V. El carácter inconcluso de la restauración capitalista

​Tesis Programáticas para la Cuarta Internacional​ de Jorge Altamira

V. El carácter inconcluso de la restauración capitalista editar

23. El enorme avance de la restauración del capital en los ex Estados obreros no significa de ninguna manera que se trate de un proceso histórico que haya arribado a una conclusión. La importancia teórica de esta caracterización reside en que condiciona la caracterización de la crisis capitalista mundial en su conjunto. Es necesario distinguir los estadios que caracterizan el desenvolvimiento del capital y en especial el entrelazamiento de sus diferentes etapas. En esto consiste, precisamente, el análisis histórico concreto. La transferencia sin precedentes del patrimonio estatal a un puñado de acaparadores privados no le ha quitado todavía su lugar de arbitraje excepcional a la burocracia estatal oriunda del viejo régimen (con referencia a las burocracias de los países capitalistas, incluso los más estatizados). Esto es muy claro tanto en China como en Rusia, pero vale hasta cierto punto también para algunos países de Europa oriental. En Cuba, ese arbitraje es el más autónomo. En Cuba la restauración del capital ha seguido la vía de inversiones extranjeras limitadas y no ha habido virtualmente transferencia de propiedades estatales, aunque el patrimonio económico público se encuentra principalmente en manos de una corporación, las fuerzas armadas, que forma parte del Estado, pero que no es el Estado mismo. En China, ha tenido lugar una enorme penetración del capital extranjero y se han formado grandes capitales privados, pero el patrimonio económico del Estado aún supera al del capital privado, en especial en los bancos. En los ex Estados obreros prospera el capital privado, pero no se ha formado todavía una clase capitalista. La mediación de los capitales privados se realiza predominantemente a través de la burocracia y está condicionada por disposiciones administrativas de esta burocracia. Los parlamentos no constituyen, en ningún caso, la representación, o sea la mediación política, de los capitalistas como clase. Tampoco existe realmente una clase de capitalistas compradores que tenga el monopolio de la relación entre el capital y el mercado internacionales, de un lado, y el mercado interior, del otro; en China, Rusia y Cuba esa mediación corre, al menos principalmente, por cuenta de la burocracia del Estado. El acaparamiento de la propiedad estatal puede ser un paso hacia la formación de una clase capitalista, pero no es sinónimo de ella. El capital se sigue formando, en el mercado interior, por medio del saqueo del patrimonio y recursos del Estado. Aunque con gradaciones que varían entre sí considerablemente, el capital no es aún la potencia social dominante, o sea que es capaz de subordinar efectivamente todas las formas del trabajo social a la acumulación del capital. En China, donde esta potenciación social del capital es más intensa, este papel lo desempeña el capital extranjero no el nacional (la manifestación más desarrollada de un capital nacional chino tiene lugar en Hong Kong y se ramifica a las regiones costeras del sur). Las contradicciones propias de estas formaciones sociales entrelazadas, "sui-géneris", de los regímenes capitalistas transitorios, han tenido una manifestación excepcional en la semi-confiscación de los pulpos petroleros rusos Yukos y Sibneft, por parte del Estado. El gobierno de la burocracia rusa se postula a intermediario entre el capital petrolero internacional y los recursos petroleros de Rusia. Ha sido forzado a proceder de esta manera por la inminencia de una transferencia de propiedad de la oligarquía rusa, sin capital para competir en el mercado mundial, al capital petrolero internacional. En esta expropiación parcial de la oligarquía ha intervenido en forma decisiva la crisis política internacional, toda vez que los recursos, el transporte y los métodos de distribución de gas y petróleo plantean crisis internacionales en el Extremo Oriente, con referencia al abastecimiento de China y Japón; en el Artico, con referencia al transporte a Estados Unidos; en el Asia Central y el Mar Caspio, con referencia a sus yacimientos; en el Cáucaso con referencia al transporte a Europa, lo cual es también determinante con los ductos que atraviesan Bielorusia y Ucrania. Como ocurriera a lo largo de todo su pasado, Rusia vuelve a ser incapaz de relacionarse con el occidente capitalista por medio de un capital socialmente independiente.

24. La cuestión de la propiedad no ha sido resuelta, al menos en Cuba, China y Rusia, las naciones más importantes en la historia política revolucionaria. En Rusia los grandes conglomerados tecnológicos, las joyas de la corona de la ex URSS, siguen, parcial o totalmente, en manos del Estado. En la ex Yugoslavia se encuentran incluso en el limbo las soberanías estatales y los territorios, algunos de ellos incluso revisten la condición de protectorados. Entre el proceso de privatización que caracteriza a la restauración capitalista y las privatizaciones corrientes en las naciones burguesas existe mucho más que una diferencia de grado, en primer lugar por su escala, en segundo lugar por su peso en la economía mundial y en la redistribución de poder entre los monopolios capitalistas internacionales, en tercer lugar porque implica una catástrofe social para decenas y centenares de millones de personas. En China la transformación capitalista de la propiedad ha sido facilitada por la ausencia de una gran industria estatal moderna, al menos en comparación con la de Rusia. Pero aún tiene que resolver, por una parte, el destino del monopolio financiero y del crédito que aún conserva el Estado y, por la otra, el de la propiedad agraria de centenares de millones de campesinos que explotan la tierra en la forma de usufructo. Los bancos estatales se encuentran en bancarrota, con un monto de créditos incobrables que iguala al producto bruto interno de China. La privatización de los bancos estatales supone una declaración de quiebra financiera parcial del Estado, pero también plantea la amenaza del derrumbe de decenas de miles de empresas industriales financieramente quebradas, con su secuela inevitable de decenas de millones de cesantías. Un rescate estatal de estas empresas no plantearía solamente la perspectiva catastrófica de una hiperinflación sino también una catástrofe financiera internacional, que sería un resultado del retiro del capital en divisas que China tiene invertido en las deudas públicas de diferentes estados capitalistas. Las contradicciones extraordinarias que caracterizan a la restauración del capitalismo quedarán expuestas a fuego en las crisis financieras internacionales que se anuncian inminentes, como ya quedó de manifiesto, en una escala harto menor, en 1997-99, cuando la crisis asiática provocó la crisis rusa y el derrumbe, a término, del gobierno de Yeltsin. La perspectiva de la privatización agraria ya está dando lugar a la expulsión de los campesinos de la tierra por parte de las burocracias locales que hasta ahora los explotaban principalmente por la vía confiscatoria del impuesto, las tasas y los tributos. En China la concentración de la propiedad de la tierra ya se encuentra en marcha y, paralelamente, la intensificación de las rebeliones en el agro. El otorgamiento de rango constitucional al derecho a la propiedad privada apunta a consolidar la superestructura jurídica del proceso de privatización financiera, industrial y agraria, que se encuentra recién en los inicios. La restauración capitalista no podría ser nunca, fundamentalmente, un proceso orgánico interior. El capitalismo ha alcanzado un nivel histórico de desarrollo que pone un límite infranqueable a esa posibilidad. La restauración capitalista sólo puede desenvolverse como un proceso internacional, sometida a la hegemonía del capital financiero. Pero el capital internacional procede, en esta labor, conforme a su propia naturaleza. Está obligado a abordar y a condicionar la restauración capitalista a la lucha internacional por el control y la hegemonía del mercado mundial y por el monopolio de la redistribución de influencia que la restauración capitalista provoca en el mercado mundial. A partir de aquí pone en movimiento una contradicción importante; de un lado, una tendencia a valerse de la penetración en los nuevos mercados para intensificar la competencia por el monopolio del mercado mundial existente y, del otro, una tendencia a bloquear la restauración del capital para atenuar esa competencia mundial y frenar el ingreso de nuevos competidores. La penetración capitalista extranjera en los ex Estados obreros ha sido impulsada hasta ahora por el precio relativo menor de la fuerza de trabajo y de los recursos tecnológicos y naturales, agudizando la competencia en el mercado mundial entre los monopolios capitalistas establecidos. La re-colonización económica masiva del espacio interior de los ex Estados obreros se encuentra en gran parte condicionada al desenlace de la rivalidad comercial, financiera y política que se ha acentuado, entre esos monopolios y entre sus respectivos Estados. En resumen, la restauración capitalista constituye un episodio histórico concreto de crisis gigantescas y revoluciones.

25. Los trabajadores de los ex Estados obreros tienen frente a ellos una gama de tareas políticas: 1. La lucha contra la burocracia, porque la expoliación de la burocracia para acumular privilegios no ha desaparecido sino que se ha acentuado como consecuencia de la tendencia a la restauración del capitalismo; 2. La lucha contra la restauración del capitalismo, porque, de un lado, la privatización de la propiedad expropiada al capital todavía está en sus inicios y porque, del otro lado, las privatizaciones constituyen un largo proceso de lucha contra los trabajadores por parte del capitalista que ha entrado en posesión de la propiedad estatal para adaptar la explotación del trabajo a las nuevas condiciones de producción y a las nuevas condiciones de mercado; 3. La lucha contra el capital. La IV Internacional rechaza las posiciones que: 1. Llaman a defender e incluso apoyar a la burocracia, atribuyéndole el carácter de un límite parcial a la restauración capitalista y una moderadora de la tendencia de ella a una intensificación de la explotación. Destacamos, por el contrario, la acentuación del parasitismo de la burocracia y de sus propias tendencias explotadoras, así como de una tendencia a estrechar relaciones con el capital internacional. Esta posición distorsionante acerca del rol de la burocracia se manifiesta principalmente con relación a Cuba, en menor medida en China y ha reaparecido en Rusia con posterioridad a los roces de Putin con la oligarquía que fue creada en el período de gobierno de Yeltsin. En conformidad con las peculiaridades que distinguen a los diferentes países y teniendo incluso en cuenta las características de las situaciones políticas del momento, la IV Internacional plantea el derrocamiento de las burocracias existentes y su reemplazo por gobiernos obreros y campesinos que repongan la dictadura del proletariado, confisquen a la burocracia y expropien al capital y establezcan un sistema de gobierno de consejos obreros. 2. Que oponen a la privatización integral de la propiedad estatal el establecimiento de un régimen social mixto o cooperativo, alegando que la asociación con el capital privado es indispensable para superar el atraso histórico que la burocracia fue incapaz de resolver o que pudo haber agravado. La perspectiva de una cooperación breve o relativamente prolongada con el capital internacional o incluso nacional en el terreno económico, que sirva a una causa histórica de progreso se encuentra, sin embargo, condicionada a varios factores: uno, a que esa negociación sea encarada por el gobierno obrero y no por la dictadura burocrática; dos, a consideraciones internacionales y no solamente nacionales, en primer lugar el estado y las perspectivas de victoria de la revolución mundial. El carácter social de una transición está determinado por el carácter del Estado; cuando éste ha pasado a manos de una burocracia, la privatización en masa lo convierte en una garantía, no de las viejas conquistas sociales, sino de las adquisiciones capitalistas. 3. Atribuyen los resultados destructivos de la restauración capitalista, tanto reales como potenciales, exclusivamente a la supervivencia de la burocracia y a que no se hubiera establecido una democracia efectivamente representativa. En realidad, sin embargo, ninguna democracia representativa ha podido prescindir, históricamente, de una burocracia y, lo que es más, la historia política de la democracia, o sea de la dominación de la sociedad civil, no ha sido más que la persistente estatización de las relaciones civiles. La reivindicación de la democracia formal ha sido, en todo el proceso preparatorio de la restauración capitalista, el mecanismo ideológico que ha encubierto la expropiación del patrimonio estatal por parte de la burocracia, los acaparadores privados y el capital internacional. La pretensión de desalojar las grandes revoluciones sociales de contenido proletario del siglo XX de la historia, en especial de la revolución del 17, por medio de un proceso indoloro, pacífico o gradual ya ha fracasado. Por el conjunto de factores que la condicionan, la restauración del capital deberá dar lugar a gigantescas conmociones sociales y políticas internacionales. De todos modos, una victoria del capitalismo sólo tendría la capacidad de retrasar la marcha de los minuteros de la historia. Esa victoria replantearía la lucha entre el capital y el trabajo en nuevas condiciones históricas; es decir, la competencia, la concentración de la riqueza en pocas manos, la socialización de la producción, las crisis, las contradicciones insolubles del capital, en fin un nuevo período de revoluciones socialistas.