Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de la República de Chile/1828/Sesión del Congreso Constituyente, en 2 de julio de 1828 (2)

Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de la República de Chile (1828)
Sesión del Congreso Constituyente, en 2 de julio de 1828 (2)
CONGRESO CONSTITUYENTE
SESION 65.ª, ESTRAORDINARIA, EN 2 BIS DE JULIO DE 1828
PRESIDENCIA DE DON MANUEL NOVOA


SUMARIO. —Asistencia. —Cuenta. —Ensayo sobre las causas de las enfermedades de Santiago, remitido por el Gobierno. —Aviso del señor Cortes sobre su reincorporacion. —Ceriificido de enfermedad del sefior González. —Enfermedad del señor Infante. —Mocion del señor Guerrero sobre aumento de las sesiones. —Solicitud del portero mayor de la Sala del Congreso. —Nuevo requerimiento al señor Renjifo. —Sellos de Secretaria. —Discusión del proyecto de apertura del puerto de Nueva Bilbao. —Acta. —Anexos.

CUENTA editar

Se da cuenta:

  1. De un oficio con que S. E. el Vice-Presidente de la República acompaña 50 ejemplares del Ensayo sobre las causas de las enfermedades. (Anexo número 177. V. sesión del 29 de Octubre de 1823.)
  2. De otro oficio en que don Juan Cortez protesta que el 5 de los corrientes se reincorporará en el Congreso. (Anexo número 178. V . sesiones del 20 de Junio i 7 de Julio de 1828.)
  3. De otro oficio con que don Manuel Antonio González acompaña un certificado de su enfermedad. (Anexos números 179 i 180.)
  4. De una solicitud de Marcos Gana, portero mayor de la Sala, el cual pide que se mande suspender unos tres juicios ejecutivos que sigue en Santiago. (Anexo número 181. V. sesiones ael 13 de Noviembre de 1826 i 2 de Diciembre de 1824.)

ACUERDOS editar

Se acuerda:

  1. Declarar que la enfermedad del señor Infante está suficientemente calificada por su notoriedad, i oficiarle preguntándole cuánto durará ella mas o ménos, a fin de determinar si conviene o nó llamar al suplente. (V. sesiones del 26 de Jimio i 14. de Julio de 1828.)
  2. Recomendara la Comision de Policía Interior el pronto despacho de la mocion del señor Guerrero, relativa al aumento de las sesiones. (V. sesión del 30 de Junio 3 de Julio de 1828.)
  3. Que la Comision Calificadora informe sobre la solicitud del portero mayor de la Sala. (V. C. de DD. en 7 de Octubre de 1828.)
  4. No habiendo llegado el último requerimiento a manos del señor Renjifo, proceder en conformidad a lo acordado en la sesión estraordinaria del 28 de Junio último. (V. sesiones del 28 bis de Junio i 10 bis de Julio de 1828.)
  5. ° Remitir al Gobierno los diseños aprobados a fin de que mande hacer los sellos de Secretaría. (Anexo número 182. V. sesiones del 14 de Junio i 10 de Julio de 1828.)
  6. ° Discutir el proyecto de apertura del puerto de Nueva Bilbao, sin perjuicio del acuerdo de no tratar de otros asuntos que del reintegro de la Sala i de la Constitución del Estado. (V. sesiones del 27 de Junio i 3 de Julio de 1828.)

ACTA editar

Se abrió con los señores Albano, Argúelles, Argomedo, Arao Bilbao, Calderón, Cantillo, Concha, Collao, Elizalde, Fernandez, Gana, Gormaz,Guerrero, González, Larrain, Lira, Marin, Muñoz, Molina, Novoa don Manuel, Oijera, O ihuela, Prado, Palacios, Prieto, Recabirren, Reyes, Sánchez, Sotomayor, Valdes, Vicuña i Ureta.

Se abrió la sesión dando cuenta de una nota del Gobierno en que avisa remitir cincuenta ejemplares del Ensayo de las Enfermilades de Santiago: se mandó archivar. Luego de otra del señor Cortes en que protesta incorporarse a la Sala el 5 del presente; se le dió el mismo jiro; en seguida se leyó otra del señor González acompañando certificación de su enfermedad, i se mandó archivar.

Se consideró, por ú timo, la nota del señor Infante, del 13 del próximo pasado Junio, i después de un largo debate se fijó la siguiente proposición: "¿Está calificada la enfermedad del señor Infante por su notoriedad, o nó?"

Tomada votacion, resultó la afirmativa; quedando en consecuencia sancionado se le oficiase por Secretaría en los términos siguientes: "La Representación Nacional, ha considerado, en sesión de dos del presente, su estimable comunicación del 13 de Junio i resuelto se prevenga a V. S. que creyendo calificada su enfermedad por la calidad de notoria, esponga solo cuánto tiempo poco mas o ménos le obligará a permanecer en esa, para calcular por este miedo, si convendrá o no llamar al suplente respectivo."

Se recomendó en seguida a la Comisión de Policía Interior el despacho de la mocion del señor Guerrero i se mandó a la Calificadora una solicitud del portero mayor de la Sala.

El Secretario hizo por último presente, que el Administrador de Correos no habia renvtido el sobre de la comunicación del señor Renjifo i que esto probaba que debia haberse estraviado; se acordó se procediese en este particular conforme a lo que estaba resuelto.

Finalmente, se sancionó que se oficiase al Gobierno remitiéndole los diseños aprobados para que diese las correspondientes órdenes, a fin que se trabajen lo mas pronto posible los sellos que deban servir a la Secretaría.

Se puso en discusión el proyecto sobre la apertura de la Nueva Bilbao, i despues de haberse leido todos sus antecedentes, el Presidente hizo indicación sobre si debia o no continuar discutiéndose este asunto, pues la Sala tenia acordado no considerar otros que los de su reintegro i Constitución; despues de algunas indicaciones, se hizo la siguiente proposicion: "¿Se considera o no este asunto sin perjuicio del acuerdo de no conocer otros que los de Constitución i reintegro de la Sala?"

Tomada votación, resultó la afirmativa, habiendo salvado su voto el señor Araos i Novoa don Manuel, despues de haberse declarado que estaba bien fijada.

Se levantó la sesión por ser la hora avanzada. —M. Novoa. —Bruno Larrain.


ANEXOS editar

Núm. 177 editar

De órden de S. E. remito a V. S. cincuenta ejemplares del Ensayo sobre las causas de las en- fermedades, para que los reparta entre los señores Diputados del Congreso Nacional. —Dios guarde a V. S. —Santiago, Junio 30 de 1828. —Cárlos Rodríguez —Al Secretario del Congreso Nacional.

Ensayo sobre las causas mas comunes i activas de las enfermedades que se padecen en Santiago de Chile, con indicaciones de los mejores medios para evitar su destructora influencia, por el dortor Guillermo C. Blest, miembro de las sociedades de medicina del colejio de la Trinidad de Dubin, de la Q úrúrjico-médica del colejio de Edimburgo, de la compañía de cirujanos-boticarios de Londres, corresponsal de la sociedad Pluntariana i licenciado en Obstetricia.

(Hoc opusculum ut in publicum ederem non fecit proferto inanis ac popularis aurje captandce cupiduas sea eo adduetus sum, ut mu'tis meorurn sejualiurn hinc inde errantibus viam monstrarem et alicuantulum munirem)[1]

Santiago, 1828.

INTRODUCCION

Ningún hombre ocupa en la sociedad situación tan importante como el médico; parece que su profesion le liga no solo con el siglo en que vive i ti pueblo en que reside, sino también con la posteiidad i todo el jénero humano, i todas las naciones de la tierra son el objeto de sus reflexiones. Como el custodio de la salud pública i el preservador de su especie, el profesor médico es ob igado moralmente a esforzarse cuanto le sea posib'e, no solo a curar las enfermedades que se le presenten en la práctica, sino también a trasmitir los conocimientos que pueda adquirir en su carrera a los que le sucedan. La esperiencia i los talentos confinados dentro del mismo individuo que los posee, son tan inútiles al público como si no existiesen, son como un río que tomando un curso subteiráneo apénas se deja conocer de los secretos i solitarios arroyos que lo forman. Pero cuando contribuyen a la diseminación jeneral de los conocimientos por medio de la imprenta, se asemejan al que serpenteando su largo curso, bajo un sol vivificante, convierte áridos campos en encantadoras heredades. El grande Autor de nuestro ser ha gravado en el hombre una propensión a comunicar sus adelantos a la posteridad. La historia nos manifiesta esta verdad i nos la prueban también las muchas publicaciones que han hecho i hacen las imprentas sobre todas materias. Si no fuese por esta útilísima propensión ¡cuán deplorable no seria hoi el estado de las ciencias! La mas tenebrosa ignorancia i melancólica oscuridad i abatimiento reinaría en la sociedad. En efecto, si no existiesen entre nosotros ciertos conocimientos no tendríamos otra guia en nuestras meditaciones i acciones sino el falible dictámen de nuestro juicio individual o los inconstantes impulsos de nuestra caprichosa fantasía. Sí no fuese por la clasificación de los síntomas i la historia de los signos que distinguen una enfermedad de otra, por cuyo medio nos han guiado Hipócrates, Galeno, Celso, Sydenham, Cullen i otros, la profesion médica seria hoi una empresa sumamente tediosa i padeceríamos el trabajo de clasificar los varios fenómenos de las enfermedades i de formar correctos diagnosis. Debemos ciertamente confesar que la mayor parte de los conocimientos que poseemos sobre esta materia son adquiridos mas con el estudio de los escritores médicos que con nuestra propia esperiencia. Hai mui pocos médicos prácticos que hayan logrado instruirse por sí mismos, mui pocos que hayan adquirido un conocimiento de las varias formas de las enfermedades por sus propias observaciones. En verdad, la medicina es una ciencia que sobre todas las otras requiere para su cultivo variados talentos i solo por la acumulación de determinados hechos i por los trabajos intelectuales de muchos individuos, puede llegarse a la perfección. En este pais el cultivo de la medicina ha sido mui vergonzosamente olvidado. Quizas esta neglijencia habrá nacido de la suposición que la descripción que dan los libros médicos de la naturaleza i curación de las enfermedades en otras partes del globo, serán aplkables también a las que aquí se padecen. Tal suposición será desvanecida con el solo exámen de ellas. Aquí el campo de las dolencias que aflijen a la humanidad es mui estenso i peculiar en su aspecto. Unas no se encuentran en Europa i otras aunque pertenecen a la clase i órden allá establecido se presentan agravadas i tan aumentado el número de sus síntomas colaterales, que es tarea difícil encontrar su semejanza; miéntras que otras son enteramente desconocidas i no se les puede asignar correctamente a alguna de aquel as clases. Hai dos mui importantes razones para cultivar la medicina en el pais. La primera es la que acabamos de apuntar i la segunda la necesidad de algunos escritos esclusivamente consagrados a la naturaleza i causa de las enfermedades a que están sujetos sus habitantes, para dar a los médicos estranjeros en el principio de su carrera profesional en él, los conocimientos de las enfermedades que se les presentarán diariamente. No podrán negarme mis compañeros los médicos europeos, que a su llegada ignoran enteramente la exacta fuerza i testura, si puedo usar de esta espresion de las enfermedades propias del clima, i que solo despues de haber practicado algunos meses comienzan a adquirir ideas sobre su naturaleza i principios sobre su curación. Estos hechos innegables abogan enérjicamente en favor de la necesidad de cultivar de un modo particular el campo de las enfermedades de Chile. Por esta razón i recordando las muchas dificultades que encontré al principio, me he decidido a emprender este ensayo, confiando sinceramente en que el ejemplo que da el mas humilde indidividuo de la Facultad, producirá el provechoso efecto de excitar la atención de sus compañeros i de inducirles a publicar el resultado de sus esperiencias, sobre las recónditas causas de tantas enfermedades que continuamente deben encontrar. Solamente añadiré que esto lo debemos a nosotros mismos, a la comunidad en que estamos incorporados i a la posteridad. Cumplir con tan sagrada obiigacion son los mas ardientes deseos de mi corazon.

Pensando que este ensayo sirva solo de introducción a un exámen mas estenso de las enfermedades que se padecen en esta parte de la República, i siendo escrito, como se ha dicho, con la intención de excitar a otros profesores a la publicación de sus observaciones, me he limitado enteramente a la discusión de las causas mas comunes de las que prevalecen. Por las mismas razones me he abstenido de ofrecer en este papel algunas observaciones patolójicas o terapéuticas, reservando la publicación de mis opiniones sobre estos puntos hasta que vea la recepción que merece al público este trabajo. Al exámen de cada una de estas causas he añadido algunas advertencias sobre los mejores medios de prevenir sus efectos sobre el sistema humano. Según mi propia esperiencia, tengo fundadas razones para esperar que, si son obserdas, la mortalidad disminuirá considerablemente en esta ciudad.



de la policía municipal

La ciudad de Santiago, elevada centenares de piés sobre el nivel del mar, rodeada de un alto i majestuoso cordon de montañas, regada por infinitas corrientes de agua, favorecidos sus campos vecinos con varias fuentes medicinales i socorrida con toda clase de hortalizas i frutos, parece que la naturaleza la hubiera destinado vara ser la mansión de un pueblo que gozase de la posible felicidad terrestre i de la mayor lonjevidad humana. Con todo, mirándola con ojos ménos deslumbrados i examinando con filosófica escrupulosidad su policía interior, encontramos que solo es hermosa en la apariencia i que la mayor parte de sus funciones las debe a las fértiles campiñas que la rodean.

Comparando la robustez de los campesinos con la de los ciudadanos aparecerá la salubridad de Santiago en su verdadero punto de vista. Visitando las haciendas vecinas nada atrae tan agradablemente nuestra atención como el sano i tranquilo aspecto de sus moradores. Los corredores cuidados no surcan con ásperas amigas su frente, ni su ájil figura demuestra alguna privación de los mejores preservadores de la existencia como el aire i el ejercicio. Sus alegres rostros, sus miradas, su marcha, todas sus acciones i movimientos advierten su sanidad i que todos los órganos de su máquina desempeñan propiamente sus ordenadas funciones. En invierno i el verano, la estación seca o húmeda, causan el mismo efecto sobre sus rústicas constituciones; ellas solo ceden a la inexorable guadaña del tiempo o a la destructora influencia de algun ejercicio corporal violento. En el campo todo es fragancia; las humildes rabanas son limpias i bien ventiladas; su habitador se acuesta en su duro pero saludable lecho i se levanta por la mañana lleno de frescura i vigori exento de enfermedades. No encuentra en frente de su puerta inmundicias amontonadas, o si las hai el benéfico soplo del céfiro las ha purificado. Estrechas calles no le privan de respirar libremente el aire atmosférico, ni aguas detenidas perturban con sus nocivos i pestíferos vapores el tranquilo i puio curso de su sangre. Tales son las delicias del campo, tales las causas que proporcionan salud i laiga vida a sus habitantes. ¿Los de la ciudad disfrutan de estas circunstancia? ¿Están tan libres de enfermedades como aquellos? Nó, sus pálidos i túrbidos rostros, sus abatidas frentes, sus lánguidos ojos, i su hastío a todo ejercicio corporal o menta, manifiestan al intelijente observador que sus fluidos vitales ha perdido su natural fuerza i que las semillas de alguna oculta enfermedad están secretamente jerminando en su sistema. Hemos observado ántes, que raras veces encontraos en los campos ese enfermizo aspecto i que mui pocas se pide la asistencia de los médicos. El melancólico reverso de estos hechos se ve todos los dias en Santiago. Escasamente pasará uno sin que se presenten a nuestra vista los tristes efectos de alguna desastrosa enfermedad. Cada casa parece un hospital i cada hospital un lúgubre teatro de las mas espantosas dolencias con que el hombre puede ser atormentado. Si existe pues tan palpable diferencia entre la salud del campesino i del ciudadano, es necesarísimo e importante deber nuestro inquirir las causas de que procede esta diferencia. Pero al entrar en esta averiguación, la primera cosa que atrae nuestra atención es la policía. La mas superficial inspección de ella será bastante para convencer a los mas interesados, como a los indiferentes observadores, que esta es la principal i constante fuente de donde nace la mayor parte de las enfermedades. Las calles, a excepción de unas pocas, están mui mal empedradas o solo tienen por todo pavimento la blanda tierra: las acequias sin duda destinadas en su oríjen a refrescar i limpiar la ciudad son ahora espectáculos de toda clase de inmundicia i no teniendo salida cómoda, mueren al rededor de la poblacion en infeccionados charcos, eternos laboratorios de putrefacción. Las calles atravesadas permanecen en tan reprensible abandono, que es imposible marchar por sus veredas sin tropezar con asquerosas suciedades i sin cubrir con ambas manos o con los pañuelos los canales de la respiración. Los suburbios en que reside la dase mas pobre i numerosa de la comunidad se hallan tan cargados de basura i lodo, que es dificil transitarlos aun a caballo. En casi todas las calles hai estrechos cuartos habitados por los artesanos i sus familias, donde no es laro encontrar siete u ocho perdonas amontonadas con perros i gatos que satisfacen allí mismo todas sus naturales necesidades i sin otro conducto para alumbrar i ventilar este hato que las solas puertas. Tal es el verdadero retrato de la policía de Santiago. Para convencer al curioso lector de su exactitud, nos referiremos a las acequias de las calles i casas; a esos montones de materia de putrefacción en las calles atravesadas; a esos hondos bairiales i pantanos i a esos aislados i encerrados posentos que habita la clase trabajadora i pobre. Antes de entrar en la relacion de los perniciosos efectos que deben producir estas causas en todos los habitantes, i principalmente sobre los de esos departamentos que hemos indicado, no pirecerá importuno a nuestros lectores que les demos un breve bosquejo de la impórtame función de la respiración i de algunos fenómenos que le son anexos. La respiracion se mantiene por una córreme de aire que alternativamente se aspira i espele del pecho. Esta operacion sirve en el hombre a importantísimos destinos i entre otros a comunicar sus ideas por medio de la palabra i a arrojar de su cuerpo un gas destructor de su existencia [2]. Los pulmones unidos a la traquea, son los órganos que reciben el aire. Los pulmones se componen de vasos sanguíneos, nervios, membrana celular i celdillas para el aire. Sobre estas celdillas están dispersas las innumerables ramificaciones de una arteria que conduce la sangre venosa. Estas ramas se dividen i subdividen formando una rauda esquisitamente delicada de vasos a los lados de las celdillas; por esta distribución tan admirablemente trazada de las ramas de las arterias pulmonares sobre esas celdillas, la sangre venosa que ellas conducen se pone en contacto con el aire atmosférico i por este contacto se convierte su color purpúreo oscuro en un rojo claro, o en otras palabras, la sangre venosa i espesa se vuelve sangre arterial encendida. Seria desviarnos de nuestro objeto entrar en otros detalles de las varias i discordantes teorías que han formado los fisiolojistas i químicos sobre la mudanza de color que toma la sangre de los pulmones. Bástenos decir que todos atribuyen este cambio a la acción del aire atmosférico, porque se ha probado por repetidas i numerosas esperiencias que sin esta acción la sangre permanecería del color purpúreo. Sucede a menudo que ántes de morir un individuo, la sangre de las venas acumulada en los vasos pulmonares i estando los bronquios privados de aire conserva mucho tiempo despues de la muerte sus propiedades, pero si se introduce aire atmosférico en la traquea hasta dilatar la testura de los pulmones, inmediatamente muda esta sangre acumulada el color rojo oscuro en encarnado de vermellon [3]. Demos ahora una rápida ojeada sobre los efectos que causa en la constitución humana la falta del necesario aire atmosférico. Cuando cierto número de personas se reúne en un lugar aislado i en el que el aire no puede renovarse fácilmente, la cantidad de oxíjéno disminuye con rapidez i se aumenta la del ácido carbónico. Las personas allí reunidas se dañan unas a otras, no solo privando al aire de su elemento respirable, sino también alterando su composicion por la mezcla de todas las sustancias que exhalan sus cuerpos; estas exhalaciones animales volatilizadas se corrompen en la atmósfera i por medio de la respiración llevan a los pulmones el jérmen de las mas fatales enfermedades [4]. "Por repetidas observaciones se ha demostrado plenamente que los efluvios animales condensados i estagnados en un aire encerrado i donde haya una multitud de jente reunida i rodeada de sus propias infecciones, aun sin la acción mórbida de una afección febril, adquiere este aire un alto grado de virulencia que le hace mortífero para los que están espuestos a él [5]."Atmoshpera stagnans, dice Lancisi [6], frequentia hominutnpolluta mors valde rancet, et ad respirationem inepta esl prorsus immoaquee dulcís balneum sorde cutanea faedatum putrescil atque putet brevissitne. Nec mirum esl hoc utique quatidoquidem a quolibet adulto omine unciae 40 ferirancidi vaporis quotidie exhalant. Esperamos que nuestros lectores, en vista de las anteriores observaciones, puedan formarse una idea exacta de los destructores efectos de una mala ventilación sobre la economía humana i se convenzan de la justicia con que hemos asegurado, que los cuartos habitados por los pobres parecen calculados para producir las mas perniciosas consecuencias en la salud de aquellos individuos. La falta de limpieza i la naturaleza impura del aire en estas habitaciones, perjudica de dos modos el bienestar de las personas espuestas a su influencia. 1.º Por la reiterada aspiración de este aire corrompido, la sangre no puede esperimentar la propia i necesaria mudanza de venosa en arterial. El mayor número de los fisiolojistas convienen en que por esta mudanza se produce el principio que llaman calor animal [7], i se sigue de aquí la natural inferencia de que impidiendo este necesario cambio, el calor animal debe tener un desarrollo defectuoso. 2.º Porque debilita directamente el sistema nervioso. Esto solo produce tan terribles efectos en la constitución humana, que es imposible mencionar otros que sean mas mortíferos; efectos que contaminando los fluidos vitales i entorpeciendo los movimientos de la máquina, deterioran completamente las funciones de la dijestion, secreción, absorcion, i por último todas las que dan salud i fuerza a la constitución. La venenosa infiencia de tal aire en esos infelices, envilece las potencias de su alma, afloja sus espíritus i debilita la vis vitoe de su naturaleza hasta llegarlos a hacer fácil presa de las enfermedades i de la muerte. Es bien conocida la melancólica historia de esas grandes epidemias que tantos destrozos han causado entre los habitantes de Europa i en las que han sufrido mucho ménos los ricos i los moradores de las campañas, que los pobres i los residentes en las ciudades. Los médicos que han escrito sobre la materia, dan por razón de esta diferencia que los primeros habitan en casas mas limpias i mejor ventiladas, con lo que sus constituciones se fortifican i son ménos susceptibles de contraer esas enfermedades.

Es bien digno de lamentarse que la pobreza que por tantos respectos es superior a las felicidades i fruiciones de la opulencia, sea acompañada con circunstancias tan poco merecidas por su naturaleza. Mas, ¡ai! ¡En este mundo se encuentra mezclado el placer con el disgusto; no hai en él verdadera dicha ni la felicidad es permanente!

Pensamos haber demostrado con claras i justas razones, que las habitaciones que ocupan los pobres en esta ciudad son en alto grado perjudiciales a la salud de sus miserables habitantes i esperamos que en obsequio de la humanidad i en favor del aumento de la poblacion, los que presiden los destinos de la República tomarán nuestras observaciones en consideración i remediarán los males que hemos enumerado. El mejor medio de hacer habitables esos cuartos seria el de obligar a sus propietarios a que en todos ellos abriesen espaciosas ventanas i que el que los alquilase sin este requisito incurriese en graves penas. Cuando la felicidad i salud pública se ven amenazadas, ninguna consideración hácia los intereses de unos pocos individuos debe impedir que la mano déla filantropía se interponga en su favor.

MIASMAS

Hai otra circunstancia en la policía de esta ciudad, que por su grande i diversificada estension debe considerarse aun mas perjudicial que la que hemos ántes manifestado. Nos referimos al estado inmundo de las acequias i calles. Es demasiado i jeneralmente sabido que en todas las estaciones del año, i por varios consecutivos dias de cada semana, las acequias interiores de las casas se hallan tan completamente obstruidas por la acumulación de animales muertos i materias vejetales, que cierran enteramente el paso a la menor cantidad de agua. Las calles atravesadas i muchas de las principales no son ménos inmundas; por lo que un estranjero que visita a Santiago podria creer que es la poblacion mas sucia de la América del Sur. . . Una triste esperiencia, principalmente en los últimos tiempos, ha enseñado que la descomposición de las materias organizadas, ya sean animales o vejetales, causada por el calor o la humedad, despide ciertos efluvios, cuyas propiedades son sobremanera perjudiciales a la salud del hombre. Las pruebas de esta verdad las encontramos en los escritos de una multitud de autores médicos. [8]

Afortunadamente para los habitantes de esta ciudad, el estado de su atmósfera no obra tan activamente sobre las materias de putrefacción que pueda causar aquellas epidemias que cosechan tantos millares de vidas en varias partes de España, Norte-América, India, Méjico, Panamá, Vera-Cruz i otras muchas rejiones de ambos mundos. A no ser así las campanas tocarían diariamente el triste doble de la muerte i las casas serian melancólicos teatros de llanto i de dolor. Pero aun cuando no sea tan activa aquí la influencia de la atmósfera sobre las materias putrefactas, es innegable que ejerce su acción maligna sobre la salud i que causa las disenterías, typhos i otras fiebres que aparecen en ocasiones epidémicamente. En verdad, a alguna causa de esta naturaleza debemos atribuir las violentas i fatales disenterías que tanto prevalecieron en el año de 1826 i que se han repetido en los meses de Abril i Marzo del presente; esa molesta especie de fiebre puerperal que atacó a tantas mujeres recien paridas en los principios de 827-i los typhos (o chabalongos) que abundan casi todos los años. Raciocinando según el principio jeneralmente reconocido, de que el aire caliente ocasiona mas exhalaciones en los cuerpos que el aire fresco i según lo que sabemos que influye el calor de verano en otros países, deberíamos suponer que las enfermedades ocasionadas por los efluvios serian aquí mas jenerales en verano que en invierno, pero el conocimiento que tenemos de este clima nos sujiere la opinion contraria.

Aquí en el verano la atmósfera es uniformemente limpia i clara i las exhalaciones que se levantan, no encontrando nubes o nieblas que impidan su ascenso, se desparraman con facilidad por el grande espacio i se mezclan con los otros cuerpos de la atmósfera. Sucede lo contrario en invierno. El calor del sol es siempre mui considerable o al ménos suficiente para estraer de esas acumuladas inmundicias los vapores nocivos con que las ha impregnado la putrefacción; al fin del dia esos vapores se encuentran con las nubes que nos rodean i con el aire frió de la próxima noche i consiguientemente son precipitados a la tierra i echados por la brisa nocturna al interior de las habitaciones. He aquí una juiciosa i fundada razón para que las enfermedades prevalezcan mas en el invierno que en el verano, i juntando en nuestras meditaciones esta circunstancia con la mala ventilación de que gozan los habitantes de las clases pobres (a que debe obligarles su propia pobreza careciendo del socorro de fogones [9] i vestidos o cobijas), percibimos la causa porque en esta estación sufren mas enfermedades los pobres que aquellos que pueden con el dinero guardar mejor sus casas de los rigores del invierno, sin contrariar al mismo tiempo su salubridad. La jeneralidad de las jen tes, perdiendo de vista las mudanzas atmosféricas, atribuyen la disminución de las fiebres esporádicas en el verano, al mucho uso de las frutas de esta estación. No negaremos que el uso de las frutas mejora considerablemente la salud de aquellas personas que en el invierno ¡ primavera se han mantenido con alimentos fuertes i estimulantes, propios a perjudicar las funciones de la dijestion. Pero estamos mui distantes de conceder al uso jeneral de las frutas el asombroso beneficio que se supone jeneralmente. Sabemos que otros paises igualmente abundantes de frutas como Chile, pero ménos favorecidos con un clima tan benigno, las enfermedades de carácter epidémico reinan mas en verano que en invierno. Por otras muchas razones que seria supérfluo detallar, nos creemos justificados de disentir en este punto de la opinion pública i autorizados para atribuirla disminución de esas enfermedades en dicha estación a causas mas conformes con la filosofía médica, a saber: el benéfico estado de la atmósfera en verano, el ejercicio corporal que hacen todas las tardes en esta estación las clases de la comunidad i la buena ventilación de que gozan, permaneciendo casi siempre con las puertas abiertas i aun durmiendo muchos al aire libre.


HOMICIDIOS

Entre los defectos de la policía debemos mencionar otras dos fuentes mui fecundas de enfermedades i mortalidad en esta ciudad, que son esos bárbaros instrumentos de destrucción tan jeneralmente usados por la clase ínfima, á saber, el cuchillo i la piedra. Es repugnante a la naturaleza humana, es vergonzoso para esta capital, que con orgullo podríamos llamarla un pueblo libre i civilizado, es, por último, una horrible mancha para la nación chilena, que en esta época de ilustración se permita que las clases ínfimas continúen matándose diariamente, sin que se tomen activas i eficaces medidas para contener su brutal ferocidad. ¿Podrá oirse sin asombro que en la sola ciudad de Santiago, cuya poblacion apénas llegará a 70 mil almas, en el año 1828, ante un solo facultativo i en el corto período de trece días, se hayan presentado 29 heridos por el cuchillo de los asesinos, de los cuales ocho sufrieron la muerte? ¡Que en un solo hospital no baje la entrada mensual de treinta heridos por cuchillo o piedra! ¿Qué concepto formarán las naciones estranjeras que sepan estos hechos, sin verlos marcados con nuestra indignación? Si esta ciudad fuese visitada por alguna epidemia estraña, que traiese un nombre espantoso, como el de peste ó fiebre amarilla i que semanalmente arrebatase la existencia de cinco o seis habitantes ricos ¿cuál no sería el susto que se apoderaría de todos? ¿Cuál el triste i melancólico estado de las familias? ¿Cuántos planes no se formarían i cuánta actividad no serían ejecutados? Solo se oirian proyectos, ninguna medida dejaría de probarse a cada instante; se convocarían juntas de sanidad; nadie dormiría ni descansaría hasta concluir con la causa destructora de la ventura del pueblo. Empero, treinta o cuarenta personas mueren mensualmente por el puñal de los asesinos, que en propiedad podría llamarse la peste de Chite, i ¿ningún corazon se conmueve, ni ninguna medida se toma para contener este ignominioso diluvio de sangre humana? La voz de la naturaleza esclama contra esta brutalidad. Un pais naciente llora su despoblación. ¿Y no serán oidos sus jemídos? ¿Ningún corazon se abrirá a la compasion, ningún biazo se armaiá en defensa del inocente contra el asesino? Majistrados, hombres filántropos, oid el grito de la naturaleza i detened la salvaje carnicería de vuestros semejantes. Hacedlo por vosotros mismos, por la humanidad, por el bien de vuestra patria, por la causa de la civilización i por la relijion misma. Acordaos que teneis que comparecer ante el Eterno a dar cuenta de vuestras acciones i de los bienes que habéis dejado de hacer. ¿Hasta cuando estará envainada la espada de la justicia? ¿Hasta cuando nuestros Majistrados, con su apatía i fria indiferencia a los asesinatos que se cometen a su vista, haián que las naciones miren con horror i desprecio este encantador i delicioso pais? Miéntras que en otros paises la crueldad aun con los brutos es castigada con prontitud y severidad ¿será posible que en Chile se sufran los crueles e ignominiosos asesinatos sin buscar medios de prevenirlos? Hemos sabido que en dias pasados se colectaban suscriciones para traer de Alemania una colonia de agricultores. ¿Qué necesidad puede haber de esto? ¿Los chilenos campesinos son acaso inhábiles o la naturaleza les ha privado del uso de sus brazos? No. ¿I entónces, por qué empeñarse en traer estranjeros que trabajen lo que ellos son capaces de hacer? Si se educasen esas clases hoi abyectas i se protejiesen sus vidas con leyts propias i eficaces, se veria que cultivaban mejor su suelo natal que cualquiera otra raza que se pudiese introducir. ¿Cómo podremos tener una abundante poblacion, si la inmoralidad i todos sus malos efectos no son correjidos por una administración enérjica por leyes adecuadas? Recuérdese que Roma, la soberbia dominadora del mundo, cayó bajo el peso de sus propios vicios. Una vez corrompidos i degradados sus habitantes fueron, por consiguiente, incapaces de gozar largo tiempo las delicias del don celestial de la libertad.

INFLUENCIA SOLAR

Vamos ahora a considerar la tercera causa de las enfermedades que aquí se padecen, es decir, la influencia del sol. Antes de entrar en la consideración de este objeto, es necesario dar una breve noticia de las leyes de cierto principio, a que tendremos frecuentes ocasiones de referirnos en las siguientes pájinas. Este principio es jeneralmente nombrado irritabilidad i existe en cada parte, por pequeña que sea, de la máquina humana; de él dependen las saludables funciones de todos los órganos del cuerpo. Todo estímulo tiene el poder de elevar la acción de este principio, i la acción así producida es proporcional a la fuerza del estímulo aplicado. Si la fuerza de este estímulo no es mui grande, la rritabilidad se eleva solamente a un grado poco mas que natural, pero si crece o se aumenta la irritabilidad, se exaspera i la parte a que se ha aplicado el estímulo pasa al estado llamado inflamación, i si todavía es mas fuerte el estímulo, la irritabilidad se agota i cesan las funciones de la parte.

El calor del sol, que en un grado ordinario sirve de un suave estímulo a la máquina animal, favoreciendo las secreciones y exitando blandamente la enerjía del sistema cuando se eleva a un punto mayor es, uno de los mas poderosos i penetrantes estímulos a que puede el hombre estar sujeto, porque obrando constantemente sobre él, destruye la natural irritabilidad de todos sus órganos i, por tanto, induce esa debilidad de las fibras musculares, esa circulación lánguida i esa falta de enerjía nerviosa que caracteriza tan particularmente la constitución de los naturales de Santiago. La influencia del calor del sol en el verano es bien conocida de todos los habitantes por sus propias sensaciones. Al levantarse por la mañana se sienten vigorosos, pero luego que el sol desplega toda su fuerza calórica ven aumentarse la irritabilidad de su máquina i poco despues enervarse, i tal es la languidez de todo su sistema, que les hace desear ansiosamente llegue cuanto ántes el fresco de la noche. Esta estenuacion que se produce i repite diariamente, junto con las debilitadoras causas a que hemos aludido en nuestras anteriores observaciones sobre la policía, minan gradual i lentamente la enerjía vital del sistema, i de aquí esa deterioración de las funciones del cuerpo que le predispone a todas las enfermedades. El sabio e injenioso doctor Unánue, hablando de la influencia solar, se expresa así:

"Nuestra delicada estructura no puede soportarla en toda su fuerza, porque el calor excesivo que resultaría de ella, consumiendo los líquidos i desbaratando el enlace i trabazón de los sólidos, reduciría a cenizas lo mismo que anima en un grado moderado [10].

El calor del sol, como otros estímulos, obra con peculiar fuerza en algunos órganos del cuerpo mas que en otros, i esto es particularmente lo que sucede cuando el calor no es acompañado con la humedad de la atmósfera, como en esta parte de Chile. El órgano cuya irritabilidad parece exitarse aquí mas común i activamente, es el mas importante de nuestro mecanismo, que se llama hígado. Esto nos lo prueba nuestra esperiencia diaria, porque de veinte enfermos, por ejemplo, que se nos presentan, encontramos dieciseis de ellos afectados de algún desórden en el sistema hepático. La influencia del sol sobre el hígado no es como suponen algunos un descubrimiento de los modernos, sino que encontramos en la historia de los epicúreos de la antigua Roma, que bien convencidos de ella i para gozar del principal lujo de sus mesas, (el mas grande hígado de ganzo), mantenían a este animal en departamentos mui calientes, i a veces para satisfacer su apetito mas prontamente ponian esas desgraciadas aves cerca de activos i constantes fuegos, i para impedir que se separasen los clavavan en tablas por medio de sus membranas interdijitables. Los glotones franceses han usado del mismo plan i con el mismo intento de refinado lujo, siendo sus víctimas los patos de Moscovia.

Como las enfermedades del hígado son las que mas jeneralmente abundan entre todas las clases de habitantes de Santiago, i las que prueban mas fatalmente, nos dispensarán con gusto nuestros lectores que nos dilatemos sobre este punto i que les ofrezcamos unas pocas observaciones sobre el modo que el sol obra en su producción.

Cuando consideramos al hígado en todas sus situaciones, en su conexion anatómica con el diafragma, estómago, brazo, intestinos, riñon derecho, vértebras i las paredes abdominales en su coherencia fisiolójica con el canal alimenticio, i como algunos Injeniosos fisiolojistas han demostrado [11] con las funciones de los pulmones i del cutis, nopodemos dejar de considerarlo como el órgano que merece altamente la atención de los médicos. Las funciones del hígado se reducen a secretar un líquido llamado bilis i ayuda a los pulmones a abstraer el carbono de la sangre.

El destino de la bilis es de naturaleza mui importante en la economía humana. Ella sirve para estimular la acción peristáltica de los intestinos, para separar de los alimentos la parte escrementicia de la nutritiva, para impedir que las materias mucosas i otras dañinas se acumulen en los intestinos, i por sus propiedades ntipútridas para estorbar que la operacion putrefactiva i fermentativa se apodere de la parte escrementicia del quilo. Viendo que este fluido es tan sumamente importante para sostener i regularizar el mayor número de las funciones del cuerpo, es demasiado necesario que todo médico ponga en él la mas cuidadosa i constante atención i examine escrupulosamente el color de los escrementos de un paciente cuya enfermedad le sea dudosa. El médico que olvida este examen, olvida una de las mas interesantes i útiles guías para curar las enfermedades, cierra las puertas a su misma obser vacion e instrucción i no cumple con uno de los mas sagrados deberes de su profesion. Habiendo mencionado las funciones del hígado i descrito los usos que su principal secreción (la bilis) desempeña, podemos ya entrar en una breve consideración de la manera en que produce la influencia solar las enfermedades de este órgano. El efecto que causa el calor del sol sobre el hígado es elevar la irritabilidad de sus vasos i esta irritabilidad, asi elevada, aumenta la acción de los vasos i sigue el acrecentamiento de la secreción biliaria, la conjestion de los vasos hepáticos o una activa inflamación en el mismo hígado. Debemos aquí notar que la mui activa inflamación del hígado, raramente ataca a los habitantes de Santiago, i la razón de ello es bien clara, según los siguientes fundamentos. La debilidad parcial que en parte produce en sus constituciones la negligencia de la policía municipal i en parte la costumbre de acostarse tarde, junto con la comparativamente pequeña porcion de irritabilidad de que se hallan dotados por el clima, priva a la jeneralidad de ellos de aquella elasticidad de fibras que predispone a la inflamación activa.

Por nuestra parte jamas hemos encontrado en nuestra dilatada práctica la inflamación hepática activa entre los naturales, i sí en algunos estranjeros, i ciertamente las razones mas filosóficas que podemos ofrecer en esplanacion de este hecho son las que acabamos de referir.

La acción acrecentada de los vasos del hígado se acompaña, como ántes hemos mencionado, con un aumento de la secreción biliaria. En algunos casos este aumento es seguido por una diarréa biliosa, pero mas frecuentemente hemos observado que el exceso de bilis así producido o redunda al estómago i produce un decaimiento jeneral del cuerpo, dolores periódicos de cabeza con vómitos biliosos, pérdida de apetito, indijestiones i sus consecuencias, o acumulándose en el mismo hígado se hace viscoso i consiguientemente viciado, echando así los fundamentos de estas tediosas i peligrosas enfermedades hepáticas, que los médicos encuentran diariamente. Quoque ipse misérrima vidi et quorum pars magna fui!

El calor del sol, miéntras produce en algunas personas los efectos que hemos referido, ocasiona en otras una exaustion de la irritabilidad de los vasos hepáticos, lo que produce otro estado de estos vasos llamado torpor o debilidad. Cuando este entorpecimiento se apodera de los vasos del hígado, es consecuencia natural que se disminuya la secreción de bilis i de la disminución de tan importante fluido nacen muchas acciones mórbidas en las varias funciones del cuerpo, como la estitiquez, dijestion i quilificacion imperfectas, abatimiento de ánimo, etc. Podríamos dilatarnos sobre las enfermedades hepáticas, pero nos desviaríamos del objeto de este ensayo. Si nuestra salud nos lo permite presentaremos al público, en otra ocasion, un tratado estenso i práctico de las enfermedades del hígado.

VICISITUDES DE LA TEMPERATURA ATMOSFÉRICA

Antes de tratar de los efectos producidos por las vicisitudes de la temperatura atmosférica, será necesario, para la mejor elucidación del asunto, dar una corta descripción anatómica i fisiolójica del órgano, por cuyo medio estas vicisitudes producen las perniciosas impresiones de que vamos a ocupar la atención del lector.

Aquella tela que forma la estensa cubierta de todas las partes del cuerpo i que es comunmente llamada cutis, se divide por los anatómicos en tres distintas membranas. La primera o mas esterior, la nombran epidermis o cutícula; la segunda, corpu o retemucosum; la tercera, dermis o cútis vera. Estas dos últimas membranas están dotadas con indescribible número de vasos sanguíneos i nervios, en tal grado que seria imposible poner la punta de la aguja mas fina en cualquiera parte de ellas sin sacar sangre i sin excitar dolor. El cútis está cubierto de pequeñas eminencias llamadas papilares i horadado por innumerable cantidad de pequeños vasos llamados exhalantes, tubos secretorios i absorbentes. Por medio de ellos siente el hombre todas las sustancias que le rodean i despide de su cuerpo un fluido nombrado traspiracion. Vamos, por esta corta descripción de la anatomía i fisiolojía del cútis, que este es un órgano importantísimo, que desempeña por si mismo las fundones de la sensación, secreción i absorcion; en esta triple capacidad ejercita la mas constante i estensa influencia sobre toda la máquina humana. Si no fuera por estos grandes poderes del cútis, particularmente el de la secreción ¡cuán pesada i miserable no seria la existencia de aquellos seres que respiran el aire abrazador de los climas tropicales! Porque sin embargo de que el hombre puede sufrir por un corto tiempo el calor hasta ta altura excesiva de 260 o , como se ha probado por repetidos esperimentos, le seria absolutamente imposible soportar, sin alguna evacuación cuticular, el calor medio que no excediese de 100. "Al momento que nos colocamos bajo un sol vertical, dice el ilustrado doctor Jonhson, comenzamos a esperimentar la desagradable sensación de un calor a que no estábamos acostumbrados i como la temperatura de aquella atmósfera, aun en la sombra, excede en diez o doce grados a la de la sangre i mucho mas en el sol, el calor producido en el cuerpo no puede ser estraido con rapidez como ántes por el aire que le rodea, i seria por consiguiente mui pronto acumulado hasti destruir las funciones de la misma vida, si la naturaleza no abriese inmediatamente las compuertas del cútis i por una corriente de traspiración no redujese la temperatura del cuerpo a su orijinal estado". [12] Pero no es solo bajo los trópicos que las evacuaciones cuticulares desempeñan tan importante parte en preservar las funciones vitales de la deterioración i enfermedades. En todas portes del globo, esceptuando aquellas oscuras i lúgubres rejiones donde la naturaleza parece eternamente sumcrjida en rigoroso invierno i entorpeciendo a todas las criaturas animadas con su helado hálito, son necesarios los canales secretorios del cutis para la preservación del hombre. Ellos están tan íntimamente unidos con las acciones ordenadas de los otros órganos, que cualquiera impresión mala que esperimenten es igualmente perjudicial a todas las demás operaciones de la salud. Así el frío que contiene la acción del cútis i disminuye su secreción, hace que una grande cantidad de fluidos caiga en los vasos de los órganos internos. "La membrana mucosa del canal intestinal, dice el sabio Richerand, a mas de secretar el mucus, exhala también un fluido que aumenta mucho en cantidad cuando la traspiración cutánea es lánguida,como se prueba por las diarréas serosas, tan frecuentemente ocasionadas por la supresión de la traspiracion".[13]) I este hábil fisiolojista pudo haber añadido, ni también por los frecuentes ejemplos de inflamaciones intestinales que ocurren cuando se enfrian o humedecen los pies de aquellos cuerpos que están en traspiracion". La importancia de la senecion del cútis se prueba también por su conexion con las funciones de los pulmones. Las exhalaciones cutáneas i pulmonares se suplen mútuamente i así vemos que en los climas calientes, cuando la acción del cútis se aumenta, disminuye proporcionalmente la de los pulmones. Ademas de este ejemplo bien constante de la acción recíproca del cutís i de los pulmones, nos dan otra prueba las personas afectadas de asma o de cualquiera enfermedad orgánica de los pulmones, que ven agravarse sus síntomas cuando el tiempo es frió i húmedo. Si recorremos la historia de aquellos casos de tísis que no pueden ser atribuidos a un vicio inherente en el sistema, encontraremos casi invariablemente que en su principio fueron señalados con algún desorden en la secreción cuticular. Todos sabemos que los sudores colicuantes que acaecen en la tisis confirmada, nada mas son que los efectos de una acción aumentada de los vasos del cútis para precaver al sistema de las malas consecuencias, que de otro modo se seguirían de la interrupción de las funciones pulmonares. En todos los países, cuando el calor medio no pasa de 70.º, los vasos del cútis se estimulan i este estímulo abre los poros del cútis i mantiene su superficie constantemente húmeda i por este medio guarda el conveniente equilibrio en la acción de todos los órganos, e impide que alguno de ellos tome una superioridad o ascendencia que podria ser perjudicial a los otros. Este constante flujo de fluidos en la superficie cuticular disminuye la cantidad de la sangre en los órganos internos. Miéntras continúa libre el flujo de la traspiración, la sangre en aquellas partes corre sin embarazo i no siendo en ninguna superabundante o supérflua sino en todas igual, no causa alguna hinchazón vizcosa.

Esta armoniosa acción de todas las funciones del sistema, será, sin embargo, subvertida si la traspiración por cualquiera causa se suspende repentinamente i en este caso una pronta hinchazón aparecerá en los órganos internos i el nuevo estímulo que de repente se ha producido no dejará de excitar enfermedad en uno u otro órgano en acción. Esta enfermedad variará en sus circunstancias según la edad, hábitos i disposición constitucional de la persona afectada. En unos causará inflamación de los pulmones o pleura, en otros inflamación del estómago o intestinos, en éstos en el hígado i riñones, en aquellos inflamación del cerebro i en otros conjestion del mismo órgano o apoplejía será la consecuencia. Recordamos haber visto en esta ciudad, ahora dos años, un ejemplo de esta última violenta afección de apoplejía que atacó á la persona de un acreditado abogado que se espuso delante de una ventana abierta, estando en traspiración i desde ese momento hasta hoi ha quedado este apreciable individuo triste víctima de una parálisis. Trataríamos esta parte de nuestro asunto mui imperfectamente si no noticiásemos de un modo particular la conexion que existe entre las funciones del cútis i las del hígado, si no hablásemos sobre el perfecto sincronismo que la naturaleza ha establecido entre estas dos funciones de que depende materialmente la salud de las personas que habitan climas calientes o templados. Esta importante conexion no es perfectamente conocida i por consiguiente no es bien apreciada por la jeneralidad de los médicos. Ciertamente, aun algunos de los mas hábiles autores se han separado mucho del camino de la verdad, cuando han tratado esta materia i han establecido en sus escritos principios erróneos sobre las enfermedades hepáticas. Desde el tiempo de Hipócrates, el mas celoso cultivador de la medicina pero el mas ignorante fisiolojista, hasta el dia de hoi muchos profesores médicos han supuesto que la simpatía que existe entre las secreciones cuticular i biliaria observa las mismas leyes fisiolójicas que la secreción cuticular i la de los órganos internos. Hipócrates, que tan frecuentemente fué el ignis fatuas en otros puntos de la medicina, en este lo fué también cuando asentó cutis raritas atvis densitas.[14] Sobre este objeto el mismo Bichat, el astro mas reluciente que ha alumbrado el horizonte médico de Francia, parece haberse movido fuera de la órbita de su acostumbrada exactitud. Hablando de la analojía de sensibilidad que existe entre las membranas mucosas i elcutis, se espresa así: "Por el contrario, cuando el calor del clima o de la estación, relaja i abre la superficie cutánea, diremos que la superficie mucosa es constreñida en proporcion, durante el verano en el sur, etc., hai disminución en las secreciones interiores"[15].

Pero esta antigua doctrina, sin embargo de ser apoyada por muchos respetables autores, es completamente desaprobada por los fenómenos que se observan en gran número de enfermedades. Nos contraeremos a una o dos de ellas.

En las afecciones crónicas del hígado, en las que las entrañas están estreñidas, encontramos invariablemente el cútis destituido de traspiración. Es bien sabido que en las diabetes el cútis es seco, áspero i arrugado i las entrañas uniformemente entorpecidas. En las clorósis el cútis tiene una apariencia mas árida, jamás es humedecido ni aun por la insensible traspiración, i la bilis, como observa el doctor Saunders, es mui disminuida en cantidad i de un color mas pálido que la salud [16]. Por último, usando de las palabras del sabio doctor James Johnson sobre este objeto, "existe entre los vasos estremos de la vena portarum en el hígado i los vasos estremos de la superficie del cuerpo, o en otros términos, entre la secreción biliaria i la traspiración, una de las mas fuertes simpatias de la máquina humana. Estas dos funciones regularmente aparecen acrecentadas o al menos influidas por un ájente particular (el calor atmosférico) desde la cuna hasta la sepultura i desde el pelo hasta el ecuador. Todo observador concederá prontamente como una lejítima conclusión teórica, que puede probarse apelando a los nechos, de que esta sola acción síncrona o coetánea, independiente de cualquiera otra conexion orijinal, aumentará esta poderosa simpatía cuando cualquiera de estas funciones caiga bajo la influencia de otros ajentesu" [17].

Por lo dicho hasta aqui, respecto a los usos de la secreción cuticular i de la estensa simpatía que posee, podran nuestros lectores apreciar justamente los fatales efectos que produce la acción del frió sobre los órganos interiores, cuando lo siente el cuerpo estando en traspiración. Estos efectos del frió son mui diferentes de los del calor. Este, exita en los vasos del cútis una corriente de traspiración sobre toda la superficie del cuerpo. El frió, al contrario, contrae las fibras de estos vasos i su cavidad i por tanto reprime la traspiración. Por esta breve esposicion de los efectos opuestos del calor i del frió, podremos fácilmente saber porqué las vicisitudes de la temperatura atmosférica no solo causan detrimento en la secreción cuticular sino que sirven de instrumentos para producir las peores consecuencias en las funciones i en ti estado patolójico de los órganos interiores. Las variaciones de la atmósfera son mui frecuentes en este pais i aunque la alta i baja del termómetro las indica menores que en otros lugares, con todo, tales la estrema sensibilidad de la superficie cutánea a causa de la sequedad del clima, que el descenso aun de un grado en la escala termométrica produce mucho mayores efectos sobre el cútis i por su influencia simpática sobre los órganos interiores, que los que causaría en otros paises la baja de ocho o diez grados. No solamente con la supresión de la traspiración perjudican las variaciones de la atmósfera a la salud de estos habitantes, sino también con esa suave humedad llamada traspiración insensible. La frecuencia de la tisis, reumatismos, diarreas, catarros, inflamación de los pulmones, pleura, etc., no la atribuimos a otra causa que a la acción de las vicisitudes atmosféricas, Hai otra enfermedad mui frecuente entre la última clase de los habitantes i que no es conocida en otro pais, a saber, el dolor i ardor de espaldas que no puede tener otro oríjen que la transición atmosférica del calor al frio.

MEDIOS PRESERVATIVOS

"The end of everaj thing should direct the means."

El órden que hemos dado a este escrito pedia que en primer lugar nos ocupásemos del modo de remediar los defectos de la policía que quedan notados; pero esto sale de la esfera de nuestra profesion i toca mas bien a la de los lejisladores. Sin embargo, es de la esencia de las instituciones políticas i de los principios proclamados en el pais, que todo ciudadano concurra con el continjente de luces que haya podido adquirir en sus meditaciones para la construcción del edificio social, i bajo este respecto nos será permitido aventurar algunas reflexiones sobre este importante objeto.

La autoridad de la policía se halla hoi refundida en la corporacion del Cabildo i nada parece mas a propósito para enervarla que mantenerla en un cuerpo colejiado i tan numeroso, cuando todos sus buenos efectos deberían esperarse de la enerjía i simultaneidad de sus providencias, las que al principio parecerían fuertes e injustas, como que chocarían con inveterados hábitos i con quijotescas pretensiones. Acostumbrados los ciudadanos a obrar arbitrariamente sobre este punto i todavía en posesion de ridículos privilejios, llevarían con repugnancia el freno que se les impusiese para su propio bien, comodidad i salubridad.

Si la nueva Constitución que ha de dictarse es conforme a los deseos manifestados por los pueblos, se organizarán sin duda asambleas, juntas o consejos departamentales, que tendrán por atribuciones el poder municipal i entónces los cabildos serán innecesarios o inútiles. En tal caso deberían suprimirse i organizar sobre sus ruinas i con sus fondos el departamento de policía que cuidase de la seguridad, aseo, salubri dad i ornato de las poblaciones. El de esta capital podria componerse de

Un intendente con el sueldo anual de $ 3,000
Dos comisarios id. id 2,000
Un injeniero-arquitecto 1,000
Un médico 500
Una guardia de 50 hombres montados 8,000
Presidio, su mantención i sobrestantes 4,000
Para carros, herramientas, etc. 1,500
$ 20,000

Según se vé en este cálculo, tan preciosos objetos tendrían de costo veinte mil pesos anuales, cuya suma es menor de la que hasta hoi se ha invertido en bailes, fuegos de artificio i sueldos tan supérfluos como mal ganados. Un reglamento claro, preciso i de todos conocido, detallaría los deberes i obligaciones i contendría a estos funcionarios en sus justos límites. La censura pública, siempre severa en este particular, les impediría el abusar de las facultades que, por otra parte, serian circunscriptas a la remocion de las causas que hemos indicado como perjudiciales la bienestar de los ciudadanos.

Jamas permita el cielo que en las repúblicas americanas sea conocida aquella policía inquisitorial i de espionaje que fué siempre tan útil a los tiranos i que en Francia elevó a un grado de inaudita perfección el astuto Fouche, pero ojalá se establezca cuanto ántes la que conviene a los pueblos libres i civilizados, la que contiene el brazo del asesino i del ladrón, i la que asegura de todos modos la vida i ventura de los hombres.

Con respecto a las enfermedades que se padecen en esta ciudad, si estuviésemos ciertos de que este papel seria solamente leído por aquellos que por la observación o por los conocimientos médicos fuesen capaces de reflexionar correctamente sobre sus sensaciones interiores, trepidaríamos de establecer medios para las varias afecciones a que hemos hecho referencia en las anteriores pájinas. Pero como es probable que sea leido por muchos a quienes les sean enteramente desconocidas las funciones naturales de los órganos que componen su máquina, i, por consiguiente, incapaces de conocer los desvíos que acontecen en la acción de estas funciones, es necesario que indiquemos algunos medios precautorios en términos que sean fácilmente entendidos.

Como el mayor número de las afecciones del hígado nace de la superabundante o defectuosa secreción del fluido biliario, ofreceremos algunas pocas observaciones para prevenir este mal.

El exceso o superabundancia de la secreción de la bilis, no tiene un número cierto de síntomas que la denoten invariablemente. Puede, sin embargo, suponerse que existe, si en la estación caliente se sienten los siguientes síntomas: languidez jeneral, vómitos, diarreas, asco a la comida, dolores de cabeza o si el paciente manifiesta uno o dos de estos síntomas junto con la lengua sucia amarillosa i replitud i una sensación de calor estraordínario que se estiende desde el lado derecho hasta la rejion del estómago. En tal caso, la práctica jeneral es tomar eméticos, cuya práctica, es no solo puramente empírica, sino completamente opuesta a la naturaleza fisiolójica de tales afecciones, porque, sin embargo de que los eméticos limpian el estómago de la cantidad de bilis que podia haber redundado en él, la acción sobre los vasos del hígado aumenta la secreción biliaria i así agravan en vez de disminuir la enfermedad. Si los eméticos son dados con el objeto de producir una reversión hácia el cútis i quitar el otitis de los órganos interiores también son contrarios porque, según dejamos demostrado, la secreción cuticular no puede aumentarse sin aumentar también la secreción biliaria. El mejor remedio para correjir este flujo superabundante de bilis i para removerlo por evacuaciones es el mercurio dulce, esta medicina tan sin razón jeneralmente calumniada en este pais. Despues que se haya usado un poco de mercurio dulce, el paciente tomará bebidas compuestas de mucilago de goma arábiga o de mucilago de linaza. Para evitar esta afección será necesario no esponerse mucho al sol i a los ejercicios activos durante el calor del dia, usar alimentos lijeros, bebidas frescas i baños frios.

La secreción, defectuosa de la bilis puede conocerse por los siguientes síntomas: una incómoda sensación en el lado derecho, estirenimiento de intestinos, escrementos de color oscuro o blanquizco, pérdida de apetito, erutos ventosos, lengua sucia, mal gusto en la boca por la mañana, abatimiento de espíritu i sequedad de cútis. Para la deposición de estos síntomas, se indican los baños templados, el ejercicio suave a caballo o en columpio, viaje por mar, el uso moderado del vino i el de aquellas medicinas que tienen la propiedad de exitar los vasos del hígado a la ejecución propia de sus funciones.

Vamos ahora a detallar los mejores medios de prevenir los malos efectos de la variación atmosférica sobre el sistema humano, i como la secreción cuticular posee una grande conexion simpática, podemos aquí notar que las medidas propias para preservar su integridad, sirven también para preservar la integridad de las funciones naturales del mayor número de los otros órganos del cuerpo. Entre los medios mas benéficos que el arte ha inventado para preservar la fábrica humana de los malos efectos de los variables elementos, la vestidura tiene sin duda el primer lugar. Tan jeneral es el deseo de protejer el cuerpo contra las visicitudes del tiempo, que a cualquier parte del globo, a cualquiera nación de la tierra que llevemos nuestra observación, encontraremos siempre al hombre provisto de alguna suerte de cobertura esterior. La benéfica influencia de este dictámen de la razón ha sido sin embargo desatendido por el deseo de decoraciones esteriores, que la lijereza de los modernos ha introducido i que comunmente llaman moda, un deseo que es a la vez indiscreto e impropio. Indiscreto, porque manifiesta poco buen sentido la persona que aventura el goce de la buena salud por el efímero deleite de aparecer en público a la moda, e impropio, porque ningún ser racional debe despreciar la salud que es el mas grande favor que le ha hecho la bondad de su Criador.

Hai dos jéneros o artículos para vestirse, que son mas propios que los otros para precaver los malos efectos de las vicisitudes atmosféricas, a saber: la franela i el algodon.

Recomendamos como digno de imitarse en este pais el método chino, que consiste en mudar de vestidos, según las variaciones de la temperatura.

El vestido lijero blanco es el mas propio para los meses de verano i para aquellas personas que tienen necesidad de salir con frecuencia de sus habitaciones. El algodon es en esa estación la cobertura mas apropiada para el cútis; es agradable, retiene suficiente calórico en el cuerpo i le provee del conveniente medio de trasmitir los fluidos que respira, mientras que al mismo tiempo preserva a los órganos internos de cualquier sacudimiento que el repentino cambio de la atmósfera podría causarles por medio de la superficie cuticular. Siendo el vestido lijero no exita superabundante traspiración i como permite fácil paso a la secreción fluida, jamas comunica al cuerpo esa sensación fria que es propia del lino cuando se humedece con la descarga cuticular. El algodon solo conviene en los meses de verano, porque al fin de él refresca diariamente la atmósfera i en particular a la aproximación de la noche, i entonces ya no es adecuado para mantener el cuerpo en abrigo. Desde el principio de Abril hasta fin de Octubre conviene vestir franela pegada al cútis, porque sin embargo de que suele haber considerable calor en los dias de Setiembre i Octubre, las noches son demasiado frías i el cuerpo podria afectarse si no lo protejiese la franela. Este jénero es mal conductor del calórico i por consiguiente propio para conservar el cútis en la estación fria en un estado de calor agradable i benéfico. Pero las ventajas que produce el uso de la franela pegada al cuerpo no nacen enteramente del calor que comunica i del que retiene por su propiedad de mal conductor, sino que resulta en gran parte de la uniformidad de temperatura en que mantiene al cuerpo i del estado moderado i constante de exitacion en que conserva a los vasos del cútis por el estímulo mecánico que proviene de su contacto con la superficie. Esta exitacion es particularmente mas necesaria en una estación del año en que la evacuación cuticular puede ser suprimida por el frió.

La costumbre jeneralmente observada por los que usan la franela pegada al cuerpo de dormir con ella por la noche, es mui impropia, porque entonces se impregna de la traspiración i acumulándose en las noches sucesivas en breve se priva este jénero de su propiedad de mal conductor i debe tenerse mui presente que esta pro piedad es proporcional a su sequedad. A mas, como en la noche se aumenta el calor natural i como las cubiertas de la cama son suficientes para conservar este calor, la franela es supérflua i mas perjudicial que útil. Quitándose la franela antes de acostarse i sustituyéndola por el algodon grueso, el cútis se conserva limpio en una temperatura propia i se evita que la franela se impregne de los malos efectos de la t transpiración nocturna, conservándose seca, lo que asegura la permanencia de sus buenas propiedades.

Existe entre los pies i el resto de la superficie una simpatía mui activa, de modo que si aquellos se enfrian, no solo el cútis se predispone a ser afectado por la temperatura, sino que las funciones interiores pueden esperimentar algún desórden en su acción. Hemos visto orijinarse las peores consecuencias del frió de pies, hemos visto que ha causado tisis i dos casos fatales de inflamación de los intestinos. Nos ha informado una perscna, que despues de comer se vé obligada a envolver los pies en una bayeta, porque le ha enseñado la esperiencia que, cuando no toma esta precaución, el alimento permanece en los órganos dijestivos sin alteración por muchas horas. Los naturales en las menores indisposiciones se ven atacados del frió de los pies i para restaurar el sistema a su primitiva salud ocurren i las friegas, pediluvios, etc. Por éstas i otras muchas razones, sobre que parece innecesario estenderse, juzgamos mui conveniente usar medias de lana en la estación fria, de modo que toda la piel esté cubierta de lana. En muchos casos, los intereses mas sagrados del jénero humano, ya se consideren bajo un punto de vista físico o ya moral, reciben la influencia de circunstancias que no se aprecian porque parecen triviales. Sin embargo, los hombres prudentes i observadores, conocen el valor que deben darles i por eso esperamos que las reflexiones que les hemos ofrecido sobre la necesidad de guardar la superficie cuticular de la influencia de las vicisitudes atmosféricas, aunque parezcan triviales a algunos, serán apreciadas por otros, como un bien que les aconseja la prudencia. Estando íntimamente persuadidos de su importancia i utilidad i mui interesados en la felicidad i larga vida de nuestros conciudadanos, recomendamos con encarecimiento su adopcion. Tal es la preeminencia que en nuestra estimación tiene la franela como preservativo de enfermedades i son tantos los benéficos efectos que su uso ha producido en esta ciudad, en muchos casos que la hemos recomendado, que si se jeneralizase, estamos bien persuadidos disminuiría la mitad de la mortalidad que sucede anualmente de las enfermedades del hígado, disenterías, reumatismos metásticos, catarros i tisis pulmonares.

DE LOS ALIMENTOS

Conforme al plan que hasta aquí hemos seguido, de dar alguna descripción de los órganos sobre que obran sus efectos las causas que discutimos, ántes de entrar en el objeto de este artículo, nos ocuparemos de algunas breves observaciones anatómico-fisiolójicas de la función de la dijestion i de los órganos principales de esta importante operacion.

El estómago i los intestinos son los órganos mas interesantes de la dijestion i los que trasmiten la parte nutritiva del alimento a todo el sistema. Su situación es demasiado conocida para detenerse en esplicarla. El estómago es un saco delgado i de considerable tamaño, enteramente cruzado de venas, arterias, nervios i vasos absorbentes. Los intestinos forman un largo i tortuoso tubo que se estiende desde la boca mas baja del estómago hasta la abertura esterna llamada anus, i, como el estómago, son igualmente provistos de vasos sanguíneos, nervios i vasos absorbentes. De la superficie interior del estómago mana un fluido mucoso i otro líquido llamado suco gástrico. Hai dentro de los intestinos unos pequeños vasos que reciben la parte nutritiva del alimento i la llevan a la masa de la circulación. Despues que el alimento es masticado, pasa a disolverse en el estómago. De todos los ajentes a que los fisiolojistas han atribuido la disolución de los alimentos, ninguno hai cuyo poder a este respecto sea tan bien probado como el suco gástrico. En esta época tan adelantada de los conocimientos médicos, es innecesario repetir las pruebas del poder disolvente de este fluido que han suministrado los esperimentos de Spallanzani, Haller, Reaumur i Mr. Cruickshank. Sin embargo, como hasta hoi creen muchos profesores médicos que la dijestion puede hacerse sin el auxilio del suco gástrico, seria preciso recordar los recientes esperimentos practicados en Inglaterra i Francia [18] i por los que se ha demostrado de un modo plenamente satisfactorio que la secreción del suco gástrico depende enteramente de la influencia de los nervios distribuidos en el estómago i que la división de aquellos nervios impide la secreción de este fluido i destruye completamente la dijestion del alimento. Los puntos fisiolójicos tan convincentemente probados por dichos esperimentos, son mui dignos de recordarse por los médicos prácticos, como que ellos no solo han desparramado mucha luz sobre el verdadero oríjen de tantas enfermedades, cuya naturaleza ha sido a este respecto erradamente representada por muchos escritores i, por consecuencia, mal entendida por la jeneralidad de los médicos, sino que también ellos esplican el modo cómo ciertos artículos que entran en la composicion de nuestros alimentos, producen efectos dañosos a las funciones del estómago. Cuando un alimento de buena calidad es recibido por un estómago sano, se convierte, por la acción del suco gástrico en una masa líquida, la que despues de haber permanecido algún tiempo en este órgano, pasa al intestino llamado duodenum, donde se encuentra con los fluidos biliario i pancreático i se separa en dos partes, a saber: el quilo i los escrementos. La primera, entrando en los vasos absorbentes que indicamos, hablando de los intestinos, se mezcla con la sangre i es la fuente del nutrimiento i de a fuerza; la última es espelida del cuerpo, rodemos aquí mencionar, que sin embargo de que los antiguos fisiolojistas suponían que los vasos lácteos (los que acabamos de indicar) poseían solamente el poder de absorber la parte nutritiva del alimento, recientes esperimentos han demostrado que otros vasos poseen el mismo poder.

Majandie, Sir Eduardo Home, Mr. Brodie i otros, han probado que las venas de los intestinos tienen el poder de absorcion i de mantener a los animales con el alimento que han tomado de los intestinos, cuando el conducto torácico se cierra por medio de ligaduras. Los últimos esperimentos de Von J. Tiedemann i L. Gruelin, profesores de la escuela de medicina de Heídelberg, también demuestran de un modo mui satisfactorio que las sustancias colorantes, salinas i metálicas, pueden pasar a la circulación sin ir por el camino de los conductos lácteos i torácico, pero nó las materias alimenticias. Hemos apuntado estos hechos fisiolójicos, porque los creemos mui interesantes para esplicar gran número de síntomas curiosos que ocurren a las personas que padecen indijestiones.

Habiendo descrito rápidamente las funciones de la dijestion i bosquejado las mudanzas que esperimenta el alimento cuando entra en los órganos dijestivos de un hombre en salud, solicitamos la atención de nuestros lectores para tratar de los efectos que producen sobre estos órganos los alimentos de naturaleza impropia que, con predilección, se usan en este pais. Los naturales, jeneralmente hablando, siguen el ejemplo de otras naciones en la virtuosa abstinencia de licores espirituosos, pero tenemos el pesar de decir que no sucede lo mismo con respecto a sus cocinas. Ellos no se contentan con asar o cocer simplemente sus viandas, sino que las aderezan en mil formas, de mil sabores i en mil estados de composicion, i como si obstinadamente olvidasen todas las pruebas que los fisiolojistas i químicos han dado de las propiedades indíjestas i no nutritivas de las sustancias oleajinosas, uniforme mente usan la mantequilla, aceite, grasa rancia, como los preferentes i favoritos artículos de sus manjares. El gusto depravado de la cocina en Chile parece buscar todos los ingredientes que tienen la propiedad de destruir los poderes del estómago, i por este medio de la salud i de la fuerza de todo el sistema. Ningún plato agrada a sus paladares sino es un compuesto heterojéneo de carne, ají, pimienta, ajo, cebolla, tomates, grasa i otros perniciosos agregados; i sobre todos ellos devoran el queso i los dulces de todas clases sin alguna consideración racional de su calidad o cantidad. Las consecuencias que se orijinan de la comida de estos artículos son directamente consonantes con sus venenosas propiedades. El primer efecto que producen estos alimentos es no solo crear un falso apetito, sino excitarlo a un grado tan excesivo, que hace comer a una persona mas de lo que su estómago puede naturalmente contener, lo que debe producir dilatación del estómago i, por consiguiente, muchas sensaciones desagradables, como los insomnios i opresiones que dificultan la respiración i las fatigas de que tanto se quejan en el pais. El segundo modo con que los alimentos en cuestión producen sus malas consecuencias, es destruyendo la enerjía nerviosa del estómago. Ya hemos dicho en otro lugar de este ensayo, que cuando una parte del cuerpo es activamente estimulada, la irritabilidad de esa parte se agota i se suspenden sus funciones. Esto es exactamente lo que sucede en el estómago por las propiedades estimulantes de esos manjares compuestos i fuertemente sazonados que se usan aquí. El estímulo del alimento diariamente repetido, agota la enerjía nerviosa del estómago, i así, no solo destruye la secreción del suco gástrico, i con él el poder de la dijestion, sino que también debilita el tono de las fibras musculares del mismo estómago. Por todo esto se vendrá en conocimiento de los malos efectos que tales alimentos producen sobre todo el sistema. A mas de excitar el apetito que causa la dilatación del estómago i sus consecuencias, destruye el tono muscular, la enerjía nerviosa i hasta el suco gástrico de que depende la dijestion. Si se disminuye la enerjía nerviosa del estómago, debe disminuirse la dijestion i hacer que los alimentos imperfectamente dijeridos en el estómago se escapen así a los intestinos. Pero no para aquí el mal. El alimento mal dijerido que pasa a los intestinos, no es disuelto por el suco gástrico, i sin embargo de las propiedades antisépticas del biliario i pancreático, entra luego en espontánea descomposición. De esta descomposición nacen otras fatales consecuencias, como el desarrollo del gas (llamado vulgarmente flato) que produce esos dolores errantes por el abdómen, los bultos que parecen subir a la garganta, los cólicos, las grandes inflamaciones de vientre, un dolor incómodo en el lado derecho, los peligrosos retortijones en los dobleces de los intestinos, (enfermedad mui común aquí) i en muchos casos una constante espulsion de aire por la hoca i el anus. Debe notarse, como una prueba no pequeña de la fatal naturaleza de los alimentos a que son tan aficionados los naturales, que los estranjeros residentes en el pais que usan de los simplemente preparados, jamas son atacados por el menor síntoma de flato; jamas se prepara para ellos la bebida del flato. Haciendo mención de esta bebida no podemos dejar de observar que Grajales, que se cree el descubridor de esta mistuia, o que, al ménos, tuvo la injeniosidad de darle este nombre tan atractivo, no se haya querido recomendar con las jentes pensadoras o no haya aspirado al renombre de preservador de la humanidad, noticiando a los pacientes la perniciosa naturaleza de los alimentos, en vez de recetarles temporarios paliativos para los males que ellos causan. Seria este un error del entendimiento i nó del corazon, porque Grajales era mui humano.

De la misma descomposición que hemos apuntado resulta también la formación de varios fluidos aéreos que se apoderan de todo el sistema i en muchos casos afectan fatalmente los órganos por donde pasan, e irritando los intestinos, no solo producen peligrosas enfermedades en este tubo, sino también en otros órganos distantes. En Inglaterra i Francia se han descubierto muchas enfermedades producidas en las membranas de los intestinos i estómago por la irritación que causan los alimentos indijestos, como los que aquí se usan. Broussais, célebre escritor médico de Francia, ha atribuido a este oríjen las fiebres catarrales i otras [19]. El doctor Scoulton de Metz [20] también le atribuye la inflamación de la piamater. El doctor Scudamore [21](3) en su apreciable obra sobre la gota, observa que "una mórbida interrupción de cualquiera parte de la serie de funciones dijestivas puede ser una causa activa i predispositiva de la gota, del mismo modo que lo es en todas las otras enfermedades." Finalmente, el injenioso Abernethy de Lóndres, ha probado claramente la estrecha conexion que subsiste frecuentemente entre las afecciones locales i el estado de las funciones dijestivas [22]. La frecuencia de las enfermedades en esta ciudad, de los órganos urinarios, del corazon, de los nervios i la poplejía, es una materia sobre la que hemos reflexionado largo tiempo i estamos bien persuadidos que dependen en gran parte de la naturaleza de los alimentos jeneralmente usados. Con respecto a los órganos urinarios no es difícil señalar el modo en que los afectan los desórdenes de la dijestion. En primer lugar, vemos que los ríñones i los órganos dijestivos reciben la influencia nerviosa de los ganglios splácnicos i en segundo, que el color, gusto i olor de muchas sustancias que entran al estómago se comunican a la orina, i es sabido que el espíritu de trementina, tomado en mucha cantidad, produce una orina sanguinosa. Teniendo estos hechos a la vista ¿podrá dudarse que los alimentos estimulantes e indijestos no sean la causa mas común de las enfermedades que aquí se padecen en los órganos urinarios? El doctor Prout, uno de los primeros físicos de Londres, hablando de las enfermedades urinarias se espresa así: " Las secreciones viciadas de todo jénero deben resultar de las causas jenerales o locales, o de ambas juntas. Pero cuando reflexionamos cuán poco espuestos están los órganos secretorios a ser afectados i cuán raras veces lo son, escepto por medio de la pérdida jeneral de la salud, somos naturalmente inclinados a considerar ésta como la causa primaria de este desorden. La indiferencia es obvia. Cualesquiera remedios que tengan tendencia a restaurar la salud jeneral, la tendrán igualmente a asegurar el buen desempeño de todas las funciones i entre ellas de la secreción. No será necesario estenderme sobre los principios que son por todos bien entendidos i sobre la elucidación i aplicación de aquellos que tan justamente se han calificado por los grandes descubrimientos de la medicina moderna, pero simplemente observaré que por atender a la salud en jeneral i especialmente a las funciones del estómago i de los intestinos, he sido muchas veces testigo de la pronta remocion de los depósitos urinarios i de la completa restauración de esta secreción a su natural apariencia i propiedades [23] "

La frecuencia con que encontramos aquí las enfermedades del corazon, también se debe atribuir a la naturaleza de los alimentos indicados, porque por su acción estimulante sobre el estomago, exitan una acción desordenada en la simpatía nerviosa que existe entre el corazon i este órgano i por este medio producen un desórden en las funciones del corazon, que, a la larga, causa enfermedades orgánicas en este importante viscus. El efecto que acompaña a las medicinas que mejoran el estado de los órganos dijestivos en los muchos casos de funciones desordenadas del corazon, que diariamente nos ocurren, es una suficiente demostración de la doctrina que deseamos inculcar. Con respecto a la terrible enfermedad de apoplejía, ofreceremos algunas observaciones que podrán enseñar a inquirir con mas éxito la naturaleza de una enfermedad que, desde el tiempo de Hipócrates, ha permanecido envuelta en una densa nube de oscuridad patolójica. Es sabido que la irritación del estómago e intestinos, producida por las lombrices, es causa mui frecuente de convulsiones en los niños. A la misma causa se ha atribuido la manía, epilepsis i algunos casos de ceguera; la hidrocefalia también ataca a los infantes por la irritación que causa la dentición sobre la membrana de las encías, que es una continuación de la del estómago i de la de los intestinos. Los calambres en varias partes del cuerpo i los letargos, comunmente aflijen alas personas afectadas por la enfermedad que aquí llaman lepidia i la que tiene su asiento en el estómago e intestinos. Algunas personas que tienen las entrañas estreñidas, esperimentan dolores de cabeza, cuya circunstancia prueba la delicada simpatía que existe entre las funciones del cerebro i de los órganos de la dijestion. Hemos visto en esta ciudad a muchas personas caer víctimas de la apoplejía, sin descubrir alguno de aquellos signos que los autores han mencionado como característicos del diátesis apoplético, pero que han sido de constituciones mui débiles i sujetas por muchos años a varios de los síntomas que denotan desórden en las funciones de la dijestion. Asistimos a una persona que tuvo dos ataques de apoplejía i que frecuentemente esperimentaba su cabeza descompuesta cada vez que los intestinos no estaban corrientes. Conocemos otras de mala dijestion que eran afectadas con la pérdida parcial de la vista i varios síntomas de las enfermedades del cerebro, aparecían junto con los de la dijestion. Somos demasiado cautos sobre las enfermedades patolójicas que reinan hoi respecto a la apoplejía, i conocemos que los primeros escritores médicos del siglo aconsejan el sistema de deplecion como el mas a propósito para su cura. Pero ¡cuántas veces no hemos usado la deplecion en un grado estremo sin el menor suceso! ¡Cuántas otras, despues de la muerte, no hemos encontrado que las apariencias del cerebro i sus membranas no justificaban nuestra determinación! Hemos visto aquí morir personas con todos los síntomas de verdadera apoplejía, cuyo cerebro examinado no presentaba señal alguna de comprensión o turjencia i hemos visto también otros muertos de la misma enfermedad en los que no pudimos encontrar signos de enfermedad alguna, escepto en el estómago e intestinos. Todos estos hechos nos hacen pensar que la apoplejía es jeneral mas en una enfermedad de los nervios que del sistema vascular, i que el mayor número de casos que ocurren en esta ciudad nacen de una irritación del cerebro o sus membranas, que ha venido a aquellas partes por medio de algún desórden en la viscera de la dijestion. Ultimamente, estamos bien persuadidos que todas las enfermedades, de que acabamos de hacer mención, continuaran aflijiendo a los habitantes de esta ciudad i haciéndolos víctimas de su furia, si ellos no adoptan un plan de dieta mas conveniente al tono del sistema mas conforme a la naturaleza i mas adaptables a los órganos de la dijestion.

DEL AYUNO

El ayuno merece ser contado entre las causas de las enfermedades de esta ciudad, ya sea por la frecuencia con que se practica, o ya sea por el excesivo número de personas que hemos visto sufrir sus consecuencias. El ayuno repetido es bastante poderoso para producir los mas perniciosos efectos sobre la constitución humana. Es capaz de debilitar la máquina, naturalmente, mas robusta i sana i de producir efectos superiores al poder del arte i a la mano reparadora de la naturaleza, principalmente en personas delicadas. En primer lugar, decimos que es pernicioso porque sabemos por hechos bien auténticos que cuando el suco gástrico no encuentra en el estómago alimentos u otras sustancias estrañas, obra sobre la sustancia misma del estómago. La accion de este fluido sobre los nervios del estómago es la que produce esas sensaciones desagradables de debilidad i desmayo (que llaman fatigas), que esperimentan las personas que se abstienen de tomar el alimento a las horas acostumbradas. En segundo lugar, es también perjudicial, porque no da a los órganos de asimilación o reproducción, el suficiente auxilio de material nutritivo que los habilite para soportar la enerjía del sistema contra los efectos deteriorantes que los órganos secretorios están produciendo constantemente, i últimamente, es dañino porque las personas que han ayunado mucho tiempo ocurren al alimento i con la ansia de llenarse olvidan el poder i capacidad de los órganos de la dijestion. La mas superficial consideración de todas estas circunstancias no puede dejar de imprimir en el ánimo de toda persona pensadora una fuerte convicción de los males que causa el hábito que describimos.

Es demasiado evidente qne la abstinencia de alimento, especialmente por la mañana, cuando el suco gástrico es mas activo i el estómago posee toda su enerjía, es mui propia a disminuir la cantidad como también a viciar la calidad de los fluidos circulantes; a enervar la enerjía del cerebro i del sistema nervioso i por consiguiente a debilitar las funciones de todos los órganos del cuerpo. Aun es mas fatal a aquellas personas de constitución naturalmente delicada, a las que tienen alguna predisposición para la tisis i otras enfermedades, a los jóvenes i viejos i mui especialmente a las mujeres que, por la laxitud de sus fibras musculares, son incapaces de resistir los efectos del ayuno.

Hemos llegado a la terminación de este ensayo i, cerrándolo, debemos pedir a nuestros lectores que lo examinen detenidamente i que reflexionen sobre él con cuidadosa imparcialidad ántes de formar un decisivo juicio de su mérito. No ha sido escrito para complacer la fantasía, ni para estraviar el juicio del público, i por eso confiamos que será juzgado sin pasión i que si se encuentra contener algunas observaciones conformes con la razón, ellas servirán de regla para la vida futura de nuestros lectores i disminuirán la espantosa mortalidad que en los primeros cuatro meses del presente año ha llevado al panteón de esta ciudad mil quinientas ochenta i tres personas.

Finalmente, esperamos que la libertad con que nos hemos espresado, discutiendo el estado de algunas circunstancias existentes, no será atribuida a intención de ofender ni a la ridicula preocupación de no contentarnos con las costumbres que no han recibido la sanción de los usos europeos, sino al ardiente celo con que miramos la causa de la humanidad en jeneral i a nuestro impaciente deseo de ver cuanto ántes desterradas las causas que se oponen a la salud i felicidad de un pueblo que, por muchas razones, debemos admirar i respetar.

Edidi qucz potui non, ut volui, sed ut me temporis angusties coegerunt.


ANEXOS editar

Núm. 178 editar

Por el Ministerio del Interior, en nota de 17 del corriente, se me ha comunicado la disposición del Congreso Nacional sobre que me incorpore a la Sala, como suplente electo por la provincia de Chiloé, por separación de don Ramón Errázuriz i en diezinueve del mismo contesté diciendo, que marcharía lo mas pronto que me fuese posible, lo que no he efectuado hasta la fecha por no habérmelo permitido varias ocupaciones que he tenido en la inspección jeneral, en cuyo cuerpo servia. Dígnese, V. S., hacer presente a la Sala esto mismo, anunciándole que el cinco del entrante deberé estar en ésa, si el tiempo lo permite, así como de admitir los sentimientos de mi mas alto respeto i consideración.

Santiago, Junio 29 de 1828.—Juan Cortes. —Señor Secretario del Congreso Nacional, don Francisco Fernandez.


Núm. 179 editar

Despues de algunos dias de llegar a ésta la comunicación de V. S. fecha 4 del que rije, casualmente me acerqué al correo para recibirla i el administrador no podia ponerla en mis manos por ignorar la casa de mi alojamiento.

Cumpliendo con el acuerdo del Congreso Nacional he consultado al médico que me asiste i opina que ántes de un mes seria mui peligrosa mi incorporacion a la Sala. Sin embargo de que V. S . no me exije justificación de mi enfermedad, yo he querido incluir la certificación competente para satisfacer al Congreso.

Tengo la honra de ofrecer a V. S . las consideraciones de mi mas distinguido aprecio.

Santiago i Junio 28 de 1828. —ManuelAntonio González. —Señor Secretario del Congreso Nacional, don Francisco Fernandez.


Núm. 180 editar

Certifico, en cuanto puedo y en uso de mi profesion, que estoi asistiendo a don M. Antonio González en su enfermedad i habiéndome consultado este señor si podria incorporarse al Con- greso Nacional dentro de un breve tiempo, soi de parecer que el estado de su salud no le permite entrar en discusiones que ajiten su imajinacion i que por lo mismo seria mui peligrosa su incorporacion ántes de un mes contado desde esta fecha. —Santiago, Junio 25 de 1828. —Doctor Blest.


Núm. 181 editar

Soberano señor:

Márcos Gana, portero de la Sala del Congreso Nacional, respetuosamente espone: que habiendo tenido que separarse de la capital se ha visto en la necesidad de abandonar tres pleitos ejecutivos que seguía en los tribunales de justicia, siendo yo el ejecutante en todos ellos; mas, como mí presencia es indispensable para continuarlos i no se sigue perjuicio de tercero si se sobresee por algún tiempo en ellos, i temo, por otra parte, el que prevalido los contrarios de mi ausencia consigan alguna ventaja apoyados en la imposibilidad que por ahora tengo de contestar a sus escepciones,

S. P . A. S. S. Representantes se dignen concederme la gracia de que se suspenda la continuación de estos asuntos, miéntras duran las sesiones en Valparaíso, pues en ello se me favorece sin que a nadie se perjudique. —Márcos Gana.


Núm. 182 editar

El Congreso Nacional ha acordado se oficie al Poder Ejecutivo remitiéndole los diseños aprobados por la Sala, para que se den las órdenes correspondientes a fin de que se trabajen, lo mas pronto posible, los sellos que deben servir para marcar el papel de oficios i cerrar la correspondencia.

El Presidente de la Sala tiene la honra de hacerlo i de ofrecerle a S. E. el Vice Presidente de la República los sentimientos de su distinguido aprecio.

Valparaíso, Julio 3 de 1828.— Manuel Novoa.— Al Exmo. señor Vice-Presidente de la República.


  1. Este opúsculo ha si'lo tomado del vol. 17 de Papeles sueltos de la Biblioteca Nacional. Nos ha parecido útil reproducirlo aquí por su rareza, como pieza que ingresó en el archivo del Congreso. —(Nota al Recopilador.)
  2. W. Fi Edwards. De i'injlnetue des agens ph y sigues sur la vie, &.
  3. Harvey's dispute upon the necessary renovation of the aerial succus alibilis. J Gravis discription of the Pyramids of Egipt. Ilalley's discourse concernig the means, of furnishing air at the bottom of the sea in ordinary depths. Phil. Transat, vol. XXIX, n.° 349 p, 493 et seq.
  4. De Lys tianslation of Richerand's Physiology, p. 182 et seq.
  5. Dr. Ilanconck on pestilence.
  6. Lancisi de repentinis mortibus. Lib. I .° cap. 6.
  7. Sobre este objeto vide Crawford on animal heat p 73 a 84 Murrays System of Chemestry vol. IV. p . 484 et. seq. Anales de Chimie et Phisique tom. IV. Médicochirurgical Transact. vol. 7, part. 2.
  8. Vide Dr. Jackson on Fever. —Dr. Halloran on the yellow fever of Spain. Ilumbold's Political Essay on the kingdon of New-Spain. F .lemens de Chimie art. Putrefaction de Subst. anim., tomo IV, vol. II . Dr. Chishohn's paper in the Edimb. med. and Sirurg. Journal, An. 1S10, páj. 388, et. seq. Pringle on the diseases of the army, p. 322. et. seq., etc. etc.
  9. Regularmente suplen esta falta con los braseros, que son doblemente perjudiciales en esas habitaciones cerradas, así por el tufo que despide el carbón en su combustión, como por el aire que consume o descompone.
  10. Observaciones sobre el clima de Lima i su influenia en los seres organizados, en especial el hombre, por el doctor don Hipólito Unánue.
  11. Dr. Pierson's paper read to the Physico-medical Society of New York. D . M ., Donnells paper on desposition to diseases of the liver and lungs induced by the influence of climate. Dr. James Johnson on the influence of tropical cli mates, etc.
  12. Doctor James Jonhson on the infi :ence of tropical climates 3. d . edit. páj. 6.
  13. Richerand's Physiology 3. d . ed. páj. 215.
  14. Epidem. VI. Chart tom. IX., páj. 433.
  15. Bichat, on the anatomy andphisiology of the mucous membranes, páj. 72.
  16. Saunders, on Liver complaints, páj. 232.
  17. Doctor James Johnson on the influente of trópica climates, etc., páj. 13.
  18. Inquirys into the laws of the vital functions by Dr. Philips. Journal of the Royal Institution of London. N. 63, páj. 17 et seq. Dr. Hastings on the effects of dividing the eigth pair oí neroes, D. l'Influence du Systeme Nerveux sur la dijestion stomachale par M. M . Ureschet, Edwards et vasasseur. Arch. Gener.
  19. De Pinflamation de la membratu muqurusc de veis digestives par F. J. V. Broussais.
  20. fournal Universel.
  21. Doctor Scudamore on Gout, etc., páj. 82.
  22. Abernethy on the origin and treatment of local diseases.
  23. Doctor W. Prout on the chemieat properties and composition of sorne of the proxiniate principies of the uriñe, Páj. 37.