Soneto a mi esposa
Cuando en mis venas férvidas ardía la fiera juventud, en mis canciones el tormentoso afán de las pasiones con dolorosas lágrimas vertía. Hoy a ti las dedico, esposa mía, cuando el amor más libre de ilusiones inflama nuestros puros corazones y sereno y de paz nos hice el día. Así perdido en turbulentos mares mísero navegante al cielo implora, cuando le aqueja la tormenta grave; y del naufragio libre, en los altares consagra fiel a la deidad que adora las húmedas reliquias de su nave.