Travesía panameña: ha llegado la hora de contar nuestra historia. Historia de Panamá

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Resumen

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A pesar de todo lo arrogantes que podemos ser, somos una especie más del Reino Animal, con el cual compartimos muchas características físicas y comportamientos culturales. Sé que a usted ni a nadie le gusta que le diga esto y que le insista que es un Mamífero del orden de los Primates. En Geo Panamá: Informe del Estado del Ambiente (2009)se señala que en el país existen 259 especies de mamíferos, de las cuales ocho son primates. Pues bien, debería decirse nueve, porque en ese conteo no incluye al ser humano. ¿O no somos primates?

Al mismo tiempo, tenemos diferencias que nos distinguen de otras especies de nuestra Tierra. Una de ellas es el pensamiento simbólico, que permitió desarrollar nuestra civilización. Mas, en mi opinión, esa característica es producto del azar de la naturaleza. El mismo pensamiento simbólico es el que nos ha permitido “imaginar” que somos superiores a otros animales. Incluso, creer que entre nuestra misma especie hay personas o razas superiores. En este sentido, yo coincido con lo que ha expresado uno de los más importantes genetistas de nuestra época, Luigi Luca Cavalli-Sforza. El afirma que no existe fundamento científico para clasificar a los seres humanos en razas. Que las diferencias de color de piel, de ojos y otras características físicas, son productos de mutaciones heredables, que componen el acervo genético del ser humano. Lo que indica, que nuestra especie es genéticamente diversa y saludable.

Asimismo, el pensamiento simbólico, nos faculta para preguntarnos por qué estamos en esta Tierra, también para darnos cuenta que nuestro hogar es tan cambiante y tan frágil que debemos cuidarlo. Este pensamiento nos ha hecho razonar acerca de la importancia de mantener la paz con uno mismo y con nuestro propio espíritu; para luego estar en paz con nuestros vecinos, amigos y el resto de los seres de la Tierra. Es con esta idea simbólica, que somos capaces de contemplar nuestro entorno y emocionarnos con las cosas bellas que existen y aún más, cuando nuestros vecinos o amigos derraman bondad. Asimismo, nos induce a involucrarnos cuando vemos injusticia y violencia. Incluso llegar a dar nuestra vida por esas causas, tal como hicieron algunos héroes del relato.

Quiero reforzar nuestro linaje africano, quienes realizaron una travesía épica desde África hasta llegar y asentarse en el Istmo de Panamá hace unos 12,500 años. Igualmente, llegamos al Istmo de Panamá, desde norte América y, luego, recibimos la influencia de nuestros hermanos europeos.

Hay pruebas arqueológicas, genéticas e históricas para entender que el 83% de los panameños del siglo XXI tenemos sangre indígena. Y a pesar, de que hablamos español y nuestra cultura es occidental, sólo el 2% de los panameños conservan aun su acervo genético europeo intacto. Es una afirmación que contrasta, significativamente, con lo que la gente panameña percibe hoy. Por ejemplo, según los datos del Censo 2010, sólo el 12,3% de la población panameña se reconoce de origen indígena. Se ignora además, que el 9% de la población panameña, tiene como lengua materna una variante moderna del chibcha; cuya integridad y antigüedad sobrepasa el castellano que hablamos el resto de la población.

Hay que rescatar algunos héroes indígenas como: Paris, Natá, Escoria, Careta, Comogre, entre otros, de quienes poco se trata hoy, y menos en nuestras escuelas. En mi opinión, se han ignorado, por esos mismos prejuicios generalizados de que “nosotros estamos aquí y ellos están allá”, en la Comarca. En Panamá, he escuchado, muchas veces, a personas, que quiero mucho, decir: “esos indios de las comarcas que están allá”. Como que aún seguimos considerándonos superiores.

Con todas las pruebas arqueológicas, genéticas e históricas, que he recopilado en el libro Travesía Panameña, he querido demostrar que Panamá prehispánico estaba al mismo nivel cultural que nuestros hermanos europeos que nos colonizaron. Que las diferencias eran las tecnologías de guerra (igual que hoy, entre nuestro país y las potencias militares), el nivel de Desarrollo Humano y que, en España existía un escenario económico y social que los llevó a salir de su entorno y explorar el Mare Tenebrosum. Sin embargo, si la historia hubiera continuado de otra forma, no es iluso pensar, que hasta pudo ser alguno de los imperios americanos los que llegaran primero a Europa o a Asia, en el hipotético futuro.

Hay pistas de cómo se ha ido conformando la panameñidad, producto de la mezcla de viajeros quienes llegaron a este terruño. Historias personales, como la de Quibian, la de Balboa y de Anayansi, son ejemplos de panameñidad. Como la de Diego de Almagro y Ana Martínez. La de Paris, Natá o Gaspar de Espinosa. Todos hombres y mujeres tan buenos y tan malos como nosotros mismos. Al igual que lo escribió Xavier Sáez-Llorens,creo que “no hay panameños originarios”, porque todos somos viajeros que hemos llegado a esta hermosa tierra en diferentes épocas. Aunque de formas distintas, todos hemos contribuido y protegido nuestro entorno. Travesía Panameña: ha llegado la hora de contar nuestra historia. Rodrigo Coloane Antony