Sufro llorando, en vano error perdido
Sufro llorando, en vano error perdido, el miedo y el dolor de mi cuidado, sin esperanza; ajeno y entregado al imperio tirano del sentido. Mueve la voz Amor de mi gemido y esfuerza el triste corazón cansado, porque siendo en mis cartas celebrado de él se aproveche nunca el ciego olvido. Quien sabe y ve el rigor de su tormento, si alcanza sus hazañas en mi llanto, muestre alegre semblante a mi memoria. Quien no, huya y no escuche mi lamento, que para libres almas no es el canto de quien sus daños cuenta por victoria.