Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


TOUT PASSE!

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Pasará la tormenta —¿qué no pasa a la postre?—
El cañón será bronce que convoque a los fieles,
y aquel que los anhelos de reposo no arrostre,
beberá en cáliz negro de odio, negras hieles...

En el cielo a las nubes eléctricas los cirros
sucederán; las flores a los cardos huraños:
y ya no habrá en la sombra hipócritas esbirros
cazando al inocente con pérfidos amaños.

La casa derruída por el cañón aleve,
el bosque calcinado, la huerta sin legumbres,
recobrarán su pristino color y su relieve,

y el arado su surco irá abriendo entre cráneos,
—anónimas reliquias de locas muchedumbres—
¡héroes que fueron ídolos de sus contemporáneos!


1918.