Soneto escrito para ser grabado en la tumba de mi padre
Piedra, que serás polvo deleznable,
pues todo al paso de los años muere,
mi pensamiento en su amargura quiere
fundirse en lo que guardas implacable.
Alcanza en lo infinito y no le es dable
darse a la muerte si el dolor le hiere,
que el pensamiento en su amargura adquiere
una fuerza vital imponderable.
En los abismos de la muerte hundido
está mi padre, luz del alma mía,
y aún más allá del polvo y del olvido.
Más allá de mi noche eterna y fría
concibo su recuerdo bendecido
y la esperanza de encontrarle un día.