Tirsis, ¡ah Tirsis!, vuelve y endereza
¡Tirsis!, ¡ah, Tirsis! vuelve y endereza tu navecilla contrastada y frágil a la seguridad del puerto; mira que se te cierra el cielo. El frío Bóreas y el ardiente Noto apoderados de la mar insana anegaron agora en este piélago una dichosa nave. Clamó la gente mísera y el cielo escondió los clamores y gemidos entre los rayos y espantosos truenos de su turbada cara. ¡Ay!, que me dize tu animoso pecho que tus atrevimientos mal regidos te ordenan algún caso desastrado al romper de tu Oriente ¿No ves, cuitado, que el hinchado Noto trae en sus remolinos polvorosos las imitadas mal seguras alas de un atrevido mozo? No ves que la tormenta rigurosa viene del abrasado monte, donde yaze muriendo vivo el temerario Enzélado y Tipheo Conoce, desdichado, tu fortuna y prevén a tu mal, que la desdicha prevenida con tiempo no penetra tanto como la súbita. ¡Ay, que te pierdes! vuelve, Tirsis, vuelve, tierra, tierra, que brama tu navío, hecho prisión y cueva sonorosa de los hinchados vientos. Allá se avenga el mar, allá se avengan los mal regidos súbditos del fiero Eolo con soberbios navegantes, que su furor desprecian. Miremos la tormenta rigurosa dende la playa, que el airado cielo menos se encrueleze de contino con quien se anima menos.
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