Sueño (José Francisco de Isla)

​Sueño​ (1785) de José Francisco de Isla
S U E Ñ O

ESCRITO POR EL PADRE

JOSEF FRANCISCO DE ISLA,

EN LA EXALTACION

DEL SEÑOR D. CARLOS III.

(QUE DIOS GUARDE)

AL TRONO DE ESPAÑA.



CON LICENCIA.


En Madrid, en la Oficina de Pantaleon
Aznar, Carrera de S. Gerónimo.
Año 1785.


OCTAVAS.


I.

NO pasa el mar, quien nunca se aventura,

dicen las Mozorruelas redomadas,

y como este refrán las asegura,

por eso hay tantas bien-aventuradas.

Esta desatinada conjetura

alentó mis tibiezas desmayadas

para que la aprehension se encaracole,

temple la gayta, y apareje el fole.

II.

¿Ello ha de ser? Pues manos á la obra,

pongo papel en mesa, y pluma en ristre:

todo à la vela está, todo de sobra,

no hay quien me turbe, enfade, ni registre.

Ahora bien, con quietud y sin zozobra,

expresiones al cálamo ministre

la chola con alguna extravagancia,

fresca del tiempo, y al asunto rancia.

III.

Córto la pluma: doy una palmada

en mi rugosa dilatada frente:

atusome la greña mal peinada:

nada discurro: déjolo impaciente:

vuelvo segunda vez á la estacada,

tomo un polvo, y me asaltan de repente

entusiasmos de un Sueño, en cuyo empeño

dejando de dormir, me rindo al Sueño.

IV.

¡Bravamente ha salido el conceptillo!

Lo pudiera lucir en un Poema;

y luego me dirán, que es blanco el Grillo;

pues vamos adelante, y valga flema.

Ya he cebado el fogón, y alcé el gatillo,

polvora es el capricho, blanco el tema,

y dispuesta la idea en el encaro,

ninguno se me oponga, que disparo.

V.

Yo no he de andar en el comun debate

de invocar à las Musas, ni lo esperen,

que tienen un capricho botarate,

son feminas, y quieren quando quieren.

Para decir mal dicho un disparate

me sobran las especies que sugieren

quantos (gongoricemos) à montones

esquinas entapizan papelones.

VI.

¿Qué necesito yo al señor Apolo,

ni à Euterpe, Erato, Clio, ni Talía?

Vayanse à pasear; dejenme solo,

que acá me avendré yo con mi manía:

no tan negado soy, no soy tan bolo,

que me falte algo de su fantasía;

que tambien pongo, quando viene al caso,

mi cantito en el rollo del Parnaso.

VII.

Tambien hago en el Mundo mi figura,

y pudiera por ella ser nombrado:

vaya en quatro renglones mi pintura,

librada à letra vista y de contado.

Larga frente y nariz, corta estatura,

visojo, calvo, y entrecejo ayrado,

barbinegro, algo pálido el semblante,

cuerpo magro, y vestido à lo tunante.

VIII.

No es gastar tiempo, ni papel, ni tinta

querer manifestar por las señales,

no soy Poeta de puchero en cinta,

ni soy Entremesero de Corrales:

lo menos menos, que mi idea pinta

son Canciones, Oƈtavas, Madrigales,

y tal qual vez, si se me ofrece el lance,

suelo hacer en latin algun Romance.

IX.

Dirán que me ha salido asonantada

esta Oƈtava: es muy cierto: hagome cargo;

pero no puedo detenerme nada,

que voy de prisa, y el Proemio es largo;

compontela à tu moda, si te agrada,

y pase por ahora, y sin embargo,

que no he suspender por tu cacumen

el pruríto fatal; que aguija el Numen.

X.

Erase, pues, que se era (vá de cuento)

un dia, ni bien noche ni mañana,

un (digamoslo así) primer momento,

quando empieza la luz su carabana,

al primer asperezo soñoliento,

que el Alva asoma el faldellín de grana,

mientras la peina su madeja riza

aquel Galan que la crepusculiza.

XI.

Quando acurrucaditas por el frio

en el nido se están las Gollorías,

empezando con su chio, chio,

como à quererse dar los buenos dias:

Quando el húmedo Valle, el Soto umbrio

atisva un si es no es por celosías,

el escaso explendor, que reverbera

del risco en la empinada calavera.

XII.

Quando::: ¿pero por qué en lo que no entiendo

tengo de estár à tientas machacando?

Y si el cómo no sé, ¿por qué pretendo,

palpando sombras, descifrar el quando?

Entonces fue quando miré durmiendo,

lo que poco despues soñé velando,

y el Alma entonces toda fantasía

sin ver miraba, y sin oir sentia.

XIII.

Soñaba, ò aprehendia (que es lo mismo,

hablando de dormir) que mi sosiego

alteraba con dulce parasismo

una Beldad; pero soñaba el ciego:

¡qué anegado quedé en aquel abismo

de hermosura! y el propio amante fuego

indeciso me tubo un tanto quanto,

si vengo ó voy, si caygo ó si levanto.

XIV.

El qué dirán me recordó lo atento,

lo atento alli garapiñó lo amante,

lo amante no pasó de rendimiento,

y el rendimiento no pasó adelante:

detengome, y en suma me contento

por menor (asi fue) ser observante,

y todo lo que ví y escuché al vuelo,

dirá la pluma sin quitarla un pelo.

XV.

A la orilla de aquel Rio famoso,

el noble, el celebrado Manzanares,

que nunca le lograron caudaloso,

socorros de Madrid parti-culares;

y pero no obstante Rio portentoso

en sus extraños peces singulares,

pues nadan en su mal humeda arena

Ranas con pelo, Atunes con melena.

XVI.

Rio que con manjares diferentes

le cortejan por todos los caminos;

pues si el Soto le da Migas-calientes,

sus Ninfas le regalan Palominos;

y Principe jurado de Dos Puentes,

tributan à sus trozos cristalinos

sutíl encage, artificiosa Randa,

labores de Cambray, telas de Olanda.

XVII.

En esta orilla, pues, la Ninfa bella,

floreciendo el terreno que ocupaba,

del bello Cielo refulgente estrella,

à las del Firmamento embidia daba.

Volvió la vista, y me dejó sin ella,

y mirando, que alegre se sentaba,

yo me senté tambien, (y que no es cuento)

y es la primera vez que tube asiento.

XVIII.

Mirabala curioso, atento y fijo,

como el Acero al Imán, Abuja al Norte;

y yo no sé quien diantres me lo dijo,

que luego conocí que era la Corte:

no te endilque, advertí, como buen hijo,

su despejo, beldad, donayre y porte,

y era, como verás en mi conciencia,

sobre una legua ò dos de diferencia.

XIX.

Era::: (mas quién tubiera los pinceles,

tiento, paleta, brochas y colores

de Timantes, Protogenes y Apeles,

de Vandich y Jordan con los primores.)

Dos ojos, su nariz, boca y aqueles

eran plata, coral, luceros, flores,

esto, lo otro, aquello, y quanto han dicho

las locuras amantes de un capricho.

XX.

A la Dernié su primoroso trage,

à la Gasié su compostura rica,

de punto de Saxonia era el encage,

que en los buelos las ordenes triplica;

pero además de aquel matalotaje,

manto Imperial su magestad publíca,

que no hubieramos hecho en todo nada,

sin pintarla Imperial y Coronada.

XXI.

Con manto estaba (á nadie cause espanto)

porque la viene el manto por herencia;

Mantua se llama de su Madre Manto,

de quien prueban los mantos su ascendencia:

ella el manto inventó que cubre tanto:

luego el manto la viene sin violencia,

y de este nombre Manto se origina

el de manta, mantel y mantellina.

XXII.

A esta Madama, tan preciosa en todo,

no le faltan Camuesos, algun Pero,

es tirana en su trato yen su modo,

Madrastra al hijo, y Madre al forastero:

unas veces resbala por el lodo,

perdiendo en algo su explendor primero,

y otras, que en la limpieza se recrea,

no me huele muy bien, pues se marea.

XXIII.

Sentada estaba mi Señora Doña:::

(ya se sabe quien es, no lo repito)

y con ojirrisueña carantoña,

frunció la boca haciendo un pucherito:

todo el verdor del prado que retoña,

admirado se queda y tamañito,

quando produjo, como hermosas flores,

el pensíl de su labio estos amores.

XXIV.

Carlos::: ¡valgame Dios! Quanto deseo

verte, Señor, despues de tantos años,

que por allá te fuistes à buréo

à dar la vida à Lazaros uraños:

vuelve à ser de mi afeƈto digno empleo,

y pues ya renunciaste los extraños,

ansiosa de gozarte aqui mi tienes,

que si vienes, mi bien, por mi bien vienes.

XXV.

Ya sabes tú, que apenas he logrado

de tu vista jamás, sino à lo lejos,

que como andabas siempre retirado,

escasos de tu luz logré reflejos.

Si à la Casa del Campo acelerado

fuiste tal vez à despachar Conejos,

eché à rodar por verte, à toda broza

el corazon, detrás de tu Carroza.

XXVI.

Ven à ser mio, ven, ¡qué felíz suerte!

A nadie tengo de dar parte,

y en llegando entre puertas à cogerte,

he de darme un hartazgo de mirarte:

toda he de deshacerme, por hacerte

quanta expresion conduzca à cortejarte,

y asi dispongo, que mi gente ufana

eche su bodegon por la ventana.

XXVII.

Calles, Plazas, Balcones, Casas, Fuentes,

emularán pensiles deliciosos,

compitiendo en adornos diferentes,

brillantes, ricos, bellos, ingeniosos:

Triunfales Arcos, Copias eminentes

de Obeliscos, Pirámides, Colosos,

tanto se elevarán, que apenas halles

Fuentes, Casas, Balcones, Plazas, Calles.

XXVIII.

Ricas tapicerias de Mecina,

del gran Mogól, de los Países Bajos,

tapices exquisitos de la China,

damascos, tafetanes y cintajos:

aqui empabellonada la cortina,

alli en enrebujos, acullá en refajos,

y cornucopias, que se hicieron propias,

à precio (acaso) de otras cornucopias.

XXIX.

Espejos habrá largos de tres varas

en dorado follage y targetones,

donde gentes se ven con muchas caras,

que descubre el cristal en reflexîones:

Métrico laberinto, enigmas raras,

sabias empresas, doƈtas inscripciones,

discretos geroglificos agudos

dirán tus glorias con acentos mudos.

XXX.

Para solemnizar tan felíz dia

forjando están ideas los Plateros,

como un oro pondrán la Plateria,

en tantos del cincel ricos esmeros:

de fina, de costosa pedreria

(que en brillante explendor miente luceros)

tu nombre se verá, siendo constantes

de diamantes cifras, cifras de diamantes.

XXXI.

Tambien admirarás en la Carrera

unas Muchachas como pinos de oro,

es, la que menos, una Primavera,

quando ilumina el Sol del Cielo el Toro:

à emulacion verás como se esmera

cada qual en sacar todo el tesoro

en aquel dia, y porque mas te quadre,

todas procurarán salir de madre.

XXXII.

¿Qué será ver al Petimetre, al Majo,

al Pique amartelado, al fiel Cortejo,

mirandose en su Dayfa desde abajo,

como en la clara luna de un espejo;

quando ellas afeƈtando el agasajo,

remilgan los cariños en bosquejo?

¡Oh! que son estas cosas, cosas grandes,

tienen mucho que ver, eso es un Flandes.

XXXlII.

Unos animalitos de Jarama

tengo (¡pero qué bravos!) prevenidos

para la lid de la Española fama,

juegos de esta nacion apetecidos;

y cada qual con impaciencia brama

por ofrecerse à tu placer rendidos,

y à fé que si apetecen dichas tales,

no son muy brutos, no, los animales.

XXXIV.

Para lucir en este Anfiteatro

de la Plaza Mayor, diestros valientes,

ya de su Ayuntamiento en el Teatro,

representando están mil pretendientes,

todos por ser alguno de los quatro;

instan molestos, ruegan impacientes,

y algunos desafian en la tropa

al Minotauro robador de Europa.

XXXV.

Verás que cuerpo à cuerpo y brazo à brazo

se burlan unos chulos del Torillo,

y luego con gentil desembarazo

del primer golpe le hacen un ovillo:

otros echando al jopo estrecho lazo,

mas bueltas le darán que á un Argadillo;

y apehas tiene el que es menos valiente,

con diez ò doce Toros para un diente.

XXXVI.

No esté el señor Belerofonte ufano

de que un monstruo rindió, que eso es Chîmera.

No se aplaudan hazañas del Tebano,

que son fábula, historia y friolera:

vengan acá, si están por ahí à mano,

llevarán dos lecciones de qualquiera

de estos chulos, que en semejantes lides

Belerofontes son, y mas que Alcides.

XXXVII.

Luego que al Mar el Sol retire el coche,

(cuyas priesas serán extraordinarias)

de gala vestirá la obscura noche

con antorchas, hogueras, luminarias:

en las pálidas sombras tal desmoche

hará la multitud de luces varias,

que se verá, que en mi brillante alfombra

admira todo, pero nada asombra.

XXXVIII.

El ayre vestirán cien mil cohetes,

y viendo deslucir sus explendores,

andarán las estrellas à cachetes,

huyendo los chisperos voladores:

el raso azul se volverá droguetes

con listones de luz de mil colores,

y si no pilla el Sagitario el trote,

temo, que le chamusquen el vigote.

XXXIX.

Despues, ¡qué carretillas! ¡qué estrellones!

¡qué truenos! ¡qué rimbombos! ¡qué estallidos!

La Luna se tendrá buenos cerones

en llegando el rumor à sus oidos,

y muy à pique está que sus Bridones

disparados, medrosos y aturdidos,

de la Carroza olviden la regencia,

dejándola à la Luna de Valencia.

XL.

Dirá la tierra con algun recelo,

asomando su calva por un Monte:

¿Qué es esto? ¿está en Madrid el Mongibelo,

ò renace à ser loco Faetonte?

Y advirtiendo de todos el desvelo,

retumbando en aquel y este Orizonte,

responderá así el fuego al escucharlos:

trum, viva Amalia: trum trum, viva Carlos.

XLI.

Amalia, dixe, vuestra amada Esposa,

que à estár presente quando la Manzana,

preferida de Páris por hermosa,

se quedára la Cipria con la gana:

no hubiera competencia tan ruidosa,

pues fuera en su engañosa estirpe, vana

beldad y ciencia, y el poder ninguno

de Citeréa, de Minerva y Juno.

XLII.

Amalia, cuyas prendas apreciables,

no acertando ninguno à ponderarlas,

y hallandolas al labio inexplicables,

se contenta el amor con admirarlas,

tanto plausibles son, son tanto amables,

que aun fuera empresa grande el numerarlas,

siendo (porque algun rasgo asi te arguya)

perfeƈta Reyna, y digna Esposa tuya.

XLIII.

Venga, Señor, y venga quanto antes,

que vivo ansiosa, è impaciente muero:

les tengo prevenido, ¡qué danzantes!

ya verán, y qué poco les pondero:

estos divertirán à los Infantes,

que dicen cada uno es un lucero.

¡Cómo reirán al verlos dar tan altos,

al són del tamboril, brincos y saltos!

XLIV.

Tambien tengo panderos y sonajas,

donde con repiquetes singulares,

cantarán unas Majas, ¡y qué Majas!

unos cantares, ¡pero qué cantares!

De estas Sotas muchisimas barajas

andarán por las calles à millares,

es un contento, un regocijo el verlas:

¡y qué finas las hay! como unas perlas.

XLV.

Unas Majas::: Mirad este diseño:

mucho columpio, grande desenfado,

chico pie, talle igual, cuerpo cenceño,

à la parte inferior atimbalado,

pecho hermoso en plural, color trigueño,

ojos vivos, semblante despejado,

barba Esdrújulo, boca Seguidilla,

nariz Romance, y cara Redondilla.

XLVI.

El pelo en moño, en cofia ò en rodete,

allá pared en medio del cogote,

al cuello pañuelillo de chupete,

jubón de estrecha manga, y ancho escote,

guardapies alistado y con ribete,

delantal de color y de picote,

medias bordadas, evillotas bajas,

zapato repicado; estas son Majas.

XLVII.

Tal espíritu ardiente, tal viveza

no le tienen Francesas y Alemanas,

donayre tanto, tanta gentileza,

no le hay entre Flamencas y Britanas;

tan fino amor, y en él tal entereza,

no se halla en Portuguesas ni Italianas,

tal qual habrá: mas siempre fueron solas

en amar à su Rey las Españolas.

XLVIII.

Ea, Carlos, mi Dueño, ¿à quando esperas?

Ea, Carlos, mi bien, ¿à quando aguardas?

Ya conozco por señas verdaderas,

que eres mi bien, pues el llegar retardas:

no así, Señor, mortificarme quieras,

porque mis esperanzas acobardas,

mira que hasta que llegues à mis brazos,

corriendo aqui y allá me hago pedazos.

XLIX.

Pero ya sé ¡ay de mí! que no consiste

en tí, Carlos amado, el detenerte,

sino que tanta dicha la resiste

la fatal pertinacia de mi suerte:

ya sé, que repetidos padeciste

la congoja, el dolor, la pena fuerte,

en tus hijos y Esposa, y en tal susto,

por mi zozobra mido tu disgusto.

L.

¡Por quanto el sarampion desatinado

no asaltára, Pirata repentino,

embocandose allí, como pintado,

à dilatar mi gusto y tu camino!

Ya conozco, Señor, que te ha guiado

por tal rumbo la fuerza del destino,

que puede ser huyese de tus garras,

si te vinieras sin topar en Barras.

LI.

Aprobar tu constancia, en esta instancia,

con alta prevision el Cielo quiso,

y à no ser inflexîble tu constancia,

rendirse tu valor fuera preciso;

pero tu egemplo en esta circunstancia

fue à los demás educacion y aviso,

que expresa el cómo para dar las Leyes,

han de saber del mal y el bien los Reyes,

LII.

Dijo la Ninfa, y suspendiendo el dique

que fluyó todo el dicho triquitraque,

rascóse la nariz con el menique,

y fuese sin decir: ¿Qué hay, badulaque?

Yo me piqué, porque es razon me píque

de tratarme una Moza como un zaque:

monto en cólera, voy, y en un penséque

se me ocultó danzando el zarambeque.

LIII.

Viendo que ya no hay diablo que la siga,

y que la descarada me dió soga,

con la brega, el enojo y la fatiga,

el pecho late, el corazon se ahoga:

asustado despierto, y se mitiga

el sobresalto, que me dió esta droga,

y para que à la burla satisfaga,

la ofrezco el Sueño, y el Leƈtor la paga.

LIV.

Dije; pero no sé cómo ha salido:

dije en estilo tosco y mal limado:

dije un disparaton, que me ha ocurrido:

dije ni satisfecho, ni pagado:

dije no mas de lo que habrás leido:

dije::: mas por si acaso avinagrado

estas puerilidades me corriges,

fajo à la Musa, y pongola estos dijes.