OBRA: SILVA CRIOLLA A UN AMIGO - FRANCISCO LAZO MARTI




III

Ya dos veces, monstruoso y despiadado
sobre la tierra pródiga, el incendio
su abanico flamante ha desplegado;
ya dos veces, por furias impelido,
las yerbas infecundas
su aliento abrasador ha consumido;
y de pie sin cejar, y frente a frente
con el río que impasible está delante,
humo y llamas lanzando su turbante
ha brillado en las noches del desierto
como si fuera un faro ignipotente
clavado en la ribera de un mar muerto.

En línea de combate, a campo raso,
pronta la garra, la mirada alerta,
hambrientos gavilanes, paso a paso,
asediaron del fuego la reyerta.
Consume aún su aliento las entrañas
de los troncos vetustos;
fluye sutil fermento de las cañas
y blanda mirra lloran los arbustos.
Coronando el pavés de la macolla
sangriento cardenal bate sus alas;
las consumidas galas
vertiginoso remolino arrolla;
y sobre el lienzo oscuro del quemado,
de perfiles grotescos,
la ceniza y el aura han dibujado
flores grises y rotos arabescos.

Cuando mengüe la Luna habrá verdores
en el fresco bajío;
y cerriles hatajos corredores
y venado bisoño,
en las tempranas horas del rocío

alegres pacerán tiernos retoños.