Tratado de la pintura/XLII
§ XLII.
editarEl Pintor que tenga las manos groseras, las hará del mismo modo cuando le venga la ocasión, sucediéndole igualmente en cualquiera otro miembro, si no va dirigido con un largo y reflexivo estudio. Por lo cual todo Pintor debe advertir la parte mas fea que se halle en su persona para procurar con todo cuidado no imitarla cuando vaya á hacer su semejante.