Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


Una sola pregunta.

En la época famosa de los gremios se presentó con una carta de recomendación al examinador de los maestros albañiles un mozalvete como de veinte años, que quería obtener la cartilla de examen sin sufrirlo.

— Es necesario, dijo el honorable examinador, cubrir cuando menos las formalidades y dejar á salvo la conciencia.

— Señor, me han ofrecido que seria aprobado sin examen y no vengo dispuesto á contestar, dijo el mozo.

— Necesito irremisiblemente hacerte una pregunta, una sola ¿lo entiendes? pero si no la contestas no hay cartilla.

— Si es una, venga, contestó el examinando.

— ¿Cuántas estrellas hay en el cielo?

— Eso es fácil, muy fácil; tantas, señor, como pelos tiene mi jaca negra.

— ¡Hombre! ¿Y cuántos pelos tiene?

— Señor, esa es segunda pregunta y V. ha ofrecido hacerme una sola.