Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de la República de Chile/1843/Sesión de la Cámara de Diputados, en 25 de agosto de 1843

Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de la República de Chile (1843)
Sesión de la Cámara de Diputados, en 25 de agosto de 1843
CÁMARA DE DIPUTADOS
SESION 34.ª EN 25 DE AGOSTO DE 1843
PRESIDENCIA DE DON FRANCISCO ANTONIO PINTO


SUMARIO. —Nómina de los asistentes. —Aprobacion del acta precedente. —Cuenta. —Poderes de los Diputados de Itata. —Memoria de Relaciones Esteriores. —Presupuesto de 1844. —Acta.—Anexos.

CUENTA editar

Se da cuenta:

  1. De un oficio por el cual comunica el Gobierno que ha mandado tomar razon de la eleccion de don R. Renjifo para secretario (Anexo núm. 282. V. sesióon del 18).
  2. De la memoria del Ministerio de Relaciones Esteriores (Anexo núm. 283).
  3. De un informe de la Comision de elecciones sobre los poderes de los Diputados de Itata (Anexo núm. 284. V. sesion del 21).

ACUERDOS editar

Se acuerda:

  1. Aprobar los poderes de los Diputados de Itata i recibir el juramento al suplente don Ramon Tagle Echeverría.
  2. Aprobar en la forma que consta en el acta la partida 13 del Presupuesto del Interior i Relaciones Esteriores i dejar la 16 para segunda discusion (V. sesiones del 23 i el 28).

ACTA editar

SESION DEL 25 DE AGOSTO DE 1843

Se abrió a las 7 3/4 de la noche, con asistencia de los señores Aldunate, Barra, Cerda, Cifuentes, Cobo, Covarrúbias, Dávila, Eyzaguirre, Errázuriz don Ramon, Gandarillas, García de la Huerta, García Reyes, Iñiguez, Irarrázaval, Lastarria, Lastra, Larrain, López, Necochea, Orrego, Palacios, Palazuelos, Palma, Pinto, Prieto, Rosas, Seco, Toro don Bernardo, Toro don Santiago, Varas, Vila, Vidal, Urriola i Renjifo.

Aprobada el acta de la sesion anterior se leyó una nota del Ejecutivo en que acusa recibo del oficio en que se le comunicó el nombramiento de nuevo secretario i se mandó archivar.

A continuacion se presentó un informe de la Comision de Elecciones sobre los poderes de los Diputados por el departamento de Itata: se puso este asunto inmediatamente en discusion i fueron aprobados dichos poderes i se incorporó a la Cámara el Diputado suplente don Ramon Tagle i Echeverría, previo el juramento de estilo. El señor Ministro de Relaciones Exteriores leyó la Memoria en que da cuenta de los negocios de este departamento en el año últimamente trascurrido.

Se puso en segunda discusion el ítem del presupuesto i habiendo sido aprobado se discutieron i pusieron tambien en votacion por su órden dos indicaciones de los señores Garcia Reyes i Toro (don Bernardo), la primera para que se aumentase la partida hasta $80,000 i la segunda para que este aumento fuese hasta $100,000: ámbas fueron aprobadas i quedó por consiguiente dicha partida en los términos siguientes:

"Para sueldos i viáticos del cuerpo de Injenieros civiles, compra de instrumentos i herramientas i compostura i apertura de camino $100,000."

Se puso despues en primera discusion el ítem 16 del proyecto i quedó para segunda, levantándose la sesion a las 10 de la noche. —Pinto.—R. Renjifo.


SESION DEL 25 DE AGOSTO[1]

Aprobada el acta de la sesion anterior, se leyó un oficio del Presidente de la República en que acusa recibo del oficio que se le pasó en que se le comunica el nombramiento del señor don Ramon Renjifo para secretario de esta Cámara. Se leyó el informe de la comision relativa al Diputado por los Andes, nombrando para desempeñar el cargo al suplente a don Ramon Tagle por haber admitido este mismo cargo por Illapel el propietario que era el señor Irarrázaval. Aprobó la sala el nombramiento i el señor Tagle prestó el juramento acostumbrado.

En seguida el señor Ministro del Interior i Relaciones Esteriores leyó su Memoria en que da cuenta al Congreso de algunas mejoras que se han hecho i otras que se piensan hacer en los ramos que están a su cargo.

Inmediatamente despues continuó la discusion del presupuesto del Ministerio del Interior i Relaciones Esteriores.

Se puso en segunda discusion la partida 13.ª que fué aprobada.

Pasaron a aprobarse las indicaciones de los señores García Reyes i Toro, la primera para que en lugar de 59,000 i tantos pesos que se dedican para composturas i aperturas de caminos etc., se designan 80,000 pesos; i la segunda para que se señalen 100,000 pesos. Ambas fueron aprobadas despues de una lijera discusion. Prevaleció por consiguiente la última.

Se puso en discusion la partida 16.ª

El señor Palazuelos dijo entre varias otras cosas. lo que sigue:

Yo deseara que se espresase en la partida qué clase de periódicos son esos en que se gasta 16,000 pesos. Si hubiera una partida que dijese: para levantar algunos edificios, yo preguntarla: ¿qué edificios son esos que se quieren levantar... i dónde se va a hacer la construccion? porque si los edificios fuesen municipales, el Diputado que habla diría, si son municipales, costéelos la Municipalidad; si los edificios fuesen nacionales, el Diputado que habla preguntaría ¿para qué son esos edificios, qué objeto es el que tienen? pues si hemos oido hacer oposicion a ciertos gastos que reclamaba el interes de la nacion, con cuánta mayor razon el Diputado que habla no tendrá derecho para preguntar ¿qué objeto tienen esos periódicos, a quiénes se proteje?

El señor Irarrázaval. Para que el señor Diputado que habla pueda seguir su discurso, leeré el detalle de esta partida.

Leido que fué, el señor Palazuelos continuó de este modo:

Vemos, pues que la mayor parte de la cantidad que se destina a los periódicos se reparte entre El Mercurio, La Gaceta, el periódico de la Sociedad de Agricultura i El Progreso; que en El Araucano, el único periódico oficial, el único que sirve a la nacion, el único en que es permitido al Gobierno gastar lo que gasta, se emplea una pequeñísima parte de aquella suma. La nacion paga los servicios que se le hacen i yo pregunto: ¿qué beneficios reporta a la nacion El Mercurio, La Gaceta, el periódico de la Sociedad de Agricultura i El Progreso!... ¿Qué cosa es la prensa?...

Pero, no, no quiero entrar en divagaciones que me aparten del fondo de la cuestion. No es temor, no se crea que es por miedo; ya luego lo verán. (Risas en la barra).

La prensa periódica, asalariada por el Gobierno, pues tal importa la proteccion con que éste la favorece, no puede ménos que dar su aprobacion a todos sus actos, hacer una manifestacion de sus ideas relativamente a él, manifestacion que puede ser apasionada, inmoral, perniciosa e inoportuna en muchos casos. Yo pregunto, señor: ¿qué beneficios hace el Gobierno a la nacion protejiendo a los empresarios de estos periódicos? ¿La nacion le ha dado acaso a sus representantes la facultad de representar los intereses del Gobierno nacional? ¿I no es claro que protejiendo el Gobierno a esos impresores o empresarios favorece sus ideas, mira por sus propios intereses? Si el Gobierno paga a los impresores, éstos serán sus sirvientes, ¿será esto lo que quiere la nacion? No, por cierto. Seria necesario, pues, que se me probase que la nacion misma ganaba con esas publicaciones; se me dirá que los periódicos representan por sus ideas los intereses de la nacion por las ideas que vierten, ¿pero se sabe de cierto que sus redactores tengan estas ideas? ¿se puede presumir sin temor de engañarse, que los editores sabrán representar los intereses de la nacion, que tendrán datos exactos para ello? Yo niego todo esto, i me fundo en la razon i en la esperiencia que he podido adquirir.

Entre los inconvenientes de la libertad de imprenta se enumera la falta de órganos de la nacion que sean capaces de refrenar las pasiones, los vicios de que adolece una parte de esos órganos. En Norte-América no hai este inconveniente, pues no se nota esa centralizacion que se ha hecho en Chile de la prensa periódica. En aquella nacion civilizada i poderosa, no hai provincia en que deje de haber una publicacion diaria. Esta es la razon por qué la prensa produce ahí sus inestimables bienes. Mas en Chile el Gobierno se ha valido de este órgano central, por decirlo así, entregándose a manos desconocidas que pueden hacerle mucho mal. ¿No hemos visto ayer El Progreso ser el órgano de blasfemias, de calumnias atroces, de imputaciones infundadas las mas veces? A falta de los chismes, que es de lo que se alimentan los diarios, ¿qué otra cosa de importancia nos producen? ¿Cuáles son las verdades que nos enseñan? ¿Cuáles los beneficios que reporta a la nacion? ¿No hemos visto ayer al mismo Progreso, maldecir, atacar a mano armada el paladín de nuestra libertad, ese principio, que es la base de nuestro gobierno i la esperanza del porvenir de Chile; la unidad de nuestro gobierno? ¿No lo hemos visto estar proclamando hasta cierto punto la anarquía? El gobierno no conoció este mal sino demasiado tarde, cuando este órgano de pasiones inmundas i perjudiciales habia divulgado sus perniciosas doctrinas. Si alguna vez esos periódicos trasmiten alguna idea útil, no es razon para pagarles esa idea. En Norte América no paga el gobierno los periódicos. ¿I nosotros iremos a dar un desmentís a esos pueblos que han pensado mas que nosotros, i cuya civilizacion está mas adelantada que la nuestra? En aquella gran nacion, como dije ántes, cada provincia tiene sus periódicos i no hai, como en Chile, un monopolio; pues tal vale esa proteccion que da el gobierno a algunos empresarios. Es claro que éstos no tienen confianza en sus ideas cuando solicitan una suscripcion del gobierno o ¿no hemos visto ya a El Semanario subsistir sin esa proteccion? No me opongo tanto al gasto como al principio, esto es, qué el Gobierno esté manteniendo a unos cuantos impresores, empresarios redactores o como quiera llamárseles cuyas ideas no conoce, i que por consiguiente pueden causar muchos males al pais. Si el gobierno hubiese de mantener estos periódicos en la capital i Valparaiso, con cuánta mayor razon no deberia hacerlo en las demas provincias, en el Maule, en Concepcion, donde hai tantos intereses que representar. Se dirá talvez que los escritores de Santiago i Valparaiso han ido ha hacer el estudio de los intereses nacionales i harán grandes servicios. Pero yo diré entónces que esos servicios son nulos, pues que el Gobierno mantiene la publicacion, por medio de esa suscripcion que da. Por otra parte, quién ignora que la prensa va formando en Chile un cuarto poder tanto mas temible cuanto mas central, tanto mas temible cuanto ménos numeroso, tanto mas temible cuanto mas audaz i poderoso, así es que vemos a esa prensa siendo el órgano de personalidades groseras, de pasiones mezquinas, de ideas inmorales i destructoras del órden; la vemos mostrarse ingrata a los intereses del pais. I si nó díganme los señores impresores cuándo se han ocupado en meditar los obstáculos que se oponen al desarrollo de la industria; cuando han reflexionado en un canal, en un puente que convendria en éste o aquel lugar? Se ocupan sólo en jeneralidades que todo el mundo sabe, cuando no tienen un chismesito con que divertir. (Risas en la barra).

En el dia tenemos una Sociedad de Agricultura i Beneficencia que hace i hará importantes bienes al pais; esta sociedad lleva un periódico, i no me opongo que el gobierno costee su impresion. Si este se limitase a gastar en este solo periódico, nos libraríamos de los azares continuos que nos producen los demas.

Entre los redactores de El Progreso se encuentra un empleado en el gobierno, yo lo creo mui interesado por el bien de Chile, por su prosperidad, pero no creo que publicase un artículo contra el gobierno sin consultar ántes al ministro i pedirle su opinion. Yo no digo que el actual redactor así lo hará, pero es mui natural que lo haga, todo aquel que no quiera que se le despoje de su destino.

Yo creo, señor, que al esplicarme así me espongo a ser calumniado, porque ya se me han hecho varias imputaciones injustas. Se ha dicho que soi enemigo de la prensa, calumnia inicua, infame, miserable. Solo un órgano ilejítimo de esa prensa pudo hacerme calumnia tan atroz. Esto no sucederá siempre que tratemos de posponer los intereses de unos pocos al jeneral. La lejislatura podrá observar que luego que una voz se levantó para hacer observaciones sobre un asunto de gran importancia, se han llamado, declamaciones, esas observaciones, i ese órgano ilejítimo de la prensa ha prorrumpido en imputaciones que deshonran a un representante nacional. Ahora yo he venido a desahogar mi corazon, mil veces a desahogarlo, otras mil veces a desahogarlo. Yo digo, señor, ¿será posible que este pobre país, ayer no mas nacido, escondido en la tierra, resucitado por las revoluciones, zabullido despues en las pasiones, se encuentre en manos de unos pocos jóvenes que pretenden civilizarlo? Por una parte se encuentran Homero, Horacio, Virjilio. Por otra Benjamín Constant, Rousseau i el contrato social. (Risas en la barra). Por otra Justiniano i las pandectas (risas repetidas). Estas cabezas forman la gran potencia intelectual en nuestro pais, i será posible que obedezcamos a unos cuantos muchachos o unos cuantos colejiales que no saben lo que dicen, que no tienen aun la conciencia del destino que tienen en el pais?

Vamos a los diarios: ¿qué es lo que contienen? la vida de un gran capitan, discurso de Thiers en las Cámaras de Francia, los Parisienses, los figurines, el folletín para las niñas (risas). Despues las efemérides. El nacimiento de un Napoleoncito i el modo como se celebró tal funcion, etc. En seguida las sesiones de la Cámara que redacta El Progreso i que copia El Mercurio i La Gaceta, por muchos dias.

Si se me pidiese mi voto para un periódico en que se publicasen las sesiones de las Cámaras, lo daria, porque ahora las redacta El Progreso, i su editor puede mui bien adulterarlas i modificarlas; a mis discursos por ejemplo, me los ponen con diversas caras i narices. (Risas en toda la Cámara) Ponen en mi boca raciocinios que no haria don Isidoro Allestas (Risas). Soi pues de opinion que se publique un diario de sesiones; peto que los demas se mantengan por sí solos. Ya lo he dicho otra vez. Esos diarios son los trompeteros de esa diosa duende que se llama la opinion.

El señor Irarrázaval tomó inmediatamente la palabra, i dijo: "Honroso i satisfactorio es, señor, sobremanera para mí, en el carácter de miembro del Gobierno chileno, tener ahora que sostener una causa que es a mi juicio la de la civilizacion i los progresos, así como es altamente sensible que se hayan ocultado al talento i luces del señor Diputado preopinante los beneficios que ha producido la prensa.

El señor Palazuelos. Yo no los he negado.

El señor Irarrázaval V.S. es verdad, no ha desconocido esos beneficios, con respecto a la prensa en jeneral, pero los ha negado a la prensa periódica, especialmente en Chile, i esto hace necesario que la Cámara me permita bosquejarlos si quiera rápidamente. La prensa periódica, señor, en primer lugar, ejerce su influencia bien hechora sobre la opinion pública, que ella mas que otra cosa alguna, contribuye esencialmente a formar. I de nó, dígase cuál es el resorte mas eficaz que puede tocarse para ilustrar esa opinion, que mui propiamente se le acaba de llamar diosa, pero que es todavía entre nosotros una diosa recien nacida, que para medrar con provecho, necesita del alimento que los periódicos i casi solo los periódicos le pueden suministrar. La prensa periódica, en segundo lugar, contribuye tambien no ménos poderosamente a la mejora de las costumbres. Ensalzando los hechos heróicos, las virtudes, trasmitiéndolos al conocimiento universal, i deprimiendo el estravío i el crímen, sirve de admirable estímulo para imitar a los primeros, i de freno poderoso para cometer los últimos.

En tercer lugar, la prensa periódica derrama bienes infinitos a favor de las artes, de la agricultura, del comercio, de teda especie de industria, pues produce el efecto májico de acercar una a otras las naciones, trasmitiendo los descubrimientos importantes, los nuevos inventos que aparecen cada dia en las mas adelantadas, a las que, sin ese vehículo prodijioso los ignorarian quizá para siempre. La prensa periódica, en fin, tiene una importancia sorprendente respecto a la cultura de los pueblos i a su civilizacion, cuya marcha parece haber estado en todos tiempos en razon directa de los progresos del diarismo. El mundo estaba en tinieblas, por decirlo así, cuando en 1531 apareció en Venecia la primera gaceta que haya visto la luz pública: la civilizacion dormia en Inglaterra i en Francia, cuando en estos dos paises no habian mas periódicos que El Mercurio ingles i la Gaceta de los franceses; en la misma patria de Washington, aun no se entreveía su ilustre i grandioso porvenir en 1704, en que no tenia mas papel público que las Cartas de Boston. ¿Qué era la América Meridional cuando en Montevideo empezó a publicarse la Estrella del Sur i la Aurora Chilena poco despues en Santiago? ¿I qué son ahora esos mismos Estados?

En Venecia el diarismo no ha levantado la cabeza, i la condicion del tal pueblo, es hoi peor todavia que cuando lo llamó Voltaire, la pequeñísima, la parvulísima, la miserabilísima república de Venecia. En Inglaterra, en Francia en los Estados Unidos, se muestra aquel en la época actual en todo su brillo i lozanía, ocupando los talentos mas acreditados, sirviendo de alimento cuotidiano a los pueblos, i brotando cada dia mejoras i progresos; la Inglaterra, la Francia, los Estados Unidos son precisamente las naciones que a la sazon marchan a la vanguardia de los adelantamientos i del saber. I nuestro presente estado, ¡cuánto dista del que era en tiempo en que lució La Aurora Chilena!... Está pues de manifiesto, a mi ver, que la civilizacion sigue mui de cerca los progresos del diarismo, o los envuelve en sí i sentado este principio pasaré a demostrar que las publicaciones periódicas, no pueden existir en paises como Chile, sin una mediana proteccion de la nacion misma, i que semejante proteccion dispensada por el órgano de la suprema autoridad, a mas de necesaria, es conveniente, bajo un punto de vista distinto del que hasta el momento he mirado la cuestion.

En efecto, posible es encontrar quieres animados del laudable anhelo de ser útiles a su patria, quieran consagrarle en la afanosa carrera de periodistas, su capacidad i una parte no despreciable de las horas de cada dia, resolviéndose ademas a arrostrar las dificultades, las contradicciones, los sinsabores que ella trae consigo; pero que se encuentre tambien quien a estos sacrificios consienta en añadir el de sus intereses, no lo creo absolutamente realizable en un pais donde mui pocos son los que pueden vivir de rentas on adquiridas a costa de un asiduo e incesante trabajo. I pensar que las publicaciones a que me estoi refiriendo pueden costearse con solo el ausilio de algunos centenares de suscritores, es a mi juicio una mera ilusion. Se ha aludido a periódicos que se han publicado sin ayuda del gobierno; pero ¿cuál ha sido su duracion?... La misma puede asegurarse a cuantos se den así a la luz en adelante. No subsista la proteccion que tan ardientemente se combate i retrogradaremos a la oscuridad, al triste silencio de la época colonial.

He asentado que esa necesaria proteccion, era asi mismo conveniente en un aspecto al que voi ahora a llamar la atencion de la Cámara. Se ha titulado la prensa un nuevo poder mas fuerte quizá que todos los otros, i se ha reconocido que podía tener una importancia peligrosa. Pues bien, de esto mismo deduzco yo la conveniencia de que un gobierno bien intencionado, concurra, por esplicarme así, a dar direccion a ese poder, protejiendo la publicidad de los buenos principios, de las sanas ideas, de lo que interesa, en suma, a la ventura de los gobernados, i negando su cooperacion cuando se trate de difundir pensamientos que tiendan a subvertir el órden público, a ajar las máximas de la moral, o llevando mas adelante el estravío, a ofender la causa misma de la divinidad. Una máquina poderosa es la prensa ¿i será prudente entregar su manejo a solo las manos inespertas que según el señor Diputado a quien contesto, se han apoderado hoi de ella?

Cuando se ataca la partida del presupuesto en que el gobierno pide $ 16,000 para la impresion del periódico oficial i para continuar fomentando la publicacion de otros, ¿se ha considerado bien cuán pobre, cuán miserable es el apoyo que puede prestarles con tan reducida cantidad? Trece periódicos se dan a luz actualmente en Chile i el Gobierno costea o contribuye a costear la impresion de una mínima parte de ellos, i en esto invierte doce mil i tantos pesos; de consiguiente, queda reducido a poco mas de $ 3,000 lo que, aprobándose dicha partida, se podría aplicar en el año entrante a la suscricion de los demas papeles que ya ven periódicamente la luz pública o que entonces tengamos, según su mérito. ¿I es esto mucho? Para calcularlo, atiéndase a que la simple impresion de un número de El Araucano en cada semana, importa anualmente pagada, como se paga con economía, $ 2,258 7 reales i que en el mismo tiempo importaría, si aquel periódico fuese diario $ 155.45 reales, es decir, casi la totalidad de la suma que primero fijé.

En el discurso que me ocupo en contestar se ha esforzado el raciocinio para anular esta, i sin embargo se ha dicho también que debian procurarse que hubiese al ménos un periódico en cada provincia, en cada departamento.

Tal idea por justa i exacta que ella sea, no es en sentido alguno realizable al presente. ¿Y se seguirá de aquí que a causa de que no pueden haber hoi cincuenta o mas publicaciones periódicas en nuestros pueblos, no debe haber en ellos ninguna? ¿Se seguirá que cuando no se puede conseguir los bienes todos a que se aspira, se han de despreciar los que es dable alcanzar?

Se ha diciio o dado a entender que el Gobierno, por medio de la suscricion a ios diarios, los hará servir a sus miras.

Este argumento no será de peso miéntras no se ponga de manifestó que tales miras están en oposicion con los intereses bien estendidos de la República. Mas ¿qué es lo que el Gobierno exije de los editores de los diarios que concurre a protejer? No les exije alabanzas, señor, no una deferencia ciega a sus actos ni siquiera que se abstengan de censurar sus providencias: quiere solamente que en la censura haya decencia, templanza, que se emplee en ella el lenguaje de la intencion no dañada; i lo quiere, no en los intereses del mismo Gobierno, sino en los del decoro nacional, en los de la moral i la cultura; no teme los ataques que se le hagan por la prensa si son justos, advertirán, revelarán cuando mas un error: si no lo son, presentarán ta oportunidad de dar las convenientes esplicaciones, de desarrollar ideas mal comprendidas, i de suministrar datos para que se juzgue con acierto.

Si se me pidiese una prueba de todo esto, respondería que ella estaba consignada en muchas pájinas de los mismos periódicos a que el Gobierno, dispensa en el dia su proteccion.

Algunas reflexiones mas se han hecho contrala partida puesta en discusion, pero carecen tambien de base sólida: son únicamente injeniosa e deducciones de los abusos que pueden hacer de la prensa ¿De qué no se puede abusar? Abrase la historia del universo i se verá que no ha habido jamas creencia, invento, o saludable institucion de que no se haya abusado.

Si tuvieran fuerzas los argumentos deducidos de la posibilidad de abusar, se deberían hacer cerrar las casas en que se encuentran remedios para los males físicos de los seres humanos, porque en ellas se administran también mortíferos venenos; se deberia encender nuevas hogueras para arrojar los frutos del trabajo de los sabios, porque las tareas de estos han dañado mas de una vez a sociedades enteras; se debería... ¿Pero adónde iríamos a para? Nada hai, señor, nada hai de que no se pueda hacer abuso.

El mismo incienso, al decir de un poeta, tiene perfume i ceniza.

Aprecio debidamente la buena intencion del señor Diputado preopinante: i entiendo que si quisiese aplicar sus distinguidos talentos a analizar las razones que acabo de esponer, dejaría de oponerse a una protección que me parece haber patentizado que es en alta manera conveniente i aun necesaria.

Se levantó la sesion. === ANEXOS ===

Núm. 282 editar

Para los efectos a que hubiere lugar he mandado tomar razon de la nota de V. E. número cuarenta i nueve, fecha dieciocho del corriente en que me comunica haber elejido esa Cámara al Diputado don Ramón Renjifo para desempeñar el cargo de Secretarío, por renuncia que de él hizo el Diputado que lo servia.

Dios guarde a V. E. Santiago Agosto 24 de 1843. —Manuel Búlnes. —R. Luis Irarrázaval. —A S. E. el Presidente de la Cámara de Diputados.


Núm. 283 editar

Tengo la honra de presentar al Congreso Nacional una esposicion de los principales asuntos que han ocupado la atencion del Gobierno en el Departamento de Relaciones Esteriores, desde la fecha de la Memoria que sobre el mismo ramo fué leida el año pasado a las Cámaras.

Me es grato reproducir aquí lo que dijo el Presidente en su discurso de apertura, sobre la buena intelijencia i amigable correspondencia en que se mantiene esta República con las naciones estranjeras. La administracion adhiere a un principio que ha proclamado muchas veces ántes de ahora i qué le parece de grande importancia para la conservacion de esta paz inestimable; es a saber: una perfecta neutralidad entre los partidos contendientes en paises ajitados por discordias civiles; neutralidad que no se opone a las providencias de seguridad para preservarnos de todo peligro esterno, para contribuir por nuestra parte a la independencia recíproca de los Estados del Sur i para impedir que se abuse de la hospitalidad de nuestio suelo en daño de los Gobiernos vecinos.

Análoga a ésta i de casi igual importancia es la regla que de tiempo atras tiene adoptada el Gobierno en su política comercial: observar una exacta imparcialidad entre los estados estranjeros, poniendo a sus ciudadanos o súbditos sobre un mismo pié relativamente al ejercicio de su industria i al goce de los derechos civiles i no concediendo a ninguna potencia favores comerciales que no se hagan estensivos a las otras; gratuitamente si la primera concesion hubiese sido gratuita i mediante igual compensacion en caso contrario.

Desearia, sin embargo, para que en este cuadro de paz jeneral no apareciese la mas lijera sombra que me fuese posible dar a las Cámaras una idea mas satisfactoria del estado de nuestras relaciones con la España i con la Federacion Arjentina.

El Ministro enviado a Madrid para celebrar un tratado de paz con la España sobre la base del reconocimiento esplícito i solemne de nuestra absoluta independencia. No tuvo desde luego en sus negociaciones el buen suceso que fué natural prometernos.

Firmóse un pacto entre los plenipotenciarios chileno i español; pero en términos que el Gobierno de Chile no creyó deber aceptar.

En consecuencia, se han renovado a nuestro Ministro las anteriores instrucciones, estendiéndolas a algunos puntos que en ellas no pudieron preverse i ciñéndolas en todo a las condiciones que prescribió el Congreso Nac ional, consultado sobre esta materia por la admistracion precedente.

Aun no es tiempo de saber el resultado de las nuevas negociaciones; cuando éste llegue, dará el Gobierno a las Cámaras una esplicacion completa de todas ellas que en el momento presente pudiera perjudicar a su objeto.

El decreto de 13 de abril de 1842 que suspendía nuestro comercio terrestre con las provincias arjentinas, fué noticiado oportunamente al Gobierno de Buenos Aires, a quien ya para entonces se habia dado conocimiento de nuestras desavenencias con la provincia de Mendoza, solicitando su intervencion para poner fin a las arbitrariedades i violencias que se cometían en ella contra las personas i propiedades chilenas.

Manifestáronsele las razones de justicia i de necesidad que apoyaban aquella medida i se le interpeló de nuevo a examinar los hechos i a promover las equitativas reparaciones a que tuviesen derecho los injuriados.

No habiendo recibido respuesta, hemos instado para que se tome en consideracion este grave asunto i esperamos recibirla en breve.

Nuestras reclamaciones al Gobierno del Perú para el ajuste i reconocimiento de su deuda a Chile, por el empréstito que se le hizo de una parte de los fondos procedentes del que a nombre de nuestra República se contrajo en Lóndres el año 1822, han sufrido los entorpecimientos i embarazos consiguientes a los disturbios i mutaciones de que ha sido teatro aquella república hermana. La cuenta de que se trata es sencilla i no juzgo que necesite de muchos esclarecimientos ni que ofrezca dificultad alguna. Por otra parte, creo justo decir que la presente administracion peruana se ha mostrado animada de sentimientos honrosos i equitativos en esta materia, como en todo lo que tiene relacion con nuestra República. La política desplegada por su Excelencia el Director Supremo parece de favorable agüero para la permanencia de una paz sincera i cordial entre ambos Estados.

En la memoria de 1841 tuve la honra de instruir a las Cámaras del mal éxito de las negociaciones entabladas por este Gobierno con el de Bolivia para el ajuste i reconocimiento de otra deuda, a saber la de las indemnizaciones a que Chile es acreedor a consecuencia de los actos de aquella república, que bajo la administracion de don Andres Santa Cruz dieron motivo a la guerra que emprendimos contra la confederacion Perú-Boliviana. No ha juzgado nuestro Gobierno que debia dar por terminada una reclamacion de tan incuestionable justicia por el mérito de las excepciones alegadas en contra i a que aludí en aquella memoria; escepciones que en parte reposan sobre un concepto equivocado de nuestra demanda i en parte son opuestas a las reglas primarias de justicia natural que deben dirijir a los estados de sus relaciones recíprocas.

Se miraba infundadamente la indemnizacion que demandábamos a Bolivia, como comprendida en la que nos habia prometido el Perú i cuando no se pretendía establecer entre los actos del Jefe Supremo i las obligaciones nacionales una separacion contraria a las bases primeras del derecho de jentes i a la práctica actual de todo el mundo civilizado; cuando no se desconocía el incontestable derecho de toda nacion injuriada a exijir la reparacion del daño sufrido; se apelaba a los manifiestos i proclamas de Chile para apoyar en frases aisladas una renuncia de este derecho; como si ella pudiese siquiera concebirse sin un temprano cumplimiento de las condiciones a que estaba ligada i sin las formas i solemnidades prescritas por la lei internacional. De la política liberal i justa del actual Presidente de Bolivia i de las disposiciones amistosas de que nos ha dado repetidas muestras, debemos prometernos que se prestará a nuestros reclamos una consideracion circunspecta i desapacionada. El Ministro Plenipotenciario, a instancias de nuestro Gobierno, ha pedido instrucciones al suyo para la prosecucion del asunto en Santiago; i el Gabinete chileno procurará conducirlo de manera que no peligre la buena intelijencia i amigable harmonía en que deseamos mantenernos con los estados vecinos.

Esta es la ocasion de informar a las Cámaras de un reclamo que, inopinadamente ha hecho la república de Bolivia a la nuestra. Por el articulo primero de la Constitucion chilena, se declara que el territorio de Chile se estiende desde el desierto de Atacama hasta el Cabo de Hornos; espresion que sin perjuicio del derecho que títulos positivos o una antigua posesion pudieran dar al señorío de todo el desierto, parece por su indeterminacion misma colocar nuestra frontera del Norte en la línea mediana que lo divide en dos partes iguales, por analojía de lo que sucede cuando un rio caudaloso separados estados, ninguno de los cuales puede alejir convenciones espresas o actos posesorios que le confieran el dominio de toda su anchura.

La lei de 31 de Octubre del año pasado esplicó en esta parte del testo constitucional, declarando por el artículo 1.° que son de propiedad nacional los guanos que existen en la conta de la provincia de Coquimbo, en el litoral del desierto de Atacama i en las islas e islotes adyacentes. Toda la costa del desierto i por consiguiente el desierto mismo en toda su latitud se adjudica por esta lei al señorío de esta República Pero Bolivia disputa a Chile la posesion de aquellas vastase inhabitables soledades. La abundancia de un material empleado ventajosamente en la agricultura i codiciado por las naciones estranjeras, les ha dado de repente una importancia que, por su absoluta desnudez i esterilidad bajo otros respectos. No han tenido hasta ahora. Bolivia se atribuye por su parte como nosotros por la nuestra, el dominio de todo el desierto i su reclamacion nos obligaa revisar i examinar nuestros títulos, sea para rechazar las pretensiones de Bolivia, sea para acceder a ellas en lo que aparecieren fundadas.

A las notas que sobre este asunto me ha dirijido el señor Ministro Plenipotenciario de Bolivia esponiendo los fundamentos de su reclamo se ha contestado pidiendo el tiempo necesario para la investigacion de todos los documentos, de todas las memorias antiguas que puedan ilustrar la cuestion i entre otras providencias tomadas para determinar con ixactitud la frontera del norte que separaba los territorios de Chile i del Perú bajo el réjimen colonial, se ha mandado hacer un escrutinio prolijo en la parte que se conserva de los archivos de la administracion española, i especialmente en los de la ciudad de Copiapó.

Pal es el estado en que se halla la discusion provocada sobre esta materia por el Gabinete boliviano i apénas creo necesario asegurar a las Cámaras que sera sostenida por el nuestro con toda la imparcialidad que la justicia prescribe i con todo el celo que le imponen la custodia i defensa de los derechos de esta República. Llegado el caso, será instruido el Congreso de los pormenores i méritos de esta inesperada cuestion.

Omito hablar de reclamos particulares intentados contra este Gobierno o entablados por él, porque en órden a casi todos los primeros, resueltos ya i puestos en ejecucion los antiguos relativos a los buques americanos Wartior i Macedonio no preveo que llegue ei caso de gravar con nuevas indemnizaciones a nuestro erario, i alguno que pudiera parecer fundado en justicia hasta cierto punto, está sujeto a escepciones i rebajas que requieren una discusion cuidadosa. Por lo que toca a los que de parte de Chile se han entablado por agravios cometidos contra sus ciudadanos en un país vecino (Bolivia), la amistosa correspondencia que subsiste entre los dos Gobiernos me hace esperar que no serán infructuosos los esfuerzos que está haciendo el nuestro para alcanzar la justa reparación a que tengan derecho los injuriados.

Me es grato decir a las Cámaras que nuestras relaciones con el Gobierno de la Nueva Granada se han hecho mas frecuentes i estrechas i que sin embargo de la distancia que separa a las dos naciones no juzgo improbable que lograse establecerse entre Chile i las costas granadinas bañadas por el Pacífico, un jiro comercial de recí proco beneficio, a que convida la diversidad de producciones de uno i otro clima.

Nuestro Gobierno se ocupa en el exámen de un proyecto de tratado de comercio, que le ha sido recientemente propuesto por el señor Ministro Plenipotenciario de la Nueva Granada.

El plan de reunión de un Congreso de Plenipotenciarios americanos me parece aproximarse a su realizacion, a despecho de las dificutades con que lo han embarazado varias causas conocidas i tristes, que no desaparecen un instante sino para reproducirse i exacerbarse. El Gobierno de la Nueva Granada es uno de los que prestan una decidida cooperacion a este asunto, Bolivia, Buenos Aires, el Brasil, Chile, el Ecuador, la Nueva Granada, Méjico i el Perú, están de acuerdo en cuanto a la ciudad de Lima, como residencia del Congreso. Algunos de estos esta dos han nombrado ya Plenipotenciarios para representarlos en él. De las restantes Repúblicas hispano-americanas no sabemos todavía que hayan declarado su accesion al proyecto.

Nos hallamos por tanto en el caso de fijar las bases, o por mejor decir, las mateiias, sobre que deben versar las deliberaciones de esta Asamblea. I la primera, la mas importante de todas, la encuentro yo en el afianzamiento de la independencia i soberanía de los Estados concurrentes. Las nuevas Repúblicas deberian a mi ver garantirla recíprocamente i especificar los medios de hacer efectiva esta garantía, según los casos que ocurran i las facultades de cada una de ellas. Coloco en segunda línea la determinacion del derecho internacional entre ellas i con las otras potencias del mundo. Los nuevos Estados no aspirarían a variar las reglas que han encontrado establecidas en la Gran República, de las Naciones de que hoi forman parte; escepto por medio de convenciones solemnes que creen derechos i obligaciones peculiares entre los signatarios. ¿Pero no nos hallaremos en el caso de exijir que, hallándonos sometidos al derecho público preexistente, se nos concedan todos sus beneficios; i pudiéramos consentir sin degradarnos que las relaciones de los nuevos Estados con los antiguos se sujetasen a reglas especiales que impusiesen a los primeros gravámenes desconocidos o los privasen de las garantías con que la lei internacional europea, cual existe ahora, ha protejido ya la independencia de los pueblos, ya la inmunidad de los territorios, ya les intereses de belijerantes i neutrales? Bajo este respecto la mision de la Asamblea Americana me parece de uria trascendente importancia.

Pero hai otros no ménos recomendables. ¿Se acusará de visionarios a los que esperasen de la interposicion de la Asamblea, como mediadora, como árbitra en las diferencias que tan a menudo se sucitan entre los nuevos Estados, saludables efectos para la conservacion de la paz i la buena intelijencia entre ellos? Los americanos, unidos entre sí por tantos lazos naturales, por una misma relijion, por un mismo idioma, por la identidad de sus antecedentes, por la semejanza de sus instituciones políticas, por intereses i peligros comunes, se hallan a mi juicio, para el establecimiento de esta especie de federacion pacificadora, en circunstancias felices que no han tenido a su disposicion los pueblos del antiguo mundo. El objeto a lo ménos es grandioso i benéfico i cuando no produjese los efectos que son de desear, siempre seria laudable i honroso el haberlo intentado.

Por lo que toca a los trastornos, a las conmo ciones que turban la tranquilidad doméstica de los Estados, creo que la intervencion de la Asamblea podria producir inconvenientes mui graves, i La Asamblea, por sanas que fuesen sus miras, carecería de datos precisos para calificar hechos, cuyo carácter procede las mas veces de causas demasiado complejas i oscuras a los ojos de observadores estranjeros. La esperiencia tiene harto justificados los perniciosos efectos de la intervencion estranjera; i no pudiéramos sin temeridad erijirla en principio. Pero la justa consideracion de los intereses permanentes del jénero humano, que condena esta especie de injerencia estrañas, no reprueba, ántes prescribe, la adopcion de reglas equitativas para que el territorio de un pueblo i el asilo que dispensa al infortunio, no se convierta en una oficina de armas incendiarias i de maquinaciones hostiles a la seguridad de los otros. Sobre este punto como sobre el derecho de estradicion de ciertos casos no es uniforme la jurisprudencia de las naciones; i creo que el fijarla para las reclamaciones recíprocas de los nuevos Estados pudiera ser uno de los objetos en que se ocupasen con utilidad sus Plenipotenciarios.

La espedicion i seguridad del comercio, la de los correos, el mutuo ausilio que deban prestarse los Estados para la prosecucion de las causas i la ejecución de las sentencias judiciales, la policia de fronteras i las reglas relativas a la navegacion interior, el goce recíproco de los grandes rios que atraviesan dos o mas territorios de ese colosal sistema de comunicaciones acuáticas, preparado por la naturaleza para los pueblos del continente sud-americano i hasta ahora casi enteramente cerrado al comercio del mundo, son otros tantos objetos en que me parece que las deliberaciones de la Asamblea podrían promover mui eficazmente la prosperidad de los nuevos Estados i los intereses jenerales de la humanidad i la civilizacion.

Saliendo de este círculo que podemos llamar de familia i volviendo los ojos a las potencias europeas, tengo mucha satisfaccion en asegurar a las Cámaras que con todas las que hasta ahora han solicitado nuestro comercio mantenemos la mejor amistad, que la marcha de nuestras instituciones les inspira confianza, i que el tráfico de sus ciudadanos en nuestros puertos i en nuestras ciudades interiores se ensancha i adquiere cada dia mas actividad e importancia. Despues de celebrado con la Gran Bretaña un pacto solemne que tiene por esclasivo objeto, un Interes de pura humanidad, pero recomendado bien espresivamente por las leyes fundamentales de nuestra República, se ocupa ahora el Gobierno en la negociacion de un tratado de navegacion i comercio con aquella potencia, i sin embargo de las dificultades a que ha dado lugar la diferencia de miras bajo algunos respectos, no desespero de que podamos conciliarias, estableciendo sobre bases fijas i de mutuo beneficio las relaciones mercantiles de las dos naciones.

El señor Ministro del Culto ha espuesto recientemente en su Memoria las dificultades que ocurren para la provision de la Sede Metropolitana de Santiago i la del Obispado de Chiloé, una i otra urjentísirua. Sin un arreglo satisfactorio con la Corte de Roma no podemos prometernos que en las bulas de institucion se reconozca el patronato de que por nuestra Leí Fundamental está investido el Presidente, i se eviten los embarazos en que se ha encontrado el Gobierno para conceder su exequátur a las anteriores. Ni creo yo posible que podamos obtener ese arreglo sino por medio de una mision que acercándose al Santo Padre le esprese los votos de nuestro Gobierno i entable negociaciones con la Silla Romana que remuevan este tropiezo i que faciliten al mismo tiempo la resolucion de otros puntos en que tiene un alto interes la Iglesia Chilena. Cuando llegue el caso de nombrarse para esta mision un Ministro, en uso de la sesta de las atribuciones conferidas al presidente por el artículo 82 de la Constitucion, tendré la honra de indicar al Congreso los grandes objetos que en ella se propone el Gobierno.

Antes de terminar esta Memoria, se me permitirá recomendar a las Cámaras el proyecto de lei que les diríjió el Gobierno con fecha de 24 de Agosto del año próximo pasado, solicitando se le autorizara para la formacion de un Reglamento Consular, con acuerdo del Consejo de Estado i con cargo de comunicarlo oportunamente al Congreso i asimismo el proyecto que recientemente he tenido la honra de trasmitirle sobre las formalidades con que ha de celebrarse o rehabilitarse el matrimonio entre personas que no sean católicas.

Acompaño i someto a la aprobacion de las Cámaras el presupuesto de gastos en el departamento de Relaciones Esteriores para el próximo año de 1844.

Santiago, Agosto 25 de 1843 . —Ramon Luis Irarrázaval .


Núm. 284 editar

Congreso Nacional por el departamento de Itata, ha examinado el acta del escrutinio que antecede i halla que, según este documento, resultaron legalmente electos para Diputado propietario el señor don Ramon Luis Irarrázaval i para suplente don Ramon Tagle, debiendo ser éste incorporado a la Cámara, en razon de haber admitido el propietario la diputacion por el departamento de Illapel.

Sala de la Comision, Santiago, Agosto 24 de 1843. —Manuel Covarrúbias. —José Santiago Toro . —R. Renjifo.


Núm. 285 [2] editar

LA PRENSA I EL SEÑOR PALAZUELOS

El señor Diputado Palazuelos se empeña contumaz en hacer una guerra de esterminio a la prensa periódica de Chile con escepcion de El Araucano, no atacándola con el poder del raciocinio, ni con las flores de una elocuencia seductora, sino con las armas de un ridículo sin gracia, con la pasajera influencia de su talento de satirizar. Quizás esta destemplada saña nos induzca a sospechar que el señor Diputado aspira a la celebridad: i en materias políticas; en la ciencia de organizar los pueblos pocos arcanos se han escapado a la accion de los hombres investigadores i profundos, i si algo de peregrinos vemos de vez en cuando, es parto de algún jenio creador i fecundo, así pues, como las ideas del señor Diputado no tienen en su favor mas que el sello de una orijinalidad sin brillo, como no tienen en su apoyo la conveniencia pública, ni la justicia, estas ideas reciben la muerte en el regazo del mismo que las enjendró.

Gustoso renunciaríamos al placer que el señor Palazuelos nos procura obligándonos a entrar en una lid, en la que si el triunfo no puede ser dudoso ni tardío, nos lleva en ella momentáneas ventajas. El señor Diputado con su conocida verbosidad, puede en media hora lanzarnos desde el inviolable santuario de las leyes mil dardos emponzoñados en tanto que El Progreso necesita dos horas cuando ménos para confeccionar un artículo de tres columnas medianamente redactado. Mas la alternativa en que se nos coloca es bien dura; o guardar un silencio cuya elocuencia no seria comprendida por todos, sufrir inermes los tiros de un antagonista que en su exaltacion no conoce barrera alguna que le contenga, i dar indicios de que la prensa ha quedado vencida, o volver a la lisa con nuevas armas para combatir hasta triunfar.

A luchar nos hemos decidido sin vacilar un momento. A ello nos impele nuestro deber; por otra parte es nuestra causa, es la causa de la civilizacion, de la humanidad, es la vida de los pueblos que perecerían moralmente sin el sustento de las ideas que la prensa derrama a manos llenas, i fuera un oprobio que intereses tan caros i valiosos, que objetos de tanta magnitud, se viesen abandonados por los que están encargados de su defensa, i entregados al ludibrio de la palabrería: i todo por temor a un grano de arena, por miedo de declamaciones cuya impotencia demuestra su misma osadía.

Vamos, pues, a hacer una breve reseña de las crueles inculpaciones que en algunos pasajes del discurso del señor Palazuelos hace a la prensa periódica, en particular a El Progreso, procurando refutarlas i desvanecerlas, sin hacer valer la fria impostura ni la torpe diatriva, sin rivalisarnos en el fango de las personalidades. A este respecto puede tranquilizarse el señor Diputado, pues que no cambiaremos las armas que la razon presta por las del de nuesto, ni insensato mancillaremos nuestra causa, defendiéndola con el aleve sarcasmo. Porque si El Progreso no es el Morning Cronicle, ni el Diario de Debates, ni sus editores, ni sus redactores mancharán su dignidad de hombres, su cultura; no faltarán al decoro que se merece al pais en que escriben, aun a trueque de hacer callar a su adversario.

Entremos en materia: el señor Diputado dice: "La prensa periódica asalariada por el Gobierno, pues tal importa la proteccion con que éste la favorece, no puede ménos que dar su aprobacion a todos sus actos, hacer una manifestacion de sus ideas relativamente a él, manifestacion que puede ser apasionada, imbécil, inmoral, perniciosa e inoportuna en muchos casos."

El señor Palazuelos piensa, pues, que la proteccion que el Gobierno da a los periódicos suscribiéndose por un cierto número de ejemplares equivale a asalariarlos, ignorando acaso que si retirase la suscricion a El Mercurio i a la Gaceta no podrían publicarse i El Progreso viviria a duras penas, porque es de saber que son pocos los que leen i entre éstos algunos de valde. Ademas esa proteccion que tanto escandaliza al señor Diputado, haciéndole poner el grito en el cielo, es una justa retribucion, no de los servicios que ellos prestan, sino de lo que pagan como contribuyentes en derechos del papel que consumen i que sin los periódicos no se consumirian, derechos que son 25% sobre un avalúo, por lo regular subido, mientras los libros i las publicaciones estranjeras están exentas de derechos.

En cuanto a la aprobacion que por este salario debemos dar a todos los actos del Gobierno, nosotros diremos que con él i sin él aprobaremos todas las medidas que lleven el sello de la utilidad i de la buena fé, sin que renunciemos a censurar lo que nos parezca digno de censura: en uno i otro caso con arreglo a nuestra conciencia, porque nosotros tenemos conciencia política.

Mas adelante dice el señor Diputado: "¿no es claro que protejiendo el Gobierno a estos impresores o empresarios, favorece sus ideas, mira por sus propios intereses?"

En la duda en que nos deja la ambigüedad de esta frase de si las ideas que favorecen el Gobierno i los intereses porque mira son los suyos o los de los impresores o empresarios, vamos a considerarlo de las dos maneras por si acertamos, porque bien pudiera ser que no fuese ni lo uno ni lo otro.

El suponer el señor Diputado que el Gobierno sólo busca quien favorezca sus intereses e ideas, i mereciendo esto la aprobacion de un representante de la nacion, importa decir que el Gobierno actual tiene distintas ideas, intereses opuestos a los del pueblo cuyos destinos preside, i esta deduccion nos parece natural cuando vemos que coincide perfectamente con el final del primer párrafo que hemos copiado; esto es, que al aprobar los escritores asalariados todo sus actos (los del Gobierno) esta manifestacion podría ser apasionada, imbécil, inmoral, perniciosa. No se hiciera tal agravio a un Gobierno cuyo jefe fuese un lacho.

Si lo que el señor diputado ha querido decir (todo podria ser) es que se favorecen las miras e intereses de los impresores o empresarios (para el señor Diputado estas dos palabras son sinónimas) bastáranos contestar, que los editores de El Progreso i redactores tambien no tienen otro interes que el bien del país, ni otras ideas que las que sirvan para lograr este bien; que si sus hojas de servicios no son mui brillantes i fastuosas, en ellas no hai una nota de desercion, que en su pequeñez social, la lealtad, la consecuencia, en una palabra la honradez política ha sido constantemente su divisa. Que en las divisiones civiles que en tiempo de revuelta han ajitado los ánimos, siempre han militado bajo el mismo pendon con colores definidos, sin medias tintas ni tornasol.

Prosigue. I si nó, díganme los señores impresores, ¿cuándo se han ocupado en meditar los obstáculos que se oponen al desarrollo de la industria; cuándo han reflexionado en un canal, en un puente, que convendría en este o en aquel lugar? Se ocupan sólo en jeneralidades que todo el mundo sabe, cuando no tienen un chismesito con qué divertir.

Dejando El Mercurio i la Gaceta la parte que les toca en la fatídica tarea de refutar al señor Diputado, diremos solamente que El Progreso fué el primero que presentó i analizó el proyecto de colonizar el Estrecho de Magallanes, é que tomó parte en la cuestion suscitada por El Semanario sobre el proyecto de colonizar los baldíos del su i como proponían los directores de la Sociedad de Industria i Poblacion que han levantado mil veces la voz, para que la policía recobrase su perdido vigor; también ha favorecido en su marcha emprendedora i enérjica a la Municipalidad de Santiago; ha hecho i hara cuanto esté a sus débiles alcances para corresponder a su título para llenar dignamente su objeto.

"Entre los redactores de El Progreso se encuentra un empleado en el gobierno. Yo lo creo mui interesado por el bien de Chile, por su prosperidad; pero no creo que publicase un artículo contra el Gobierno sin consultar ántes al Ministro i pedir su opinion. Yo no digo que el actual redactor así lo hará, pero es natural que lo haga todo aquel que no quiera que se le despoje de su destino.

En tiempo que entre los redactores de El Progreso, habia mas de un empleado del Gobierno, fué cuando se censuró el discurso que el Presidente de la República leyó ante el Congreso Nacional, i el artículo que contenia la censura fué a la imprenta sin ser visto por ninguno de los Ministros de Estado.

Ni el empleado que el señor Diputado alude en su injusta i agravante alusion, ni ninguno de los que por sus luces i capacidad puedan redactar o ser colaboradores de El Progreso se estiman en tan poco, ni son tan menguados para dejar de publicar sus opiniones, si las creen útiles, por temor de perder su destino. Por otra parte los señores Ministros son demasiado circunspecto para exijir de sus empleados actos deservilidad que por sí solos les harían indigno del lugar que ocupan i la confianza que merecen. Si tal cual vez hai que apoyar una medida gubernativa, lo que El Progreso hará siempre que le parezca útil al pais. podrá suceder que nos acerquemos al Ministro por cuyo conducto se proponen a tratar de investigar las causas que la motivan i los fines a que ella conduce para hacer mas conspicuas sus ventajas; este paso dista mucho i jamas puede confundirse sin temeridad con la abyeccion que nos supone el señor Palazuelos. Relegando al desprecio esa inculpacion que hace a El Progreso el señor Diputado de haber publicado chismes i blasfemias, etc., eso que se llama desahogos, rétanos decir dos palabras sobre la inconcebible injuria que graciosamente no infiere el señor Diputado al decir que nosotros alteramos sus discursos en la publicacion que hacemos de las sesiones de la Cámara de Diputados.Esto es notoriamente falso, ni tenemos interes ni aun cuando le tuviéramos cometeríamos la vileza de alterar voluntariamente en un ápice el sentido de lo que ninguno de los señores Diputados hablan en la Cámara. Apelamos al testimonio de las conciencias de todos, la del señor Palazuelos inclusive. Si hai alguna omision o diferencia entre lo que se dice i lo que se publica, depende de la falta de taquígrafos que puedan copiar con escrupulosa fidelidad los discursos de los representantes, i esta falta la sentimos a par del alma, porque la historia parlamentaria pierde algunos trozos inimitables.

Concluimos insertando lo que en Setiembre de 1842 decia El Semanario en ocasion semejante a la que ahora nos ha obligado a esta justa vindicacion, ella corrobora nuestros asertos.

No nos despedimos del señor Palazuelos porque no creemos aun terminada esta polémica.

El tiene la lengua espedita, nosotros la pluma pronta.

Los Editores

El señor Diputado Palazuelos no nos quiere bien; pero a pesar de esta malquerencia, cuya causa no nos es dado atinar, ha querido dejarnos añosos i bien puesta nuestra reputacion de profetas. Dijimos que la contienda entre el señor Diputado i El Progreso no habia terminado i dijimos la verdad. Ahora repetimos que talvez no tenga fin miéntras no lo tengan las sesiones parlamentarias, i puede ser mui bien que tampoco nos engañemos. I despues pudiera salir algún otro Mastodonte tan intelijible como el primero.

El señor Palazuelos prosigue sin echar la vista atras, sin ver tampoco él el abismo que podrá hallar al fin de su viaje en el intrincado i tortuoso sendero en epie voluntariamente se ha engolfado. Es un atleta impertérrito, que no ceja un paso por todo el oro de este mundo. La cortesía que como dijimos al principio, ha usado con nosotros, realizando nuestra prediccion, merece su correspondiente torna, i se le vamos a dar endulzando el sentimiento que allá en sus adentros pueda tener el señor Diputado de llevar tan adelante una tirria sin objeto i sin resultado. I de consuelo deberá serle el saber que su desacordada enemiga, no nos causa ningún mal moral, mientras que nos produce dos bienes materiales i de gran precio para nosotros.

El primero es el de darnos con su filípica asunto para escribir, sin duda ha creido que andamos escasos siempre de ellos, por no tener el don creador ni de invencion, aunque sea de futilezas i patrañas. El segundo es que espendemos mayor número de ejemplares de aquel que encierra alguna réplica a los discursos del señor Palazuelos.

Ni sabemos ni queremos averiguarlo, si esto sea efecto de simpatía del público por nosotros o de antipatía del público para con el señor Diputado.

Esto supuesto, por nuestra propia conveniencia, i a fin que el señor Palazuelos quede completamente desahogado de la hiel que contra El Progreso o sus impresores o empresarios pudiera en su ardiente corazon, desearíamos que prosiguiese en divertir a la barra a espensas de la prensa chilena, dando de paso pié a ésta para escribir contra el autor de las risas.

Decir como ha dicho el señor Diputado que El Progreso ha atacado la unidad del sistema que actualmente es la base o forma de nuestro Gobierno, es decir en términos mas que claros que El Progresoha levantado la bandera de la insurreccion, que ha pretendido encender la tea sanguinaria de las revueltas, en suma, que ha anarquizado i esto despues de haberle reputado como un periódico plegado servilmente a las ideas i actos del Gobierno que le asalareaba. ¡Qué grosera inconsecuencia! ¡Qué palpable manifestacion de la pobreza de espíritu, de la mezquindad de intelijencia del anómalo vocinglero! ¿Quién no desconfará del hombre cuyas opiniones i conducta política envuelve tan culminantes contradicciones, tan chocante discordancia, tan completa ausencia de buen sentido? ¿Quién podrá tener fé en un ser tan versátil i contradictorio, símbolo peifecto de una mesa revuelta i en cuya cabeza existen hacinadas confusamente ideas tan inconexas i contradictorias?

Pero vamos al caso i defendámonos de la inmerecida nota de anarquizadores, como nos hemos defendido victoriosamente de la de serviles.

En toda su marcha El Progreso ha profesado en la sustancia las mismas ideas políticas que ahora, ellas han sido su conviccion, su fé política, porque señor Palazuelos, lo repetimos, los EE. de El Progreso no son cambia colores i sí mui honrados en materia política, como en cualquiera otra materia. El sistema de gobierno que rije a la República, la marcha juiciosa i progresiva que a las instituciones i reformas de la actúa, administracion, ha sido i es de nuestro agrado e impulsados por nuestros deberes espresados en nuestra divisa, hemos alentado a los funcionarios públicos, cuando nos ha parecido que cedian algo en su carrera; pero lo hemos hecho con una moderación conforme con nuestros principios ¡conforme también con los miramientos que se merecen aquellos cuyos actos llevan el distintivo de la buena fé i el deseo del bien del pais. No somos atrabiliarios por naturaleza, no hemos recibido de ella el don funesto de una fogocidad destructora cuando va acompañada de un talento superior, i ridicula i miserable cuando ella constituye la única cualidad.

Recuerde el señor Diputado que cuando El Demócrata sostenia que en el Senado no debian figurar hombres como el señor jeneral Prieto i el señor Egaña, por sus ideas retrógradas, El Progreso sostuvo con noble ahinco que siendo el Senado un cuerpo conservador, un cuerpo destinado a neutralizar la accion a veces demasiado enérjica de la otra Cámara, debía ser compuesto de hombres de opiniones moderadas por la esperiencia, frios razonadores sobre todas las medidas lejislativas, en una palabra hombres cuya acción tranquila sirviese de equilibrio social.

El señor Palazuelos deberá estar ahora conforme con las opiniones de El Progreso i con la de los dos señores que El Demócrata rechazaba. En otro tiempo no nos hubiéramos atrevido a contar con esta conformidad. La constancia es virtud, pero algo rancia.

No nos parece insistir mas sobre esto i pasemos a cosa mas formal.

Antenoche la descarga ha sido récia. A El Mercurio le ha caido una fuerte granizada, a El Progreso un rayo abrasador i, ¿qué fuera de nosotros sino tuviéramos pararayos? quedaríamos reducidos a cenizas.

Se ha dicho por el señor Diputado que El Progreso atacaba la tranquilidad de las familias, que habia falsificado la firma del señor Tagle i la de su hermano.

El público sabe que esta increpacion alude a dos avisos, uno puesto a nombre del señor don Francisco Ruiz Tagle i que no tan sólo publicó. El Progreso, sino El Mercurio i La Gaceta, i el otro en nombre de don Antonio Palazuelos que se publicó en El Progreso.

Todos, hasta nuestro desafecto, hicieron la debida justicia a la sinceridal de nuestra protesta sobre haber insertado el aviso creyéndolo obra de la persona cuyo nombre venia ai pié.

No podíamos en efecto sospechar que fuese de otro, ni qué intension podia haber en ello. Si el estilo en que estaba redactado el aviso no es el de don Antonio Palazuelos, es cosa que no podíamos saber porque no le habíamos cotejado con el de las producciones de este señor que no habian visto aun la luz pública.

Ademas el público o la parte que piensa de él no acertaba a saber cuál podia ser el objeto que nos propusiésemos en formar aquel aviso nosotros mismos i suponerle firmado por el señor Palazuelos. ¿Hacerle un daño? nó; porque no somos inclinados a este bárbaro placer; ademas, de la publicacion del aviso no le resultaba daño alguno al supuesto autor. ¿Ridiculizarle? ¿para qué? Pero nuestros lectores vieron también aquel cartel publicado por el señor don Antonio i que nosotros, como otros muchos, creyeron obra de otra cabeza, hablamos de aquel aviso, modelo de cultura i de decencia, en que el señor Palazuelos don Antonio, usando del lenguaje de la parte mas soéz i embrutecida de nuestra sociedad, nos dijo falsarios i ladrones.

Ahora, pues, vamos a publicar por qué el señor Palazuelos, nuevo Aquiles, con ei invulnerable carácter que reviste, nos echa en cara el haber falsificado la firma del señor Tagle i la de su hermano. Risueltos a no dejar impune tamaña injuria, redactada en términos atroces i asquerosos, acudimos a los tribunales a pedir la reparacion del ultraje inferido i el consiguiente castigo al calumniador. Creímos que el fallo seria tal que, poniendo un freno saludable a las procacidades i a la mentira, quedase vengado nuestro honor. No nos contentábamos con acusar al calumniante ante el jurado de imprenta, i este fué nuestro error. La Suprema Corte iba a dar el fallo, i por una de aquellas fatales disposiciones que el hombre de corazon bien puesto tiene para que le sirvan de veneno en muchos de los lances ordinarios de la vida, cedimos a influencias i persuaciones para terminar un asunto desagradable, i como nosotros perdíamos cediendo i el hombre de bien es de suyo jeneroso, se dió fin a un proceso cuyo resultado, si se hubiera llevado a cabo con arreglo a las leyes, hubiese amargado los días del señor Palazuelos. Sin embargo este señor declaró ante la Corte Suprema la inculpabilidad por parte de los Editores de El Progreso en el hecho que motivó la querella criminal.

El señor diputado, su hermano, se ha aprovechado de nuestra jenerosa conducta que él talvez calificará de bobería o candidez, i sin duda tendrá razon para echarnos ahora en cara la cantinela de que somos falsificadores de firmas.

¿Qué fuera de nosotros, qué epítetos nos daria el señor Palazuelos si estuviésemos en el caso de un señor intachable en su conducta, que tiene un proceso pendiente con el ex tesorero don Ramon Vargas, verbal, por negar que es suya una firma puesta al pié de un documento que comprueba haber recibido una cantidad de dicho señor tesorero? Nos diría, ¿quién sabe qué nos diría? A pesar de esto el público, i nosotros como parte integrante de él, ya hemos fallado sobre este particular. A fé de caballeros, nunca hemos pensado sacar de esto un cargo para ninguno de los contendientes.

Si nuestro objeto fuera volver herida por herida, harto podríamos mortificar al señor Palazuelos, pero mui léjos de nosotros semejante bastardía, i nada nos cuesta mas que seguirlo al campo de las personalidades i tener que hacer nuestra defensa.

Volveremos a tocar esta materia, pero considerándola bajo otra faz, i a la verdad que deseábamos haber mirado esta cuestion solamente por ella, mas el señor Palazuelos nos ha arrastrado a hacer lo que él hace en sus discursos, ocuparse de su persona, i seános permitida esta mísera aunque necesaria debilidad.


Núm. 288 [3] editar

Hemos recibido de Santiago el tenor de un discurso pronunciado en la Cámara de Diputados por señor Palazuelos al tratarse de la partida del presupuesto destinada a la suscripcion de periódicos; i como en él se ataca directamente al crédito de la prensa nacional, nos apresuramos a examinar dicho discurso: el mas serio sin duda que ha producido su autor en la actual sesion pero el ménos justo, el ménos franco, i el mas lleno de errores.

No dejaremos pasar, no, esta bella oportunidad que se nos presenta para desahogar a invitacion del señor Palazuelos, nuestro corazon; porque tambien tenemos corazon los periodistas. La ocasion lo exije, i el mas circunspecto lector nos tendrá a bien que hoi descendamos a detalles i esplicaciones que en otras circunstancias se habrían reputado fútiles e indignas de la prensa. Hace tiempo que se nos echa en cara con cualquier pretesto, con cualquier designio, sin esceptuar la rabia injusta, ni el deseo de dar alas a un partido exánime la suscripcion con que el Gobierno favorece al Mercurio. Hasta el Bio Bio se estiende el clamor de que recibimos $600 mensuales del Gobierno i este hecho se presenta como una clave para falsear nuestras mas puras intenciones.

Hasta aquí hemos oido i hemos callado; hemos dejado correr las equivocaciones i las injusticias, hemos visto cruelmente pagadas nuestras enojosas tareas, i sin embargo hemos seguido tranquilos i pacientes la oscura e ingrata carrera de los periodistas: harto oscura para quien no tiene mas nombre que El Mercurio, i hasta para quien no aspira a empleos, ni pide sonrisas a nadie. Hemos visto la cruel indiferencia de los mas i las hostilidades, i la insensatez de unos pocos; i sin alterarnos hemos seguido con nuestro fardo a cuestas... i ¿se sabe cuál es este fardo?

El de trabajar sin intermision; el de echar sobre nuestros hombros una carga que podria repartirse en tres: el de estudiar afanosamente el propio pais, i los estraños, el de estudiar en los libros i en las cosas; el de examinar todos los actos del Gobierno, todos los debates de las Cámaras, todas las sesiones de las municipalidades, para ver si hai algo erróneo en ellas i refutarlo, o algo patriótico, i aplaudirlo: el de luchar con la ignorancia propia, tratar de aprender de prisa i a toda costa, seguros de no hallar induljencia ni para el silencio; i el de luchar tambien con la ignorancia ajena, i tener que disfrazar muchas veces las mas sanas doctrinas con el ropaje de sus preocupaciones: el de abrazar todos los intereses del pais, i tener siempre presente sus relaciones esteriores, su prosperidad en el interior, el progreso de los espíritus, el mejoramiento moral de todas las clases i de materias de aquellas que son mas indignamente tratadas: el de abrogar a la vez por el pueblo, por los principios, siempre que la justicia i la oportunidad lo hayan exijido sin temer las susceptibilidades del poder: el de luchar hasta con la esterilidad misma de los negocios para no dejar desfallecer en nuestros brazos a la prensa i tratar de objetos importantes en realidad, pero propios mas bien de una academia que de un diario: el de bajar repentinamente de estas alturas para pensar en los lectores ménos profundos, o contraidos a ciertas especialidades, i ponerlos al corriente de lo que pasa: observar cada buque que llega, i devorar inmediatamente las pájinas de El Times, o de El Comercio de Lima, de El Jornal do commercio o de El Debats, de periódicos de España, o de la Oceanía para trasmitir inmediatamente a los lectores lo que en otras partes se hace i se piensa; el de averiguar cuanto ocurre de interes público en las oficinas, en las calles i plazas para anunciarlo al momento ¿cómo? estudiando las palabras, i limando las frases para no herir esta susceptibilidad ni chocar con aquella pretension.

Esta tarea no es del dia, es de todos los dias. Hai reposo, hai descanso para todas las otras funciones; para la prensa no la hai. Es permitido fatigarse en otros trabajos, en el de la prensa no. "Fuerza es velar por los que duermen i en medio de la indifeiencia i de la apatía, conservar el calor de las propias convicciones, i la enerjía del alma: es preciso despreciar la calumnia, arrostrar los sinsabores, hacer frente a las hospitalidades, luchar contra el odio de unos, contra la preseindencia de otros, i aun contra las injusticias mismas de los amigos. Es preciso hablar cada dia, i seguir los hechos del momento, durante las sesiones, tomar uno por uno los proyectos, hacer sentir su importancia, seguir asi duamente los debates, i despues de una emocion muchas veces de pesar o de un mortal fastidio, analizar los argumentos para combatirlos o apoyarlos. Es preciso hablar otra vez, hablar sin cesar aun despues que los tribunales se quedan en silencio i agotar el propio caudal cuando los sucesos se presentan monótonos i los pueblos inmóviles: llevar el fardo siempre a cuestas, gastar las propias fuerzas, devorar la vida, violentar la intelijencia para dar abasto a un trabajo que renace cada día. He ahí el peñasco que está condenado a hacer rodar el periodista; he ahí la obra abrumadora que debe ejecutar, i es preciso que esta obra se lleve a cabo, sin poder nunca volver sobre sus pasos i sin el consuelo siquiera de esta fama que es la grande ambicion de todos los productos intelectuales. Escribirá cien volúmenes, i no quedará ni una línea sola que lleve su nombre; pensamientos, palabras, improvisaciones rápidas, o escritos estudiados, todo lo que él confie a esta hoja efímera, desaparecerá en un torrente que va a dar al abismo del olvido.

Al hacer estas observaciones no pretendemos ensalzamos, hablamos de nuestros propósitos, de nuestras tareas i no del modo como las desempeñamos. Luego trataremos de los servicios que hace la prensa de Chile, i la compararemos con las de otras partes; luego discutiremos cuál es mas independíente, si la prensa o las Cámaras, puesto que se nos obliga a tan desagrable polémica; dónde se halla la servilidad en nuestro pais, si en la prensa, o al lado de los empleos: cuáles son mas patriotas, si los jóvenes que escriben, errando i aprendiendo, o los estacionarios que los silban: cuáles en fin, piensan mas en puentes i caminos, si los oradores o los escritores, i llamamos escritores no sólo a los periodistas, sino a los muchos que ocupan de afuera las columnas de los diarios. Pero ántes de esto queremos deshacer algunas equivocaciones sobre nuestro papel. Hablemos de El Mercurio, hablemos de esa decantada proteccion del Gobierno i de la mordaza que le impone, mostremos lo que es la redaccion i lo que es la prensa i cuáles son las relaciones de ámbas con el poder; violemos en fin el secreto de nuestras casas domésticas, ya que así lo exije una circunstancia bien séria: el crédito de la prensa de Chile.

La proteccion del Gobierno a El Mercurio se reduce a comprarle doscientos ejemplares por la mitad de su precio. Toma a medio real cada uno de ellos, i por consiguiente no son $600 los que paga mensualmente a la empresa, sino trescientos setenta i cinco. A mas de esto, El Mercurio está obligado a rejistrar en sus columnas todos los actos oficiales, es decir, a hacerle al Gobierno una segunda edicion de El Araucano; condicion cuyo gravámen no conocen muchos lectores, porque creen que las redacciones no tienen con qué llenar las diarios, pero que en realidad es pesada, porque sobran cuando ménos folletines i artículos de variedades que copiar i esta clase de materiales agradan mas al jeneral de los lectores, i mui especialmente a los estranjeros que son los que en realidad sostienen a El Mercurio, i a quienes mas debe complacer, que un largo reglamento de caminos, por ejemplo, i que la mayor parte de los decretos, cuya importancia no está al alcance de todos.

Hace ya dos meses que se queja el público de la vaciedad de nuestras columnas, i no somos dueños de amenizarlas, porque nos abruma la obligacion de reproducir los debates de las Cámaras, i los numerosos actos oficiales.

Entre tanto el Gobierno consigue con su suscripcion a El Mercurio dar una circulacion completa a sus actos en el esterior, lo que no puede conseguir por medio de El Araucano, por mas que lo reparta gratis.

En un pais en que la prensa es naciente, los periódicos especiales nadan valen. Un papel compuesto sólo de decretos, i desnudo de noticias, de materiales amenos, de cosas del momento, i si se quiere sin futilezas, circula lentamente, i mas parece libro que periódico: se le da de valde, i sin embargo no lo leen.

Con su suscripcion a El Mercurio, consigue el Gobierno mezclar lo útil i lo agradable, i obliga a leer a los Diputados, a los jefes políticos i a los jueces.

Consigue espacio las luces con doble ménos costo que el que esas luces, buenas o malas, en el mercado tienen.

En una palabra, hace una especulacion para el pais, i prueba de un modo mui positivo que tiene fe en los beneficios de la prensa, i que no la teme, ni con todos los errores i pasiones que siempre la acompañan.

I es a esta conducta noble que se debe en mucha parte la altura a que cada dia aspira la prensa de Chile.

He ahí los verdaderos objetos de la suscripcion del Gobierno, i no el de poner un yugo a la prensa.

Hagamos ahora nuestras cuentas: hablemos de la empresa i de la redaccion de El Mercurio. ¿Qué ventajas saca la primera con la suscripcion del Gobierno? Supóngase que el Gobierno quiera reducirla a cien ejemplares; entónces la prensa le exijirá que se los pague como los paga el público, i tendrá que darle 300 pesos mensuales, cantidad casi igual a la anterior.

En este contrato perdería la mitad el Gobierno, i la prensa ganaría lo mismo, atendida otras deducciones.

Supóngase ahora que el Gobierno retira del todo su suscripcion. ¿Creen los que nos llaman vendidos al poder, que retirados de la circulacion los 200 ejemplares que reparte el Gobierno, justamente entre los mas capaces de suscribirse, i los que mas necesitan leer, no obtendría El Mercurio cien abonados entre esos doscientos? La empresa tienes datos bastantes para estar segura de que obtendría mas, i nos parece que no dudará de ello el público.

Pero dejémosnos de cuentas, i basten estas indicaciones para convencer a los lectores que el asunto que discuten nos es indiferente por el lado de los intereses.

Lo que nos efecta en el discurso del señor Palazuelos son las acusaciones contra la prensa, de ignorancia, de impotencia i de servilidad.

Contestaremos mui luego a estas acusaciones, al tratar de los redacciones i de sus trabajos.

No tema el señor Diputado que le calumniemos, nó; escribimos sin irritacion i sin prevenciones.

Podemos hacerle oir algo desagradable; pero mui apesar nuestro, i forzados por el asunto.

Entiendan los lectores que la materia es importante i no esperen que vayamos a desahogar pasioncillas de periodistas, i a hacer retorciones personales.

El discurso del señor Palazuelos nos ha va conducir a un terreno algo elevado, desde donde podremos echar una mirada esploradora sobre todo el pais.

Hasta mañana.


Núm. 287 [4] editar

DISCURSO DEL SEÑOR PALAZUELOS

Tengan bien presente los lectores que no rebatimos este discurso en cuanto tiende a que el Gobierno retire la suscrícion a los periódicos. Ya lo hemos dicho, respecto de El Mercurio, este hecho será insignificante, cuando no ventajoso. Nuestras cuentas son mui claras: cese la especulacion que hace el Gobierno para el pais a nuestra costa, deje de tomar a medio real cada ejemplar de nuestro papel; retire de la circulacion de 200 ejemplares con que inunda la República, i que se vuelven 400 en virtud de los endosos i de los manejos indignos que los llevan de mano en mano, i se verá si El Mercurio no cuenta con mas amigos en el pais que con el Gobierno: si tiene méritos en sí, i verdaderos títulos al aprecio público, se verá si el patriarca de la prensa chilena necesita todavía apoyarse en el brazo nada jeneroso del ministerio para poder continuar su carrera de servicios, i se verá tambien si este brazo es hoi opresivo i contrario a la libertad del pensamiento, o mas bien, demasiado especulador en provecho del pais i de las heces.

Lo que nos choca en el discurso del señor Palazuelos es la injusticia i la falsía de que está impregnado, los aires de independencia que se da para acusar de servilismo a órganos mas independiente que el de efímeros i nulos a quienes trabajan por el pais mucho mas que él i de ignorantes i sin juicio a quienes han divulgado mas luces que él. Nos afecta el ver que se pretende desconocer los servicios de la prensa nacional, justamente cuando mas honra a Chile i cuando mas esfuerzos hace por salir del fango en que ha estado hundido por muchos años. Contra estas imputaciones es que alzamos la voz, i la alzamos con calor, justamente porque no vamos a defender los mezquinos intereses de una empresa, sino a tratar de un asunto que se refiere al verdadero estado político del pais, i la situacion actual de la prensa, al ensanche que van tomando las luces nacionales, i a los enemigos con que estas luces tienen que luchar. Este es un asunto mui serio en realidad. Quisiéramos perder de vista al señor Palazuelos i a su discurso, i hablar en monólogo sin tener que contestar, ni contradecir; pero no podemos hacerlo, porque esos clamores van a servirnos de guia para penetrar en los recesos de nuestro asunto.

Comencemos por preguntarnos, ¿qué es hoi Chile? Chile se compone de una vasta máquina de gobierno, i de otra vasta máquina que se llama pueblo. La primera, a cuya cabeza está el presidente i su gabinete, es formada por un número considerable de resortes que se llaman em pleados, propietarios de campanillas, i hombres de partidos semi-muertos i neutralizados por la época. Esta masa de hombres se halla profundamente impregnada del principio de conservacion, ella quiere a la sombra de este principio guardar sus intereses en primer lugar; i en segundo, no esponer al pais a las horribles plagas que ha vomitado la anarquía en los Estados vecinos. Si puede objetarse a estos hombres egoísmo, falta de espíritu público, i aun ideas atrasadas, es preciso confesar que el camino seguro está por su parte, i que mas de una vez, tambien lo está el buen juicio i la sensatez. Estos hombres gobiernan al pais en realidad, i lo gobiernan porque el pais lo quiere i porque su estado de civilizacion i de riqueza no pide otra cosa de mandatarios.

Si Chile exijiera gobernantes reformadores i hombres llenos de vida, los habria: pero el pais no los pide, i no los hai. Esta clase aristócrata, permítasenos este mal nombre, está hoi tranquila, i sin divisiones i gobierna a la República del modo mas pacífico que puede imajinarse: su látigo es el no conviene por ahora, i su eleccion consiste en el silencio. Ella preside a las elecciones, i construye los gabinetes, hace las leyes i nombra los empleados; i el grupo de cualquiera de sus miembros en medio de un salon hace mas eco que un grito de la prensa.

Cuando estos hombres promueven una mejora, se lleva a cabo; cuando la promueve la prensa, se queda todo en palabras i proyectos. Sin embargo, no son estos hombres del todo inaccesibles a la prensa; a veces se dejan estimular, hasta se entusiasman algunas veces ¡pero cuidado como se les hable! Es preciso tener todos los miramientos posibles, i hablarles con una voz suave i respetuosa, pues que tienen el orgullo a la derecha i la intolerancia a la izquierda.

El pueblo es otra cosa en nuestro pais. Se compone de hombres dedicados esclusivamente al progreso material e individual; de comerciantes, de artesanos i de pobres labradores. Hai animacion en su vida, pero es la animacion de los brazos, no de las cabezas. Esta animacion no se refiere directamente al bien del pais, pero es el elemento mas poderoso de sus progresos.

Los hombres del pueblo hablan poco de Gobierno, i los artículos de variedades son los que mas leen en los periódicos. Gruñen tambien algunas veces contra el poder, i sobre todo contra las autoridades subalternas; pero sus clamores son sordos, i el tiempo sólo los consuela i los distrae.

Algunos creen que en Chile el pueblo duerme, i que algun dia hará una terrible esplosion; mas nosotros no lo tememos, porque bajo las apariencias de ese sueño, la verdad es que el pueblo se cambia gradualmente, se ilustra i se acostumbra a respetar las formas i los principios. Por otra parte, lo que llamamos Gobierno, tambien hace su conversion poco a poco, i no se presenta obstinado en su camino. Este doble cambio, i esta converjencia del pueblo i del Gobierno conducirá a la realizacion del sistema representativo, si no hai suceso estraordinario que rompa el actual equilibrio.

Tambien debemos alistar en las banderas del pueblo a la juventud estudiosa, esta juventud que tanta influencia tiene en las Repúblicas principalmente, i que se distingue en todas partes por el espíritu de independencia i de novedad; esta juventud que desafía al poder incesantemente, i protesta siempre contra el presente i el pasado; esta juventud que se cree sabia en un instante, i que habla i escribe cuando piensa, que yerra mucho, pero que aprende a pasos ajigantados; que es atrevida, pero dócil, impotente pero patriota. ¿Qué hace esta juventud en nuestro pais? nada mas que estudiar i trasmitir un poco de su fuego a su alrededor. Ni es bastante numerosa para ser fuerte, ni tiene tantas pretensiones como para que se le tema, la pobre se muere por un aplauso, i un silbo tambien la mata; trabaja por la gloria literaria, su corazon está puro, su cabeza llena de castillos en el aire, hasta que un empleo varia sus intenciones i las vuelve positivas. Entónces se pasa del pueblo al Gobierno, pero le lleva a éste un buen continjente de ideas i de buenos sentimientos que lo modifican, i lo componen.

En una sociedad de esta manera organizada, no faltan hombres estravagantes, que tienen espíritu público, pero que conservan todos los instintos de la revolucion. Estos claman contra los abusos, los abultan, tambien, i desean hacer la oposicion; pero no saben por dónde comenzar; i lo que es mas, no tienen valor para hacerla. Estos hombres son los que claman porque la prensa estalle, i la censuran amargamente por la suscricion del Gobierno. Ellos los que tienen en la punta de la lengua la palabra libertad, i que distribuyen largamente el epíteto de servil a diestra i siniestra; pero todo su patriotismo no pasa de ahí, i se evapora en palabras. No sirven para Ministros porque no entienden de administracion; no sirven para Diputados porque no tienen proyectos que proponer, i tampoco valen mucho para la prensa porque no saben o desdeñan escribir.

Hé ahí el panorama político de nuestro pais. Pero por una parte, un pueblo que no se ocupa de intereses jenerales, ni comprende a la administracion, que siente la vara del Alcalde, pero no el brazo del Gobierno; un pueblo que sólo un O'Connell, o un grande ambicioso podrían cambiarlo ántes de tiempo. Por otra parte, se ve a una clase numerosa que piensa, que entiende la miseria de los gobiernos, pero que quiere mantener el sociego público a toda costa; que trabaja por ilustrarse i por ilustrar al pais, pero que teme ensayar nuevos principios; que introduce mejoras, pero sin entusiasmo i a medias que marcha, pero como sin quererlo i sin sen tirlo; que no tiraniza a la sociedad, pero que conserva sus fueros; que escucha a la prensa, que gusta de la libertad de imprenta, i aun la proclama altamente, pero que no le perdona el menor desliz, no le tolera el error i las pasiones, sus inseparables compañeros, i se irrita sériamente por cualquier defecto.

En un pais semejante, en Chile diremos, ha sido en verdad una especie de prodijio que la prensa periódica haya podido elevarse a la altura en que hoi se halla. Sin estímulos de ningun jénero, si no es el de los paises civilizados que nos aguijonean con un ejemplo, sin contar con muchos lectores, sin tener quién la defienda contra el poder o contra las preocupaciones, nuestra prensa periódica se ha mostrado liberal, i enemiga de la anarquía, ilustrada i cauta para atacar los errores, laboriosa sin recompensa, entusiasta al lado de la patria, i constante en medio de los disgustos i sinsabores.

De un año a esta parte los periódicos de Chile han aumentado sus gastos en un tercio, i no han subido al público el precio de suscricion.

Han dejado de ser copiantes i se han vuelto productores de todos los dias.

Han amenizado sus columnas con las mas bellas i modernas producciones europeas.

Han llevado una copia fiel de la crónica estranjera; han anunciado al momento cualquier cambio político, cualquier suceso de interes al comercio, cualquier idea nueva que se haya visto en las otras naciones.

Ha discutido todas las cuestiones de interes que se han ofrecido en el pais, ya de política interior, ya de esterior.

Han estimulado sin cesar a las municipalidades, i las han servido grátis con sus columnas.

Han estimulado a las Cámaras, i han dado grátis publicidad a sus debates.

Han promovido diariamente mejoras. Han tratado hasta el fastidio de caminos, de puentes, de inmigracion, de casas penitenciarías, de escuelas, de policía, etc.

No han enzalsado nunca al poder; no han llamado héroe al Presidente, ni sabios a los Ministros, nunca, nunca, nunca!

Por el contrario, mas de una vez han recibido con frialdad los actos del Gabinete, i mas de una vez le han dicho claridades i le han hecho arrugar el ceño. Mas de una vez se han agrupado alrededor del Gobierno algunos palaciegos para aconsejarle, que retire la suscricion a El Mercurio, alegando que era papel de oposicion.

I es de tenerse presente que si la prensa de Chile carga con algun yugo, no es el gobierno, ni su suscripcion, quien se lo impone, sino la intolerancia del público, i esa turba de plantas parásitas que no tienen mas patria, ni mas convicciones, que las sonrisas del Poder. Por nuestra parte, declaramos que mas tememos al público que al gobierno; que aquel nos ha dado malos ratos alguna vez, i este jamas. Conocemos de vista apénas a la mayor parte de los miembros del Gobierno; no tenemos relacion ni contacto alguno con ellos; jamas nos han insinuado que escribamos en política en este sentido ni en aquel otro. I a fé que no necesitamos jurarlo, pues está a la vista que nuestras ideas no son las de los Ministros.

Sin embargo de esto, i sin embargo del estado actual de nuestro pais, un diputado quiere mas independencia en los trabajos de la prensa, i quiere mas capacidad en los redactores; un diputado que está a sueldo del gobierno se queja de que los periódicos están asalariados; un diputado que no ha hecho en la actual sesion sino hacer perder tiempo i hacer reir a la barra, acusa de fútil i de nula la prensa; un diputado que por dos veces ha ido a desahogar una pasion privada en el recinto sagrado de las leyes, se queja de que los periódicos están siendo órganos de pasiones mezquinas; un diputado que nunca ha hecho triunfar su voto en las Cámaras, dice que la prensa es impotente; un diputado que segun él mismo, si mal ro recordamos, no tiene principios fijos, acusa de inconsecuente a la prensa. Vamos a ver, pues, si este mal abogado defiende una buena causa; vamos a ver si tiene razon en querer que la prensa se haga mas independiente de lo que es, i si la nacion consiente, que lo sea. Otra vez, hasta mañana.


Núm. 288 [5] editar

Ayer nos atrevimos a decir de nuestro pais lo que está en la conciencia de todos, i que puede decirse sin rubor. Pintamos a nuestra sociedad tal como la ha dejado el sistema colonial i como la modifica el réjimen republicano: compuesta de una aristocracia de dinero i de intelijencia, i de un pueblo material, pero marchando ámbos elementos hácia la nivelacion jeneral, i a un porvenir seguro; marchando gradualmente, i no a saltos; marchando con todo el peso de su mole, i no por impulso ajeno, sin opresion ni anarquía, sin tiranos ni demagogos, sin hombres necesarios, i sin fiebre revolucionaria susceptible de ser palanqueada, pero no de ser precipitada, a no ser por un gran tirano o un gran tribuno, por una guerra civil de que no hai el menor asomo, o por una desastrosa guerra esterior que ménos hai que temer.

Sin duda que en una sociedad semejante, los hombres patriotas, los hombres ilustrados, tienen una grande mision que llenar. Desde la tribuna o desde la prensa, como el piloto desde la popa, deben dar voces para que la maniobra se haga bien i en órden i para que la na ve del estado siga su carrera. Centinelas constantes de la administracion, deben mirar a la cara al gobierno, deben presentarle una frente altiva pero sin ceño. Para que no se crea solo en el pais, i para que no se infatúen sus miembros con el prestijio del poder, para que no se aficionen demasiado a sus puestos i tengan presente que mañana descenderán de ellos.

Convirtiéndose despues al pueblo deben tratar de inflamar los corazones yertos, no con el fuego que devora, sino con el fuego que cria.

Deben enseñarlo i darle luces, luces nacionales con preferencia a las exóticas, i propender a su propagacion. I, en fin, a presencia de todo el pais i con todas sus fuerzas sean toda su voluntad, deben favorecer este beneficioso movimiento de converjencia que llevan los elementos del pais: movimiento en virtud del cual las masas se ilustran i los que gobiernan se moderan, aquellos adelantan i éstos tuercen poco a poco su camino para reunirse a ellas; movimiento acompasado, lento, si se quiere, pero que conduce a la verdadera libertad con ménos peligros i por la senda mas corta posible.

Pero desgraciada la nacion si sus hombres ilustrados, si sus oradores i sus escritores, descontentándose lijeramente de su patria, se creen capaces de cambiar su marcha i su discrecion! Desgraciada, si protesta contra todo, i emplean, en vez de estímulos las armas del despecho; i en vez de palabras empleadas, gritos amenazantes! Si en vez de enseñar, declaman, i si en vez de reclamar resucitan partidos muertos! Desgraciado Chile si tuviese tan malos servidores, i desgraciados ellos tambien, porque lucharían en vano i serian víctimas cuando ménos del cansancio i de la esperanza burlada.

Mas, baste ya de predicar virtudes i de sentar doctrinas que todos conocen. Vamos mas bien a ver cómo se practican.

Por lo que hace a la prensa, lleva ya un año de tareas que no pueden ocultarse al público. La prensa chilena trabaja en el sentido de ilustrar i de confirmar los mas sanos principios. No hace oposicion al Gobierno por la misma razon que no la hace el pais, que no la hacen las Cámaras, que no la hace el señor Palazuelos. No hace oposicion, porque no hai objeto ni motivo para hacerla en nuestra época: época de desarrollo pacífico, de mejorar al pais i de trabajar sin odios ni humillaciones. Sin embargo la prensa nacional vela i observa mui de cerca al Gobierno; lo rodea con jeneralidades que no carecen de eficacia i propala siempre principios liberales. Hablando de Francia i de Estados Unidos, le da sus pequeñas lecciones; pule sus frases para pedirle algo, pero es escuchada; arroja dardos al aire, pero ellos dan en el blanco. Esto no es hacer oposicion, pero es mostrar que puede hacerse, i que se haría si hubiera motivos. Sin embargo, la prensa nacional no ha concluido aun su mision, ni las elecciones pueden todavía hacer sentir bien sus desvelos; porque la tarea de ilustrar i de hacer madurar la instruccion es mui larga; no se completa en un dia, ni en un mes, ni en un año: se comienza i se anda: se anda i se divisa todavía léjos el fin. Paciencia, amigos sinceros de las luces, no nos juzguéis hoi, esperad a que hayamos concluido nuestros preparativos.

Mas, no nos carguemos los redactores solos con toda la responsabilidad de la prensa. Tengan presente los lectores que cuando se acusa de serviles i de impotentes a nuestros periódicos, el cargo no es sólo contra nosotros, sino contra todo el pais. No hablaremos de los demas diarios, pero sí podemos decir del nuestro que hace un año que sus columnas están enteramente francas para el público. Esos hombres que quieren mas independencia, ¿por qué no vienen a ocupar las pájinas de El Mercurio, a estamparen ellas los abusos del poder? ¿Dónde están, qué hacen esos labios que nos acusan de fútiles e ignorantes, que no vienen a mostrar la elevacion de sus ideas? Protestamos que jamas hemos rechazado un sólo remitido por ser hostil al Gobierno, ni por sostener doctrinas políticas de ningun jénero; protestamos que nunca hayamos exijido compensacion alguna por el costo de imprimir escritos de interes público, cualquiera que sea. Declaramos, al mismo tiempo, que hemos rechazado mil artículos por fútiles, por mal redactados i por respirar alguna pasion mezquina o por contener meras responsabilidades.

Hé ahí el continjente con que nos favorecen no pocos corresponsales. No desconocemos por esto las bellas producciones con que otros enriquecen las columnas de El Mercurio; pues léjos de eso, la defensa que hoi hacemos de la prensa nacional, les toca a ellos tanto como a nosotros, i al pais en jeneral.

No basta, sin embargo, cuanto hemos dicho hasta aquí para desvanecer todas las aserciones que contiene el discurso del señor Palazuelos, i aunque sea lijeramente, es preciso considerarlas. El orador no ha omitido tocar ninguno de aquellos resortes que halagan a un auditorio i lo predisponen a dispensar a mala lójica, las contradicciones i hasta las pobres intenciones. Con sólo mostrarse amigo fervoroso de la independencia, conmueve el que habla al público, sin necesidad de convencerlo; i hasta nosotros mismos, blancos del señor Diputado, sentíamos al leer su discurso una especie de pesar de que no fuera cierto, sincero, i fruto al ménos de una ilusion patriótica. Porque, en efecto ¿cómo desconocer que el señor Diputado ha abogado en falso par la independencia de la prensa? ¿Cómo desconocer que lo que él quiere, no es la verdadera independencia, lo que consiste en censurar al poder, a los representantes, i a todo lo contrario, en no azarear a nadie, ni emitir ideas contrarias a las que reinan en nuestra sociedad? Si fuera el señor Diputado un hombre que deseara de veras una prensa independiente ¿le reprocha ria al gobierno que proteja a la prensa sin conocer bien las ideas de los que escriben? ¿Clasificaría de anárquico a El Progreso porque emitió ciertas jeneralidades buenas o malas sobre el sistema de concentracion? ¿Le habrían dolido tanto las injurias que, segun su señoria, le ha hecho El Progreso, hasta el estremo de denunciarlas ántes la misma Cámara?

Otro resorte oratorio del señor diputado ha sido el de indicar la idea de establecer periódicos en el Maule i Concepcion. ¡Oh, esta indicacion no se perderá en el viento! Lástima es que se haya apoyado con un malísimo argumento. El señor Diputado ha dicho que uno de los motivos porque nuestra prensa causa males, es porque está concentrada (tambien tiene su señoría algunas ideas federales), i que en los Estados Unidos produce inestimables bienes, porque hai un diario en cada provincia. Lo primero no puede comprenderse, i lo segundo es falso en todas sus partes. Si el señor Diputado hubiera dicho que la concentracion de la prensa es un mal para las provincias, habríamos convenido con su señoria; pero diciendo que es un mal para los lugares donde está concentrada, no comprendemos con exactitud lo que se quiere indicar. Del mismo modo es inexacto el decir que en los Estados Unidos es benéfico el diarismo, porque hai periódicos en cada provincia. Esto hará que los beneficios sean comunes, pero no intensamente mayores. Justamente hai la singularidad en aquel pais de que cada distrito no lee sino sus periódicos, i apénas se encuentran dos diarios que circulan por toda la Union. Tampoco puede ponderarse mucho la benéfica influencia de la prensa periódica en aquella República, a no ser por lo que sirve a deshogar las mas inmundas pasiones, i los furores mas criminales; i a fé que no es esta clase de bien el que se desea para nuestro pais. Ni mentarse debería entre nosotros la prensa periódica de los Estados Unidos, como no deberia mentarse su disolvente federacion, ni sus costumbres políticas. Cada país tiene su modo de ser grande i feliz, i la prensa periódica de Norte América con su fanatismo i sus estravagancias, apénas en su patria puede tolerarse.

Tambien ha dicho el señor Diputado: "En Norte-América no paga el Gobierno los periódicosn: i ¿por qué? porque circulan ámpliamente en el pais sin necesidad de que los esparza el Gobierno; porque allí todos leen, i nadie lee grátis; porque las luces, el diarismo son tan necesarias a aquel pueblo, como las luces del sol. Al suscribirse nuestro Gobierno a los periódicos, no es por protejer las empresas, sino por dar diarios al pueblo, que no los leeria de otra manera, por habituarlo a que lea, i facilitarle el medio mas fácil i ménos costoso de instruccion.

Desgracia verdaderamente es para un Diputado el verse inducido a censurar medidas que tienden a favorecer la ilustracion de un pueblo que tanto la necesita, como es fortuna para un Ministro, el verse llamado a defenderla. No ha considerado el señor Palazuelos que al atacar la suscricion del Gobierno, ha hostilizado mas que a las empresas de diarios, a mil lectores que se instruyen por este medio i entre ellos muchos que se hallan en los mas recónditos lugares de nuestra República, i que sin la tal suscricion jamas verían un periódico. Desgracia es, volvemos a decirlo, para un representante del pueblo tomar una posicion tan falsa i tan contraria a su mision; i despues de haber descargado todo el peso de una justa censura sobre el señor Palazuelos, la compasion nos hace caer la pluma de la mano, i desistimos de ana discusion que no seria jeneroso continuar por mas tiempo.

Permítannos ahora los editores de El Progreso observarles, que al asegurar que sin la suscricion del Gobierno no podría continuar El Mercurio, miéntras su diario se conservaría a duras penas, ni nos han hecho un cumplimiento mui lisonjero, ni una defensa que podamos aceptar, a pesar de la buena intencion que sinceramente les reconocemos. Ni El Mercurio necesita de la suscricion del Gobierno para existir, al ménos segun nuestros cálculos, ni ésta la hace porque haya Mercurio, sino por proporcionar su lectura a un mayor número de personas, i favorecer así la instruccion del pais.

Permítanos tambien el señor Ministro del Interior protestar respetuosamente contra una indicacion de su discurso, que, a nuestro juicio, puede recibir interpretaciones poco favorables a nuestros intereses. Ha dicho el señor Ministro que por medio de la suscricion consigue tambien el Gobierno dar a la prensa una direccion saludable, negándola a los periódicos que propalen falsos principios e ideas perjudiciales al pais.

Reconocemos en estas palabras la mas sana intencion, i sabemos por esperiencia de lo pasado, que las pretensiones del actual Gabinete sobre la prensa, en manera alguna se dirijen a procurarse un apoyo político en ella. Pero no reconocemos en la suscricion un medio de hacernos andar por el verdadero camino; porque con ella o sin ella, siempre lo andaremos, siempre seremos los mismos, siempre seguiremos la voz de nuestra conciencia, i siempre tendremos por guia, La Opinion i por objeto de nuestros votos El Orden Constitucional.


  1. Este documento es tomado del periódico El Progreso correspondiente al 28 de Agosto de 1843, núm. 241 —(Nota del Recopilador).
  2. Este documento es tomado del periódico El Progreso núms. 241 i 243. —(Nota del Recopilador).
  3. Este artículo ha sido tomado de El Mercurio de Valparaiso de 28 de Agosto de 1843, número 4546. —(Nota del Recopilador).
  4. Este articulo ha sido tomado de El Mercurio de Valparaiso, de 24 de Agosto de 1843, núm. 4,541. —(Nota del Recopilador).
  5. Este documento ha sido tomado de El Mercurio de Valparaiso de 30 de Agosto de 1843, núm. 4,542. —(Nota del Recopilador.)