Una mata de helecho: 04

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.



III.

Breve es el crepúsculo en la region á que corresponde Andalucía, de suerte, que á poco de haber rayado el alba, rompió el sol esplendente la neblina del mar.

Los Montañeses de la Jarquía, que sólo por mera obediencia y temor, habian llevado hasta allí al cristiano moribundo; dijeron estaban cansados, y añadiendo, que harto habían hecho en llevar á cuestas á un perro, muerto por añadidura, mostraron resolucion de no seguir adelante, si el ginete no les pagaba.

— Los perros, montaraces, sois vosotros; —dijo éste,— que no conoceis á Yusef Ben-Lope. Pero en la Jarquía habeis nacido, y basta. Sabed, pues, que en toda la Hoya de Málaga, y desde aquí hasta la Sierra de Bentomiz, la palabra de Yusef Ben-Lope es prenda de oro; y él, que ha prometido pagaros con largueza vuestro trabajo, lo hará, pero cuando hayais acabado, para lo cual sólo os faltan diez minutos. Descansad, pues...

— No podemos más; — exclamó el aporreado, que por ello miraba lleno de rencor al ginete.— Llevamos andando toda la noche, y después de pelear con los Cristianos y cargar con uno de ellos muerto; que no se por qué, ni para qué le quieres; me parece deberias ya pagarnos, dejándonos en libertad de tornar á casa.

— Has hablado como un buitre de los que al presente se están saciando de carne cristiana en las lomas de Cútar; —respondió Yusef, con ojos centellantes.— Ave de rapiña, cobarde y asquerosa, que vives de los despojos que te deja el águila vencedora; chacal cobarde, que aguardas á que el león mate y despedace para comer tú, ¿dónde estabas cuando la pelea? ¡Mientes, si dices que te has atrevido jamás con ningún Cristiano armado! Tú, y los tuyos, no habeis acudido sino á la carne muerta; tú y los tuyos, ¿qué habéis hecho, sino aguardar á que nosotros los guerreros os diéramos carne en que saciaros y muertos que despojar? Los tuyos andarán ahora por la Jarquía matando míseros cristianos extraviados; pero, ¡por el Santo Profeta, que no os ví á mi lado cuando los enemigos caian sobre nosotros, como granizo en las huertas de naranjos y limoneros!!

Estas y otras razones, más poderosas todavía, persuadieron á los Montañeses á tomar de nuevo las parihuelas y seguir andando. No sin placer hallaron, que, en vez de subir, habia que bajar hácia una casa de campo, de modesta apariencia, que Yusef les mostraba.

Y en verdad, que ya era tiempo de llegar. En Marzo pica el sol y molesta por las costas de Málaga; y á la sazón, de tal suerte daba de soslayo al moribundo cristiano, que éste torció el rostro, no pudiendo, sin duda, sufrir en los ojos, aunque cerrados, tan fuertísima luz.

— No le hagamos padecer; —exclamó Yusef, poniéndose al lado y resguardando con su adarga al herido.

Habia por todas aquellas alturas y ribazos casas esparcidas, como lo están al presente; delante de las cuales se veian tambien cuatro, seis ó más, á modo de cajas cuadrilongas de fábrica, que servían, como hoy sirven, de paseros. No muy lejos de la Peña del Oro, y dando vista al arroyo Jabonero, que asi le llamaremos, conforme es su nombre actual, se hallaba la casa de Yusef Ben-Lope, hacia la cual enderezaron sus pasos los de la Jarquía.

El edificio venía á estar frente á la que hoy llaman, y en efecto es propiedad de Tellez, de cuyo lugar, entonces todo él cubierto de almendros é higueras, le separaba la pequeña cañada que hácia la Peña del Oro endereza.

La morada de los Beni-Lope, ó como si dijéramos, hijos de Lope, estaba rodeada de tierras de la propia familia, que bajaban al arroyo Jabonero, llamado hácia esta parte, Toquero, y subiendo por las laderas de enfrente, venian á ser las mismas que hoy día corresponden á lo de Tellez, como al uso de la tierra llaman los Malagueños á la referida propiedad.

Tampoco se diferenciaba mucho la casa de los Ben-Lope de la que en nuestros dias habitan en el frontero ribazo los moradores cristianos.