Una verdad peligrosa

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


Una verdad peligrosa.

El lacedemonio Androcilo, siendo cojo, sentó plaza de soldado, y ouando sus amigos le decian que tendría que pelear con gentes ágiles y fuertes, les replicó:

— Para pelear no se necesita correr, sino estar parado.