Su vida (Santa Teresa de Jesús)/Capítulo XII

Nota: Se respeta la ortografía original de la época

CAPITULO XII

Prosigue en este primer estado; dice hasta dónde podemos llegar con el favor de Dios por nosotros mesmos, y el daño que es querer, hasta que el Señor haga subir el espíritu á cosas sobrenaturales y extraordinarias.

Lo que he pretendido dar á entender en este capítulo pasado, aunque me he divertido mucho en otras cosas, por parecerme muy necesarias, es, decir hasta lo que podemos nosotros adquirir, y como en esta primera devocion podemos nosotros ayudarnos algo; porque en pensar y escudriñar lo que el Señor pasó por nosotros, muévenos á compasion, y es sabrosa esta pena y las lágrimas que proceden de aquí. Y de pensar la gloria que esperamos, y el amor que el Señor nos tuvo y su resurreccion, muévenos á gozo, que ni es del todo espiritual ni sensual, sino gozo virtuoso, y la pena muy meritoria. De esta manera son todas las cosas, que causan devocion adquirida con el entendimiento en parte, aunque no podida merecer ni ganar, si no la da Dios. Estále muy bien á un alma, que no la ha subido de aquí, no procurar subir ella; y nótese esto mucho, porque no le aprovechará mas de perder. Puede en este estado hacer muchos actos para determinarse á hacer, mucho por Dios, y despertar el amor; otros para ayudar á crecer las virtudes, conforme á lo que dice un libro llamado Arte de servir á Dios[1], que es muy bueno y apropiado para los que están en este estado, porque obra el entendimiento. Puede representarse delante de Cristo, y acostumbrarse á enamorarse mucho de su sagrada humanidad, y traerle siempre consigo, y hablar con él, pedirle para sus necesidades, y quejársele de sus trabajos, alegrarse con él en sus contentos y no olvidarle por ellos, sin procurar oraciones compuestas, sino palabras conforme á sus deseos y necesidades. Es ecelente manera de aprovechar y muy en breve, y quien trabajare a traer consigo esta preciosa compañía, y se aprovechare mucho della, y de veras cobrare amor á este Señor, á quien tanto debemos, yo le doy por aprovechado. Para esto no se nos ha de dar nada de no tener devocion, como tengo dicho, sino agradecer al Señor, que nos deja andar deseosos de contentarle, aunque sean flacas las obras.

Este modo de traer á Cristo con nosotros aprovécha en todos estados, y es un medio sigurísimo para ir aprovechando en el primero, y llegar en breve al segundo grado de oracion, y para los postreros andar siguros de los peligros que el demonio puede poner.

Pues esto es lo que podemos; quien quisiere pasar de aquí y levantar el espíritu á sentir gustos, que no se los dan, es perder lo uno y lo otro, á mi pareeer; porque es sobrenatural, y perdido el entendimiento, quédase el alma desierta y con mucha sequedad: y como este edificio todo va fundado en humildad, mientra mas llegados á Dios, mas adelante ha de ir esta virtud, y si no va todo perdido.

Y parece algun género de soberbia querer nosotros subir á mas, pues Dios hace demasiado, segun somos, en allegarnos cerca de sí. No se ha de entender que digo esto por el subir con el pensamiento á pensar cosas altas del cielo, ó de Dios, y las grandezas que allá hay, y su gran sabiduría; porque aunque yo nunca lo hice (que no tenía habilidad, como he dicho, y me hallaba tan ruin, que, aun para pensar cosas de la tierra, me hacia Dios merced de que entendiese esta verdad, que no era poco atrevimiento, cuanto mas para las del cielo) otras personas se aprovecharán, en especial si tienen letras, que es un grande tesoro para este ejercicio, á mi parecer, si son' con humildad. De unos dias acá lo he visto por algunos letrados, que há poco que comenzaron, y han aprovechado muy mucho; y esto me hace tener grandes ansias, porque muchos fuesen espirituales, como adelante diré.

Pues lo que digo, no se suban sin que Dios los suba, es lenguaje de espíritu; entenderme ha quien tuviere alguna expiriencia, que yo no lo sé decir, por aquí no se entiende. En la mística teología, que comencé á decir, pierde de obrar el entendisi miento, porque le suspende Dios[2], como despues declararé mas, si supiere y él me diere para ello su favor. Presumir ni pensar de suspenderle nosotros, es lo que digo no se haga, ni se deje de obrar con él; porque nos quedarémos bobos y frios, y ni harémos lo uno ni lo otro. Que cuando el Señor le suspende y hace parar, dále de que se espante y se ocupe; y que sin discurrir entienda mas en un credo, que nosotros podemos entender con todas nuestras diligencias de tierra en muchos años. Ocupar las potencias del ánima, y pensar hacerlas estar quedas, es desatino: y torno á decir que, aunque no se entiende, es de no gran humildad, aunque no con culpa, con pena sí, que será trabajo perdido, y queda el alma con un desgustillo, como quien va á saltar y le asen por detrás, que ya parece ha empleado su fuerza y hállase sin efetuar lo que con ella queria hacer: y en la poca ganancia que queda, verá quien lo quisiere mirar, este poquillo de falta de humildad, que he dichoporque esto tiene excelente esta virtud, que no hay obra, á quien ella acompañe, que deje el alma desgustada. Paréceme lo he dado á entender, y por ventura será solo para mí: abra el Señor los ojos de los que lo leyeren con expiriencia, que por poca que sea, luego lo entenderán.

Hartos años estuve yo que leia muchas cosas y no entendia nada de ellas; y mucho tiempo, que aunque me lo daba Dios, palabra no sabia decir, para darlo á entender, que no me ha costado esto poco trabajo. Cuando su Majestad quiere, en un punto lo enseña todo, de manera que yo me espanto. Una cosa puedo decir con verdad, que aunque hablaba con muchas personas espirituales, que querian darme á entender lo que el Señor me dabapara que se lo supiese decir; y es cierto, que era tanta mi torpeza, que poco ni mucho me aprovechaba: ú queria el Señor, como su Majestad fué siempre mi maestro (sea por todo bendito, que harta confusion es para mí poder decir esto con verdad), que no tuviese á nadie que agradecer; y sin querer ni pedirlo (que en esto no he sido nada curiosa, porque fuera virtud serlo, sino en otras vanidades) dármelo Dios en un punto á entender con toda claridad, y para saberlo decir; de manera que se espantaban, y yo mas que mis confesores, porque entendia mijor mi torpeza. Esto há poco, y ansí lo que el Señor no me ha enseñado, no lo procuro, sino es lo que toca á mi conciencia.

Torno otra vez á avisar que va mucho en no subir el espíritu, si el Señor no le subiere: qué cosa es, se entiende luego. En especial para mujeres es malo, que podrá el demonio causar alguna ilusion, aunque tengo por cierto no consiente el Señor dañe á quien con humildad se procura llegar á El, antes sacará mas provecho y ganancia por donde el demonio le pensare hacer perder. Por ser este camino de los primeros mas usado, y importar mucho los avisos que he dado, me he alargado tanto, y habránlos escrito en otras partes muy mijor, yo lo confieso, y que con harta confusion y vergüenza lo he escrito, aunque no tanta como habia de tener. Sea el Señor bendito por todo, que, á una como yo, quiere y consiente que hable en cosas suyas tales y tan subidas.


  1. Arte para servir a Dios, por Fray Alonso de Madrid: Alcalá, año 1526. Hay otra edición del mismo siglo, de Toledo en 1571.
  2. «El suspender Dios el pensamiento, o entendimiento, de que habla aqui la Santa Madre, y lo llama mística teología, es presenstarle delante un bulto de cosas sobrenaturales y divinas, e infundir en él gran copia de luz para que las ven con una vista simple y sin discurso, ni consideracion, ni trabajo. Y esto con tanta fuerza, que no puede atender a otra cosa, ni divertirse. Y no pára el negocio en solo ver y admirar, sino pasa la luz a la voluntad, y tórnase fuego en ella, que la enciende en amor. De manera, que quien esto padece, por el tiempo que lo padece, tiene el entendimiento enclavado en lo que ve, y espantado dello, y la voluntad ardiendo en amor dello mismo, y la memoria del todo ociosa; porque el alma ocupada con el gozo presente, no admite otra memoria. Pues de este elevamiento, ó suspension, dice, que es sobrenatural, quiere decir, que nuestra alma en ello mas propiamente padece que hace. Y dice que nadie presuma elevarse desta manera, antes que le eleven; lo umo, porque excede toda nuestra industria, y ansi será en balde; lo otro, porque será falta de humildad. Y avisa desto la Santa Madre con grande cansa, porque hay libros de oracion que aconsejan á los que oran, que suspendan el pensamiento totalmente, y que no figuren en la imaginacion cosa ninguna, ni aun resuellen, de que sucede quedarse frios é indevotos.»

    Esta nota no se halla en la edicion de Fray Luis de León. Hállase en la de Foppens y en todas las siguientes.