Una pequeña dificultad

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


Una pequeña dificultad.

Un magistrado cargado de años y hombre de gran reputación en el foro francés, se presentó un día á Enrique IV, que lo recibió con la mayor benevolencia.

— ¿Qué deseas? le preguntó el rey.

— Señor, hace dos años que estoy sin empleo y mi familia está pereciendo.

— Es muy justo que pidas, y te tendremos presente para la primera vacante que ocurra en tu categoría.

El magistrado se retiró lleno de esperanza y confiado en la palabra del soberano; mas viendo que pasaban un mes y otro mes y que no se le reponía, volvió á la presencia de S. M. , que le salió al encuentro con aire de satisfacción.

— Ya tengo un cargo, le dijo, que te vendrá como de molde para salir de apuros.

— ¿Y puede saberse cuál es, señor? observó el magistrado con timidez.

— Sí; vas á tomar posesión de una canongia en Tolosa.

— Señor, tengo una pequeña dificultad; soy casado con ocho hijos.

— ¡Vaya, vaya! repuso el rey volviéndole la espalda. Si te andas con esos escrúpulos, en tu vida conseguirás colocarte.