Un Sermón de San Francisco

​El Tesoro de la Juventud​ (1911)
El libro de la Poesía, Tomo 17
Un Sermón de San Francisco

Nota: se ha conservado la ortografía original.

Este romance anónimo, lleno de candorosa poesía, cuenta uno de los singulares episodios de la vida del pobrecito de Asís.


UN SERMÓN DE SAN FRANCISCO

CAMINA el santo Francisco,
Sin norte, de sol a sol;
A un lugar humilde llega;
Predicar determinó.
Ve, orillitas del camino,
Cuánto pájaro cantor
Puebla el aire, y a las hojas
De los bosques hace el son,
Y díjoles a sus frailes
El santo mendigador:
— «Aquí me esperen; a hablar
A los pajarillos voy.»-—
Las golondrinas gritaban;
Callarse las ordenó:
Estuviéronse calladas
Cuanto durara el sermón.
Por medio a las avecillas
En el campo penetró;
Bajábanse de las ramas
Cercándole en derredor.
Embebecidas le escuchan
Mientras el labio movió;
No se vuelan sin que el Santo
Las eche su bendición,
Y fray Jacobo de Massa
A fray Masseo contó
Que aun rozadas por la jerga
Ni una sola se espantó.
Así del Santo decía
La candorosa oración:
—En deuda con Dios vivís.
Pájaros que me escucháis.
Si doquier no le alabáis.
De la deuda no salís.
En las plumas contra el frío
Doblada ropa os vistió,
Y veloces alas dió
Libres a vuestro albedrío.
Piadoso os quiso salvar
Del diluvio con Noé;
Favor de su gracia fue
El aire en que respirar.
Para refugio escondido
Os dió montes y llanuras.
Arboledas y espesuras,
Donde abrigar vuestro nido;
Arroyos en que beber,
Y, sin romper ni sudar,
Viñas en que vendimiar
Y mieses en que comer.
En fin, no siendo entendidos
En el hilar y el tejer.
Vestidos os lográis ver
Y vuestros hijos vestidos.
Pues tan pródigo fué en dar
¡Cuánto os ama el Criador!
Pagad su divino amor
Cantándole sin cesar.» —
Dijo Francisco; y apenas
Su dulce labio calló,
De la muchedumbre alada.
Gentil hechura de Dios,
Muestran el gozo inocente.
La intensa satisfacción
Con sus gorjeos los picos,
Las alas con su temblor.
Como si fueran capaces
De sentido y devoción,
Los ágiles cuellos mueven
En aplauso o en fervor,
Doblando sus cabecitas
Hacia el polvo o hacia el sol,
Y a la par de ellas el Santo
Siente gozo y siente amor.
Y su variedad admira,
Su llaneza, su atención.
Grata ocasión a su espíritu
De alzarse hasta el Criador.
Con la señal de la cruz
Al cabo los despidió:
Dales de partir licencia
Con el gesto y con la voz.
Y elevándose en los aires
Con prodigioso rumor,
Mostrando alegría inmensa
En su vuelo y su canción,
Los pájaros se perdieron
Como el Santo señaló,
Siguiendo los cuatro brazos
Del sacrosanto guión.
Una parte hacia el Oriente,
Otra hacia Ocaso voló.
La tercera a Mediodía,
Los demás al Septentrión.