Triste cosa es gemir entre cadenas
Triste cosa es gemir entre cadenas, sufriendo a un dueño bárbaro y tirano, triste cosa surcar el océano cuando quebranta mástiles y antenas; triste el pisar las líbicas arenas, y el patrio nido recordar lejano, y aún es más triste suspirar en vano sembrando el aire de perdidas penas. Mas ni dura prisión ni ola espantosa, ni destierro en el Niger encendido, ni sin fin esperanza fatigosa, es, ¡oh cielos!, el mal de mi temido; la pena más atroz, más horrorosa, es de veras amar sin ser creído.