Un cojo y un picarón
A un buen Cojo un descortés Insultó atrevidamente; Oyólo pacientemente, Continuando su carrera, Cuando al son de la cojera Dijo el otro: «Una, dos, tres, Cojo es.» Oyólo el Cojo: aquí fue Donde el buen hombre perdió Los estribos, pues le dio Tanta cólera y tal ira, Que la muleta le tira, Quedándose, ya se ve, Sobre un pie. «Sólo el no poder correr, Para darte el escarmiento Dijo el Cojo, es lo que siento, Que este mal no me atormenta; Porque al hombre sólo afrenta Lo que supo merecer, Padecer.»