XLVIII
Trilce (1922)
de César Vallejo
XLIX
L

Poema XLIX

Murmurado en inquietud, cruzo,
el traje largo de sentir, los lunes
                        de la verdad.
Nadie me busca ni me reconoce,
y hasta yo he olvidado
                        de quién seré.

Cierta guardarropía, sólo ella, nos sabrá
a todos en las blancas hojas
de las partidas.
Esa guardarropía, ella sola,
al volver de cada facción,
                        de cada candelabro
                        ciego de nacimiento.

Tampoco yo descubro a nadie, bajo
este mantillo que iridice los lunes
                        de la razón;
y no hago más que sonreir a cada púa
de las verjas, en la loca búsqueda
                        del conocido.

Buena guardarropía, ábreme
                        tus blancas hojas:
quiero reconocer siquiera al 1,
quiero el punto de apoyo, quiero
                        saber de estar siquiera.

En los bastidores donde nos vestimos,
no hay, no Hay nadie: hojas tan sólo
                        de par en par.
Y siempre los trajes descolgándose
por sí propios, de perchas
como ductores índices grotescos,
y partiendo sin cuerpos, vacantes,
                        hasta el matiz prudente
de un gran caldo de alas con causas
y lindes fritas.
Y hasta el hueso!