​Tu nombre
A ...​
 de Ramón Samaniego Palacio



      No se engañó el alma mía,
 ni al decírtelo mentí
 que tu nombre es para mí
 nota de dulce armonía;
 

     música suave que encanta
 y que sorprende mi oído,
 como el melodioso ruido
 del ruiseñor cuando canta.
 

      Tu hermoso nombre me suena
 más dulce que los rumores
 de la brisa entre las flores
 soplando mansa y serena;
 

     más que el plácido murmullo
 del arroyo transparente,
 más que el gemir de la fuente
 de las auras el arrullo;
 

      más que el trino encantador
 del ave que en la enramada
 saluda de la alborada
 el prístino resplandor;
 

      más que el suspiro anhelante
 de la virgen pudorosa,
 cuando la pasión rebosa
 en su corazón amante.
 

      Es fuente de inspiración,
 señora, para tu amigo,
 y así el instante bendigo
 en que te alzo mi canción.
 

      Y aunque el cielo me negó
 del vate la luz divina
 con que esclarece e ilumina
 cuanto el hombre nunca vio;
 

     al nombrarte siento arder
 en mi interior una llama;
 un fuego vivaz me inflama
 que trasfigura mi ser.
 

      Me juzgo entonces poeta
 allá en mi loca ilusión,
 y bulle en mi mente inquieta
 del vate la inspiración.
 

      Y por eso yo he cantado
 de tu nombre los primores
 con los vívidos colores
 que en mi mente está grabado.
 

     Y aquestas trovas sentidas
 que me inspiran la amistad,
 son un tributo en verdad
 a tus virtudes cumplidas.
 

     Pero ¡pobres!... ¿qué serán
 ¡ay! señora, en tu presencia?...
 Mustias flores sin esencia
 que su vida perderán.
 

      Mas ¡qué bien tan soberano
 si acaso te dignas leerlas!...
 En tu boca serán perlas
 y diamantes en tu mano.
 


Loja, junio 2 de 1862.