Una traducción del Quijote: 07
La Princesa tenía dislocado el pié. La cura fué lenta, y la linda paciente tuvo que permanecer muchos dias en su aposento.
Durante este tiempo, ella y el aya hablaron algunas veces del jóven del Retiro. La anciana le recordaba con gratitud.
— ¡Pobre jóven, —decia;— qué bueno parece! A no ser por él hubieras sufrido mucho más. ¡Cómo te llevaba en brazos, y qué cansado debia estar cuando te dejó en el coche!
La Princesa oia al aya y se quedaba pensativa.
Un dia ésta recordó un incidente.
— Sabes, —dijo, — que creo que me he traido un libro de ese jóven, que recogí del suelo.
La Princesa se hizo traer los pocos libros que últimamente habia leído.
Entre ellos encontró uno desconocido, pero que creyó haber visto en manos del jóven del Retiro. — Efectivamente, —dijo á su aya;— este libro no es mio; debe ser el que tú recogiste.
Y miró el título.
El título decia: I promessi sposi.
La Princesa se turbó.