Sobre el anhelo con que cada uno trabaja para lograr su objeto
de José Cadalso


 Pierde tras el laurel su noble aliento   
 el héroe joven en la atroz milicia;   
 sepúltase en el mar por su avaricia   
 el necio, que engañaron mar y viento.   
 

 Hace prisión su lúgubre aposento  
 el sabio, por saber, y por codicia   
 el que al duro metal de la malicia   
 fio su corazón y su contento.   
 

 Por su cosecha sufre el sol ardiente   
 el labrador, y pasa noche y día  
 el cazador de su familia ausente.   
 

 Yo también llevaré con alegría   
 cuantos sustos el orbe me presente,   
 sólo por agradarte, Filis mía.