde desemboca un pequeño rio que trae las aguas de la laguna de Calbutué. El deseo de comer carne fresca i de ahorrar nuestros víveres de viaje, nos decidió, porque hai en este punto dos o tres potreros limitrofes i los animales vienen a saciar su sed a las orillas del lago. Llevé pues, mi rifle con esperanza de usarlo. Despues de haber navegado dos horas i media, tuvimos que volver sin haber desembarcado. Döll, en su mapa, hace figurar como ininsignificante al estero Calbutué; pero una vez pasada la isla que hai en la entrada, nos encontramos con una gran bahia como de doce quilómetros de largo i uno de ancho. La falta de tiempo nos hizo volver. A las ocho de la noche llegó la jente, trayendo tres sacos de papas i uno de harina cruda: su viaje no habia tenido otro incidente que el pánico ocurrido a un simplon, que iba un poco atras de los demas con un saco vacio, i se asustó a la vista de un zorro, que talvez tuvo mas miedo que él, dejó caer el saco i huyó. Solo hubo que deplorar la pérdida de ese saco. Lo peor era que no se habia hallado rastro alguno de la oveja; talvez ya reposaba en paz en el estómago de algun leon; nos era sensible la menor pérdida de víveres.

En la noche, tiempo variable.

19 de diciembre.—Viérnes por la mañana; habia apariencias de buen tiempo, pero eran engañadoras. La cima del Osorno, que, al levantarse el sol, era de un blanco deslumbrador, se cubrió poco a poco de nublados: Su aspecto, de este lado, es decir, visto del este, no es lo mismo que del lado del campamento de Llanquihue. Dos cerros de un color oscuro bien marcado, que mirados del otro lado, parecian ser parte integrante del cono, aparecen desde aquí distintamente separados de él por una gran quebrada, dirijida del Oeste al Este, i entónces la parte mas baja de la nieve cubierta por estos cerros, desaparece detras de ellos i parece que principiase mucho mas arriba. En la falda oriental es accesible i en poco tiempo se puede llegar a las primeras nieves.

El lago estaba siempre cubierto de nublados, pero en ese dia se hallaban mas altos, i pudimos percibir las crestas de los altos cerros que al Este forman su fondo i en el cual se dibujaba una línea blanca, chorro de agua producido por las nieves derretidas, que caia perpendicularmente de las cimas al lago.

A medio dia, se armaron los botes de guta-percha, i compusimos una flotilla con la embarcacion de madera i cuatro botes remolcados por la primera. Como el viento era favorable, se iban a ayudar los hombres con la vela clásica de los chilotes: tres o cuatro ponches, unidos por agujas de palo. Despachamos casi todos nuestros viveres i todas las cabras i deseamos buena travesia a nuestros marineros.

Con el teodolito, situamos la isla i algunos puntos cercanos de las dos riberas.

El tiempo seguia bueno.

20 de diciembre.—Habia niebla, aunque el viento viniese del sud, viento que en la Colonia siempre traia buen tiempo.

Lenglier salió para reconocer las orillas del lago situadas entre el Norte i el Nor-Oeste. Anduvo como trescientos metros por una orilla cortada a pico i guarnecida de raíces tortuosas i de troncos de árboles; despues encontró una playa de arena, larga como de 1,500 metros, a que vienen a desembocar tres o cuatro grandes lechos de torrentes que bajan de la cima del Osorno; uno de ellos es particularmente notable; formado de paredes verticales, principia mui arriba en el volcan para venir, aumentando su ancho, a concluir en el lago. Las cimas de sus paredes están cubiertas de árboles verdes; pero lo mas curioso eran unos árboles verdes situados en el medio del lecho que se hallaban enterrados en la arena hasta una altura de tres o cuatro varas; probablemente, esos árboles brotaron entre dos: grandes avenidas del torrente i fueron despues cubiertos por la arena, producto de la trituracion de las lavas arrastradas por las aguas en el último derretimiento de las nieves.

Estos lechos sirven tambien de caminos a los leones que viven en las faldas del Osorno i que vienen a apagar su sed en las aguas del lago; Lenglier encontró mui frescos en la arena los rastros de un leon, es decir de una leona, porque detras se distinguian los rastros mas pequeños de un leoncito. Se paseaba talvez por gusto o por hijiene con su cachorro, dándole a conocer los rincones i escondrijos de sus dominios futuros.

En la noche, cuando volvia Lenglier de esta espedicion, llegaban tambien los hombres que habian ido al otro lado del lago: el viaje se habia verificado sin accidente; tres de ellos habian quedado en el Peulla para hacer el sendero. Nos preparamos a levantar el campamento. Al dia siguiente, debiamos trasportar todo al otro lado, las personas i los víveres.

21 de diciembre.—El domingo por la mañana el tiempo era bueno. Salimos a las nueve; al cabo de dos horas, nos hallábamos en la isla que los precedentes esploradores han llamado la isla del Chivato; por unos cabros que dejó en ella Muñoz Gamero; es una isla cuya lonjitud (es mas larga que ancha) tiene la direccion Oeste-Este; está situada en frente de la bahia de Calbutué, tiene al lado unas islitas pequeñas, es toda cubierta de bosques; la orillamos toda i nos desembarcamos en una ensenadita en donde los hombres se refrescaron con pangues; de allí nos dirijimos a la orilla Norte, al Este de una punta arenosa, formada por los alubiones de un rio torrentoso que baja del pico de Bonechemo.

El dia anterior, volviendo del otro lado del lago, los hombres habian creido divisar una vaca en esa orilla; desembarcamos, pero en vano; desde allí vimos que el banco de arena se prolongaba mucho hasta formar un canal mui estrecho entre la isla i el continente. El rio corriendo por entre juncos i yerbas, venia a echarse en el lago. En sus orillas habia algunos canqueñes i patos. Saliendo de allí gobernamos derecho sobre la punta que del campamento habiamos divisado en la otra orilla diseñándose sobre el fondo de los cerros; este fondo es formado de masas elevadas de rocas a pico; dos o tres cascadas perpendiculares se dibujan como rayas blancas; aquí el lago se estrecha i forma un canal profundo, de unos cien metros de ancho; canal en semi-círculo, que torna su concavidad hácia el Norte. En la mitad del canal, divisamos una abra en donde debe probablemente desembocar algun estero.

A las seis de la tarde, llegamos a la boca del rio Peulla algunos instantes ántes se conoce ya su presencia. El agua del Peulla proviniendo del derretimiento de los hielos salidos del ventísquero, es de un blanco turbio, que mancha las aguas verdes del lago.

Desembarcando, hallamos a los hombres, que se habia dejado la víspera, i ademas tres cabras muertas. ¿Era esto el resultado de la mala voluntad de la jente, para seguir la espedicion, o bien del mareo que habian esperimentado estos animales durante la navegacion? Nunca pude averiguarlo. En fin, hicimos un buen fuego, porque el aire estaba mui frio, i dejamos para el otro dia, la tarea de visitar los alrededores.

22 de diciembre.—Antes de dejar el lago de Todos Santos, completaremos su descripcion.

Se estiende de Este a Oeste por espacio de veinte i ocho kilometros, tiene por límites al Oeste, el volcan de Osorno, i el valle pantanoso en donde desemboca el Petrohue; al Sud una cadena de cerros que se abre en un punto en donde pasa el rio Calbutué; al Norte, una série de picos redondos, unidos al volcan i que se ven desde la ciudad de Osorno i a los cuales Döll ha dado los nombres con que se les designaba en el país; notemos de paso que la línea de picos no es contínua; se interrumpe a la derecha de volcan i parece formar un portezuelo por el cual se podria ir de Todos los Santos a Osorno, sin atravesar el lago de Llanquihue. Estos picos son la Picada, el Puntiagudo, el Bonechemo, i el Techado, aunque éste mas bien hace parte del límite oriental se halla justamente dominando la desembocadura del Peulla, i sus costados perpendiculares forman la muralla septentrional que estrecha el rio en este lugar.

De todos estos picos el mas notable es el Puntiagudo; es un cono perfecto de unos 1,800 metros de elevacion cubierto de nieve hasta su base; del centro de la cima se eleva una punta aguda i acanalada como un tornillo.

Las aguas del lago tienen una temperatura media de 12 grados centígrados, siendo la del aire 18 o 20; se hallan a una altura de 214 metros sobre el nivel del mar, i la elevacion mayor de la lengua de tierra encerrada entre Todos los Santos i Llanquihue es de 300 metros.—Varias observaciones dieron una latitud de 41° 1O' al lado occidental del lago.

Por la mañana, Vicente Gomez salió con toda la jente para hacer los senderos, conduciendo una carga liviana; nosotros tomamos la latitud del punto en donde nos hallabamos (40° 5'). En la tarde volvió Vicente Gomez con toda la jente; habia ido hasta el pié del boquete, de donde se apercibe el Tronador, i habia dejado tres carpinteros con sus herramientas que, hacha en mano, debian continuar su viaje hasta Nahuel-huapi i emprender inmediatamente la construccion del bote.

La noche fué magnífica.



  1. Fitzroya patagonica [Hóok].
  2. Drymnis chilensis (D C).
  3. Eucryphía cordifolia (Cavan).
  4. Persca lingue (Nees ab Es).
  5. Fagus dombei [Mirbel.]
  6. Saxe Gothea conspicua [Lindley]
  7. Eugenia apiculata [D C].
  8. Lomatia obliqua [R Brown]
  9. Laurelia Serrata [Ph.].
  10. Myrtus Luma [Mol].
  11. Guevina Avellana [Mol].
  12. Mitraria Coccinea [Cavan.]
  13. Aristotelia mapui [L'Her].
  14. Gunnera scabra
  15. Cytharium Berterii.