Venus (Valdés)
Ya que fue inevitable mi infortunio, y que no hubo remedio a mi desgracia, haz que los males que me martirizan, y las penas acerbas que traspasan mi cariñoso pecho, se mitiguen, y cese mi desdicha tan infausta: transfórmame a mi Adonis amoroso en la flor más preciosa, en la más rara, en la más olorosa y más risueña que pueda de tus manos ser formada, y en ella encontraré cuando la mire aquella seductora y dulce gracia, aquellas perfecciones y atractivos, que mis ojos amantes cautivaban.