Viajando
SENTADO en un sillón en la ancha popa
De alígero vapor
Me arrulla el incesante clamoreo
De las olas del mar que va rasgando
La quilla con vigor.
Acaricia mis sienes con sus alas
Húmeda brisa que en las járcias vibra
Con musical rumor,
Y meciéndome el mar, como en la cuna
El cuidadoso júbilo y los mimos
Del maternal amor,
Me entrego al blando, al delicioso ensueño
Que en éxtasis me lleva á lo pasado
En vuelo seductor.
Evoco las imágenes queridas
Que cual nimbus en forma de celaje,
De vívido color,
Aparecen allá en los horizontes
De ese perdido ayer, que, tantas veces,
Me extremeció de amor.
Vuelvo á verlas al fin, las acaricio,
Y ellas vuelven á abrir, como las flores
Á influjo del calor.
Sus delicados cálices de néctar
Y á ofrecerme la dicha en los efluvios
Del no extinguido olor.
Vuelan las horas... — ¡Ay si así volaran
Al despertar... ni crímenes ni sangre
Ni dolo ni rencor
Vieran mis ojos — Arrulladme al menos
Olas del mar con vuestro eterno y vago
Monótono rumor.
Puesto que, inmensas, raudas, infinitas,
Nunca podeis lavar de los mortales
Tantas manchas de sangre y de baldón.